Otro libro comprado de ocasión. Creía que conocía de vista todos los títulos de El libro de bolsillo de Alianza Editorial, de tantas veces como los he repasado en las librerías desde que era pequeño. Por eso me sorprendió encontrarme con éste, que (con ese extraño título) no me sonaba de nada.
Hermano Animal resulta ser la historia de Víctor Tausk. Un perfecto desconocido hoy, pero que en su día fue unos de los más brillantes discípulos de Freud. Tausk se suicidó en 1919 y su rastro se borró prácticamente de la literatura psicoanalítica, hasta el punto de que el autor, Paul Roazen, que había escrito ya un libro sobre Freud en 1964, no había oído nunca su nombre. Por esas fechas comenzó el gran proyecto de entrevistarse con todas las personas aún vivas que habían conocido a Freud, y empezó a encontrarse una y otra vez con el nombre de Tausk, siempre rodeado de un halo de misterio. Roazen se empeñó en averiguar quién fue Tausk y acabó dedicándole un libro independiente: éste.
Víctor Tausk nació en Eslovaquia en 1879, hijo de un periodista de origen judío. Se crió en Zagreb y Sarajevo, que entonces pertenecían al Imperio Austro-Húngaro, y a los 18 años fue a la capital, Viena, a estudiar derecho. Su vocación era la medicina pero era una carrera más larga y cara. Conoció allí a Martha Frisch, con la que se casó en 1900. Regresaron a Sarajevo, Martha perdió el hijo que esperaba, Víctor acabó allí la carrera, ejerció como abogado en varias ciudades, tuvieron dos hijos… pero lo que parecía una vida encarrilada se truncó: decidieron separarse y en 1905 Martha volvió a Viena y Víctor se estableció en Berlín.
Allí empezó una nueva vida: escribió poesía y teatro, probó la música y la pintura, pero la pobreza y el exceso de trabajo le llevaron primero a la enfermedad y luego a la depresión. Se recuperó, sin embargo. Contactó con Sigmund Freud por carta y en 1908 volvió a Viena con el firme propósito de estudiar medicina y hacerse psicoanalista. En unos años vertiginosos terminó la carrera, se convirtió en un destacado discípulo de Freud y hasta Lou-Andreas Salomé se dignó añadirle a la lista de sus amantes (que ya contaba con figuras como Nietzsche y Rilke).
Tausk fue el primero en aplicar el psicoanális a los psicóticos y en usarlo para teorizar sobre la creación artística. Pero su propia brillantez se convirtió en su mayor problema. Freud quería discípulos inteligentes, sí, pero que no le hicieran sombra ni tuvieran ideas propias. El psicoanálisis se fue convirtiendo en una doctrina de la que no se podía disentir sin convertirse en un hereje y ser expulsado (como ocurrió con Adler o Jung). Tausk nunca quiso ser un hereje, pero por su misma ortodoxia irritaba más a Freud: éste veía sus ideas anticipadas o desarrolladas por Tausk y eso comprometía su posición como profeta único e indiscutible.
Para mí, este conflicto es lo mas interesante del caso de Tausk, precisamente porque va más allá de la particular historia del movimiento psicoanalítico. Es el conflicto entre maestro y discípulo, inevitable y cuajado de paradojas, que aparece una y otra vez en la historia del pensamiento. En el libro, Paul Roazen le dedica bastante atención, pero creo que pierde la oportunidad de abordarlo a fondo. Igualmente, aunque no hay duda de que ha hecho un gran trabajo rastreando la figura de Tausk en cartas y documentos, su personalidad no acaba de perfilarse. El libro, tras un principio muy prometedor, se estanca, y para mi gusto no ayuda que enseguida recurra a explicaciones psicoanalíticas (por muy obligadas que parezcan en un tema como este).
Finalmente, ¿por qué se suicidó Tausk? Durante la primera guerra mundial demostró una entereza rayana en el heroísmo, y se las arregló para seguir escribiendo artículos y estudiando casos. Pero la vuelta a la vida civil fue muy dura: rayando los cuarenta años, no tenía ningún medio de vida, y aunque divorciado, tenía dos hijos que mantener. Roazen pone, sin embargo, más énfasis en dos factores personales. Por un lado, el conflicto con Freud, que se agudizó cuando Tausk pidió ser psicoanalizado por el maestro y éste se negó. Por otro, su incapacidad patológica para mantener una relación estable. Tausk tenía un gran atractivo para las mujeres, pero fue rompiendo con todas, y cuando finalmente se prometió a una antigua paciente, su pánico al matrimonio precipitó el suicidio, según Roazen.
Seguramente nunca sabremos si fue así. Pero merece la pena citar aquí unas líneas de la carta que Freud escribió a Lou-Andreas Salomé contándole el suicidio del que había sido amante de ella y discípulo de él:
El pobre Tausk, a quien durante algún tiempo usted distinguió con su amistad, puso completo fin a su vida el 3 de julio. Agotado por los horrores de la guerra, se disponía bajo las circunstancias más adversas a reconstruir la existencia que su servicio militar había arruinado. Intentó admitir a una nueva mujer en su vida, y se disponía a casarse una semana después, pero cambió de decisión (…) En la carta que me dirigió declara su inamovible fidelidad al psicoanálisis, me expresa su agradecimiento, etc. Pero resulta imposible adivinar lo que había detrás de todo aquello. El caso es que Tausk sucumbió en su tenaz lucha con la muerte. Confieso que no le echo en realidad de menos; hacía tiempo que le consideraba inútil, cuando no una amenaza para el futuro.
Realmente debe ser una carga muy difícil de llevar ser el discípulo de un profeta.
Este es uno de los posts más interesantes del año, porque a todo hijo le pasa, y todos sabemos un poco de ello; y si además somos hombres de ciencia, a todos nos ha pasado, porque esa relación entre maestro y discípulo, inevitable, es la paterno-filial.
Que gran verdad eso de que a todo hijo le pasa, especialmente cuando los padres se sienten amenazados no se de qué y se enrocan en sus posiciones. No se qué ego acaban desarrollando los padres respecto a sus hijos que tengo miedo de que a mí me pase lo mismo.
No sé si dependen de un contexto más amplio, pero las últimas frases de la carta de Freud:
» Confieso que no le echo en realidad de menos; hacía tiempo que le consideraba inútil, cuando no una amenaza para el futuro.» me parecen excesivamente crueles. Le hacía a Freud un tipo frío y analítico, pero no hasta estos extremos…
josele: efectivamente, ese es uno de los leit motivs más importantes de la vida. Generalmente uno acaba llegando a compromisos, pero puede ser dramático es cuando alguien («el padre») tiene una personalidad tan fuerte como la de Freud.
Por cierto, para triglifo: he mantenido las frases anteriores a la que citas precisamente para que se aprecie el contexto. A mi me parece heladora, y Roazen, que era precisamente un experto en Freud, dice en más de un sitio que, aunque podía tomarse muchas molestias con los pacientes y ser generoso y compasivo, con los años se fue centrando más y más en su misión profética y valorándolo todo en función de lo que aportaba al éxito del psicoanálisis. Y para eso, según el criterio de Freud, Tausk era inútil, o una amenaza…
Me ha encantado tu forma de concluir tu revisión a la biografía de Víctor Tausk, un personaje que admito desconocía hasta el momento, “realmente debe ser una carga muy difícil de llevar ser el discípulo de un profeta.”
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