Invisibilidad de lo inmóvil

Ya he comentado que la teoría ingenua del ojo como cámara fotográfica deja fuera lo más interesante: ¿quién mira la imagen sobre la retina? Pero no hace falta llegar tan lejos para encontrar otras cuestiones interesantes que el modelo «ojo = cámara» ignora.

Por ejemplo: cuando movemos la cabeza, no vemos que se muevan los objetos. ¿Por qué iban a moverse, si están realmente quietos? Pues porque sus imágenes sobre la retina se mueven: para un hombrecillo que mirase la retina, todo se movería cuando movemos la cabeza (y de hecho, basta mover la cabeza mirando por unos prismáticos para que todo se mueva…).

Pero ya sabemos que el cerebro no mira la imagen de la retina, sino que usa esa información para construir una representación del mundo exterior, en la que integra también la información de otros sentidos. Toda la percepción es el resultado de procesos increíblemente sofisticados de inferencia inconsciente (fue Helmholtz quien acuñó esta expresión hacia 1860). Esta maquinaria está muy bien ajustada para nuestro entorno habitual, pero en situaciones especiales chirría y sólo entonces nos damos cuenta de que «algo pasa». Eso es lo que ocurre al mirar por los prismáticos, o en la mayoría de las ilusiones ópticas.

Un ejemplo: la región de la retina en la que penetra el nervio óptico no tiene fotorreceptores. Cuando la imagen de un objeto cae ahí, no lo vemos. Y sin embargo, no percibimos ese punto ciego: nuestro campo visual no tiene una mancha negra. Podemos verlo con este test clasico:

  1. Cerramos el ojo izquierdo.
  2. Fijamos la visión del ojo derecho en la cruz a una distancia relativamente cercana.
  3. Con la vista fija en esa cruz nos vamos alejando muy lentamente de la pantalla. Cuando nos hayamos separado a una determinada distancia, dejaremos de observar el círculo porque se encontrará en la zona del punto ciego.
  4. Si nos seguimos alejando, el punto se volverá a ver, al dejar de estar en la zona del punto ciego.

Nuestro cerebro tiene que trabajar más de lo que parece para que los objetos no se muevan: incluso cuando no movemos la cabeza, movemos los ojos. Cuando miramos un objeto estático, los ojos lo exploran constantemente, moviéndose a saltos rápidos, fijándose en los puntos más significativos, y volviendo a saltar. Por ejemplo, así examinamos una cara:

Estas «sacudidas» del ojo entre fijaciones se llaman movimientos sacádicos (del francés saccade, sacudida), y se aprecian muy bien cuando vemos a alguien leer, pero somos incapaces de apreciarlos en nosotros mismos: el cerebro suprime la visión durante el movimiento (¡lo que supone al día unos 90 minutos en los que no vemos nada!). Con las imágenes obtenidas con el ojo fijo se compone el cuadro estático y «obvio» al que estamos acostumbrados.

Pero cuando fijamos la vista en un punto, al menos, el ojo sí funciona como una cámara, ¿no? No. Y aquí llegamos a lo que a mí me parece más fascinante. Cuando fijamos la vista en un punto, en realidad el ojo no se queda fijo: sigue realizando «microsacudidas» involuntarias, de amplitud muy reducida. Y cuando se eliminan estas sacudidas, es decir, cuando por fin la imagen queda estática sobre la retina como en una cámara de fotos… se vuelve invisible.

En efecto, en los años 50 se consiguió formar imágenes totalmente estáticas sobre la retina, libres de las microsacudidas. Y esas imágenes se desvanecían al cabo de unos segundos.

En el fondo esto no es tan extraño: al cabo de un rato de ponernos los zapatos dejamos de notar su presión, y no somos conscientes del zumbido del aire acondicionado hasta que se apaga. Son ejemplos de adaptación sensorial: en realidad, sólo percibimos los cambios, lo inmóvil es invisible. Las microsacudidas de los ojos son un truco para conferir movimiento a lo estático y hacerlo así visible.

Lo que me fascina de esta invisibilidad de lo inmóvil es que está llena de sugerencias filosóficas. Volveremos a ellas.

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5 respuestas a Invisibilidad de lo inmóvil

  1. Pingback: Napaboy´s Blog » La Vision como Camara Fotografica

  2. Zoe dijo:

    Lo Inmóvil: Invisible…

    Aquello que no cambia, eso es la verdad. Aquello se se mantiene constante a través y a pesar del tiempo.
    Aquello: Eterno.

  3. Me parece que este artículo describe con mucha claridad lo que pasa con nuestra visión, saberlo me permite entender porqué a veces «no veo» algunas cosas. Pero lo más importante, me permite entender porqué es tan importante la participacion de todos los sentidos en la lectura. Un punto menos para la técnica de «decodificación»

  4. Pingback: Mira fijamente el punto rojo… « La Trapaleta es lo de hoy

  5. cindy dijo:

    omay k feo esto es una……. estoy mal de la vista por esto.

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