Ritmos circadianos (I): Seis meses bajo tierra

[Explicación: En la última entrada acababa diciendo que era de esperar que el cambio horario cause trastornos, y más el de primavera que el de otoño… pero que necesitaba otro post para explicarlo. Ligera equivocación: voy a necesitar tres. Espero que tengan paciencia.]

En 1972, Michel Siffre pasó seis meses recluido a treinta metros de profundidad en una cueva de Tejas. El aislamiento fue durísimo: la humedad echó a perder sus libros, el tocadiscos se averió, y su único compañero, un ratón, murió accidentalmente. El último día le faltó poco para morir a él: recibió una fuerte descarga eléctrica cuando, al parecer, la corriente de un rayo se derivó a través de los electrodos que registraban su ritmo cardiaco.

Nuestro hombre no se había encerrado en una cueva para salir en el libro Guiness, sino para hacer un experimento. Un experimento singular, porque él era su propio conejillo de indias.

Siffre quería estudiar los ritmos biológicos. Nuestra vida es cíclica, y el más notorio de todos los ciclos es el de vigilia/sueño, sincronizado con el de día/noche. Pero además, la actividad de todos los órganos del cuerpo sigue un ciclo de 24 horas. Esta periodicidad se traduce en una oscilación de la temperatura corporal (de casi 1ºC): alcanza un mínimo dos o tres horas antes de despertarse y un máximo por la tarde.

Tenemos pues tres ciclos: el de la consciencia (vigilia/sueño), el de la actividad orgánica (temperatura corporal) y el del ambiente (día/noche). Y se plantea por eso la cuestión de qué relación tienen. El ciclo de consciencia y el ciclo orgánico, ¿son tan sólo un subproducto del ciclo ambiente, o tienen entidad propia? Si no hubiera día ni noche, ¿seguiríamos durmiendo cada 24 horas?¿Seguiría variando la temperatura de nuestro cuerpo? Una manera de empezar a responder a estas preguntas es pasando unos meses en una cueva.

Pero hay maneras menos heroicas de hacerlo. Como es lógico, experimentos de este tipo se habían hecho en el laboratorio. Se había encontrado que, en ausencia de todo indicio del ciclo día/noche, tanto los animales como las plantas seguían viviendo según un ciclo, sólo que su duración no era exactamente de 24 horas: para los ratones era de 23,5 horas, para las mimosas, de 22 horas… Desde los monos a los microbios, todos los seres vivos mostraban estos ritmos circadianos («de cerca de un día») en sus hábitos de sueño, temperatura, y demás variables orgánicas. Quedaba por estudiar el hombre, y ahí fue donde Siffre se ofreció voluntario.

Su primera experiencia fue en 1962, cuando pasó dos meses en una cueva de los Alpes. Privado de toda referencia temporal, Siffre alternó de manera normal vigilia y sueño, y su temperatura osciló también con normalidad, sólo que sus días duraron 26 horas. No fue una experiencia agradable (cuando vio la luz, dijo sentirse «medio loco, como una marioneta descoyuntada»), pero proporcionó un resultado importante: la primera evidencia de que en el hombre, como los ratones o las mimosas, los ciclos circadianos tienen una entidad propia, independiente del ciclo día/noche ambiente.

¿Qué importancia tiene esto?¿Por qué volvió a encerrarse Siffre en una cueva diez años después? Tendremos que esperar al próximo post.

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6 respuestas a Ritmos circadianos (I): Seis meses bajo tierra

  1. loiayirga dijo:

    Esperaremos con paciencia la próxima entrada.

    Cervantes acaba un capítulo del Quijote en mitad de un combate y con las espadas en alto. Era un precedente del luego famoso «continuará».

    Pero es mejor tres entradas breves que no una larguísima. Vivimos tiempos de inmediatez y prisa. Poca gente quiere textos largos.

  2. pseudopodo dijo:

    Me temo que anunciar tres entradas sobre el mismo tema espanta a los lectores tanto como una entrada larga (y confío en que no tanto como las ecuaciones…) De todos modos, la siguiente entrega está ya lista, y la tercera, en el horno; espero que aproveche… 🙂

  3. Candelero dijo:

    No espanta si intriga, y en este caso así es. Intrigado estoy por la segunda entrega.

    Lo de Siffre es amor al arte, o a la ciencia. Su autoexperimentación me ha recordado un poco a Timothy Treadwell. Pero no tiene nada que ver; en todo caso, esperaremos al próximo post.

  4. pseudopodo dijo:

    Vaya, no sabía quien era Timothy Treadwell… parece que Siffre fue más prudente, y ahora goza de buena salud…

  5. Cigarra dijo:

    Menos mal que he llegado a este blog cuando ya estaban los tres posts. Me hubiera devorado la intriga. A mi no me asustan los posts largos si el asunto me interesa, y este me parece apasionante.

  6. la china dijo:

    hola todas las personas sabemos q una historia larga aburre pero esta aunque este un poco larga esta super interesante……………………
    q creo fue bien sintetizada………………….

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