En el post anterior (sin contar a Blasa) hablaba de The Road Ahead de Bill Gates. Cuando, hace años, leía ese libro, leía también otro muy distinto: Divertirse hasta morir, de Neil Postman. Tengo un recuerdo muy vivo del contraste entre ambos: si Bill Gates hablaba del maravilloso futuro que la red nos ponía por delante, Postman hablaba del sombrío presente que ya estaba entre nosotros gracias a la televisión. Fue una experiencia curiosa simultanear esas lecturas. Postman era como el compañero de asiento que comenta en directo, por lo bajini, las explicaciones del campanudo catedrático, y le deja irremediablemente en ridículo.
El azar me ha vuelto a recordar a Postman ayer, al poner un comentario en el blog de emulenews. Y he pensado que sería buena idea traerlo por aquí, porque fue un pensador singularmente lúcido y es menos conocido en España de lo que se merece (basta ver el poco espacio que le dedica la Wikipedia.es). He leído tres libros suyos: Tecnópolis, Divertirse hasta morir, y The disappearance of childhood. Y me doy cuenta, retrospectivamente, de que estas lecturas han sido una influencia primordial para ver la tecnología y los medios de comunicación como los veo hoy. Por ejemplo, para entender que la tecnología no son sólo gadgets: la escritura es una tecnología, las notas y los exámenes son tecnologías también.
Pero mejor le dejo hablar a él. Les recomiendo que se lean estas cinco cosas que hay que saber sobre el cambio tecnológico (hay traducción española). Como el artículo es largo hago aquí un resumen:
1. Todo cambio tecnológico implica un compromiso. La tecnología da y la tecnología quita. Por cada ventaja que nos ofrece, siempre hay una desventaja, y en ocasiones las desventajas pueden llegar a superar en importancia a las ventajas. La pregunta «¿que va a hacer esta nueva tecnología?» no es más importante que la pregunta «¿que va a deshacer esta nueva tecnología?». De hecho, esta última cuestión es más importante, precisamente porque casi nunca se formula.
2. Las ventajas y desventajas de las nuevas tecnologías nunca se reparten equitativamente. Toda nueva tecnología beneficia a algunos y perjudica a otros, y también puede haber algunos a los que no les afecte para nada. Las preguntas que debe plantearse cualquiera interesado por el cambio tecnológico son: ¿Quienes se van a beneficiar del desarrollo de esta nueva tecnología? ¿Qué grupos, qué tipo de personas, qué tipo de industria? Y por supuesto, ¿a qué grupos de personas va a perjudicar? Siempre hay vencedores y perdedores en el cambio tecnológico (y los ganadores siempre intentarán persuadir a los perdedores de que también ellos son ganadores).
3. Dentro de toda tecnología se esconde una idea-fuerza, a veces incluso dos o tres ideas-fuerza. Estas ideas se ocultan a menudo a nuestra vista porque son de naturaleza algo abstracta. Pero esto no significa que no tengan consecuencias prácticas. El viejo dicho: “a un hombre con un martillo, todo se le vuelven clavos” podríamos convertirlo en una regla: a una persona con un lápiz, todo le parece una frase; a una persona con una cámara, todo le parece una imagen; a una persona con un ordenador todo le parecen datos. Esto es, en esencia, lo que Marshall McLuhan quiso decir cuando acuñó la frase: «el medio es el mensaje«.
4. El cambio tecnológico no es aditivo, es ecológico. ¿Qué ocurre si vertemos una gota de tinta roja en una jarra de agua clara? ¿Tenemos agua clara o agua clara con una gota de tinta roja? Obviamente ninguna de las dos. Tenemos una nueva coloración en todas las moléculas de agua contenidas todo el agua contenido en la jarra. Esto es lo que ocurre con el cambio tecnológico. Un nuevo medio no añade algo, lo cambia todo. Las consecuencias del cambio tecnológico siempre son amplias, a menudo impredecibles y en su mayor parte irreversibles.
5. La tecnología tiende a hacerse mítica, en el sentido que fue usado por el crítico literario francés Roland Barthes. Utilizó la palabra «mito» para referirse a la tendencia común a pensar en las creaciones tecnológicas como si fueran creaciones divinas, como si formaran parte del orden natural de las cosas. Tendemos a pensar que el alfabeto, por ejemplo, no es una invención humana. Y así ocurre con muchos de los productos de la tecnología. Coches, aviones, televisores, películas, periódicos, etc, han alcanzado el status mítico en el sentido de que son percibidos como regalos de la naturaleza, no como artefactos producidos en un contexto histórico específico. Es peligroso que una tecnología se haga mítica, porque entonces es aceptada como es, y no es fácilmente susceptible de modificación o control. Nuestro entusiasmo por la tecnología puede volverse una forma de idolatría y nuestra creencia en sus beneficios puede ser un falso absoluto.
Perfecto.
estuvo muy ben
Lo de ver la tecnología sólo como aparatos, especialmente electrónicos, es muy común. En no pocas series de ciencia-ficción, llaman «mundos sin teconología» a aquellos que viven de modo preindustrial. ¡Como si las azadas crecieran en los árboles, o las redes de pescar en los ríos!
El segundo punto fue el caso de los amanuenses.
El quinto punto se demuestra más fácilmente con la mitología: para los griegos, el fuego fue un regalo de Prometeo (robado a los dioses); en ciertas culturas llamaban al hierro como «metal del cielo» (tanto porque venía de meteoritos, como que era una sustancia divina).
Ya puestos, enlazo lo siguiente:
http://www.tortugasradioactivas.com/404/index.php/404-%c2%bfel-futuro-que-nos-espera/?p=198
Por una vez estoy de acuerdo con Aloe. Y me alegro. El post me parece perfecto. Está todo muy condensado y las ideas son interesantísimas. Esta reflexión sitúa en un marco perfecto un próximo post sobre el e-book. 😉
¿qué ventajas traerá el ebook y qué cosas buenas destruirá?
¿A quién beneficia más y a quién perjudica más?
¿De qué modo condiciona nuestra vida y nuestra manera de pensar el hecho que toda información sea digital e inmaterial? ¿De qué modo condiciona nuestra vida y nuestra manera de pensar el hecho de tener toda la información disponible al alcance de la mano? Yo podría tener en un e-book la obra completa de todos los filósofos clásicos. ¿Y ahora qué?
¿De qué modo condiciona para siempre nuestra vida y especialmente la instrucción tener tanta información, tanta lectura, tanta música, tanta distracción al alcance de la mano? Su abundancia… ¿no la vuelve escasamente valiosa?
¿es acaso posible que el ebook no sea visto como un signo obstensible de riqueza y de modernidad que va a evitar la tala de bosques y que va a acercar a cualquier parte la posiblidad de elegir la lectura que uno desee? ¿Es decir es posible que no sea mitificado?
Ala, yo hago las preguntas y las respuestas las dejo para ti. No querrás que lo haga yo todo.
Sobre la idea 3.
Creo que era de Nietzsche aquello de que «lo que tienes te tiene».
Por ejemplo, inventaron la agricultura y nos hicimos sedentarios con los cambios que eso conlleva.
Por ejemplo, inventaron el reloj y nos convertimos en esclavos de la prisa y del minuto.
Inventamos el usar y tirar y quizá también las relaciones personales se han contagiado de esa mentalidad.
Un amigo me insiste mucho en que lo que se cuenta en un email es sustancialmente distinto de lo que se contaba en una carta. él es un poco arcaizante y desprecia un poco internet. Lo que si sucede desde mi experiencia es que los email se recuerdan menos que las cartas.
Por otro lado, es cierto que la carta tiene el papel que la otra persona tuvo en sus manos y tiene su propia letra que te remite directamente a él, a su persona. En ese sentido el email es más impersonal pero al mismo tiempo ¿por qué a la hora de criticar el email nos paramos en las cartas como si ese fuera un medio humano y el otro no? ¿No es la carta una sustitución inhumana del contacto persona a persona?
El que busca (disculpa si prefieres el nick todo junto): Más que «arcaizante», yo usaría el término «ludista» para casos el de tu amigo.
http://en.wikipedia.org/wiki/Luddite
De todos modos, una carta se recuerda más simplemente porque hay que añadir sellos.
Aloe me encanta que estemos de acuerdo (aunque sea más divertido discutir).
Ozanúnest, por lo que yo recuerdo, la palabra “tecnología” se ha empezado a usar en España asociada a la palabra “nueva”, y en relación con la electrónica, etc: lo que se llamaban “nuevas tecnologías”, seguramente de la mano del inglés (soy tan viejo que me acuerdo de que, cuando yo era pequeño, de lo que se hablaba era de “ciencia y técnica”). Quizá por eso no lo asociamos a la azada o al anzuelo… De todos modos, una cosa que me resultó muy interesante de Postman es que insistía mucho en las tecnologías “inmateriales”, como la escritura o la organización de la educación en cursos, asignaturas, etc, que muchas veces son más decisivas que otras tecnologías visibles.
elquebusca, qué ganas tienes de que escriba ese post… Tienes razón, lo que dice Postman enmarca muy bien el debate, y es una pena que él haya muerto, porque es justo el tema sobre el que, en mi opinión, escribió páginas más brillantes. He desempolvado Tecnópolis después de escribir este post y me ha parecido que no ha perdido nada de vigencia (es más, resulta que a lo mejor la palabra “cientifista” me la enseñó este libro).
Tecnópolis empieza con una larga cita de Platón en la que cuenta la leyenda del rey Thamus de Egipto, que censura al dios Theuth que hubiera inventado la escritura:
“Aquellos que aprendan este arte dejarán de ejercitar su memoria y se volverán olvidadizos; confiarán en la escritura para traer los recuerdos a la memoria mediante signos exteriores en lugar de mediante sus propios recursos internos. Lo que has descubierto es una medicina para el recuerdo, no para la memoria. Y, por lo que atañe a la sabiduría, tus alumnos tendrán reputación de poseerla, sin que sea verdadera: recibirán mucha información sin la instrucción apropiada y, en consecuencia, se pensará que son muy eruditos, cuando serán en gran medida ignorantes. Y como estarán llenos de la apariencia de la sabiduría, en lugar de la sabiduría verdadera, se convertirán en una carga para la sociedad”.
¿No podría decirse esto con más motivo de Google y la Wikipedia? Bueno, de momento no tengo la calma necesaria para pensar en todas las cuestiones que planteas, pero son todas muy procedentes, y también a mi me preocupan.
Me gustó mucho tu post, y te agradezco pues me serán muy utiles y valiosos tus puntos sobre tecnología para mi clase (vanguardia en la arq).
Al propósito de lo que comentas sobre la tecnología y del concepto WIKI, a mi me parece tan ejemplificativo de la humanidad que hice esta reflexión:
http://sincronia0conciencia.wordpress.com/2009/11/30/el-wiki-mundo-y-su-wiki-humana-civilizacion/
Me baso principalmente en lo escrito por el gran escritor Gabriel Zaid. Saludos.
Pseudopodo: Tal vez en los libros no se haya cumplido el temor del rey Thamus porque leer implica un ejercicio mental quizás parecido al de la escritura, a la inversa claro; pero el rey no lo haya advertido así.
Pero en Google y Wikipedia tienen todos los méritos para cumplir ese temor en una verdad, incluso antes de su creación, cuando a los dioses se les ocurrió lanzar Ctrl+X y Ctrl+V a la Tierra.
Alonso, la acusación del rey Thamus se ha cumplido. Hemos perdido la capacidad de las culturas orales para la memorización verbatim. Aprenden de oido larguísimas narraciones que pueden durar varios días. Y lo hacen porque dependen de la memoria para conservar la información relevante de su cultura. No tienen más remedio.
Hoy el primer tema que se estudia en historia de la filosofía en casi todos los programas universitarios es el paso del mito al logos, de la oralidad a la escritura. Y curiosamente los nombres propios que se citan no son filósofos presocráticos sino autores del siglo XX como Vygotsky, Luria o McLuhan. Porque las tecnologías comunicativas no solamente cambian la forma en que usamos nuestras facultades cognitivas, como la memoria. Cambian nuestra forma de pensar sobre todo porque cambian el lenguaje mismo (por ejemplo las proposiciones subordinadas que permiten la elaboración de complejos argumentos son mucho más frecuentes en la oralidad secundaria de las culturas escritas). Sospecho que Internet va a suponer una mutación de las conciencias mucho mayor de la que supuso la imprenta (y ya es decir).
No tiene demasiado sentido ponerse a juzgar si los cambios tecnológicos son a mejor o a peor, porque los criterios de valoración serán distintos para las culturas que los aplican y para las que no. En todo caso son resultado del potencial que tiene el ser humano para crearse a sí mismo de mil maneras distintas y como tal, las celebro.
Whitehead afirmó que la historia de la filosofía no es más que una serie de notas a pie de página de las obras de Platón. El texto que traes a colación sobre la escritura confirma esta verdad de nuevo.
Sobre google y el saber alguien se debía poner serio para explicar a fondo la diferencia que existe entre saber historia y tener la enciclopedia histórica más completa del mundo. Quizá el mejor ejemplo para ver la diferencia sería comparar a alguien que chapurrea el inglés con otro que no lo habla pero que tiene la gramática más completa de ese idioma y el diccionario más extenso existente.
Si la cosa es tan sencilla con esos ejemplos ¿cómo es posible que tantas veces se produzca esa confusión entre las dos cosas?
Ya no podemos concebir una cultura sin escritura salvo como objeto de estudio pintoresco para antropólogos, con toda la carga de superioridad que tradicionalmente conlleva ese punto de vista.
Como leí no recuerdo donde, para Rousseau lo deplorablemente moderno de la sociedad corrupta no incluia los bonitos puentes de piedra o madera sobre los ríos que conocía de toda la vida, pero para Lao Tze, en cambio, los puentes fijos sobre los rios eran una modernidad horrorosa, que estropeaban el paisaje y contagiaban a los hombres el ansia absurda por la velocidad… 🙂
En resumen: lo tecnológicamente rechazable por deshumanizador y demasiado moderno coincide, para los tradicionalistas de cada generación, con lo que ellos NO vivieron en su infancia como «natural».
No sabemos si hay una diferencia tan grande entre el cambio de cultura oral a la escritura, el cambio de la escritura manual a la imprenta y el cambio de ésta a la digitalización de la información e internet como para decir que «antes no, pero ahora sí» vamos a la ignorancia y el desastre.
No lo sabemos porque estamos dentro de la corriente, pero es más probable suponer que son cambios análogos. Los «nativos digitales» están a un paso de considerar con incredulidad y horror que hace veinte años había que buscar trabajosamente en catálogos y bibliotecas, a través de índices manuales y de mucha paciencia y tiempo, la información que buscan, y que comunicarse con alguien por escrito requería varios días y mandar un papel físicamente de mano en mano.
Adicionalmente yo diría que las novedades tecnológicas entran dentro de lo que la imaginación ha concebido antes, incluso como magia o como ficción. No cualquier tecnología, ni cualquier novedad, alcanzan el favor o el desarrollo suficientes: necesitan responder, de alguna manera, a un anhelo que hemos sentido y expresado antes.
Aunque la realidad nunca es exactamente lo que habíamos imaginado. Por supuesto.
Distintas formas de relacionarse a través del lenguaje (los idiomas también son tecnologías comunicativas), configuran distintos patrones cognitivos y distintas categorías para organizar el mundo. Eso es en resumen el relativismo lingüístico de Benjamín Whorf, con el que comulgo.
Si quieres que te sea franco, Pseudópodo, para mí el ejemplo de la escritura no formaba parte de la tecnología, sino de la cultura. Como el lenguaje matemático que se emplea en ciencia, quizás porque lo veía como una constante. Pero el ejemplo de las oraciones subordinadas de Masgüel.
Ya conocía la crítica de Platón a la escritura, y curiosamente por un libro de ciencia-ficción. Como respuesta, arguyo tres argumentos:
-Las culturas orales saben sus mitos de memoria, como dice Masgüel, pero las culturas con escritura han producido tales corpus que desafian la memoria.
-El dicho latino «Las palabras vuelan, lo escrito permanece».
-Sigue habiendo gente que gusta de memorizar textos. Por ejemplo, las personas-libro inspiradas por Farenheit 451.
Lo que no quita que la memorización sigue siendo importante para, por ejemplo, estudiar. Un profesor de mi facultad decía que uno de los peores errores de la educación moderna era haber quitado la lista de los reyes godos. No porque él considerara que tal conocimiento fuera tan importante, sino porque ayuda a relacionar nombres propios con fechas.
Respecto a las enciclopedias digitales, Aloe, desde luego ahorrarán tiempo para buscar un dato concreto, por ejemplo, el punto de fusión de una sustancia (hace cinco años lo buscaba en un manual Alfa Aesar), pero para buscar con éxito se hace preciso conocer el máximo de criterios. Estos criterios se logran con estudio, lo cual supone paciencia y tiempo. Además, seguirá habiendo varias enciclopedias.
Ozanúnest, sí que creo que es adecuado clasificar a la escritura como una tecnología, en realidad, la primera tecnología de la información (¿qué mas da que se almacene esa información como trazos en un papel o como voltajes en un transistor?). No creo, sin embargo, que se pueda meter en el mismo saco al lenguaje, como hace Masgüel: el lenguaje oral es algo natural, no algo que hayamos inventado. La prueba es que los niños aprenden a hablar solos, mientras que cuesta lo suyo que aprendan a leer y escribir.
La idea de que el lenguaje condiciona fuertemente nuestra cognición (la hipótesis de Sapir-Whorf o relativismo lingüístico) tiene cierto parecido con la tesis de que “el medio es el mensaje”, pero creo que es superficial y erróneo. Primero, porque el relativismo lingüístico ha sido desmentido: no pensamos sólo con palabras, y las tribus que no distinguen el amarillo del naranja en su lenguaje si lo distinguen con la vista. Segundo, porque los distintos lenguajes siguen siendo lenguajes, y pese a las diferencias aparentes tienen efectos culturales similares: todas las culturas orales tienen mucho en común.
Eso sí, es verdad que el rey Thamus no estaba tan equivocado. Se ha perdido mucha capacidad de memorizar, y la escritura ha dado origen a una nueva especie de pedantes librescos con poca sabiduría que no podían existir en una cultura oral. Aunque, por supuesto, yo creo que esta tecnología nos ha dado mucho más que nos ha quitado.
Pero no creo que la moraleja sea necesariamente que con toda tecnología va a ocurrir lo mismo. En realidad, la critica de Thamus, eso de que “recibirán mucha información sin la instrucción apropiada y, en consecuencia, se pensará que son muy eruditos, cuando serán en gran medida ignorantes” tiene mucha más fuerza aplicada a internet que a la escritura. No creo que sean cambios análogos, como confía Aloe. En cierto sentido, internet es un cambio cuantitativo (más información, más variada, más fácil de obtener). Pero por encima de un punto crítico, la cantidad se convierte en cualidad. Más temperatura, más temperatura, y en un momento, súbitamente, el agua se pone a hervir: un cambio de fase. Yo sospecho que estamos en un cambio de fase, y aunque seguramente me equivoque, pienso que podría ser que “antes no, pero ahora sí” vayamos a la ignorancia y el desastre, por citar a Aloe. Me llevaría mucho rato explicarlo, así que a lo mejor en otro post. Pero la idea es que hay como un desacople del ancho de banda que nos llega y el que nosotros somos capaces de procesar.
Un cambio tan brutal como la llegada de internet necesita un tiempo para digerirlo. Tenemos que replantearnos de raíz lo que se entiende por cultura y lo que pretendemos con la educación. Pero no a tontas y a locas, como se oye ahora (por ejemplo, al expresidente de la Junta de Extremadura) y eso necesita tiempo y perspectiva. Pero no lo estamos teniendo, todo va demasiado deprisa. Lo que dice elquebusca me parece una buena comparación. Lo que debe buscar la enseñanza es que “hablemos” inglés o matemáticas o historia o física. Ahora, ¿cómo se consigue esto? En realidad, el método tradicional cuando funcionaba bien (y eso requería sobre todo buenos profesores y un ambiente social de valoración de la cultura y el esfuerzo) lo conseguía. Así que a lo mejor no serían tan drásticos los cambios necesarios. Pero aquí, como siempre, lo primero que se nos ocurre es tirar el dinero poniendo un ordenador a cada alumno. Por cierto, ¿alguien sabe qué fue de los ZPCs?
M.G., está bien la idea del mundo como wiki, aunque ya me gustaría que el mundo funcionar igual de bien que la wikipedia.
Ah, y se me olvidó decir que me pareció muy bueno el ejemplo de Prometeo que ponía Ozanúnest sobre la “mitificación de la teconología”: literalmente, de eso se trata.
He pensado luego que la cosa recuerda a la famosa ley de Clarke: “toda tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”, pero me parece que la “ley de Barthes-Postman” (toda tecnología acaba viendose como una creación divina, parte del orden natural) tiene más sustancia…
Los niños no aprenden a hablar solos. Si encierraras a una docena de niños desde la cuna, lo que obtendrías sería una docena de seres afásicos y emocionalmente lisiados. Porque el lenguaje es cultura, esa parte de nuestra naturaleza que no aportan los genes, sino nuestra potencialmente infinita inventiva. Por eso los usos lingüiísticos, empezando por las categorías gramaticales, son contingentes. La idea de Chomsky de una gramática innata y común a toda la humanidad carece de prueba experimental. No es más que un desideratum, el clavo del que se agarran los que persisten en salvaguardar alguna forma de iusnaturalismo o algún patrón de racionalidad universalizable, algún atisbo de tierra firme en el océano de los juegos de lenguaje.
HOla otra vez. Me gustaría saber tu opinion sobre la SINGULARIDAD TECNOLOGICA de Ray Kurzweil (probablemente ya lo conozcas) http://singularity.com/;
Tambien en la wikipedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Technological_singularity
Ahora abrá hasta una película: http://singularity.com/themovie/
Hasta pronto!
M. G., de Ray Kurzweil había oído algo sobre «La era de las máquinas inteligentes» y tenía la idea de que era un «optimista tecnológico» a lo Gates, o más extremo aún. De este libro que enlazas no sabía nada; tu idea, supongo, es que la singularidad tiene que ver con la del cambio de fase que mencionaba yo. Es cieto, pero yo veía el cambio de fase como algo negativo (el aumento en la intensidad de la información podía, por encima de cierto punto, ser bruscamente contraproducente, lo mismo que la aceleración excesiva del cambio tecnológico) y creo que Kurzweil lo sigue viendo como positivo; me da la impresión de que no tiene en cuenta que los seres humanos tenemos una naturaleza que impone restricciones fuertes a lo que podemos llegar a ser, pero tendría que leerlo para saber si me parece un disparate o no…
Masgüel, con «solos» no quería decir «sin contacto humano», sino «sin que nadie les enseñe». Obviamente, si no están expuestos al lenguaje no lo aprenden (igual que si les atas con correas a un asiento no aprenden a andar), pero basta que oigan hablar a los adultos para aprender a hablar ellos. Lo aprenden con una facilidad pasmosa, lo que demuestra que de alguna manera el lenguaje está «precableado» en nuestros cerebros.
Y, sí, esta es más o menos la idea de la gramática innata de Chomsky. Lo que yo tenía entendido al respecto es justo lo contrario que tú: que su idea sigue siendo esencialmente aceptada, y que lo que está desprestigiado es el realtivismo lingüistico. Por lo menos eso decía Pinker en El instinto del lenguaje. Yo diría que el relativismo lingüistico es el clavo al que se agarran los que pretenden salvaguardar que el hombre no tiene naturaleza, sólo cultura, y por tanto podemos reinventarnos infinita y arbitrariamente 😉
Me ha sorprendido que se le llame tecnología a tantas cosas de cualidad distinta. Yo creía que mi noción del concepto «tecnología» estaba más extendido, pero ante mi duda (tras leer esto de que la escritura sea tecnología) se acrecienta cuando una (peligrosa) lectura diagonal de la wikipedia (en la entrada «tecnología, no tooooda la wikipedia ;)) me muestra que no está tan claro…
…a lo que me refiero es a que aquí se haya hablado bastante de tecnología y no se haya mencionado ni una sola vez la palabra «técnica».
Yo diría, aunque no lo he visto explicado claramente así, que la técnica es la aplicación práctica de una tecnología, mediante el dominio de unas habilidades y persiguiendo un fin que se ha creado. Esa creación es cultura. Esa técnica produce u feedback que induce mejoras constantes en la tecnología. Una tecnología es susceptible de ser apropiada para otro fin, mediante la «domesticación» y la creación de nuevas ténicas.
Es un esbozo de idea, y creo que se entenderá mejor con ejemplos:
La azada es tecnología, cavar la tierra es técnica, la agricultura es cultura.
El óleo es tecnología, el claroscuro es técnica, la pintura del barroco es cultura.
La tablilla de barro y un palito son tecnología, una convención de trazos (alfabeto escrito, o jeroglíficos) son técnica, el lenguaje es cultura.
La cámara oscura es tecnología (y de ahí al proyector de cine), el plano-contraplano es técnica, la narración cinematográfica (ficción, documental, video-clip…) son cultura.
Los ordenadores personales son tecnología, internet es más bien la técnica (con su respaldo tecnológico ad-hoc por supuesto -recordad que Bill Gates no apostaba por ello) y el hecho cultural puede que esté siendo el «wiki» y lo que está alrededor (foros y redes sociales…)
Etc, etc…
Se puede advertir que una técnica aprovecha al máximo los recursos que una determinada tecnología le permite, pero a veces se mantiene cuando esa tecnología ha sido sustituida por otra nueva que juega a la imitación de la anterior. Lo vemos en el paso que da el cine original (analógico), que pasa por el cine retransmitido por tv y llega al cine en esta era digital. Mantiene técnicas antiguas porque funcionan culturalmente, e incorpora nuevos recursos (por ejemplo la animación 3D para efectos especiales) pero de una forma poco franca, es decir intentando engañar al ojo buscando la sorpresa del «efecto de realidad» al que culturalmente estamos sometidos (ya que en la época analógica del cine y la fotografía el producto resultante era una huella de lo real y por tanto una «prueba» de existencia), sin desarrollar una técnica propia, lo que supone un declive cultural importante. (Parece evidente el declive del cine como hecho cultural en las últimas décadas. Puede que haya completado un círculo, pero este empecinamiento en el uso poco franco de la tecnología que se impone ciegamente por la industria lo ahoga aún más)
He escrito esto demasiado deprisa y sin reflexionarlo demasiado así que quizá tenga que reajustar alguna postura…
¡He dejado el mensaje anterior inompleto! Quería decir que el ejemplo de las oraciones subordinadas me ha convencido.
Pseudópodo, estoy parcialmente de acuerdo con lo que dices acerca de la cantidad de información, pero eso ya ocurre. Por ejemplo, la bibliografía de cualquier asignatura universitaria puede comprender dos docenas de libros, de los cuales un alumno quizás escoja uno o dos como referencias generales, y ocasionalmente otro más para un tema específico (prácticas, etc…). No los estudiará todos, no sólo porque lo anterior es suficiente para aprobar, sino también porque es más sencillo y eficiente trabajar con pocos esquemas. Es como entrar en una biblioteca sin idea de lo que buscas: te quedas sin nada. Por eso le decía a Aloe que la eficacia en ganar información depende de la formación de la persona.
Por supuesto, al principio uno de siente perdido ante la increíble cantidad de la red, pero precisamente por ello acaba desarrollando un criterio para discernir lo conveniente. Como dice un conocido mío de la red que sacó cuatro matrículas en un año, es cuestión de planificación.
Por cierto, personalmente prefería los libros a los apuntes, sobre todo en el instituto. En la facultad aprendí a apuntar mejor, pero era un habitual de la biblioteca. De todos modos, Ibarra yerra. Los universitarios sí toman apuntes, a veces de modo demasiado mecánico, pero es una manera de comprender el temario de la asignatura y de familiarizarse con el contenido. Por otro lado, las versiones digitales de los libros suelen estar protegidas por derechos de autor. Y no, no usaba como referencias las páginas de la red, sino los libros de la biblioteca. Del ordenador, usaba el Word.
Jesús, etc, la verdad es que es confusa la distinción entre técnica y tecnología. Antes originalmente “técnicas” eran las “artes y oficios”, y “tecnología” era la disciplina que las estudiaba. Pero luego se usó “tecnología” para designar su objeto de estudio, las propias técnicas (como los pedantes que dicen “por toda la geografía nacional” en lugar de “por todo el territorio”) y ahora creo que la confusión no tiene remedio. Tecnología parece que ha quedado como algo más global, más fundamental, y técnica como cada una de sus manifestaciones. Eso encaja con lo que tú dices: “la técnica es la aplicación práctica de una tecnología”. Aunque luego, en varios de los ejemplos que pones usas “técnica” en un sentido que es más habitual en el arte y menos en la I+D…
Pero dado que la distinción es confusa, no me preocuparía mucho de si algo en concreto es una “técnica” o una “tecnología”. Lo que me parece más interesante es subrayar que la tecnología no tiene por qué actuar sobre el mundo material. Puede ser un conjunto de técnicas para actuar sobre la información o para organizar la producción o para coordinar las actividades… Postman las llama “tecnologías invisibles” porque aunque funcionan como máquinas no las reconocemos como tales. Algunos ejemplos que estudia o cita en “Tecnópolis” son el cero, los tests de inteligencia, las encuestas, las notas y los exámenes, el “management”, las tarjetas de crédito, la contabilidad… Para todas ellas valen las cinco ideas que resumía en el post.
Por cierto, estoy completamente de acuerdo en el declive del cine en las últimas décadas. Pero eso ya sí que es salirse del tema (¿y volver al astronauta de Lem, quizás?).
Ozanúnest, es verdad que el exceso de información es anterior a internet, y que una parte de la formación consiste en saber usar la información. Pero creo que hay algo nuevo en internet, nuevo al nivel psicológico: la información es tan disponible, es tan fácil hacer click, que acaba teniendo algo adictivo; uno acaba mareado sin saber por donde empezó ni qué quería (hypertext sickness, el mareo de navegar por internet, lo han llamado). Y eso no pasaba con las bibliotecas.
Parece que hay un trasvase entre los términos, no es que sean intercambiables, pero quizá funcionen entre sí como escalones, como la huella y su contrahuella en una escalera.
Y quizá sea lo de menos el término a utilizar, y de hecho me vino a la imaginación la idea de «test de inteligencia» mientras apuntaba lo de arriba buscando ejemplos, en la idea de convención. Siendo una «herramienta» efectivamente lo veo como tecnología, pero dado que su aplicación técnica está prácticamente restringida al diagnóstico, abandoné el ejemplo por raro.
A mí lo que me parece fascinante en cualquier tecnología es que se desarrollen para responder a algo, pero que acabemos por utilizarlas para otra cosa distinta, mejor y más poética (derivada de una utilización que en principio fuera tangencial, o bien por utilizarse mediante una técnica no ortodoxa, accidental, o directamente errónea).
De nuevo unos ejemplos: El cine otra vez. El fotógrafo Muybridge desarrolla unos estudios fotográficos en los que simplemente desea analizar el movimiento humano y el de los animales, con un interés de tipo anatómico. Para ello implementa, a partir de la tecnología existente (la cámara de fotos), un sistema para lograr secuencias de disparos. Así los hermanos Lumiere perfeccionaron el invento, «el cinematógrafo» aprovechando el efecto de persistencia retiniana (basado en el cual ya existían algunos juguetes). A donde voy es que no estaba previsto que se pudieran contar historias con el cinematógrafo (hubo que desarrollar la técnica y lenguaje correspondientes) que realmente fue toda una revolución cultural (sin la cual no sabemos si se hubiera desarrollado ni siquiera la tv, por ejemplo) etc.
Otro ejemplo más divertido: el sonido del rock. La guitarra eléctrica se inventó para que los intérpretes de guitarra de jazz tuvieran volumen suficiente a partir de sus guitarras (una guitarra de jazz con origen en la guitarra «española»), usando la tecnología de entonces (amplificación a válvulas etc). El resultado es que las válvulas saturaban el sonido a partir de cierto volumen. No era lo que se quería pero empezó a gustar cada vez más. En esta línea, las válvulas distorsionaban al gusto de los intérpretes en los años 60. Pero por si esto fuera poco alguien se dio cuenta de que el cono reventado de un altavoz hacía que la guitarra zumbara como un abejorro, y tenía su aquél (este se atribuye a los Kinks, otras fuentes citan a Jeff Beck). Rápidamente los fabricantes de amplificadores desarrollaron efectos electrónicos que distorsionaran artificialmente la señal de la guitarra.
La web que conocemos ahora no es algo que estuviera previsto, y los gigantes del medio (los google etc… ) se apresuran en inventar herramientas y cosas para ver qué se nos ocurre hacer (por que de momento tienen la gran máquina de rentabilizarlo)…
PD A mí la hypertext sickness «rudimentaria» ya me sucedía en la biblioteca, y hoy en día en cualquier librería… :0
¿Cómo pintas de rojo las moléculas de agua?
Jesús, etc: cierto que es fascinante. Los casos que cuentas son ejemplos en los que la inventiva desarrolló algo “mejor y más poético”, pero hay muchos otros casos de imprevisibilidad. Mi favorito es cómo los semiconductores, que eran unas sustancias que no servían para nada (porque no eran conductores ni eran aislantes) se convirtieron en el material con el que se fabricó el transistor, el transistor el elemento que sustituyó a la válvulas de los ordenadores y el que hizo posible la miniaturización que llevó al ordenador personal, a internet, y a qué tú y yo estemos hablando ahora 🙂
anso: me has pillado. Eso me pasa por copiar directamente a Postman, que era un gran sociólogo, pero no sabía física. Corregido queda.
No veo ningún motivo para no considerar a la tecnología como parte de la cultura. Es más, veo motivos aplastantes para considerar que sí lo es.
Tampoco se me ocurre un cambio más «cualitativo» y mayor cambio de fase que comparar una cultura oral sin escritura con una cultura completamente dependiente de ella, como es la nuestra. De hecho, el cambio me parece mayor que el que supone internet. Lo que pasa es que el otro ha sido un cambio que ha tardado cinco mil años (o dos mil quinientos, si no contamos como letradas a las culturas donde sólo leía y escribía una profesión especializada) y todavía no se ha completado. Lo que sucede lentamente es aceptado con más naturalidad, y tiene menos perdedores en cada generación.
Que yo sepa, no solo la visión de Chomsky ha sido reivindicada sino que se han encontrado algunas pruebas bastante concretas en nuestro cerebro de ese «precableado» que se cita. Otra prueba, ésta no neurológica, es el hecho conocido de los lenguajes creados casi desde cero, en una sola generación, y por los niños precisamente, en situaciones de extrema aculturación y mezcla lingüistica de varias poblaciones. Estas mezclas nacen como «pidgin» entre los adultos obligados a entenderse y en situación subordinada y con pocos recursos (indígenas exiliados y concentrados, jornaleros de plantaciones coloniales y cosas así). Pero los niños, la siguiente generación, «hacen» con eso un lenguaje gramatical en una sola generación, aunque limitado en recursos y léxico (como les pasa a todos los niños, por otra parte).
El esquema mental de la sintaxis lo traemos, pues, de fábrica, aunque no llega a ser operativo si no se interacciona verbalmente, a la edad adecuada, con personas que ya hablen. Y esa capacidadd innata no alcanza a los infinitos matices y riquezas de cada tradición cultural y cada lengua, desde luego.
Finalmente, estoy de acuerdo en que poseer de alguna manera la información o el acceso a su almacén no nos da conocimiento. El conocimiento es algo más: es comprensión, es saber utilizar esa comprensión para relacionar, para comprender más y para utilizarlo a voluntad, para resolver problemas o hacer tareas que no «están» directamente en esa información.
Pero eso es cierto con respecto a lo aprendido de memoria, con respecto a lo leído, y con respecto a lo disponible en soporte externo. En cada caso con sus diferencias, pero es así en los tres casos.
Hay una diferencia entre rebuscar trabajosamente en bibliotecas en papel y buscar en internet. Esa diferencia no reside en que en el primer caso no necesitemos un conocimiento de como manejar documentación y otro conocimiento previo sobre lo que andamos buscando y cómo saber si es valioso y de confianza. Lo necesitamos en la biblioteca de papel como en internet. En una biblioteca digital, simplemente es mucho más fácil y más inmediato, y nuestra biblioteca es casi infinitamente más grande. Claro que habrá mucha basura. Es porque, como dice el aforismo (de Sturgeon, creo) «el noventa por ciento de todo es basura». Eso se aplica igual al papel.
Para un griego culto, una biblioteca particular de cien libros era una ostentación de rico o de pedante.
Para un occidental culto del siglo XX, una biblioteca de rico o pedante tenía que ser al menos de diez mil libros.
Para el del siglo XXI, no será una cosa ni otra. Llevará encima los libros del mundo entero, y no tendrán que ser suyos. Le bastará con poder acceder a ellos a voluntad. En cierto sentido, es volver al principio.
Por cierto, yo también padecía ya «el mareo de la biblioteca» antes de que hubiera hipertexto, en librerías y bibliotecas.
De hecho, el hipertexto me la ha aliviado. Saber que estará (lo que sea) ahí mañana y pasado mañana, que no tengo que encontrar lo más valioso o lo más deseable de cincuenta estanterías durante la próxima media hora, porque luego no estará a mi alcance, me la apacigua bastante. Con la música me pasa igual. Me ha disminuido la avaricia y las ganas de almacenar.
Aloe, me ha gustado mucho esta parte de tu intervención:
«En resumen: lo tecnológicamente rechazable por deshumanizador y demasiado moderno coincide, para los tradicionalistas de cada generación, con lo que ellos NO vivieron en su infancia como “natural”.»
Creo que es absolutamente verdad. Cualquier artefacto con el que has nacido te parece «humano» y «natural». Lo nuevo nos saca de lo conocido y en muchas ocasiones se le acusa de «deshumanizador». Esto hace natural que a mi padre le parezca una aberración un banco de semen.
El problema es que el hombre es tan sumamente flexible que se adapta a casi cualquier cosa. Lo cual no quiere decir que cualquier tecnología le vaya a beneficiar, pero lo que es claro es que le parecerá humana si ha convivido con ella desde niño.
Creo que hay un aspecto que no habéis considerado respecto a la «naturalidad» de una tecnología para sus usuarios. Hasta prácticamente antesdeayer, los hombres no sabían a quién se le había ocurrido cómo hacer fuego o sembrar trigo. Evidentemente no tenían medio de saberlo, pero es que ni se les ocurría preguntárselo, porque no pensaban que el origen de la técnica era la invención humana. O bien los dioses nos regalaron la técnica o nosotros se la robamos.
En parte, la aceleración del desarrollo tecnológico desde la revolución industrial se debe a que conceptualizamos la técnica de forma distinta. Sabemos que es obra nuestra. La «Meditación sobre la técnica» de Ortega y Gasset no hubiese sido concebible sin ese cambio previo de perspectiva. El progreso es un mito, pero ha resultado muy efectivo para motivar nuestra capacidad de invención.
Lo que ocurre con la tecnología actual es que se ha vuelto tan sofisticada que el usuario ya no la comprende. Es fácil comprender cómo funciona un arco, una polea o un telar. No ocurre lo mismo con un frigorífico o una tarjeta de red inalámbrica. Lo que decía Clarke es cierto: «Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia», salvo en un aspecto. Hoy el occidental medio ha sustituido la voluntad de los dioses por las leyes de la física como marco de referencia. Antes resultaba imprudente o imposible actuar contra la voluntad de los dioses y hoy lo es hacerlo contra las leyes de la física. Los tecnocientíficos son el clero de esa nueva religión. Y digo para el occidental medio porque en círculos académicos hace ya décadas que la ciencia ha abandonado ese limbo platónico.
Gracias Masgüel: ampliamente tu última frase ‘en círculos académicos hace ya décadas que la ciencia ha abandonado ese limbo platónico’
Gracias por la aclaración, Jesús.
Pseudópodo, cierto es que la sobredosis por hipertexto ocurre ahora con mayor frecuencia, ciertamente engancha. Aún así, me pasaba con los trabajos de la facultad.
Aloe, el hipertexto continúa mientras no se caiga el servidor.
Masgüel, sí conocemos al ladrón del fuego: ¡Prometeo!
Una observación que no quería que se me pasara: nuestra relación con internet (por ejemplo, lo que dice Aloe de que puede que saber que está “todo ahí” alivie el mareo de la biblioteca) es la que es porque nosotros hemos crecido en un mundo de libros. Para los nativos digitales será otra cosa muy distinta. No está nada claro que el propio concepto de libro (o equivalente, lo de menos es el soporte) vaya a sobrevivir. A lo mejor dentro de cuarenta años toda la información está en fragmentos y nadie es capaz de leer nada que tenga más de cinto páginas (perdón: 2000 palabras).
Y otra más: el efecto del mareo es más intenso en internet, porque aunque conceptualmente sea muy similar a una biblioteca, psicológicamente es muy distinto que las cosas estén a un click: como me parece que decía más arriba, la diferencia cuantitativa, por encima de un cierto nivel , se hace cualitativa (cuando proyectas imágenes cada vez más deprisa, si llegas a 25 por segundo ya no tienes unas dispositivas, tienes una película).
El punto nº 5 me ha servido para ver «en palabras» un concepto que lleva flotando en el aire desde que se discute entre libro tradicional de papel Vs lector electrónico. En general, las objeciones, la resistencia al e-Reader son de este tipo. Se tiende a pensar en el libro como algo más que un objeto entre objetos, como un símbolo de la cultura, que si se elimina tal y como lo conocemos, acabamos con toda una tradición, y con todo un placer estético. Y nadie se para a pensar que si los monjes medievales hubieran podido tener bibliotecas enteras en la palma de la mano, hubieran vendido su alma por tener ese objeto. Mira, sería un interesante argumento para una novela de viajes en el tiempo y anacronismos.Sir William de Baskerville que encuentra un Kindle, olvidado por un viajero en el tiempo del siglo XXI, y así acaba llegando a ser un Merlín que todo lo gobierna.
Buena idea, don Jesús (y bienvenido). La desaparición del libro de papel sería para algunos como si desapareciera una parte muy importante del mundo natural. La verdad es que yo soy de los que no concibe el mundo sin libros (de papel), pero como se ha dicho por ahí arriba, eso es porque he vivido entre ellos desde muy pequeño.
no encontré lo que estaba buscando pero bueno seguiré buscando
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