Pivotes de dirección y achaques de la vejez

Hay una célebre historia sobre los orígenes de la obsolescencia programada, eso de que los fabricantes diseñan el producto para que tenga una determinada duración, por supuesto menor de la que podría tener (no hace falta decir que esta es una forma muy eficaz de estimular el consumo).

Se cuenta que el inventor fue Henry Ford, que, al parecer envió a algunos de sus empleados a depósitos de chatarra para examinar las condiciones en las que quedaban las piezas de los Ford T. Los empleados volvieron con la noticia de que casi todos los componentes mostraban signos de desgaste, con una excepción: los pivotes de dirección, que estaban prácticamente nuevos. La reacción de Henry Ford, para sorpresa de sus empleados, no fue felicitarse por lo bien hechas que estaban esas piezas, sino decidir que había que fabricarlas peor para que se estropearan antes.

Había oído más de una vez esta historia como un ejemplo de la perversidad del sistema de producción capitalista, que en lugar de premiar el trabajo bien hecho sólo se interesa por aumentar el consumo, incluso haciendo las cosas mal a sabiendas. No había caído en que puede verse desde un ángulo muy distinto, el que le da Jared Diamond en ¿Por qué es divertido el sexo?

Un automóvil es un sistema y un sistema sólo funciona cuando todos sus elementos funcionan razonablemente bien. El sistema se empieza a deteriorar cuando empiezan a fallar los primeros elementos. Por eso, si un elemento no falla nunca es irrelevante para el funcionamiento del sistema. Las energías y el tiempo que se han consumido para hacerlo así de bueno habrían sido empleadas con mucho más provecho en hacer mejores los elementos que fallan primero.

En realidad, es un principio bien sencillo, y que yo conocía desde que, cuando tenía catorce o quince años, leía en los periódicos sobre las cadenas de alta fidelidad (es curioso que, con lo importante que era eso de la alta fidelidad en los años 70 y 80 ahora no le interese a nadie… pero esa es otra historia). Siempre se explicaba que la calidad de una cadena la determinaba el eslabón más débil: de nada servía tener un amplificador excelente si la aguja del tocadiscos era una patata. Un automóvil no puede reducirse a una “cadena” en la que un elemento va detrás de otro, pero sigue siendo un sistema y el principio básico es el mismo. Por eso, si está bien diseñado, la duración de todos sus elementos debería ser similar: no debería haber ninguno que se deteriorase sistemáticamente antes o después que los demás.

Diamond explica que esto es lo que ocurre en otro tipo de sistemas: los biológicos. ¿Por qué a partir de, digamos, los 50 años empezamos a tener achaques? (no me refiero a que tengamos una u otra enfermedad puntual, sino a que empieza a haber muchas cosas a la vez que nos dan molestias). Precisamente porque es lo esperable de acuerdo con el “principio del pivote de dirección”. Todo en nuestros cuerpos está sometido a reparaciones constantes a nivel celular y molecular, pero esas reparaciones cuestan energía. Si alguno de nuestros órganos fuera el equivalente a los pivotes de dirección del Ford T, es decir, si estuviera como nuevo al fallecer, eso significaría que estamos derrochando la energía consumida en su reparación, que podría aprovecharse en otras cosas (según la lógica evolucionista, se emplearía, por supuesto, en tener más descendencia). Así que el cuerpo más eficientemente construido es aquel en el que todos los órganos se empiezan a desgastar más o menos a la vez.

De modo que Henry Ford no era tan malo después de todo. Pero esta historia tiene un último giro curioso. Buscando información sobre qué demonios eran los pivotes de dirección (kingpins en inglés), me encontré en la benemérita página de Snopes con que la historia tanta veces repetida… ¡era una leyenda urbana!

Parece ser que lejos de promover la obsolescencia programada, Ford mantenía la vieja moral del producto bien hecho, y nunca se planteó optimizar costes reduciendo la calidad de sus automóviles.

Y, naturalmente, tiene lógica. Si Ford hubiera querido introducir la obsolescencia programada en el Ford T, no habría empeorado la calidad la pieza mejor, ya que, como hemos visto, eso no tiene ninguna repercusión en el funcionamiento del coche. La manera más sencilla de hacerlo habría sido encontrar la pieza peor (el eslabón más débil de la cadena) y hacerla peor aún. Según dice la Wikipedia, la obsolescencia programada se empezó a introducir en la industria en los años 30, y se generalizó en los 50, bastante después de que aquellos empleados de Ford hurgaran supuestamente en las chatarrerías…

Esta entrada fue publicada en Calidad, Ciencia, cultura, personajes, Tecnología y etiquetada , , , , , . Guarda el enlace permanente.

23 respuestas a Pivotes de dirección y achaques de la vejez

  1. Dr.J dijo:

    Si, este es un gran post. ¿Conoce las teorías del Dr. W. Edwards Demimg? p.e. en Calidad, Productividad y Competitividad, la salida de la Crisis (ED. Diaz de Santos 1986) La calidad llegó a japón con la adminstración de MacArthur y en pocos años arrasó a la americana que en efecto en los 50 se despeñó por la pendiente del consumo masivo de artículos malos, el predominio de la publicidad y la gestión numérica en lugar de la satisfacción del trabajo bien hecho. Por ejemplo el café era bueno antes de la Guerra pero poco a poco se fue empeorando «porque aún era admisible» al cabo de 10 años era la bazofia que todos conocemos como café americano.
    Desde el punto de vista científico deberíamos ser paladines del trabajo bien hecho y de que cada producto, bien o servicio es único; que los errores cuestan más en reparar que lo invertido para hacer las cosas bien a la primera y todas las veces y en suma los 14 puntos Deming. Pero ¿la tendencia burocrática, de artículos con 60 autores, de abuso de medios y falta de razonamiento no es la contrario? estamos ante Ciencia de mala calidad porque hay que hacer otro proyecto para el año que viene, el tema tiene que ser de «interés social» y el personal (becarios, contratados, etc) sobra y no hace falta cuidarlo ni formarlo.
    Bueno, perdón por el deahogo pero es que la Concesión de los Campus de Excelencia Internacional me tiene alterado.

    Ford era gran admirador y amigo de Edison, mantenía la moral calvinista del trabajo y parece evidente que la leyenda que comentas es falsa. Espero que no nos disparamos criticando al capitalismo y esas cosas. Gracias

  2. Mi padre, que fabrica y diseña transformadores me contaba que en los 90 descubrió que le mandaban para reparar transformadores que habían fallado sin problema aparente. Rebobinaba el transformador y el aparato japonés volvía a funcionar.
    Preguntando descubrió que había un cobre dopado que se deterioraba con el uso…
    Y aprovechando esto pongo un link a una maravilla de la mejor alta fidelidad de válvulas. Los transformadores de mi padre seguirán funcionando cuando su hijo esté criando malvas, las válvulas no, claro:

    http://www.forbes.com/2010/10/06/bang-olufsen-sonance-technology-audio_slide_5.html

  3. Pingback: Articulo Indexado en la Blogosfera de Sysmaya

  4. Pingback: Pivotes de dirección y achaques de la vejez

  5. Joaquín dijo:

    En realidad, muchos conductores no esperan a que el coche se deteriore. Prefieren reemplazarlo cuando aún funciona bien. Esta parece también la conducta de las compañías de transporte (terrestre, aéreo o marítimo). Una compañía comercial no espera a que el vehículo agote su vida útil, sino que de manera programada, antes de que comience a fallar, lo vende a terceros que expriman la máquina. De algún modo, el ejemplo es exportable al cuerpo humano (cirujía estética).

  6. pseudópodo dijo:

    Dr.J, conocía el nombre de Deming pero poco más. En realidad, he acabado escaldado de todo lo relacionado con la “calidad” (que se ha convertido en una de esas palabras pervertidas por su uso en el newspeak burocrático, como ya está empezando a serlo “excelencia”, por cierto). Pero parece que lo que propugnaba Deming sí tenía que ver con la calidad real…

    Es interesante la historia del café: y después de cuarenta años de degradar su calidad y convertirlo en un brebaje infecto, viene Starbucks a venderte un café más o menos bueno pero a precio de oro. El círculo se cierra: volvemos a tener buen café pero sólo para los ricos. La historia se repite con los tomates (desde hace años no saben a nada, ahora pero puedes comprar unos orgánicos muy sabrosos por una pasta), con los productos made-in-china de papelería, accesorios para la casa, etc (aquí todavía en muchos casos no ha llegado la versión buena y cara, y hay cosas que sólo se pueden encontrar malas y baratas). Y con muchas cosas más: parece una constante del modo de producción capitalista.

    De lo de la ciencia… no hemos tenido que esperar a que vengan los chinos: ya llevamos haciéndola mala bastante tiempo (aunque hay que reconocer que los chinos le están dando un empujón al tema).

    Alberto, impresionante el aparato, impresionante el precio e impresionante lo de hecho a mano… aunque con los B&O yo normalmente ni sé para qué sirven.

    Joaquín, no se me había ocurrido, pero si el coche está bien diseñado cumpliendo el “principio de los pivotes de dirección”, es razonable lo de reemplazarlo antes de que dé fallos, porque cuando dé el primero empezará a dar muchos más. No sé si eso es lo normal en los coches (esperaré unos años más a ver qué hace el mío 🙂 ). Pero no creo que el ejemplo sea comparable a la cirugia estética: más bien, lo análogo sería la eutanasia precoz, antes de tener achaques…

  7. Respecto a la Alta Fidelidad.
    Hace años escribía en una revista de electrónica de consumo (On-Off) y descubrí dos cosas:
    -Que por muy educado que tengas el oído a cierto nivel las ganancias de calidad era inindistinguibles. Y mira que probé equipos…
    -Que la mayoría de los discos estaban producidos para sonar en equipos de gama media-baja, los más abundantes. Reproducirlos en equipos mejores no aportaba nada.
    Ahora se produce para formatos comprimidos, con una gama dinámica exigua, todos felices.

    Ah, y otra cosa, por favor. Gastaros dinero en unos buenos audífonos: son el eslabón débil actual. Nada de menos de 20 euros es digno de ningún reproductor o teléfono. Además al ser más sensibles ganareis en tiempo de reproducción.

    Empiezo a abusar de esto de aprovechar tus post, Pesudópodo. 😛

  8. pseudópodo dijo:

    No sabía que eras un experto en el tema… Qué gracia, seguro que leí algún artículo tuyo, porque esa revista la compraba mi hermano (pero mi interés por la alta fidelidad era de antes, cuando era más pequeño y lo que molaba era Pink Floyd).

    Supongo que eso de que por encima de cierto nivel se satura la calidad y ya no la distingues es lo mismo que pasa con otras muchas cosas, como los vinos (cosas sensoriales, se me ocurre, porque creo que no pasa lo mismo con la literatura, por ejemplo). Lo que dices de los auriculares ya me lo imaginaba, lo que no sabía era que ahora los discos se produzcan para formatos comprimidos… pero la compresión ¿tiene que ver con la gama dinámica? Yo creía que no.

    Ah, y no es abusar; al contrario, cuando habla alguien que sabe es un lujo para el blog.

  9. La frase sería «Ahora se produce para formatos comprimidos y con una gama dinámica exigua», para los legos rango dinámico es la diferencia entre los sonidos más suaves y los más fuertes de una grabación.
    Los formatos comprimidos han permitido el audio portátil omnipresente y ubicuo, y en esas condiciones de escucha la gama dinámica debe reducirse para que el oyente escuche algo, y no el ruido del tráfico.

    Los 100 dB máximos de un buen concierto de música clásica en vivo o los 120 dB de un atronador concierto de música rock con baladas, apenas se reducirían a 90 dB gracias a la tecnología digital (el CD en sí puede llegar a 96 dB). Y hay buenos Cds con ese margen dinámico.
    Pero la realidad es que la mayoría de lo que se vende tiene unos exíguos 30 dB en el mejor de los casos. La razón es un nivel medio atronador.

    El problema empezó con los radioedit, pensados para que sonaran bien en la radio FM (rango dinámico de 56 dB) , pero al menos los LPs (65 dB) estaban grabados a -18 dB de nivel medio, lo que permitía todo ese rango (hasta los 0 dB de saturación) para las pegadas, los momentos fuertes. Pero la gracia al parecer está en que el nivel medio de una grabación sea cada vez más alto, y al final todo el CD suena igual. Un disco ahora es un muro de sonido de principio a final, sin sutilezas en el volumen de la música.

    La ventaja? Que cuando vas a un buen concierto en directo NOTAS la diferencia.

    En este video lo explican:

  10. edulcorado dijo:

    Muchas veces el problema del usar y tirar, no es meramente un problema de calidad. El inmenso progreso de la tecnologia de la electronica nos mete a todos una presion consumista de aparatitos que son en si cada uno una autentica maravilla y que se van eclipsando unos a otros.
    Tiramos cada dos años, moviles que son un milagro tecnologico con mas informacion dentro que los ordenadores que guiaron a la humanidad a la Luna.
    ¿Para que se van a esforzar los chinos en hacer productos mas duraderos?
    El otro dia se acabo de romper mi calculadora programable casio fx 850 p despues de 25 años, y por los multiples golpes que recibio, por cierto. No he encontrado en el mercado nada parecido que la sustituya, y la echo mucho de menos. Me he pillado una hp pero su manejo es mucho mas barroco.
    En fin, que vivimos tiempos efimeros y vertiginosos…

    Buen y polefacetico post, se me olvidaba.

  11. Ah, mi padre utiliza todavía la mítica HP-65 de notación polaca inversa, programable. Y eso porque le robaron la HP-35, de las primeras calculadoras programables del mercado.
    34 años y en pleno funcionamiento. Por cierto, podías meterle a mano el programa para hacer aterrizar el Apollo en la luna 🙂

    Pseudópodo, una entrada sobre la notación polaca inversa?

  12. pseudópodo dijo:

    edulcorado: claro, lo malo es que nosotros tampoco exigimos que las cosas duren porque estamos dispuestos a tirarlas a la mínima. Y aunque a veces eso puede estar justificado porque lo nuevo es mucho mejor, otras veces no: el ejemplo de la calculadora lo deja bien claro.

    Alberto, no sabía nada de la loudness war y me ha parecido interesantísimo, tanto que además de darme que pensar para un post (por cierto, de la polaca inversa no puedo decir mucho, nunca la usé: sólo he tenido calculadoras Casio)…, decía que además me ha entrado curiosidad por ver que rango dinámico tienen los archivos mp3 que tengo. ¿Conoces algún programa gratuito que permita visualizar la canción como en el video?

  13. Estoy en plena oposición :-/
    Prueba Audacity

  14. pseudópodo dijo:

    Gracias, con esto me vale.
    ¡Animo!

  15. Alejo Urzass dijo:

    Pseudópodo, muy interesante el tema de hoy. Quiero aportar en dos direcciones distintas. La primera lo referente al cerebro como órgano que no siempre parece entrar en decadencia con el envejecimiento. Algunos estudios que he oído citar hablan de una mejora a partir de los 40 años de edad, en personas que «trabajan» con su cerebro, es decir aquéllas que ejercen labores creativas (y me refiero por supuesto a investigadores y científicos entre otros, no sólo a «artistas»). Y todos conocemos personas que superados los 60 años se encuentran en su momento creativo de máxima lucidez. Esto podría enlazar diagonalmente con su post de los premios Nobel, pero dejémoslo mejor aquí.

    Segunda cosa. A propósito de su errónea comparación al respecto de umbrales de percepción de calidad, entre el sonido hi-fi y el vino o la literatura. Está usted confundiendo medio y mensaje. Usted puede oír a http://es.wikipedia.org/wiki/Florence_Foster_Jenkins en un gran equipo hi-fi, y beber Vega-Sicilia en vaso de plástico. ¿De qué «calidad» hablaríamos? Un equipo hi-fi procura trasladar el máximo de información entre la fuente de sonido que se graba y aquello que se reproduce. Y no sólo el equipo en sí, sino el lugar donde va a utilizarse. En la luna, pues mal. Si quisiéramos comparar este hecho con la valoración de un vino deberíamos hablar de las condiciones en las que ese vino exprese en qué consiste, y esto será en una copa óptima, a una temperatura concreta, en un lugar debidamente ventilado, etc. Así podremos alcanzar una degustación de calidad. Después de ésto, decidir si nos gusta Vega-Sicilia o Corín-Tellado, ya es harina de otro costal.

  16. pseudópodo dijo:

    Alejo, me gustaría que fuera cierto lo que dices del cerebro por encima de los 40, por lo que me toca…

    En cuanto a “la errónea comparación”, creo que en parte tienes razón: es más lógico comparar el vino con la música y no con el equipo hi-fi.

    Pero por otra parte creo que no se puede comparar el placer de un vino con el de la música. La música tiene un componente sensorial y eso es lo que se maximiza con el buen equipo, pero el verdadero placer de la música es de otro tipo, es emotivo, intelectual… se puede disfrutar mucho de la buena música con un equipo mediocre. Mientras que el vino es puramente sensorial; lo que nos gusta es la cantidad de sensaciones que nos inundan el gusto y el olfato, y para mí eso puede compararse a la riqueza del sonido que nos inunda el oído en un buen equipo, aunque la música, como música, sea mediocre… Aunque quizá digo esto porque no entiendo de vinos 🙂

  17. Muy interesantes los comentarios sobre la música. No busco HiFi a tope, pero sí unos mínimos. Alguna música la puedo escuchar en el iPod con auriculares o en el coche, pero para la verdadera experiencia de escuchar buena música tengo que estar en mi casa con mi equipo (nada del otro mundo, pero sí que cumple unos mínimos) o en una sala de conciertos, claro.

    Había oído lo de Ford (pena que sea leyenda), pero la razón no podía ser, como bien dices, que se estropeara antes el coche, sino fabricar un coche con exactamente las mismas prestaciones y más barato.

  18. Alejo Urzass dijo:

    Pseudópodo, el placer del vino es más intelectual de lo que se piensa (y juzgando según qué música se podría decir que se trata de un placer meramente sensorial, nada intelectual). Pero piense que ambos (vino y música) van curiosamente unidos en nuestra cultura desde que se tiene constancia. Ambos tuvieron dioses griegos y romanos dedicados. Se extrañaría usted de la cantidad de blogs dedicados fieramente a defender contra el mercado y la globalización (que todo lo allanan) la diversidad cultural del vino, el concepto terroir, que engloba el hecho del suelo, más el clima, más el hombre. Y son varios los entendidos de vino que conozco que además son melómanos. Por otro lado, el de la emotividad, todos tenemos la experiencia del «misterioso» poder evocador en nuestra memoria del olfato (y el gusto, que es poco más que el olfato).
    Evidentemente hay algo que los diferencia, y es que dado que la música es un sistema conceptual y abstracto, poco menos que una «especie de matemática sensorial en el tiempo», que hemos construido a placer, la hemos podido dimensionar enormemente, más que a otras artes ligadas a la materia (la pintura, por ejemplo) y mucho más que a otros hechos culturales no artísticos, en los que no sólo el hombre tiene algo que decidir sino también la naturaleza y otros factores físicos. Sería más fácil por tanto hacer un paralelismo entre vino y arquitectura.
    Definitivamente, en el vino no es así que «lo que nos gusta es la cantidad de sensaciones que nos inundan el gusto y el olfato», como tampoco define la calidad de un poema el número ni la variedad de las rimas.
    Lo que sucede es que la mayoría de los vinos que se producen (y se venden en supermercados), así como la mayoría de los libros que se publican (y se venden en supermercados) o una buena cantidad de la música que se produce hoy en día, llenan el saco gordo de la campana de gauss, y salvo que uno ponga algo de su parte por entender qué es cada cosa…

  19. pseudópodo dijo:

    Alejo, que el vino tenga mucho pedigrí literario y estético no quita para que como placer, no pueda resistir la comparación con la música, precisamente porque, como tú dices, esta es además de sensorial, un sistema conceptual que tiene mucho más recorrido. A lo mejor con lo que mejor podemos comparar el vino (o cualquier placer gastronómico, por cierto) es con el arte abstracto… Ciertamente no es la cantidad de sensaciones (no fue muy afortunada esa frase) sino su riqueza lo que importa, pero no deja de ser algo que carece de esa dimensión conceptual que hace que la música (o la literatura, o las matemáticas…) sea inagotable.

    José Luis, mi equipo de casa sí es algo del otro mundo: del mundo analógico de hace 25 años, cuando ni siquiera era normal que llevaran CD (no lo lleva: tengo un discman conectado a la entrada “ext”). Pero es que para oír bien la música es más importante que haya silencio y que estés concentrado. Me vale con el walkman mp3 de Sony tumbado a oscuras en la cama… Aunque no me importarñía tener un equipo de música de verdad, el problema es dónde lo pongo.

  20. Gustavocarra dijo:

    ¿En serio? ¿Lo dice la wikipedia? Link, Link porfa.

    Otra cosa: eres un crack. Tan pronto te veo comentando «partículas elementales» como dándole la réplica a la mula Francis.

    En serio, acabo de añadirte al Reader 😉

  21. pseudópodo dijo:

    Gracias, Gustavo. Por eso es lo de inhomogéneo y anisótropo…
    Ah, el link: este.

    Ahí dice que «Origins of planned obsolescence go back at least as far as 1932 with Bernard London’s pamphlet Ending the Depression Through Planned Obsolescence. However, the phrase was first popularized in 1954 by Brooks Stevens, an American industrial designer.»

  22. Pingback: Actitud50 Revista on line para los mayores de 50

  23. Federico dijo:

    Muy interesante!
    Me gusta la conexión con los sistemas biológicos, creo que ofrece un punto de vista muy interesante para comprender mejor el envejecimiento. Por cierto, que el envejecimiento está muy ligado al cáncer, inversamente ligado, podría decirse. Pero es una (relativamente) larga historia.

Replica a Alejo Urzass Cancelar la respuesta