En la muerte de René Girard

Una vez más, un fallecimiento me hace escribir de urgencia: René Girard ha muerto.

Ignorado durante décadas, había alcanzado a los 91 años un prestigio inmenso y era miembro de la Academia Francesa y profesor emérito de Stanford. Para algunos, su teoría del deseo mimético y del chivo expiatorio es la única explicación convincente del origen de la cultura (Michel Serres lo llamó el Darwin de las ciencias humanas).

Aquí hablé de Girard hace años en este post, y sólo puedo ahora enlazarlo y recomendar la larga discusión en sus comentarios. Esta misma mañana he empezado a releer Veo a Satán caer como el relámpago. Se lo recomiendo: es el único libro con el que creo haber entendido el origen y la función del mito… y hasta el verdadero significado de los Evangelios (Girard contaba que la teoría literaria le condujo a la antropología, la antropología a la Biblia y ésta a la superioridad del cristianismo, lo que decidió su conversión… y naturalmente le ganó muchos enemigos en el mundo académico).

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11 respuestas a En la muerte de René Girard

  1. Ana dijo:

    Lo he sentido de verdad 😦 No estoy muy familiarizada con su pensamiento, que siempre me ha parecido algo confuso, seguramente porque la confusión está en mí, no en sus vibrantes teorías, pero siento debilidad por los «herejes», como bien sabe usted, don Pseudo, y creo que Girard lo era, y de los más valientes y arrojados.

    Descanse en paz.

  2. pseudópodo dijo:

    En realidad, la confusión está en los que hablan del pensamiento de Girard, creo yo, que suelen tener el vicio tan frecuente en las humanidades de no buscar la claridad sino lucirse, y también es un poco culpa del propio Girard que no puede dejar de ser francés, y además no es muy sistemático. Pero aún así es muy claro, aunque quizá no tanto en “Veo a Satán…”. He empezado al leer “La violencia y lo sagrado” (no sé si lo acabaré porque lo tengo en francés y me cuesta, además de que es un tocho de cuidado) y el primer capítulo sobre el sacrificio me ha dejado noqueado: impresionante.

    Empieza planteando: ¿por qué en casi todas las culturas antiguas se hacían sacrificios? Es algo que yo nunca había entendido, y aquí Girard da una explicación muy convincente.

    La idea es que en las sociedades primitivas (vamos a llamarlas así), sin sistema judicial, la violencia es un peligro continuo porque produce escaladas de venganza que no acaban nunca y que pueden propagarse a toda la sociedad (porque la violencia es contagiosa, se contagia “miméticamente”). Esto es lo que él llama “violencia esencial”. ¿Cómo lograr que la violencia no triunfe y destruya la sociedad? Parece imposible porque caemos en una paradoja: si queda impune, ha triunfado, si se castiga tiene que ser con más violencia, así que vuelve a triunfar. Cuando no hay un sistema legal reconocido por todos, la única solución es desviar la violencia hacia una víctima para la que no se vaya a producir la venganza. Eso era el farmakós en los griegos (el chivo expiatorio), y esa era la razón de los sacrificios animales, una forma más estilizada y menos cruel de hacer lo mismo.

    Ese es el primer paso del análisis de Girard, pero es realmente brillante como va enlazando esta idea básica con todo el tejido de la cultura en las sociedades primitivas, el concepto de lo sagrado, el origen de la religión, etc. No me importaría contarlo aquí, si consigo leer todo el libro… En “Veo a Satán…” ha llevado su investigación a los Evangelios y concluye que la religión judía, y sobre todo Jesús, desenmascara este mecanismo del chivo expiatorio al mostrar que es inocente.

    Por cierto, Ana, una pena que no permitas comentarios en tu blog, no te he podido agradecer lo de «nuestro físico favorito» 🙂

    • Ana dijo:

      Usted no tiene nada que agradecer, don Pseudo, ya tuve bastante morro al añadir los enlaces sin pedirle permiso. Disculpe la osadía, pero tenía varias opciones y al final pensé que usted había tratado el tema de la neurociencia y la libertad humana de un modo muy lúcido, aparte de que el debate generado a raíz de esas entradas fue también muy enriquecedor para todos. Supuse que podían aportar un poco más de luz a este tema de la consciencia, peliagudo y escurridizo donde los haya. Así que gracias a usted.

      En cuanto a que tengo los comentarios desactivados, ya conté aquí en una ocasión mis motivos: debido a ciertos problemas de salud, una duerme fatal, y lo último que necesito por las mañanas es encender el ordenador con la cabeza como un bombo y leer las lindezas que me dedican algunos ateos (lo sé porque me las han dedicado en otros sitios, hasta «zorra ignorante» me ha llegado a llamar algún cortés y «racional» racionalista :-)). Aunque moderara los comentarios, de igual modo tendría que leerlos en mi correo para comprobar si son publicables o no, y ya tengo muchos problemas para aguantar también la ira de los guardianes del materialismo. Ya le dije en su momento que no sé cómo logra usted, don Pseudo, el buen rollito que reina en sus lares, porque esto no suele ser lo habitual en los foros desde que Dawkins, Hitchens, Harris y Atkins saltaron al ruedo mediático, llamando a Israel a sus tiendas. Le admiro, don Pseudo, de verdad 🙂

      Gracias por su explicación sobre el tema del sacrificio en Girard. Yo también tenía entendido que el hecho de elegir una «víctima propiciatoria» que cargara con los «pecados» de la población era un modo de evitar males mayores, y que la gente se tomara la justicia por su mano: una muerte por todas las muertes y un delito (la muerte violenta del chivo expiatorio) por todos los delitos. Esto hubiera debido frenar la violencia, pero el hombre se las ve a cuadros para controlar esta pulsión de devolver mal por mal, por muchos chivos que se carguen… Así que no siempre funcionó, claro.

      Un saludo a usted y la concurrencia y perdón por las posibles faltas.

      • pseudópodo dijo:

        No, claro que no es nada habitual el buen rollito cuando salen estos temas, creo que es una de las razones por las que este blog debe seguir existiendo, aunque a veces (en parte porque admitir todos los comentarios e intentar responderlos da bastante trabajo) me canse y me tome unas vacacioncitas…

        Sí recuerdo que habías explicado los motivos de tener desactivados los comentarios, pero cosas como “zorra ignorante” todavía me sorprenden… En fin, no me extraña tu decisión.

  3. Epicureo dijo:

    Lo del «deseo mimético» me ha recordado a lo que cuenta el neurólogo V. S. Ramachandran en «The tell-tale brain» sobre las llamadas «neuronas espejo». Resulta que los simios tienen unas neuronas que se activan tanto cuando ejecutan una acción (por ejemplo mover un brazo) como cuando ven a otro simio hacer la misma acción. Son neuronas que «se ponen en el lugar del otro». Al hacer el experimento en humanos se ve algo muy interesante: hay neuronas de estas que no se activan cuando ves que mueven el brazo de una persona tirando de una cuerda, digamos, pero sí cuando ven que la persona mueve el brazo para agarrar una taza. O sea, que para que se activen es necesario que la acción pueda interpretarse como intencional.

    Los seres humanos somos los mejores imitadores de la naturaleza, cien o mil veces más que el proverbial mono. Puede que el superdesarrollo de esta función, sin duda necesario por lo mucho que dependemos de la transmisión cultural, sea la causa de algunos de nuestros problemas.

    Hablando ya sobre Girard, los resúmenes que enlazáis me dan la impresión de que, como Marx y Freud, podría caer en tres errores habituales en los intelectuales: simplismo (explicar un fenómeno complejo a partir de una sola causa), generalización abusiva (si han explicado un fenómeno, la explicación vale para todos los demás) y eurocentrismo (la civilización europea es superior en todo a todas las demás). Aunque, como no lo he leído, es posible que me equivoque.

    Me gustaría saber, por ejemplo, si en algún momento estudió religiones como el budismo y el taoísmo, que abandonaron el concepto del sacrificio expiatorio mucho antes y más profundamente que el cristianismo (que, aunque de forma sublimada, sigue considerándolo central).

  4. pseudópodo dijo:

    Efectivamente, Epicureo, los humanos somos los mejores imitadores, y yo creo que Girard ha dado con un factor clave en la vida de las sociedades al que otros habían dado muy poca importancia. Ahora, es posible que caiga en los errores que citas (muy bien traídos, por cierto) y por lo que he leído no te lo puedo desmentir. Conoce muy bien la mitología griega y la Biblia, y de vez en cuando cita a etnólogos para poner ejemplos de sociedades primitivas, pero no he visto que analice las religiones orientales. Su explicación de la lógica del sacrificio me parece muy convincente, de hecho la única que he encontrado que me parezca que tiene sentido, pero luego va ampliando el alcance de su teoría del chivo expiatorio y la violencia mimética a círculos cada vez más amplios, y supongo que es fácil acusarle de generalización abusiva.

    A mí, que no soy antropólogo, lo que más me gusta es que sus explicaciones es que son sistémicas: no apela a misteriosas estructuras mentales (complejos, etc) como Freud sino a mecanismos muy básicos y muy reales, y a los efectos colectivos de la dinámica que crean. Yo creo que un sociólogo audaz y con formación matemática podría formalizar muchas de las intuiciones de Girard, en la línea de la teoría de sistemas complejos, con sus ecuaciones y todo, y podría ser una mina (pero ¿hay gente así, a caballo de tantas disciplinas?)

  5. Ramonmmo dijo:

    Pseudópodo, muchas gracias por haberme dado a conocer a este autor, aunque lamentablemente haya sido con motivo de su muerte.

    Saludos.

  6. pseudópodo dijo:

    Ramonmo, para eso estamos… Yo me encontré la primera vez el nombre de Girard en una columna de Jon Juaristi, y por como lo mencionaba me interesó de inmediato. Lo cierto es que al ser un erudito inclasificable (crítico literario, antropólogo, filósofo, crítico social… pero en todo un outsider porque su formación es de historiador) no ha pertenecido a ninguna capillita que lo defienda. Pero incluso gente muy alejada de él ideológicamente reconoce ya su figura; precisamente hoy he encontrado de casualidad en un libro de Savater que le llama «uno de los pensadores religiosos más interesantes de la segunda mitad del siglo XX». Viniendo de un ateo como él es todo un elogio.

  7. Tintín dijo:

    Vaya tema interesante, Pseudópodo. No conocía a este hombre. He leído las referencias que has puesto y me han parecido muy interesantes. Espero que puedas dedicarle un post al libro «Veo a Satán…» cuando lo termines. Puede ser una buena introducción para el resto.

    Gracias por el post

  8. Jokull dijo:

    A raíz de su artículo, he estado leyendo un poco sobre Girard. Aunque muy por encima, creo haber comprendido su teoría mimética, pero no me acaba de convencer.
    Es decir, Girard, basándose en el análisis del deseo en novelas, sobre todo del s. XIX, concluye que el deseo aparece como reflejo del deseo de otro, confortando un triángulo entre los dos «deseosos» y el objeto deseado. Si lo he entendido bien, Girard trata de explicar el origen del deseo como algo proveniente de fuera, y no dentro de uno mismo. Sigue sin convencerme…
    Por un lado, creo que esto no puede ser una herramienta generalista. Reconozco que mucha gente siente el deseo de poseer algo, por el simple hecho de que lo desee/posea otro. Pero para mí este tipo de comportamiento es más propio de niños o gente con poco nivel cultural. Incluso existe los llamados «freakys» que se interesan y apasionan por cosas o temas que apenas tienen repercusión en su entorno.
    Por otro lado, creo que es muy sesgado generar una tesis así a partir del análisis de novelas. Para mí, está claro que todas las grandes novelas han pasado a la posteridad por ser estimulantes y crear conflictos de deseos, ya sea en triángulos amorosos o en consecución de objetivos. Para mí, esto es debido a que una novela en la que no se produjesen estos conflictos y el deseo se alcanzara satisfactoriamente y sin problemas, no merecerían ser leído. Nos gusta lo trágico y problemático. Como ejemplo, lo cuentos, después de una suerte de aventuras y desventuras de los protagonistas, cuando realmente «empieza lo bueno», el final feliz, se relata con un escueto «…y vivieron felices y comieron perdices».

    Ante todo, sólo quiero expresar una opinión, creada en poco más de una hora, y no trato de socavar un trabajo de años por parte de Girard. Simplemente busco algo más de información.

    Gracias Pseudópodo.

  9. pseudópodo dijo:

    Hola Tintín. Pues me ha picado la idea de contar más sobre Girard. Pero me está saliendo algo bastante largo, así que tardaré un poco… Jokull, gracias a ti por tu interés. Lo que señalas es el punto de partida de Girard, donde arrancó su carrera, pero aunque puede no ser muy convincente (habría que ver qué dicen los psicólogos sociales, y desde luego la crítica que haces a sacar conclusiones de las novelas es pertinente) no creo que sea esencial para el resto de sus tesis… pero intentaré explicarme en el post que estoy empezando a escribir.

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