Un comentarista habitual del blog me ha preguntado si estaba ya de vacaciones, y no me extraña a la vista de lo muerto que está esto ultimamente. Pero lo que me pasa es justo lo contrario: demasiada actividad en el mundo real™, y sobre todo, demasiadas distracciones. Estos días la única manera de sacar un rato para leer con tranquilidad está siendo tener aparcado el blog.
Y necesito tranquilidad porque estoy leyendo el tocho por antonomasia: El Camino a la Realidad de Roger Penrose (1472 páginas y 1,7 kg de libro: no puedo llevarlo en el Cercanías, mi espalda se resiente). Ya les contaré algo de la experiencia, pero tranquilos: no sería capaz de tener el blog en barbecho hasta acabarlo (es más, seguramente no seré capaz de acabarlo ;-)). Además, tengo exquisitos y sustanciosos posts en el horno, haciéndose a fuego lento.
Mientras, para los que sí se van a ir ya de vacaciones, voy a reciclar aquí el correo con el que respondí al comentarista, que me pedía que le recomendara para el verano algunos libros de ensayo que me hubieran gustado últimamente.
No es que haya habido muchos, la verdad, pero he seleccionado cinco de este último curso. Aquí van ordenados más o menos de fácil a difícil (ya sé que se merecerían comentarios más extensos, pero no quería llegar otra vez a los 23 días sin escribir en el blog).
Gladwell, Malcolm: Fuera de serie.
Buenísimo. Gladwell es muy ameno y siempre tiene sustancia. Esta vez trata un tema que interesa a cualquiera, pero sobre todo a los que tenemos algo que ver con la enseñanza: ¿A qué se debe el éxito?¿Quien triunfa lo hace por su talento o gracias a los privilegios? Simplificando, en los meritocráticos USA piensan lo primero y en la envidiosa España lo segundo. Pero Gladwell demuestra que ni unos ni otros tienen razón. Para triunfar hay que tener una inteligencia mínima y viene muy bien ser de buena cuna. Pero lo decisivo para ser un “fuera de serie” son otros dos factores: el esfuerzo y, sobre todo, la suerte; o, dicho con más precisión, la oportunidad. Todo esto explicado con una serie de historias a cual más intesante.
Carr, Nicholas: Superficiales.
Lo estoy acabando ahora y me está gustando mucho. Pese a la portada española (¡que tiene hasta letras en relieve!) no es un libro coyuntural ni alarmista, está bien escrito y tiene buena base conceptual y científica. Carr empieza citando a MacLuhan, como debe ser, y se ha leído también a Postman, Miller, Mumford… pero también mucha investigación reciente sobre los efectos neuronales y cognitivos de internet. No es un luddita, pero el panorama que pinta sobre los efectos de internet no es muy optimista. Y creo que tiene razón (claro que a lo mejor me gusta porque me ratifica en todo lo que ando pensando últimamente del diluvio informativo, la infoxicación, etc).
Diamond, J.: El tercer chimpancé.
En realidad, aquí está el embrión de todo lo que Diamond ha desarrollado en sus siguientes libros. Una excelente introducción a a la psicología evolucionista y a todo lo que la ciencia tiene que decirnos sobre la naturaleza humana (esa que la cosmovisión progre hoy instalada en el establishment se empeña en negar). Si nuestros políticos leyeran algo, deberían leer esto.
Dodds, E. R.: Los griegos y lo irracional.
Un ejemplo modélico de lo que vale un catedrático de Oxford. Muy bien escrito, muy inteligente, con humor, sin concesiones. Y con una erudición impresionante, prudentemente confinada a las notas, abundantísmas pero que no interfieren con la lectura (en realidad, son tantas que forman otro libro, que algún día me gustaría leer, cuando tenga una buena lupa). Un libro que te hace ver Grecia de otra manera.
Feyerabend, P.K.: Contra el método.
No es fácil de leer, pero es muy listo el Feyerabend este (y hablando de notas, este libro tiene más aún que el de Dodds, hasta un extremo extravagante). No es, como suele presentársele, un enemigo de la racionalidad científica. Aunque algunos sesentaiochismos suenan anticuados, y le encanta hacer de bufón, hay aquí muchas ideas interesantes de las que me hubiera gustado hablar en el blog (y a lo mejor habría hablado si no pasara tanto tiempo respondiendo comentarios… 😉 )
* * *
Y de propina, tres libritos (menos de 100 páginas y formato pequeño) que me han encantado:
Bennet, Arnold: Como vivir con 24 horas al día. El título es genial, y el texto está a su altura.
Zweig, Stephan: Novela de ajedrez; Zweig, Stephan: Mendel el de los libros. Dos novelitas de ideas, con un maestro de la escritura en la cima de su talento.
Se agradece.
A mandar 😉
Zweig es un escritor magnífico, con una sensibilidad extraordinaria. Además de ‘Novela de ajedrez’, a mí me encantaron ‘Amok’ (especialmente el cuento del ruso llegado a Suiza), ‘Leporella’ y ‘Carta de una desconocida’. O sea, todo lo que me he leído de él hasta ahora. Es un grande de verdad.
Por cierto, Pseudópodo, me compré hace semanas ‘La nueva mente del emperador’ (Penrose) con muchas prevenciones (yo soy un profano en la materia) y estoy absolutamente fascinado con la capacidad didáctica de este hombre. Un libro fantástico que tú mismo has recomendado encarecidamente.
¿Es usted físico y está leyendo el libro divulgativo de Penrose? Ojiplático me quedo. ¿Podría comentarnos si le resulta de fácil lectura? Porque, si no es así, desisto de comprármelo (vale una pasta).
Nicolás, yo había leído de Zweig precisamente lo que no eran novelas: las memorias El mundo de ayer (una maravilla), Momentos estelares de la humanidad (que fue relativamente decepcionante) y La curación por el espíritu (que me inspiró este post). Los libros que recomiendo aquí los saqué de la biblioteca porque eran breves y sólo tenía unos pocos días en Semana Santa, pero el Zweig novelista ha sido un descubrimiento. Tomo nota de tus recomendaciones.
Ah, y me alegro de que te esté gustando La Nueva Mente del Emperador. A mi también me parece que Penrose se explica muy bien. Lo que no te recomendaría es El camino a la realidad (va por Vicente también). Las casi trescientas páginas que llevo son matemáticas puras y duras, estoy aprendiendo mucho pero porque ya eran cosas que había estudiado en la carrera y algo recordaba. Y Penrose sigue contándolo muy bien, pero es que es un material que hay que estudiar, no basta leerlo.
Gracias por el post. Y gracias por los comentarios (dos de cinco tuyos) y a los que no creo que (por caracter) seas capaz de renunciar.
Que tengas buen verano, yo salgo hoy para la playa con Superficiales y el tercer chimpancé. yo leo más verano no solo por tener más tiempo sino porque el lugar en el paso las vacaciones no tiene internet en casa. Un placer. Solo una hora de internet en la biblioteca públlca. Una medida buenísima para mi gusto.
Espero que superficiales no nos suponga un suicidio como cibernautas. Aunque no creo que lo consiguiera aunque lo intentara con todas sus fuerzas.
Mis padres cuentan una anecdota de mi infancia que se podría repetir en mi vida con Internet hoy.
Mis padres tardaron en comprar la televisión y yo viví una primera infancia sin ella. Y leía mucho, libros de Tintin o los siete secretos y los cinco. Un dia después de que la TV ya llevara unos meses en casa yo me puse a llorar. Me lamentaba de que había perdido los ratos tan buenos de lectura. Con la televisión en casa ya no leía como antes.
Hoy, sería para mi una liberación (CASI) no tener Internet en casa.
¡Ay! que tierno… Casi me has hecho llorar de lo super-intelectual que eres…
Al parecer, querido Pseudo, has leído un libro escrito originalmente en español en este año, según indicas en lo que he leído y en estas recomendaciones no hay ninguno. Lees pues, traducciones, y sin embargo no comentas nada sobre qué te parecen los traductores.
Yo he leído casualmente tres traducciones de Zulaika en pocas semanas y en cada una he observado errores tan monstruosos que de haber sido del original «no sigo leyendo» como se decía antes…billones por millones, cianido por cianuro…
Y esta es la cuestión que quería enlazar con tus anteriores posts sobre abarcar mucho. Claramente este ejemplo se debe a alguien que trabaja demasiado (supongo que porque los traductores siguen estando mal pagados) y que alcanza un nivel de excelencia en algunos casos como en las notas sobre literatura y slang…pero con los terribles borrones que apunto ¿No somos demasiado «blandos» al admitir estos dislates? ¿seguiremos aprobando al alumno que escribe «hagua» porque ha puesto bien la fórmula y al cabo es un examen de química y no de lengua? Esto último me lo dijo textualmente un Inspector de Secundaria el día que decidí que aquello no era para mí.
Esperamos tus nuevos posts y te animamos a leer otras minucias como El Atlas agotado de Ayn Rand, El mundo como voluntad y representación o las Obras Completas de Unamuno…
Dr.J, habría mucho que decir sobre los tradittores, cierto… aunque eso daría para (más de) un post. En los libros que recomiendo aquí las traducciones están bien, por lo que recuerdo (hay que felicitar al traductor del libro de Penrose, no por calidad literaria sino porque en casi trescientas páginas que llevo no ha metido la pata ni una sola vez, y tratándose de matemáticas o física eso es insólito).
Pero en un par de libros que tengo aquí a mano (y muy recomendables, por cierto) puedo citar dos perlas como estas:
• La Tregua, de Primo Levi, El Aleph editores (bolsillo), p 119: “se entraba allí subiendo dos escalones, y había muerto”. En realidad, debería decir: “se entraba allí subiendo dos escalones, y no había puerta”.
• La escritura invisible, de A. Koestler, Ed. Debate, p13: “dejé el comunismo como quien se arrastra fuera de las aguas emponzoñadas de un río cubiertas por los restos y desechos de ciudades inundadas y por cadáveres de abogados”. En realidad, no eran abogados sino ahogados.
Más que errores cómicos de éstos, lo normal es encontrar que un libro se te hace espeso, pesado de leer, hasta que empiezas a sospechar que esa sintaxis opaca es del traductor y no del autor…
Por cierto, doc, parece que has adivinado mis intenciones de lanzarme próximamente a la conquista de los grandes tochos de mi biblioteca (Schopenhauer y Unamuno no me importarían pero con Ayn Rand no me pillan, bastante tengo con verla en los documentales que enlazó Javier en el post anterior). Igual que los alpinistas presumen de sus ochomiles, los lectores deberíamos enorgullecernos de nuestros ochocientos gramos (masa mínima para que un libro entre en la categoría de tocho).
Loiayirga, a lo mejor ya estás desconectado, pero no he entendido tu primera frase. Yo en agosto también estaré sin conexión, sólo con la de la biblioteca pública unos quince días y el resto, nada de nada. Así que espero sumergirme en la lectura profunda que dice Nicholas Carr. Campaña Tochos-2011, podría llamarla 🙂
Que tengas buen verano tú tambien.
‘Camino a la realidad’ lo tengo en la sección de libros que enseño para impresionar de lo listo que soy por mis lecturas que debo leer , pero no me animo a empezar.De hecho,’la nueva mente del emperador’ lo he dejado y retomado una decena de veces. (Por cierto, me dicen fuentes informadas que Penrose es un genio en la reutilización de los dibujos de sus primeros libros en los últimos y parece cierto, siguen teniendo el mismo toque ingenuo de la época previa al diseño por ordenador)
Sobre el libro de J. Diamond tengo un problema (si no me equivoco lo comentaste hace tiempo) tiene una letra tan pequeña que me canso leyéndolo y lo he abandonado. Quizá lo busque por ahí de nuevo.
Respecto a los libros de M. Gladwell,creo que pjorge los definió perfectamente en una frase ‘son siempre menores que la suma de sus partes’, pero las anécdotas que cuenta son geniales
Por la época del año y la pinta me quedo sin dudas con la recomendacion de ‘Los griegos y lo irracional’.
Saludos y Feliz verano a todos
panta, lo de la letra pequeña me ha pasado con Armas Gérmenes y Acero, que todavía tengo pendiente. El tercer chimpancé tuve la suerte de encontrarlo de ocasión en su primera edición, por cuatro perras, con letra grande y hasta con los cuadernillos cosidos.
pjorge es un poco injusto con Gladwell, creo yo. Lo que pasa es que sus libros son recopilaciones de artículos del New Yorker (casi todos) y eso se tiene que notar. Pero aún así, suele disimularles las costuras y darles coherencia, este me ha parecido especialmente logrado en ese aspecto.
Espero que te guste el libro de Dodds… y si tienes tiempo en verano, pudes retomar «La nueva mente», Nicolás Fabelo por ahí arriba lo ha cogido con ganas.
La primera frase aludía a tus respuestas a los comentaristas. Decía que aunque te llevan mucho teimpo, por caracter, no me parece que vayas a ser capaz de renunciar. Decía que de cinco comentarios que habia, dos eran tuyos.
Uf, estaba espeso yo, porque sí se entendía… ¿Qué tal se lee en la playa? 🙂
Las lecturas viento en popa. Ya he leído «Superficiales» que me ha gustado mucho. Estoy pensando hacer un resumen objetivo para el blog (si fuera más generoso lo haría) con independencia de las reflexiones personales que espero que tu saques en el tuyo.
Ya he empezado El tercer chimpancé y tambíen he leído algo de «Física para futuros presidentes».
Solo tener conexión a internet durante un rato al día es lo mejor para mi.
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