Y yo que pensaba que en el ABC estaban ninguneando a Andrés Ibáñez… Hace una semana compré el periódico por casualidad y me lo encontré nada menos que en la tercera, el sitio de honor. Y el artículo lo merece: léanlo.
* * *
Ya está a la venta «España. El juego», un divertido juego de mesa en el que pueden participar jugadores de seis años en adelante. Es un juego ideal para la familia, pero también pueden disfrutarlo los niños y los adultos por separado. Una de las particularidades de este original juego de mesa es que en él nadie gana, y por tanto nadie acaba enfadándose. «España» es el único juego conocido que no puede tener campeones ni campeonatos. En «España» todos fracasan al final, pero durante la partida se pasa estupendamente.
«España» se juega sobre un tablero dividido en cuadrados. Cada jugador dispone de cinco fichas del mismo color y distintas formas. Se tira por turno, con un dado. Existen tarjetas de «Sorpresa», «Castigo», «Timo», «Expectativas» y «Amiguetes». Normalmente, si uno cae en una casilla de «Expectativas» en la que le surge la posibilidad de algo bueno, tendrá que disponer de al menos dos fichas verdes de «Amiguetes». Cuantos más «Amiguetes», más posibilidad tendrá de conseguir lo que desea, aunque las «Sorpresas», que son casi siempre negativas (la mayoría de las «Sorpresas» consisten en cambios en la legislación), los «Castigos» y sobre todo los «Timos» acabarán, tarde o temprano, por frustrar sus expectativas o arruinarle.
Las partidas son acumulativas. Se pueden jugar hasta cinco seguidas y conectadas. El jugador que menos se arruina en una partida, en la siguiente es «Caradura», en la siguiente «Trepa», en la siguiente «Conectado» y en la última «Hijo de Buena Familia», lo cual le va dando ventajas adicionales. El «Hijo de Buena Famil i a » , por ejemplo, es casi invulnerable : dispone de cincuenta fichas blancas llamadas «Carta blanca» gracias a las cuales puede evitar los «Castigos» y los Cambios de Legislación, tiene «Amiguetes» automáticamente y dispone de una posibilidad que le permite una especie de victoria: no «ganar» el juego, sino salir del mismo a la región del tablero que rodea la cuadrícula, pintada de bonitos colores y llamada «Extranjero». El que llega al «Extranjero» no gana la partida, sino que, simplemente, queda fuera de «España».
«España», el divertido juego de mesa, se basa en diez sencillas reglas que aparecen impresas en la parte de atrás de la caja de cartón. Son las siguientes: 1. Las palabras no tienen nada que ver con las cosas. 2. Entrar en un sitio ha de ser siempre muy difícil, casi imposible. 3. No se debe dar información clara e inteligible sobre nada. 4. No se deben hacer las cosas pensando en su finalidad. 5. No se pueden tener dos cosas buenas al mismo tiempo. 6. Hay que cambiarlo todo continuamente, aunque esté nuevo y funcione bien. 7. Hay que defender lo pequeño, lo humilde, lo sencillo, lo breve, lo poco pretencioso. Se ha de intentar por todos los medios negar lo importante, desprestigiar lo grande, oscurecer lo valioso y aborrecer lo excelente. 8. Hay que presuponer que todo el mundo dice lo contrario de lo que piensa, y actuar en consecuencia. 9. Hay que intentar acostarse lo más tarde posible, reírse lo más posible y jamás hablar de nada profundo. 10. No se debe premiar al que hace algo bien, sino todo lo contrario.
Estas diez reglas tienen numerosas consecuencias en el juego. La regla 2, por ejemplo, relativa a «entradas y accesos» se refiere a edificios llenos de puertas que jamás se abren, cerraduras tan incómodas que es casi imposible meter la llave en ellas (son las estándar en España), túneles tan estrechos para acceder a estaciones o intercambiadores que los autobuses rozan sus paredes al entrar, accesos sin señalización que nos obligan a dar vueltas como tontos, etc. etc., pero también a instituciones o profesiones (notario, profesor universitario, farmacéutico, taxista) en las que es prácticamente imposible entrar o en las que es necesario el esfuerzo de toda una vida para entrar (dieciocho años haciendo oposiciones a la enseñanza, ¡cuando había oposiciones!).
La regla 3, por ejemplo, se basa en la idea de que dar información clara e inteligible a cualquiera, es decir, ¡a cualquiera!, es decir, incluso a personas que no conocemos de nada y que no son amigos nuestros, es una especie de deshonor. Por eso, el típico español confía más en el paisano que le dice cómo llegar que en los carteles de carretera, a menudo confusos y caprichosos. La regla 4 también tiene un fuerte componente humanista: en contraste con los fríos países del norte, que todo lo hacen pensando en la utilidad y en la función, en España las cosas se hacen por el gusto de hacerlas. Así, se levantan edificios impresionantes sin saber para qué se utilizarán, se ponen rotondas en lugares donde no se unen varios caminos, se enseñan asignaturas complicadísimas que no tienen utilidad alguna, etc. La regla número 6 refleja un sentimiento parecido, y se basa en la convicción de que las cosas hay que cambiarlas cada cierto tiempo, aunque estén en perfecto estado. Esto afecta no sólo a aceras, farolas o escaparates casi nuevos, sino también a las reglas, normas y leyes, que cambian continuamente, de modo que casi cualquier cosa que se hace en el juego resulta ser ilegal pocas jugadas después.
Sería imposible resumir aquí todas las variantes y sorpresas de este divertido juego. La regla 5, por ejemplo, que afirma que no puede haber dos cosas buenas al mismo tiempo, presupone que si uno escribe una buena novela no tendrá éxito, y que si una novela tiene éxito será una basura comercial. Esta curiosa regla produce muchos resultados sorprendentes: por ejemplo, nunca se da un premio importante a un libro de calidad. Si un libro de calidad recibiera un premio, entonces tendría dos cosas buenas al mismo tiempo, lo cual, dentro de las reglas del juego, es imposible.
Es verdad que «España» es un juego caro. Pero la inversión merece la pena. Puede jugarse desde que se tiene uso de razón y puede convertirse en el juego de su vida. Su originalidad consiste en que en él nadie gana. O que todos ganan lo mismo: nada.
Andrés Ibáñez, escritor.
¡Cuántas verdades! Me he quedado alucinado.
Algunas reglas no podrían haber sido más certeras, como que no puede haber dos cosas buenas al mismo tiempo, o como la de defender lo pequeño, lo humilde y lo poco pretencioso. Somos así, ciertamente, pero nunca me había parado a pensar que fueran cualidades específicas de los que jugamos a «España».
Me he reído mucho leyendo la descripción de las reglas del juego «España». Aunque mucho me temo que jugarlo, en contra de lo que defiende el autor, no es nada divertido para muchos de los jugadores.
Tampoco estoy de acuerdo con alguno de los puntos. Por ejemplo, no es cierto para nada que todos los jugadores ganan lo mismo. Para muestra este enlace:
http://www.fedeablogs.net/economia/?p=26655
Tampoco estoy muy de acuerdo con eso de que los «Hijos de Buena Familia» son los que se salen del tablero para seguir la partida en el «extranjero». Más bien son los que a menudo tienen el privilegio de tener el trabajo a pie de casa. O mejor dicho, a pie de chalet.
Federico, Andrés Ibáñez esta “sembrado” aquí, yo creo que ha dado con una idea muy buena al comparar España con un juego de mesa. No sé hasta qué punto es específico de España, por otra parte, he visto en el twitter alguien que recomendaba el artículo para entender el Perú… será que somos países hermanos al fin y al cabo.
Antonio a mi me daba la risa (floja) con lo de como te conviertes en “hijo de buena familia”. Y bueno, es verdad que en sentido literal unos ganan mucho más que otros, pero yo creo que es un acierto literario decir que al final nadie gana nada, porque es una manera de decir que es un juego de suma negativa… y que esas ganancias de unos cuantos, si las miramos con más perspectiva (y no sólo desde el punto de vista de la economía) no dejan de ser ganancias mezquinas…
Tengo un amigo –ilustre, por cierto– que achaca todos nuestros pecados latinos a la herencia hispánica y en particular a la de la Hispania Mediterránea. Según sus apreciaciones, humoristas en su tono y tenebrosas en su contexto, los conquistadores eran en su mayoría sevillanos, malagueños, cordobeses… judíos conversos, árabes resignados, gitanos irreverentes…renegados todos.
Y de esos humores surgen la laxitud, la desidia, el bonche y la lujuria: el mejor invento español siguen siendo las mulatas.
Éste, tu blog, es un ejemplo de racionalismo propositivo, de optimismo en la acción. Pero ésta, tu entrada, me resulta infeliz por generalizadora y pesimista. ¿No habrá Otra España más allá del caos, la ligereza y el timo?
¿O estamos dejándonos arrastrar por clichés doctrinarios, falacias y pesimismos, hijos todos de la señora crisis?
Seran todo lo mezquinas que quieras, pero al final no es lo mismo vivir la desesperación de un desaucio inminente o estrecheces económicas de todo tipo que tener un chalet en La Moraleja en medio de una vida de lujo.
Pero bueno, si efectivamente se trata de licencias literarias desde luego queda más poético y jocoso decir que nadie gana nada.
Un texto brillante. Amargo pero brillante.
No sé si estoy de acuerdo con la regla 7 (con que sea la que existe de verdad). Aquí lo que se busca y lo que brilla es el relumbrón y el caballo grande ande o no ande, la noticia con la que ponerse medallas de un día: mejor inaugurar nuevos puentes de Calatrava que mantener las carreteras, que no es noticia.
Mejor lanzar un nuevo cojo-programa cada dos años de «Acabar con la brecha digital» e «incorporar a España a las NT», con un nombre rimbombante que incluya «siglo XXI», que hacer el seguimiento, evaluación y mejora de los n proyectos anteriores iguales (que se quedaron en nada)
Mejor intrigar para que la UNESCO nombre alguna cosa «Patrimonio de la Humanidad» que mantener impolutos los anteriores Patrimonios de la Humanidad semi-abandonados.
Es parte de la razón por la que se cambian las leyes sin parar y se «arreglan» instalaciones e infraestructuras que funcionan: hay que salir inaugurando y hay que hacer como que se hace algo importante continuamente. Y eso no pasa solo con los políticos, sino que es un vicio más extendido, en empresas y en otros lugares: la apariencia importa más que la realidad, y eso lleva a que la gente finja continuamente que hace cosas importantes, es decir, que parezcan grandiosas.
Las cuatro primeras reglas me parecen un hallazgo de puntería sobrecogedora y de lucidez cegadora.
Y para los que tienen una actitud despectiva hacia Estados Unidos (me da igual si desde el conservadurismo elitista o desde el izquierdismo irredento): las principales diferencias culturales entre Estados Unidos y nosotros están ahí, en esas reglas.
Especialmente en las primeras (de la 2 a la 5) y en las 8 y 10.
(Hablo de «cultura» en un sentido amplio, antropológico si se quiere: la que impregna las actitudes, valores y hábitos)
Yo estoy de acuerdo en parte: negar que eso existe en españa y que decir que no se han creado unos hábitos culturales al respecto es ser un ingénuo, pero considerar que es que «la cultura española es así, o que los españoles somos así» o dar respuestas etéreas que viene a decir que es los habitantes de aquí somos malos malísimos (que encima suele ser apostillado con «en el resto de Europa no ocurre eso», como si fueran unos seres de luz que atan los perros con longaniza) es de simplones. La red y los bares curiosamente están llenos de Capitanes Justicias que se están todo el día quejando de la falta de honradez y el esperpento del español medio (un grupo en el que evidentemente ellos no se meten). Pues joer, demasiada gente veo yo que se desmarca del español medio, y encima nunca se ponen a buscar las causas del por que.
Un amigo mío siempre está con la misma cantinela de «lo poco honrados que somos los españoles» yo siempre le digo que eso se debe a las circunstancias sociohistóricas del país. El me dice que eso no es así que «eso no es la necesidad, que eso antes a lo mejor si, pero luego la gente no era pobre y seguía haciendo lo mismo (como si yo me refiriera a eso), sino que son muchas cosa como cultura, educación, mentalidad, blah blah blah blah» a lo que le contestaba «¿y eso de donde sale?» pues de «la educación cultura, mentalidad, y demás palabras etéreas que ni el parecen saber lo que significa. Al final la conversación acabó con un «no se, pero no es lo que tú dices y eres un pesao», le dije en toda su cara que el pesao era él y, aunque lo quiero y lo respeto, suelo callarme cuando el se marca uno de sus discursos porque no quiero acabar con quebraderos de cabeza ni malos rollos. Encima, dice ser comunista (incluso está afiliao al partido), por lo que creo que no tiene mucha idea de lo que es el materialismo histórico (con el cual no estoy de acuerdo totalmente).
Yo este artículo lo tomo como una perspectiva general de los problemas de españa, como un enumerado de las cosas que ocurren y, como al unirse, perjudican a base de bien. También entiendo que uno tiene muchas licencias y por tanto, no puedo tomártemlo al pie de la letra. Si lo hiciera, estaría faltando a la verdad, la cual es que hay de todo y que simplemente, mientras que en Suiza la maldad se manifesta con falta de transparencia en los bancos, aquí se hace con el chanchulleo, pero eso no significa que los españoles seamos sinónimos de tal o de cual (eso es autoracismo). En todos los lados se cuecen habas, simplemente cada uno tiene su receta.
Y bueno, yo no desprecio a los USA, y mucho menos su cultura empresarial, de la que España podría aprender mucho (que allí a veces se opte por no embargar a una empresa que está en bancarota para que esta se lo curre y pague las deudas cuando pueda es muy significativo), pero hay que comentar que, por ejemplo, las condiciones laborales son «menos rígidas» y se podrían dar cosas que en Europa serían impensables, sin olvidar las relaciones entre políticos y lobbies. Así que desprecio nada, pero tampoco se puede negar que ellos también tienen sus cosas.
Lo mejor de todo es que, a pesar de todo, ellos tienen unos mitos nacionales que al menos motivan y dar amor propio: la recompensa por el esfuerzo, la libertad individual, la propiedad privada. Quizas uno puede pensar que esa visión es muy dulce, pero al menos les beneficia de algun modo, no como nuestros mitos de auto-odio que hay en España a los que me he referido antes.
A veces pienso que somos los emos del mundo, la verdad.
Un artículo muy ingenioso y quirúrgico.
Sin embargo, coincido con algunas de las objeciones que se han hecho aquí.
Con @Antonio al advertir que no sea cierto que «nadie gane» al final. Eso sí, me temo que este juego de mesa tiene un micro agujero negro escondido que hace que las auténticas fichas ganadoras aparezcan ¡plop! como por arte de magia, en la cámara acorazada de algún banco suizo…
Con la de @Aloe al cuestionar la norma 7. Me parece una norma ambigua en los términos en los que está enunciada. Pienso que «lo pequeño, lo humilde, lo sencillo, lo breve, lo poco pretencioso» puede ser también algo de gran valor. Está bien apoyar y ensalzar al gran virtuoso de violín. Pero también lo está velar para que hayan medios para que músicos «sencillos» puedan tocar en los bares de una ciudad o que haya una buena enseñanza musical básica en las escuelas.
También me ha parecido oportuna la observación de @bloody acerca de ese «autoracismo» español (me ha hecho gracia esta palabra). Creo que en el artículo hay una no disimulada admiración del autor hacia la vida del norte de Europa, que aparece en la norma 9: «Hay que intentar acostarse lo más tarde posible, reírse lo más posible y jamás hablar de nada profundo» . Reírse no me parece nada malo. Lo de acostarse tarde lo veo más un factor cultural. Si en el norte de Europa luciera el sol y el clima que aquí, ya veríamos a qué hora se acostarían… Al menos en verano, muchos turistas europeos que vienen a España no tienen inconveniente en acostarse tarde a ritmo de sangría y tablao flamenco.
Supongo que siempre idealizaremos, no sólo tiempos pasados o futuros, sino otros lugares, otras culturas presentes, para bien y para mal. Y lo real siempre es mucho más complejo.
Es un articulo de muchísimo ingenio. Comparto con Áloe la idea de que la regla 7 es un poco confusa, es verdad que este es el país del «burro grande» pero también es el país donde las clases altas se han adherido siempre al «manolismo» me comporto como si fuera un vendedor de sandias para el lenguaje, el ejemplo y la diversión pero después quiero que se me respete como el «Hijo de buena familia» que soy y llevarme el dinerito correspondiente. Quiero los beneficios pero no las obligaciones. a los viajantes extranjeros del siglo XIX les extrañaba que España fuera el lugar donde las modistas se comportaban como duquesas y las duquesas como modistas. Ahora todos nos portamos como pelagatos (regla 7) pero con infulas paletas (farolas doradas).
Por cierto Pseudopodo te leo casi siempre y disfruto muchísimo de tu blog, pero soy de la opinión de que si tus palabras no mejoran el silencio es mejor callarse. Y en tu blog ya hay comentaristas muy buenos (y alguno cansino también) así que casi nunca encuentro que añadir que aporte algo (que no sea no mas ruido))
Lo entiendo, sólo que a veces viene bien que te echen una mano dialéctica, que los que están de acuerdo no suelen hablar y me toca a mi todo el trabajo 🙂
«(y alguno cansino también)»
¡Eh, gracias por aludirme! XD
Pues estoy de acuerdo con Aloe, Triglifo y Sertorius sobre que la regla 7, es lo más discutible pero supongo que empezar por decir que hay que “defender lo pequeño”, etc, es una manera un poco efectista de introducir la segunda parte de la regla, que es la que vale de verdad: “negar lo importante, desprestigiar lo grande, oscurecer lo valioso y aborrecer lo excelente”. No me digáis si eso no se aplica en España, si me pongo seguro que encuentro alguna frase de Ortega que decía lo mismo, y hasta de Quevedo…
Sobre lo de acostarse tarde, reírse, etc… me temo que yo coincido con Ibáñez. Aquí todos somos muy simpáticos y muy amiguetes, y si hacemos fiestas hasta las tantas y el vecino protesta (en el caso de que se atreva) es un amargado y un estreñido. Al canalla simpático y con gracia se lo perdonamos todo, en cambio ser buena persona te hace poco popular. En cuanto a los niños, no pasa nada porque vean la TV hasta las 12, así hacemos un poco de vida de familia viendo programas tan simpáticos como las series españolas que ponen a esas horas (habría que ver cuantos problemas de fracaso escolar no se deben simplemente a la falta de sueño…).
Sobre lo que dice Bloody, no creo que el asunto sea que aquí seamos peores que en otros países, lo que pasa es que el comportamiento de las personas depende mucho más del entorno que de los rasgos intrínsecos de las personas (y no solemos reconocerlo: el error fundamental de atribución). Y el entorno se va perpetuando por mecanismos culturales. En lo que coincido contigo es en que tengo poca tolerancia al discurso de los que hablan de lo malos que son los demás, pero nunca miran la viga en su propio ojo (estadistas de barra de bar, que en España tenemos muchos). Pero creo que el artículo de Andrés Ibáñez es otra cosa.
Lo se, pero fijate que si no se interpreta bién o se toma muy literalmente, la gente pensará eso. No es culpa de Ibañez, pero me parecía importante advertirlo.
Por otro lado, el comportamiento de las personas depende del entorno y la cultura muchísimo, pero eso evidentemente no niega responsabilidades, y más cuendo bastantes veces lo único que hacen esos factores externos es manifestar de una determinada forma un caraccter interno. Aunque supongo que en eso estamos de acuerdo.
Si te dejo defender tus propias ideas es porque tu lo haces muchísimo mejor de lo que yo lo haría. Intelectualmente tu eres un florete y yo un espadón, así que solo intervengo cuando entiendo que hay que dar un garrotazo (lo que es, afortunadamente, muy raro en este blog tuyo)
Defender tus creencias en soledad fortalece el espíritu, aguza el ingenio y te quita semanas de purgatorio así que no te quejes =)
Y en cuanto al tema del «canalla simpático» es verdad que en España tiene un predicamento especial de siempre, ahí están los bandidos generosos para demostrarlo, pero la verdad es que en todo el mundo hay un derrumbamiento de los modelos de conducta, no hay mejor prueba de esto que las entrevistas de trabajo donde debes demostrar que eres un psicópata iracundo y adicto al trabajo con toda convicción demostrando también de paso que eres un redomado embustero, rasgos de carácter que antes eran pecados y ahora se han convertido en «defectos” y que son en realidad «virtudes socialmente valoradas».
La simpatía por el bandido generoso es crónica en países mal gobernados (por déspotas, ladrones y/o extraordinariamente incompetentes).
Tiene su lógica que eso tarde en desvanecerse o se vaya convirtiendo poco a poco en carcasa vacía (como el del «pirata de la pata de palo», ahora un personaje convencional para fiestas de cumpleaños y canciones memas de Sabina , siendo como era bandido y asesino por excelencia), pero puede ser que entre nosotros eso esté tardando demasiado.
Por algo será.
A mí no me gusta el final. Ese respirar por la herida de que no le dan premios a sus novelas. O no tantos como merecerían. O una crítica a los premios que le dan a otros.
Desde luego el artículo es ingenioso, divertido y tiene miga. De las cosas que denuncia una de las cosas más dramáticas me parece el constante cambio de leyes. Yo lo sufro en educación. Una de las cosas buenas que tiene una ley es que todo el mundo sabe a qué atenerse. Se pueden hacer planes a largo plazo si existe estabilidad legislativa. Mucha energía se pierde implantando constantemente cosas nuevas.
También me gustaría resaltar que este tipo de críticas son ambiguas. Por un lado, se supone que denunciándolo pretenden que la realidad cambie. Y eso es positivo. Pero por otro esta descripción tan catastrofista de las cosas puede hacernos creer que no se trata de un modo posible de ser de las cosas sino su naturaleza misma. Podemos caer en la falsa creencia de que no es que las cosas son hoy así y mañana pueden ser de otro modo, sino que España es así, y no hay más que hablar. En su esencia están “los amiguetes”, los cambios legilativos constantes, etc. Los españoles somos así y no vamos a cambiar, porque es nuestro modo de ser, como el escorpión del cuento. El que pretenda otra cosa solo es un ingenuo.
De esto último no tiene la culpa Andrés Ibánez. Es una actitud que se puede adoptar ante toda crítica. Vaclav Havel decía que cuando veía a alguien diciendo lo corrompido que estaba todo por todas partes se daba cuenta que lo que quería ese alguien era justificar su propia conducta.
Este blog no es lo que era.
Antes las entradas eran más frecuentes.
No hay derecho, ahora son infrecuentes y algunas hasta son prestadas, como ésta.
Que nos devuelvan el dinero.
Loiayirga, está claro, ahora hay menos entradas porque antes entrar aquí era demasiado fácil.
Ahora es así para que se cumpla la regla 2 :-).
Si es la ESO la que no te deja vivir porque tienes que estudiarla con tu hijo, por lo menos cuéntanos lo que aprendes tú estudiándola con él. Algo aprenderás.
Yo aprendí que hay un bicho microscópico que se alimenta y expulsa las heces por el mismo orificio. Boca y ano en un solo agujero. ¡Qué mundo más raro!
Supongo que en lugar de lavarse la boca después de comer, se la lava antes.