Antología de bodrios (XVI): Historia pop de la ciencia

El otro día compré en una librería de segunda mano “Lenguas viperinas y soñadores tranquilos”, de Michael White. Fue una compra por impulso: estaba en una pila al lado de la caja, y mientras esperaba a pagar otros libros me entretuve hojeándolo. Editado por Espasa, tapas duras, cuadernillos cosidos, nuevecito… El subtítulo era “rivalidades que estimularon el avance científico”, y tenía ocho capítulos que trataban del enfrentamiento entre Newton y Leibinz, Lavoisier y Priestley, Tesla y Edison… un tema interesante. No conocía al autor, pero me lo dejaron por 7 euros y me lo llevé.

En casa empecé a leer la introducción, que se titula “El largo camino hacia la razón” y ocupa veinte páginas. Me empezaron a sorprender párrafos como éstos:

Aristóteles (384-322 a.C.) creó un vasto mosaico, una interpretación basada en lo que vio y en lo que imaginó, y gracias a su preeminencia y su capacidad de convertir en logros sus hallazgos, su filosofía permaneció durante mucho tiempo, durante muchísimo tiempo.

¿Un “mosaico”? ¿Basado en “lo que imaginó”? Lo que creó Aristóteles fue un sistema filosófico y científico que lo abarcaba todo, con una coherencia y poder explicativo sin precedentes. Por eso su filosofía permaneció tanto tiempo, y por eso alcanzó, muy merecidamente, esa “preeminencia”. En cuanto a la “capacidad de convertir en logros sus hallazgos” ¿qué quiere decir? Quizá sea culpa del traductor, pensé, porque a renglón seguido viene esto (en todas las citas la cursiva es mía):

Durante dos mil años el aristotelismo se enseñó bajo la lluvia de Oxford y París, y es elogiado en la Feria del Libro de Fráncfort [sic] como fue celebrado y honrado en la soleada Macedonia, donde Aristóteles había instruido a su más ilustre alumno, Alejandro (más tarde, Alejandro Magno).

Pero no, el verdadero problema no es la traducción ni el estilo literario sino la historia que nos cuentan. En resumen: Aristóteles (el malo) triunfó sobre Demócrito (el bueno) y “la oscuridad cayó sobre la civilización occidental”. En los monasterios, los monjes…

para mantener la paz espiritual y el poder terrenal necesitaban encontrar una amalgama de filosofía natural y el cristianismo (….) Tomás de Aquino y Alberto Magno facilitaron un compromiso extraño y poco duradero, una mezcla de aristotelismo y cristianismo que llamaron Escolástica.

Quizá la escolástica le parezca extraña a White, si no la entiende, pero lo que no puede decirse es que fuera poco duradera, cuando seguía siendo la filosofía dominante en las universidades en la época de Galileo… (y tampoco, obviamente, fueron Tomás de Aquino y Alberto Magno los que llamaron “escolástica” a su filosofía, igual que Newton no llamó “Newton” a la unidad de fuerza) .

White se detiene a elogiar a los alquimistas (“experimentadores que pasaron su vida junto a un caldero, arriesgando sus vidas”, naturalmente acechados por “los dogmáticos de la Iglesia”) y a Leonardo da Vinci, que escribía al revés en sus cuadernos para despistar a los agentes del Papa (¡!); esta persecución explica también que se pasara la vida de ciudad en ciudad…

Aquí ya el disparate adquiere ribetes de paranoia, y sigue así:

Leonardo no es el único héroe. Otras tres figuras de la era pre-newtoniana ocupan un lugar importante en ese camino hacia la razón. Todos ellos lucharon a su manera y fueron víctimas del poder papal. Todos ellos se convirtieron en enemigos de la ignorancia.

Se refiere a Copérnico, Giordano Bruno y Galileo, todos perseguidos por la Iglesia mala malísima. Dedica más espacio a Bruno -que no hizo ninguna aportación a la ciencia- que a Copérnico, y no menciona a Tycho Brahe ni a Kepler, los principales astrónomos de su época. ¿Cómo es posible? Lógico: a Bruno lo quemaron en la hoguera, mientras que Brahe y Kepler no tuvieron problemas con la Iglesia. Lo curioso es que Copérnico tampoco tuvo ningún problema, pero como sería demasiado notorio no mencionarle, White prefiere inventarse una persecución, como ya hizo con Leonardo:

Nicolás Copérnico (1473-1543) pertenecía a la misma Iglesia: era un canónigo polaco con conocimientos de medicina y fascinación por la astronomía. Conocía bien el poder de su rival y el daño que este podía causarle. En secreto, realizó observaciones astronómicas, y tomó nota de ellas durante treinta años antes de decidirse, cuando ya estaba muriendo, a publicar sus conclusiones. Copérnico no tenía familia cercana, nadie a quien Roma pudiera perseguir después de la muerte, y debió experimentar una inmensa satisfacción cuando le llevaron a su cama la primera copia de su tratado.

Este párrafo se merece un comentario detallado, sobre todo porque la verdadera historia de Copérnico es poco conocida, y es fácil pasar por alto los disparates, que son antológicos (queda pendiente para otro post).

Podía seguir con el catálogo de despropósitos, pero sigue la ruta previsible, y lo dejo para no aburrir al lector (se pueden imaginar como presenta a Galileo, ya saben, ese que consiguió “escapar a la hoguera” murmurando “y sin embargo se mueve”).

Y esto es precisamente lo más triste del caso. No que el autor nos castigue con una historia grotesca, sino que esa pseudohistoria ya nos la sabemos. Es una versión caricaturizada de lo que ya era una caricatura en el Cosmos de Carl Sagan: la historia como una lucha de las fuerzas de la luz (la ciencia) contra la tiniebla (la religión, o para ser más exactos, la Iglesia católica). Un cúmulo de sagandeces que sería de risa si no fuera porque este cuento de buenos y malos ha alcanzado el estatus de historia pop, y es lo-que-todo-el-mundo-sabe, incluidos, claro los alumnos que entran en la universidad (si pueden, hagan la prueba: a mí me ha salido que cerca del 80% creen que Galileo fue quemado en la hoguera).

* * *

Coda: El autor titula la introducción a su libro “El largo camino hacia la razón”. Para él, la razón es algo que sólo se alcanzó con la ciencia moderna, en concreto, con Galileo, donde acaba su recorrido histórico. Antes, lo único que hay son pioneros buenos (Demócrito, Leonardo da Vinci…) y malos (Aristóteles, los escolásticos…). White haría bien en leer a Whitehead, ilustre matemático, filósofo e historiador de la ciencia, que tenía bastante más cabeza que él 😉 ):

Es un gran error concebir esta revuelta histórica [la Revolución Científica] como un llamamiento a la razón. Por el contrario, fue de cabo a rabo un movimiento antiintelectualista. Fue la vuelta a la contemplación de los hechos en bruto, y se basó en un rechazo de la inflexible racionalidad del pensamiento medieval.

Pero claro, Science and the modern world no es historia pop.

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13 respuestas a Antología de bodrios (XVI): Historia pop de la ciencia

  1. Athini Glaucopis dijo:

    Mira, por favor, en la bibliografía, a ver si aparecen las obras de Benjamin Farrington.

  2. sim dijo:

    Que horror!!! Gracias por avisar… Hay que joderse que se sigan editando este tipo de pulp-divugativo

  3. Pedvi dijo:

    Respecto a lo de Demócrito, me parece que en aquella época, siguiendo el método científico las teorías de Aristóteles hubieran ganado también. Lo de Demócrito era una filosofía, entre los miles de filósofos que dijeron algo alguno tenía que acertar.

  4. pseudopodo dijo:

    Athini, no tengo ahora aquí el libro, pero usando el «look inside» de Amazon veo que no lo menciona. Lo que sí recuerdo es que Sagan sí se refería mucho a ese autor (para mí que era su única referencia sobre la historia de la ciencia en la antigüedad). Yo tengo el libro de Farrington en francés (La science dans l’antiquité) me lo encontré por un euro en una feria del libro de ocasión y tenía intención de leerlo algún día, por hacer otro ejercicio de lectura en francés, más que nada…

    sim, no sólo se publica esto, sino que se hace en la colección estrella de ensayo de una editorial como Espasa… (claro que Taurus ya publicó el libro de física de Vallejo, que era aún peor). No sé si los estándares son más bajos cuando se trata de libros de ciencia o si es que hay otros motivos para publicar estos bodrios…

    Pedvi, claro que Aristóteles era mucho más sólido científicamente que Demócrito. Otra cosa es que dos mil y pico años después resulte que Democrito tuviera razón. Pero con lo que se sabía en la época, era lógico que Aristóteles alcanzara esa «preeminencia» porque sus teorías eran muy buenas.

    No deja de asombrarme que en estas historias pop siempre se cae en un menosprecio implícito de la gente de otras épocas: ¡que tontos debían ser si preferían a Aristóteles, pudiendo elegir la teoría de Demócrito! Lo que suele hacerse es «explicar» esto aduciendo el fanatismo religioso, que lo mismo vale para un roto que para un descosido (se pasa por alto el detalle de que en la época de Aristóteles todavía no existía la Iglesia Católica, que es el comodín para estos casos).

    Este error es tan corriente que hasta hay un término técnico para designarlo: la interpretación whig de la historia.

  5. Iñigo dijo:

    Un libro con un titulo como el que reza, ya te esta avisando de que intencionalidad y opinion va a haber, puedes preveerlo y desestimar la compra.

  6. Antonio dijo:

    Pues si este libro te ha abochornado, querido Pseudópodo, no te digo una perla como «Historia y filosofía de la Ciencia», de L.W.H. Hull, Barcelona, Ariel, 1984, traducido por Manuel Sacristán (uno de aquellos intelectuales de los setenta que unieron revolución científica y revolución social como el que no quiere la cosa).
    En un artículo que publiqué sobre Galileo en «Filosofía y Cultura» ya indicaba la felonía que cometían las lecturas revisionistas del pasado griego o medieval a la luz de la liberadora razón científica. Dice Hull: «El núcleo de la teoría de las ideas [no existe tal teoría] es un desarrollo de la enseñanza de Parménides [falso], basada como ésta en la creencia de que lo sentidos no pueden proporcionar conocimiento [falso; lo que diferencia Parménides son diferentes tipos de conocimiento]. El conocimiento consiste en la familiaridad con las ideas, única verdadera realidad. Esta familiaridad no puede conseguirse más que por la pura actividad de la mente [olé platonismo cutre]. Los sentidos no pueden revelar más que una imagen falsa y confusa de la realidad, apta para engañar al hombre. Es imposible imaginar una teoría más opuesta a la observación y al experimento [????????] y más obstaculizadora de la ciencia [!!!!!!!!!!!!]».
    Vamos lo que digo. Una perla de la hermenéutica.

  7. Mujerárbol dijo:

    Gracias por el concepto de «interpretación whig de la historia». Me ha gustado.

  8. pseudopodo dijo:

    Antonio, he visto muchas veces ese libro, pero no sabía de qué iba. Está claro que uno detecta mejor los errores en lo que conoce bien: a mi no me habría chirriado tanto ese párrafo sobre Platón, salvo lo del final: no es cierto que el platonismo haya sido un obstáculo a la ciencia, y precisamente hay quien atribuye al platonismo un papel importante en la revolución científica (Copérnico era un neoplatónico y eso fue una influencia importante en su teoría; para Galileo la vinculación era más indirecta, pero eso de que “el libro de la naturaleza está escrito en caracteres matemáticos” tiene mucho de platónico).

    Por cierto, nuestro amigo White también dice lo mismo del platonismo: cita a W.C. Dampier para decir que “Platón era un gran filósofo, pero en la historia de la ciencia experimental debe ser tomado como un desastre”.

    Gracias, Mujerárbol. Hablé ya de eso hace tiempo, precisamente en relación a Carl Sagan… Lo llamé entonces «historia progre» que quizá no sea un nombre muy acertado, pero capta la idea (además, los whigs eran, en cierto modo, los progres…)

    Íñigo no es tan fácil juzgar a un libro por el título (casi tan difícil como juzgarlo por la portada). ¿Qué pensarías de, por ejemplo, «Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta»? 🙂

  9. toe dijo:

    Pseudopodo, quizás no venga al caso, pero me parece que la historia, de la ciencia o de cualquier otra cosa, suelen contarse como si hubiera entre todas sus partes una coherencia, o una lógica que justifica todas sus piezas. Es decir, cada acontecimiento está influido por un precedente bien explicado, justificado, que no deja espacio para tomar en cuenta la posibilidad de otras razones. Todo parece tan axiomático que uno termina tragándoselo. Pero además, vienen los hechos que aparentan confirmarlo. Por ejemplo: lo que tú llamas historia pop de la ciencia, esa lucha de rivalidades entre la iglesia (o la religión) y la ciencia, la podemos constatar con temas más actuales como es el sonado caso de las células madres de embrión, que se ha ventilado mucho en estos días. Whitehead o Carl Sagan, ¡Que importan! Como en la máxima del Zaratustra de Nietzsche.

    A mi me gustaba la serie Cosmos, me entretenía, auque nunca la tomé muy en serio. Pero te prometo que voy a leer al ilustre matemático filosofo e historiador, a ver que dice, seguro estoy que debe estar lleno de sólidos argumentos e iluminadores razonamientos. Y después, ¿con cual me quedo? ¿Con el más o el menos pop de los dos?

  10. pseudopodo dijo:

    Si fuera “música pop” vs. “música seria”, pues te puedes quedar con Britney Spears si la prefieres a Beethoven, toe. Pero si se trata de “historia pop” vs. “historia seria”, no puedes quedarte con Sagan porque sea más fácil de leer que Whitehead…porque aquí hay cosas que no son opinables. A mí me gustaba mucho Cosmos, recuerdo un verano que volvía pronto a casa de jugar en la calle para verlo en la tele. Pero me hice mayor, y ahora veo que Cosmos tenía cosas buenas pero su historia de la ciencia era atroz.

    Lo que sí es cierto es que nos gusta que las historias tengan una lógica y una coherencia, y una de las maneras más baratas de conseguir esa coherencia es convirtiéndola en un cuento de buenos y malos. Luego, puede ocurrir que al villano le atribuyamos muchas villanías que no son tales, simplemente porque es el villano y lo que hace es malo por definición…

  11. jaimemarlow dijo:

    Sr. Pseudópodo:
    Me encanta su blog.
    Me interesa la historia de la ciencia, y me han hablado muy bien de los libros de Sánchez Ron. Buceando en su página veo que ha leído por lo menos alguno de sus libros. ¿Qué opina de ellos? Me interesan particularmente «Historia de la ciencia», «El poder de la ciencia» y «Diccionario de la ciencia» (sin desdeñar los otros).

    Gracias.

    P.D. Disculpe que contacte con usted para esto por medio de un comentario a un post: creo que no es muy pertinente, pero no veo ninguna dirección de correo electrónico.

  12. pseudopodo dijo:

    No hace falta que te diculpes, Jaime, porque este es el mejor método de contactar (al fin y al cabo, puede interesar a otros). De todos modos, mi correo está en la página «por qué pseudópodo«.

    Tengo buena opinión de Sánchez Ron, aunque en realidad no he leído completo nunguno de sus libros (buena parte de El poder de la ciencia, y trozos de otros). Lo único que le encuentro es que como escritor no es demasiado bueno, pero sabe de lo que habla.

  13. Asturchale dijo:

    ¿De dónde sacarán los tontos ese instinto infalible para captar el espíritu de los tiempos?
    Impagable la frase «Pertenecía a la Iglesia…conocía bien el poder de su rival, la Iglesia».

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