Tres historias ejemplares (III): La teoría de las ventanas rotas

La tercera historia es la más conocida de las tres, y ha sido contada en varios sitios. Yo me he basado en la versión que da Malcolm Gladwell en The tipping point (titulado en español La frontera del éxito, lo reseñé aquí hace tiempo), complementada en varios puntos por la wikipedia.

* * *

Echen un vistazo a esta gráfica:

Sí, muy fea, está claro que el autor es un usuario poco avanzado de Excel (que a su vez es un programa desastroso haciendo gráficas). Pero lo que me interesa son los datos, y son contundentes: una gradual escalada del crimen en Nueva York entre 1970 y 1990, seguida por una caída en picado en la década de los 90, hasta recuperar los niveles de los años 30 en la actualidad. Cuando uno ve un efecto así en una gráfica, inmediatamente se pregunta cual puede haber sido la causa.  Sin duda debió ocurrir algo drástico: ¿un incremento brutal de los efectivos policiales? ¿algún cambio en la ley que endureciera el trato a los delincuentes? ¿se gastó una millonada en poner una cámara de vigilancia en cada esquina?

No ocurrió nada de eso. Lo que se hizo fue limpiar las pintadas del metro. O al menos, todo empezó por ahí.

Bueno, estoy simplificando, obviamente. En los años 90 el crimen descendió de forma generalizada en los EEUU. Bajó el consumo de crack, la economía entró en una fase de auge, y el envejecimiento de la población disminuyó el número de jóvenes (que son los autores de la mayor parte de los crímenes). Pero estos factores no afectaron mucho a Nueva York, cuya economía seguía en declive y se había rejuvenecido por la inmigración, mientras que el consumo de crack llevaba allí ya años disminuyendo en esa época. Y a pesar de eso, la caída fue mucho mayor y más rápida que en ninguna parte.

Así que algo especial tuvo que ocurrir en Nueva York, y aquí es donde encajan las pintadas del metro. A mediados de los 80, se hizo cargo de los transportes públicos de Nueva York un nuevo director, llamado David L. Gunn. El metro era en aquella época el símbolo de la epidemia de crimen que asolaba la ciudad. En las navidades de 1984 alcanzó enorme resonancia el caso de Bernhard Goetz, un ciudadano que, acosado por cuatro adolescentes de raza negra en un vagón de metro, sacó un revolver y les disparó cinco tiros. Tres asaltantes fueron gravemente heridos, aunque acabaron recuperándose;  el cuarto quedó paralítico de por vida. Goetz estuvo una semana en paradero desconocido, durante la cual la prensa popular le convirtió en un héroe  (The Subway Vigilante). Finalmente se entregó, y tras el juicio tuvo que cumplir sólo ocho meses en la cárcel.

Ante este panorama, Gunn no intentó restaurar el orden de la noche a la mañana, sino que empezó una campaña de limpieza de los vagones. Su objetivo era que desaparecieran los graffiti. Una vez limpio un vagón, no se toleraba que se volviera a pintar, y nunca se mezclaba con vagones sucios. Gunn mantuvo un celo religioso hasta conseguir desanimar a los grafiteros. Poco a poco todos los vagones acabaron limpios. Naturalmente, fue muy criticado: esforzarse en esa minucia, se decía, era como entretenerse en fregar la cubierta del Titanic cuando ya se estaba hundiendo. Pero Gunn tenía un motivo para hacerlo así: estaba aplicando la Teoría de las Ventanas Rotas.

La teoría había sido propuesta por James Q. Wilson y George L. Kelling, dos criminólogos que sostenían que hay una fuerte relación entre el desorden y el crimen. Así lo explica Malcolm Gladwell:

Si una ventana rota se deja sin reparar, la gente que pasa sacará la conclusión de que a nadie le importa y no hay nadie que esté al cargo. Pronto se romperán más ventanas, y la sensación de anarquía se extenderá del edificio a la calle, enviando la señal de que todo vale. En una ciudad, problemas menores como los graffiti, los desordenes públicos o la mendicidad agresiva son los equivalentes de las ventanas rotas: invitaciones a crímenes más serios.

George Kelling había sido contratado como asesor por el metro de Nueva York, y Gunn estaba poniendo su teoría en práctica. Tras la campaña de limpieza, la siguiente etapa fue evitar que la gente se colara sin pagar. De eso se encargó el nuevo jefe de la policía del metro, William Bratton. Empezó por poner policías en los torniquetes de las estaciones más problemáticas. Los policías se llevaban esposados a los que no pagaban, para mostrar ostentosamente que eso ya no se toleraba. No fue fácil, porque las formalidades llevaban todo un día y los policías se negaban a perder así el tiempo en esas minucias. Pero Bratton equipó un autobús como comisaría ambulante y consiguió reducir el proceso a una hora. Además, insistió en que se registrara a los detenidos y se les fichara. Resultó que muchos llevaban armas o tenían órdenes de arresto. De repente a los policías de a pie les empezó a gustar la idea: con poco esfuerzo estaban consiguiendo unos estupendos resultados.  Los delincuentes empezaron a dejarse las armas en casa y a pagar los billetes, y los delitos menores en el metro cayeron en picado.

Con la elección como alcalde de Rudolf Giuliani, en 1994, Bratton fue nombrado jefe de policía de la ciudad de Nueva York, y empezó a aplicar las mismas estrategias a toda la ciudad. Se modificaron las normas para facilitar el arresto de borrachos, mendigos agresivos o limpiacristales forzosos y en general, a los responsables de pequeños desordenes. Y el crimen cayó en picado como lo había hecho en el metro.

La Teoría de las Ventanas Rotas tiene, por supuesto, sus detractores.  Puede parecer simplona, antiintuitiva (¿no deberían tener los problemas difíciles soluciones igual de difíciles?) y, peor aún, regresiva (¿no estamos volviendo a un concepto de la ley y el orden incompatible con las ideas progresistas que todo buen ciudadano debe  tener?).  Las primeras críticas señalaban además que no tenía ninguna base experimental, pero si el experimento a gran escala que supone su aplicación en Nueva York no es suficiente, en 2008 apareció un estudio holandés en Science, realizado con toda la metodología de la psicología social, que la confirmaba (aquí el paper de Kees Kiezer y aquí una reseña divulgativa en The Economist).

Hay además una razón de orden más general que hace verosímil la teoría: lo que Gladwell llama El poder del Contexto, que a su vez es una idea muy ligada a uno de los grandes descubrimientos de la psicología social: el error fundamental de atribución.

Pero ya llevo más de mil palabras y un post no debería ser así de largo…

* * *

NOTA: La psicología social holandesa se ha visto desprestigiada por el caso de Diederik Stapel, que se inventó de cabo a rabo varios papers, alguno en la línea del de Kees Kiezer. Por lo que he buscado no tienen ningún trabajo juntos, pero lo digo para que conste.

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43 respuestas a Tres historias ejemplares (III): La teoría de las ventanas rotas

  1. Si mal no recuerdo todo eso que comentas vino acompañado, en especial desde la subida a la alcaldía de Giuliani del control de armas en la ciudad, que antes tenía una de las legislaciones más laxas al respecto. De hecho juraría que más tuvo que ver eso que las pintadas, pero bueno, es lo que tienen los experimentos sociales, que son difíciles de precisar tanto.

  2. Federico dijo:

    Muy interesante!
    Yo me lo creo y me llama la atención cuán sugestionables podemos llegar a ser (somos).
    Reflexionando un poco lo veo como una manera invertir en pedagogía para ahorrar en «arreglos». Si gastamos mucho dinero en limpiar y deshacer destrozos en el mobiliario urbano podemos lograr invertir una tendencia al destrozo, lo cual a la larga puede ser incluso más económico. Es una forma de hacer pedagogía. Muy sugerente.

    un abrazo,
    Federico

  3. Pytoche dijo:

    Hay alguna forma de aplicar esta teoría en nuestras vidas, por ejemplo tal vez organizando un poco el escritorio de nuestro computadora aumente la productividad en esta…

  4. Dr.J dijo:

    Ya que has tenido la cortesía de la brevedad intentaré imitarte. A mí todo esto me recuerda a la teoría deTQM (Total Quality management, no confundir con Te Quiero mucho que es con K como todos sabemos. Cuando McArthur s convirtió de facto en virrey del Japón llevó expertos estadísticos entre los que destacó el Pro. W. Edward Deming, como es sabido desde un país arrasado se levantó en 25 años (hasta la crisis petrolera del 73 digamos) una economía más pujante que la norteamericana y pasaron de los chistes sobre japoneses copiones y chapuceros a la Calidad Total. Hay que distinguir entre kaizen (mejora progresiva y acumulación de pequeños efectos) y kairo (cambio radical son salto en la productividad). El japonés, a diferencia de los demás idiomas, no lo domino así que disculpas de antemano por la ortografía. Bueno, todo ello puede verse mejor en la página del Instituto Deming.
    Me parece que hablamos demasiado de pequeñas cosas, una décima arriba del PIB, un festivo menos…y hace falta un salto radical, aumentar la productividad y la población empleada un 25%.
    Por cierto que la segunda historia no la entiendo ¿no seguía siendo un gilipollas el playboy por mucho que su habilidad en la cama retornase?

  5. Pingback: La teoría de las ventanas rotas

  6. El sociólogo Robert Putnam ha tratado el concepto de «capital social», al igual que el tan denostado (por la progresía ortodoxa) Francis Fukuyama en su interesante «La gran ruptura». Alguien que no recuerdo dijo una vez que si se detuviese en EE.UU. a todo el mundo que fuese escupiendo por la calle se acabaría con la Cosa Nostra. Esto tiene su lógica: obviamente, no todo el que va echando escupitajos por la calle es un mafioso, pero al parecer todos los mafiosos lo hacían. Interesante asunto este… En fin, que el civismo es algo mucho más importante de lo que pensamos.

  7. josele dijo:

    ¿Qué importa el número de palabras si la cosa lo merece?

    Se me ocurría, según leía, aplicar eso en las aulas; empezar por no dejar entrar 5 minutos después del inicio de la clase (bueno, el profe debería ser puntual, pero eso es otro problema).

    ¿Se conseguiría un aumento de la productividad intelectual?

    saludos

  8. pseudópodo dijo:

    David, no he tenido tiempo de investigar lo de las armas, pero lo que parece claro es que el descenso del crimen empezó por el metro, antes de que (eventualmente) Giuliani pusiera más difícil tener armas…

    Pytoche, claro que tiene muchas aplicaciones, en la vida personal y en la social. Como dice Federico, es una forma de hacer pedagogía. En el sentido amplio y también en el más literal, como señalan josele y Athini (por cierto, heroico el maehtro: leedlo, es buenísimo :-D). Una de las cosas que me recordaba esta historia era lo que se discutió hace poco en España de recuperar la tarima para el profesor. Naturalmente se dijo que era una tontería, fijarse en superficialidades pasadas de moda, vamos, lo de fregar la cubierta del Titanic. Pero ese gesto simbólico podría ser el equivalente a limpiar los graffiti del metro. O lo de no dejar entrar pasados los 5 minutos (yo lo hago en mis clases, por lo menos al principio del curso), no empezar a hablar hasta que no haya silencio, no permitir llevar gorra en clase… Lo bueno que tienen todas estas medidas es que son triviales, en comparación con las “grandes palabras” (y grandes presupuestos) que suelen considerarse soluciones serias y a la altura de la gravedad del problema.

    Nicolas, leí hace tiempo el libro de Fukuyama y me gustó mucho. Entiendo que sea anatema para la ortodoxia progresista. Lo que dices de los escupitajos me ha recordado a Singapur, donde escupir en la calle está prohibido con multas de hasta 5000 euros. Todo el mundo se ríe o se escandaliza de esto, y dice que son leyes “medievales”, en contraste con el increíble progreso y prosperidad de esa ciudad-estado. Obviamente no entienden nada.

    Dr.J, supongo que es irónico lo de la cortesía de la brevedad… Lo del kaizen me lo explicaron en una visita a una fábrica de Nissan, lo del kairo no lo sabía. Claramente a España como nación lo que necesitaría es kairo, pero porque llevamos décadas abandonando el kaizen (incluso el zen a secas). Sobre la segunda historia: evidentemente, el terapeuta ayudó al playboy a seguir siendo un cretino, pero por lo menos no le sacó el dinero durante cinco años, como habría hecho un psicoanalista. La relación con las otras dos historias se verá más clara cuando escriba el post-epílogo con las moralejas, pero hacerlo suficientemente breve me va a llevar mucho tiempo 😉

  9. Athini Glaucopis dijo:

    Nunca olvidare el estupor general que se apoderó de todos los profesores cuando, hace unos veinte años, el director nos explicó en un claustro que las aulas no podían tener tarimas: se habían prohibido debido a razones pedagógicas, porque suponían (según los «expertos») una intolerable marca de jerarquía que impedía la participación de los alumnos.
    .
    Las clases tenían por entonces 45 alumnos, y la tarima no era entendida por nadie como una cuestión simbólica, sino como una necesidad material semejante al uso de la tiza y la pizarra: sin tarima la mayor parte de los alumnos no podían ver ni al profesor ni lo que se escribía en la pizarra, y, naturalmente, el profesor no podía ver a la mayor parte de los alumnos, y no podía, por tanto, saber si éstos tenían o no problemas para seguir sus explicaciones. Con un razonamiento semejante, los pedagogos podrían haber suprimido la pizarra: ¿o acaso no es un intolerable símbolo de jerarquía el que el profesor utilice un útil de escritura mucho mayor que el de los alumnos?

    Suprimir la tarima era el equivalente a decirle a todos los que estaban más allá de la tercera fila: lo que sucede allí adelante no va con vosotros; no vale la pena que os esforcéis, porque no vais a ver nada de lo que allí pasa, así que lo más razonable es que aprovechéis el tiempo de la clase para cuchichear o jugar entre vosotros: el «profe» no puede veros.
    .
    En sentido contrario, la «teoría de los cristales rotos» puede aplicarse no sólo a la conducta de los alumnos, sino también a las relaciones entre «expertos pedagogos» y profesores: si los pedagogos observaron que se les obedecía a pies juntillas en una cosa menor, pero tan evidentemente antipráctica, es lógico que luego se sintieran capaces de seguir adelante con la aplicación de las más disparatadas, megalómanas e incontrastadas teorías; y si los profesores vieron que las «autoridades educativas» imponían bobadas semejantes, es lógico que interiorizaran que la ruina del sistema era tan inevitable que no merecía la pena gastar tiempo ni esfuerzo en evitarlo.

  10. «lo que parece claro es que el descenso del crimen empezó por el metro, antes de que (eventualmente) Giuliani pusiera más difícil tener armas» no me acaba de cuadrar con las fechas, lo siento. El descenso de la delincuencia fue muy lento, casi una década que se enmascara en la gráfica al exponer un período de tiempo muy extenso, desde los sesenta nada menos. Las causas son ciertamente muchísimas, lo que tengo claro es que la explicación del hecho hará recaer el peso más en unas o en otras según tu sesgo político, social o ideológico. Ve otra interpretación, para mi gusto tan demasiado reduccionista como la tuya, con perdón: http://foro.enfemenino.com/forum/f95/__f14792_f95-Nino-no-deseado-futuro-delincuente.html
    Por mi parte tengo claro que veo mucho más plausibles el repunte económico, la relajación del conflicto racial con el aumento de tasas de empleados públicos de negros, el estricto control de armas que impuso el alcalde y la presión policial (eso de «tolerancia cero», si mal no recuerdo, se lo inventó precisamente él).
    Lo del metro lo encuentro, sinceramente, anecdótico, aunque interesante sin duda como símbolo, como bandera que enarboló ese tipo tan maltratado por la prensa del momento. Un republicano bien curioso. Y no soy precisamente un fan de los republicanos.

  11. pseudópodo dijo:

    Amigos: me voy de puente, que tal como se ha puesto la CEOE se ha convertido en una obligación cívica. A la vuelta sigo, que está muy interesante la cosa.

  12. loiayirga dijo:

    Muy interesante toda la serie. A la espera de las conclusiones tengo que insistir en la hipótesis que nombra David Revilla.
    Yo se la leí a Arcadi pero por lo visto apareció por primera vez en Freakonomics.
    Desde luego la posibilidad de niños no-deseados y de escasos medios como futuros delincuentes es plausible pero supongo que habría que saber algo más.
    Aquí hay una explicación. http://www.undiadefuria.org/node/view/3711

  13. loiayirga dijo:

    Mi inglés no es tan bueno como para leer de corrido el siguiente post, pero parece que es un asunto controvertido el de la legalización del aborto y la disminución del crimen.
    http://www.isteve.com/Freakonomics_Fiasco.htm

  14. La realidad siempre es multicausal, pero nuestra cosmogonía tiende a dar más relevancia a aquellas causas que hagan más juego con nuestras ideas.

  15. ¿Habría manera de hacer un análisis multivariante de todos los factores analizados? Lo digo porque si reduces la lectura de datos a una ventana temporal y a un tipo concreto puedes dejar de lado los más relevantes.

    Recuerdo que en Suiza desde hace años hay tolerancia cero con las pintadas, y al parecer eso ahorra muchos costes de mantenimiento del mobiliario urbano.

    Lo de evitar que se pintaran los vagones de NY fue toda una operación de seguridad, hubo que utilizar perros y guardianes nocturnos pues se pintaba en los garajes. Y de paso se acabó con el movimiento cultural grafitero.

    Otra manera de acabar con el efecto de las pintadas es institucionalizarlas, como se intenta en Brasil.

  16. Folks dijo:

    Discrepo totalmente hoy. El descenso del crimen no fue un fenómeno neoyorkino, fue un fenómeno a escala nacional en los EEUU. E.g.

    Even though the U.S. crime rate fell by a third in the 1990s (and by two-thirds in many large cities)— the murder rate by more than 40 percent—the inmate population continued growing during this period, an increase that cannot be explained by population growth, since the population grew by much less than a third in the 1990s.
    Fuente: http://www.becker-posner-blog.com/2011/12/does-america-imprison-too-many-people-posner.html

    Esta historia sugiere la misma correlación (que no causación) http://www.theatlanticcities.com/jobs-and-economy/2011/11/cocaine-plummeting-price-nationwide-drop-violent-crime/474/ con la bajada de los precios de la cocaína en EEUU (Y en menor medida en la producción local de anfetaminas y similares)

    En Freakonomics hay un análisis estadístico que muestra una correlación fuerte sobre todo en estados que despenalizaron el aborto…

    Sobre ese fenómeno que se dio entre los 70-80 y el 2000 en USA hay mucho escrito y poco claro. Es una de esas (muy extrañas) situaciones en las que todo el mundo tiene una opinión y todos parecen tener razón.

  17. pseudópodo dijo:

    Folks, los artículos que enlazas hablen de una bajada de entre el 40% y el 50% en los 90s, que sería lo estándar en las grandes ciudades de los USA. Pero la gráfica del post dice que en Nueva York la caída fue de 2245 homicidios en 1990 a unos 650 en 2000; eso es más del 70% (y al tratarse de bajadas, la diferencia entre 50% y 70% es una barbaridad). Yo creo que Gladwell tiene razón al señalar que en Nueva York tuvo que operar algún factor adicional.

    De la teoría de Levitt que atribuye la caída del crimen a la legalización del aborto ya había oído hablar, y la verdad es que me parecía muy inverosímil. Hay muchas razones obvias para desconfiar.

    Primero, es una historia demasiado redonda y muy halagadora a los oídos progresistas. Tiene todos los ingredientes para convertirse en Instant Conventional Wisdom, como dice el 2º enlace de Loiayirga.

    Segundo, la bajada del crimen es muy abrupta. Suponiendo que realmente se produjera una subida brusca en el nº de abortos hace 20 años (y no una transferencia de abortos ilegales a abortos legales, como parece más probable y como los propios defensores del aborto suelen sostener), es inverosímil que el efecto de ese cambio brusco al cabo de 20 años sea también brusco. Esto es intuición de físico: en cualquier sistema físico realista, un retardo temporal funciona como un filtro paso bajo (es decir, la rapidez de los cambios se suaviza). En el caso del crimen, mucho más, porque no todos los criminales se inician a la misma edad.

    Tercero, desde un punto de vista psicológico no me convence nada la idea de que el niño no deseado es un futuro criminal (por cierto, David, vaya panfleto el del foro “en femenino” que nos has enlazado… mejor no me doy por aludido cuando lo comparas con mi post, aunque sea “con perdón”…) La idea tiene por supuesto un repugnante tufo eugenésico, pero eso no debería usarse aquí, porque aún así podría ser verdadera. Lo que hace que no me convenza desde el punto de vista psicológico es que me parece que cae precisamente en el error fundamental de atribución, al señalar a la personalidad de esos niños (que deberían haber sido abortados) como la causa del crimen. Sabemos muy bien, sin embargo, que son el ambiente, las circunstancias y la estructura social los factores que realmente influyen, y esa es justo una de las ideas clave que quería subrayar con estos posts.

    Hasta aquí mis ideas previas sobre la teoría de Levitt. Ahora que he leído los enlaces, sobre todo el segundo de Loiayirga, el muy recomendable de la Wikipedia y este de The Economist, estoy mucho más convencido de que la teoría es un fiasco, cultura pop que triunfa porque dice lo que cierta gente quiere oir…

    Por lo demás, caben otras explicaciones, además de la de las ventanas rotas. Estoy dispuesto a conceder verosimilitud a cualquiera que ponga el énfasis en factores sistémicos que operaran en NY con más intensidad que en otros sitios… Pero el análisis multivariante que pide Alberto parece que está por hacer. En cualquier caso, el tema es bien curioso.

    Athini, me he ido por otros derroteros, pero que conste que me ha parecido muy aguda tu aplicación de la teoría de las ventanas rotas a las relaciones entre “expertos pedagógicos” y profesores…

  18. Aloe dijo:

    A mi me encantan estas historias, y estoy de acuerdo en general con «el poder del contexto» y todo eso.
    Pero esta no me la trago, simplemente.
    Me creo el efecto clásico de los «cristales rotos», cuyo análogo todos podemos observar: si el suelo de un bar está limpio, tiende a permanecer bastante limpio. Si hay porquería en el suelo, la porquería aumenta en progresión imparable, porque nadie se abstiene de tirar cosas al suelo. Desde que yo era pequeña hasta ahora, la gente ha dejado de considerar normal tirar al suelo en la calle cualquier cosa, porque ahora hay papeleras y las calles se limpian más, y los hábitos han seguido detrás.
    Me creo que en un barrio concreto donde se eliminen los rincones oscuros y la sensación de inseguridad y sordidez a base de luz y limpieza, la gente se anime a salir, se considere más segura, entonces los malhechores empiecen a encontrarse a disgusto, los adolescentes se corten más de hacer gamberradas… y empiece un «círculo virtuoso» digamos, de más gente en la calle, más seguridad y menores expectativas de asalto y delito. Las expectativas son algo muy poderoso.
    …Pero no tanto como para afectar a las estadísticas globales de Nueva York apreciablemente.
    Yo me creo más la teoría de Freaknomics, aunque no me guste, probablemente combinada con razones adicionales en el caso de esa ciudad concreta.

    (Tampoco me trago que los pedagogos hayan cambiado la forma de dar clase, pero eso es otra cuestión. No me lo trago porque a) la forma de dar clase -en donde han quitado las tarimas a regañadientes que es la secundaria- n o ha cambiado en nada o casi nada y b) los profesores no tienen que justificar lo que hacen ni atenerse a reglas pedagógicas, ni se les miden objetivos y resultados, así que no tienen que hacer caso a nadie, y en efecto, si no quieren no se lo hacen)

  19. «De la teoría de Levitt que atribuye la caída del crimen a la legalización del aborto ya había oído hablar, y la verdad es que me parecía muy inverosímil. Hay muchas razones obvias para desconfiar.

    Primero, es una historia demasiado redonda y muy halagadora a los oídos progresistas. »

    Pues me volverás a perdonar pero ondear tu prejuicio contra «los oídos progresistas» como argumento te deja en muy mal lugar. De hecho el post en sí es un argumento que reúne justamente esas características que comentas… pero para los oídos conservadores, y no se me ocurre decir que eso desmerezca el post, más que nada porque maldita sea lo que puede tener que ver el que la información apoye o deje de apoyar una u otra postura política con su consistencia o veracidad.
    Impropio de tí.

    Y lo del aborto como causa lo traje yo… Para decir que no me convence en absoluto. No por ningún tufo eugenésico, que no lo veo por ningún lado, es que dudo mucho que el efecto real sea mayor que la limpieza en el metro. Por la misma razón: los motivos para delinquir no pasan por ser hijo no deseado o ir en un vagón sucio, aunque uno sea más propenso a hacerlo siendo hijo no deseado o viajando en un vagón sucio. Los motivos son otros, y si descendió la criminalidad muy posiblemente será porque descendieron las causas de la criminalidad. Que seguro serán multifacéticas, poliédricas y difícilmente explicables.
    «Segundo, la bajada del crimen es muy abrupta.»
    Tal y como señalé comentando tu propio gráfico, no es así. Son 10 años de descenso.
    «Lo que hace que no me convenza desde el punto de vista psicológico es que me parece que cae precisamente en el error fundamental de atribución, al señalar a la personalidad de esos niños (que deberían haber sido abortados) como la causa del crimen. Sabemos muy bien, sin embargo, que son el ambiente, las circunstancias y la estructura social los factores que realmente influyen, y esa es justo una de las ideas clave que quería subrayar con estos posts.»
    Ya, pero la personalidad de esos niños no deseados será fruto directo del ambiente, las circunstancias y la estructura social en la que crecieron, siendo hijos no deseados. Dudo mucho que sean las mismas que las de los hijos deseados. Y por cierto, ¿de repente aquí si ves lógico aplicar esos criterios (ignoro si progresistas, pluscuamperfectos o peripatéticos, pero sin duda muy lógicos y creíbles) de las circunstancias sociales en el que crecen los jóvenes como determinantes de su tendencia a la delincuencia, pero no te sirven para restarle peso a la limpieza del metro?

  20. Frenzo dijo:

    Me llamó mucho la atención de que la lucha contra los graffiti pudieran considerarse el puntapié inicial para disminuir los crímenes, sobre todo porque, como señala un anónimo, el graffiti puede ser una forma de arte de muy alta calidad. Algunos ya son clásicos, obras de arte que definen una época, como el activista lanzador de flores ( http://lacomunidad.elpais.com/blogfiles/cortesamador/lanzandoflores.jpg ). Sin embargo, supongo que la cosa tiene más sentido si se piensa que los graffiti de los subtes de NYC no debían tener igual calidad artística y estaban más cerca del vandalismo que del arte ( http://graffitinewyork.com/post/885218357/complexxthought-jordantrent-alexanderrichterphoto ).

  21. pseudópodo dijo:

    Aloe, precisamente describes muy bien la idea y el mecanismo del círculo virtuoso. Que un círculo de esos pueda reducir apreciablemente el crimen en el metro de NY a mí me parece muy verosímil, y por lo que dices, a ti también. Que se extienda a la ciudad, una vez que se ha “limpiado” ese sistema circulatorio que es el metro, no me parece increíble, más cuando se combina con el control de armas y otras medidas adicionales.

    Lo que no me parece verosímil es el efecto del aborto, y con esto paso a contestar a David Revilla. Lo primero: en mi comentario no “ondeaba mi prejuicio contra los oídos progresistas como argumento”. Si acaso, sacaba a relucir mi prejuicio contra todo lo que halaga los oídos de la masa (en general) o de un grupo de intereses. Y eso es justo lo que pasa con el argumento del aborto de Levitt: viene que ni pintado para justificar el aborto como profilaxis social (llámalo así si no quieres hablar de eugenesia) y para escribir panfletos como el que enlazabas.

    Pero eso evidentemente no es un argumento, y no lo uso como tal, sólo digo que es algo que me pone en guardia. Argumentos son los otros dos que daba, pero en realidad no merece la pena insistir sobre ellos (y seguramente no debí dedicarles tanto espacio) porque eran lo que pensaba antes de haberme informado más con los enlaces que me dejasteis y que busqué. Y creo que ahí, sobre todo en los que puse en mi comentario anterior, es donde está la chicha del argumento contra Levitt. Si quieres, repasa el artículo de la wikipedia y el de The Economist.

    Te agradezco de todos modos el comentario porque veo que sirve para aclarar algún malentendido. No me había quedado claro que no te convenciera en absoluto la teoría del aborto, por ejemplo. Aclarado queda y no insisto en criticar esa teoría por mi parte. Y veo, por lo que comentas al final, que no me he debido de explicar con el argumento de las circunstancias sociales. No veo ninguna inconsecuencia en lo que digo: precisamente que las circunstancias ambientales sean tan importantes (el poder del contexto) es lo que hace que sea creíble la importancia de la limpieza del metro. Es la misma idea: lo decisivo para que haya crímenes no es que haya natural-born-killers sino que se den ciertas circunstancias que los favorecen. Por eso podemos hacer que el crimen descienda sin tener que meter a esos asesinos natos en la cárcel y sin tener que abortarlos.

    Frenzo, sí, parece claro con tu segunda foto que no era Bansky el autor de la mayoría de esas pintadas (se me pasó por alto agradecer al anónimo su enlace, por cierto…)

  22. Folks dijo:

    Pseudópodo, mira el ratio de homicidios de L.A. http://www.laalmanac.com/crime/cr02.htm, son muy parecidos a NY (De 21,2 por 100k habitantes a 6,7 en 2009), sin embargo Chicago es una calamidad http://en.wikipedia.org/wiki/Crime_in_Chicago, de ahí que la media de las grandes ciudades no sea tan abrupta. La bajada de NY hay que ponerla en contexto: ¿Cuánto bajó el crimen en relación a otras ciudades semejantes? Esa diferencia podrá ser atribuída (con reservas) a las políticas locales. ¿Qué eficacia tuvieron cada una de esas políticas locales? Esa ya es otra historia. A priori, comparada con las otra dos grandes ciudades de USA (San Francisco la aparto por pereza, es tarde y no estoy en condiciones de buscar estadísticas) el cambio con respecto a Chicago es espectacular, con respecto a LA no tanto (sí, baja más, pero no tanto más) Y en LA no hay metro que valga, tienen uno de los sistemas de transporte público más calamitosos que el primer mundo haya conocido.

    Y sí, lo de Levitt lo dije de pasada como «otras explicaciones» que se han querido dar, no quería dar la impresión equivocada, pero lo hice. De hecho el análisis estadístico no es demasiado robusto porque infiere causalidad sin hacer un event analysis «como Dios manda» Siento haber causado confusión.

  23. Folks dijo:

    Ojo, no digo que la salubridad del metro no tenga su efecto, probablemente lo tenga, pero hay un factor subyacente que se nos escapa, y es de aproximadamente un orden de magnitud superior.

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  25. «No veo ninguna inconsecuencia en lo que digo: precisamente que las circunstancias ambientales sean tan importantes (el poder del contexto) es lo que hace que sea creíble la importancia de la limpieza del metro. Es la misma idea: lo decisivo para que haya crímenes no es que haya natural-born-killers sino que se den ciertas circunstancias que los favorecen. Por eso podemos hacer que el crimen descienda sin tener que meter a esos asesinos natos en la cárcel y sin tener que abortarlos.»

    Claro. El punto en el que juraría no acabamos de coincidir es en el de que para elegir entre una opción y otra no nos queda más que la ideología. Y tú mismo lo señalas en el párrafo primero de tu respuesta:
    «a mí me parece muy verosímil, y por lo que dices, a ti también. (..) Lo que no me parece verosímil es el efecto del aborto»
    Lo único que tenemos para preferir una opción u otra es la ideología, esa figura tan denostada últimamente.

    Ondeen tus prejuicios como argumento o no, lo cierto es que a la historia del metro le ocurre lo mismo que al aborto: la limpieza del metro como causa del fenómeno a determinar es un argumento demasiado redondo, que halaga demasiado a oídos conservadores. Pero rechazar la historia o simplemente desconfiar de ella más de lo que desconfiarías de la contraria es cegarse voluntariamente: O se analiza sin pensar en el prejuicio previo que nos da la ideología, o estaremos cometiendo un error algo tonto, la verdad.

    Espero haberme explicado mejor.

  26. pseudópodo dijo:

    Folks, gracias por los datos, pero creo que confirman más o menos lo que decíamos: en LA baja un 50% en los 90, y en Chicago una miseria, un 25%… sigue pareciéndome que NY es especial, aunque es verdad que hay una tendencia a la bajada global, pero tanto como un orden de magnitud superior…

    David, sí creo que te has explicado mejor y ahora nuestras posturas están más cercanas. Hasta concedo que me influye la ideología a la hora de considerar una explicación más verosímil que otra. Pero el que esté libre de ese pecado, que tire la primera piedra: la ideología (o en general, la visión del mundo, porque no tiene por qué ser algo muy articulado políticamente) funciona como una heurística, como otra más de las muchas que usamos constantemente cuando faltan datos o hay que tomar una decisión rápida. Lo que es censurable es que prevalezca sobre el juicio y los datos.

    Con lo que no estoy de acuerdo es con que en el caso de la explicación cristales rotos vs. explicación aborto “lo único que tengamos para preferir una explicación a otra sea la ideología”. Me parece que los enlaces que puse antes, si los revisas, dibujan un caso bastante contundente contra la tesis de Levitt. Otra cosa es que sustenten la de los cristales rotos, eso tampoco, porque hay muchas otras posibles explicaciones. Es lo malo que tiene el mundo real…

    De todos modos, a mi me gusta la de los cristales rotos no por su aroma conservador (aunque no niego que me gusta ese olor) sino por su aroma sistémico, que es en realidad de lo que quería hablar, y lo que comparte con los jabones de Karachi y con el caso del playboy…

  27. «Me parece que los enlaces que puse antes, si los revisas, dibujan un caso bastante contundente contra la tesis de Levitt» Tan contundente como se puede ser en un tema tan escurridizo como este… lo que no es mucho.
    Lo malo es que para pretender que la tesis de los cristales rotos es mejor necesitarías algo más que una correlación en el tiempo entre ambos hechos, algo que comparte con la tesis del aborto.
    Tema paralelo (y muy interesante a mi modesto entender) es el de la ideología, y en especial un «subsubtema» que a mi me interesa especialmente, su demonización en los últimos tiempos, como si fuera posible hacer una explicación del universo sin partir de una ideología o si prefieres decirlo así, una cosmología. Sin duda asistimos a un intento falaz y torcitero de hacer pasar como algo objetivo lo que no es sino OTRA ideología. Y todos tenemos mucho que perder, no solo los que como yo nos consideramos más de izquierdas (como a estas alturas ya habrás imaginado).

    Pero volviendo al tema, que no soy quien para definir el hilo en este site, es sin duda interesante el ghilo que has formado con los dos post anteriores, de hecho mi comentario inciial no dejaba de ser una queja precisamente porque no me funciona tan bien este post como los dos anteriores… Y ya se sabe que los argumentos, si van de 3 en 3, por algún motivo desconocido suenan más convincentes 🙂

  28. Folks dijo:

    Quien dice orden de magnitud dice orden de magnitud de orden 2. Más o menos.

  29. loiayirga dijo:

    En TERCERA CULTURA he encontrado una entrevista a Pinker sobre su último libro la violencia.
    Nombra la hipótesis de la disminución de la violencia por el aborto. Y parece que la da por ampliamente refutada. Remite a unas páginas de The Better Angels of Our Nature.

    «Usted se refiere a una teoría propuesta por el economista Steven Levitt y
    popularizada en su famoso bestseller (con Stephen Dubner) titulado
    Freakonomics. Levitt planteaba que el descenso del crimen en América en
    los 90 fue el resultado a largo plazo de que hubieran nacido menos bebés no
    deseados tras la legalización del aborto en 1973. Pero luego proseguía
    alegando tres causas adicionales para el descenso del crimen. De las cuatro,
    la hipótesis del aborto ha sido ampliamente refutada, por razones que repaso
    en las págs. 119-121.»

  30. Pingback: El efecto «ventanas rotas» en acción: 365 días en la vida una bici aparcada en las calles de Nueva York | Tecnomize.net ! – Programacion , Telefonia , Informatica en General y Mucho Mas

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  32. Juan Carlos dijo:

    Me ha encantado la frase «¿no estamos volviendo a un concepto de la ley y el orden incompatible con las ideas progresistas que todo buen ciudadano debe tener?». Lo dice todo:Solamente se puede ser BUEN ciudadano si se tienen ideas PROGRESISTAS. Y además, las ideas PROGRESISTAS van contra la LEY y el ORDEN. ¡Genial!

  33. graffiti dijo:

    EL ARTE INCITA A LA VIOLENCIA

  34. Felipe López Santiago dijo:

    Yo no estoy muy de acuerdo con la teoría de las ventanas rotas, pues creo que se tiende a criminalizar a las clases bajas (a los pobres, vamos), castigándolas con todo el peso de la ley, mientras con ciudadanos más pudientes esa misma ley es más blanda, ya no digamos con los delitos de cuello blanco. Sin embargo, aquí viene una experiencia personal: vivo en una unidad habitacional del Infonavit, en la Ciudad de México. Muchos de los edificios circundantes han sido invadidos de graffiti, y, en efecto, si no se limpian rápido las pintas tienden a crecer, hasta hacerse enormes. En mi edificio, de manera personal y por iniciativa propia, cada vez que aparecía (y aparece) un graffiti, lo borro en menos de una semana. El resultado ha sido que mi edificio, al menos en las partes más visibles, es de los pocos libres de pintas. ¿Apliqué intuitivamente la solución propuesta por la teoría de las ventanas rotas? Tal vez. Otra experiencia es con la basura que a veces es arrojada en mi edificio. La he revisado, y varias veces he encontrado correspondencia rota, con el nombre y la dirección de quien —a todas luces— depositó indebidamente su basura, esperando que los demás se hicieran cargo del problema. Así que llevé la basura de regreso al lugar de donde provenía, que por supuesto eran edificios cercanos, la dejé en la puerta de los mismos, con un mensaje de a quién pertenecían las bolsas con desperdicios. Pensé que iba a ser objeto de venganza, como recibir de vuelta la basura, y para mi sorpresa no ocurrió nada, no volvieron —al menos las mimas personas— a traer su porquería a mi edificio. ¿Funciona la teoría de las ventanas rotas? No lo sé, creo que debe estudiarse más a fondo el problema del vandalismo, para no criminalizar la pobreza, pero esta tampoco es pretexto para delinquir y abusar de los demás. Yo provengo de una familia proletaria, y no me educaron para decir que soy pobre y que por eso me aprovecho de los demás hasta donde puedo.

    Felipe López Santiago

  35. pseudópodo dijo:

    Admirable lo que cuentas, Felipe. No creo que la teoría de las ventanas rotas criminalice la pobreza, en cierto modo es al contrario: el pobre no tiene nada malo en sí, es el ambiente el que desencadena una respuesta que sería igual de mala con otra gente en el mismo ambiente.

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