El libro del año

Claro que es prematuro proclamar al mejor libro del año cuando vamos por la mitad, pero es tan improbable que alguno supere  a Solenoide que prefiero decirlo ya, a tiempo de que alguien se anime a leerlo en vacaciones.  Mejor que cualquier explicación que pueda dar yo, les dejo un párrafo, el que me convenció, en la página 89, de que este libro era para mí (es verdad que no es para todo el mundo: habitantes de Planilandia, abstenerse).

Tendría unos siete años cuando una mujer que bajaba del autocar, con una falda estampada y unos pendientes redondos, rosas en las orejas, me sonrió y me entregó aquel medallón dorado de latón. Salí corriendo y me detuve debajo del castaño frondoso que crecía junto a unas fuentes. Aquí ya no existía el peligro de que otro chaval más mayor que yo me lo arrebatara. Contemplé, pues, mi regalo con más atención: brillaba intensamente bajo el sol de verano. Consistía en una monedita redonda, dorada, engarzada en un aro metálico. A ambos lados de la moneda había unas letras: A, O y R por una cara, M y U por la otra.

Aún pasarían unos cuantos días hasta que conseguí descifrar el misterio. Y sucedió cuando, por casualidad, le di un golpe a la moneda y esta empezó a girar tan rápido sobre su pequeño canto de metal que se transformó en un globo de oro blando y transparente como un diente de león, con la fantasmal palabra AMOUR en el centro.

Así siento que es mi vida, así siento que he sido siempre: el mundo unánime, tierno y tangible por una cara de la moneda, y el mundo secreto, íntimo, fantasmagórico, el mundo de ensueño de mi mente por la otra. Ninguna de mis vidas está completa ni es verdadera sin la otra. Solo la rotación, solo el vértigo, solo el síndrome vestibular, solo el dedo indiferente del dios que pone la moneda en movimiento y la lleva a una dimensión más, hace visible -pero para qué ojo- la inscripción grabada en nuestra mente, a uno y otro lado, de día y de noche, en la lucidez y en el sueño, a una mujer y un hombre, a un animal y a un dios, pero nosotros la ignoramos durante toda la eternidad pues no podemos ver ambas caras a la vez.

Pero esto no acaba aquí, porque la inscripción transparente, de oro líquido, que se adivina en el centro de la esfera debe ser comprendida, y para comprenderla con la mente y no verla únicamente con los ojos, es necesario que tu mente se transforme en un ojo de una dimensión superior. El globo de diente de león debe girar a su vez, en un plano inimaginable, para transformarse, respecto a la esfera, en lo que es la esfera respecto al disco plano. El sentido se encuentra en la hiperesfera, en el innombrable objeto transparente que resulta del golpe dado a la esfera de la cuarta dimensión. Pero aquí llego, quizá demasiado pronto, a Hinton y a sus cubos, a los que mis anomalías parecen estar ligadas de forma confusa.

Más sobre Solenoide, por Loiayirga, aquí.

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16 respuestas a El libro del año

  1. TOM dijo:

    Apenas leo tu blog, salvo a raíz de la muerte de Alexander Grothendieck.
    No leo novelas. Pero esta entrada me ha gustado mucho.
    Como ya vi la luz, entiendo perfectamene esos detalles que se narran.
    El sentido de la vida es Ser y la fuerza más grande del Universo, el Amor.
    Es así de simple.
    Y sin necesidad de dominar los espacios de Hilbert, la teoría de cuerdas o la geometría algebraica de Grothendieck.
    Un saludo.

    • Ana dijo:

      Venga, hombre, no se vaya así y cuéntenos su experiencia con «la luz» y por qué lo tiene todo tan claro (yo voy por la oscuridad con un GPS que funciona a pedales, por eso por mucho que busco encuentro poco, aunque ese «poco» sea muy significativo), no nos deje sobre ascuas. A pesar del tonito guasón, se lo estoy pidiendo en serio 🙂
      Un abrazo.

      • TOM dijo:

        De poco serviría contarte mi experiencia con «la luz»…
        Cada uno camina por su propio sendero y si quiere puede estar atento a las señales que le da la vida, así como querer o no darles un valor más místico y espiritual o más mundano.
        Cada uno decide ser escéptico y materialista o creer que los seres humanos tenemos capacidades limitadas para entender la vida y sus misterios y estar abiertos a otras posibilidades.
        Cada cual es dueño de lo que quiere creer.

        Si te interesa saber como es un experiencia de ver «la luz», te recomiendo leas este artículo:
        https://sophiaveda.wordpress.com/2011/03/28/juan-de-la-cruz-trascender-2/
        Alguna experiencia cumbre de esas tuve hace algún tiempo.

        Si eres más escéptica, entonces mi recomendación es que leas a Sam Harris.

        Un abrazo.

  2. jorge montecof dijo:

    Me gusta poder participar y expresarme cuando así lo siento. No tengo mucho que decir, leo todo lo que puedo sobre todo novelas, cuentos e historia. Está bueno, aunque no es para todos. Aunque siento que es un poco extraño para mi forma de escribir y detallar, quizás el idioma más castizo, el español derivado del castellano, falda por pollera o pendientes por aro, pero es así,

  3. Ana dijo:

    ¡Cuánto bueno por aquí! 🙂 Hola, don Pseudo, como una servidora hace mucho que hizo las maleta y se largó de Planilandia, me voy a atrever con el librito. Muchas gracias por la recomendación 🙂 (¿Es vagamente borgiano o a mí me lo parece?).

    Un abrazo fuerte y que pase usted unas agradables «jolideis». Y no se haga tanto de rogar, hombre 🙂

  4. Epicureo dijo:

    Vaya, vengo de pasar un día muy feliz en Naukas Evolución y me encuentro un nuevo post del gran Pseudópodo; más alegría aún (también veo que WordPress ha decidido avisarme de sus publicaciones, bien). Un abrazo y feliz verano.

    Me vendrá bien esta recomendación para leer algo distinto este verano, aunque no sé si seré demasiado plano para disfrutarlo plenamente. Pero hay que probar.

  5. Jesús Zamora Bonilla dijo:

    Lo leeré, a ver si es mejor que «Errar es de ángeles»

  6. pseudópodo dijo:

    Tom, Jorge, Ana, Epicureo, Jesús: gracias a todos… los que os animéis con Solenoide este verano, podéis contarnos vuestra experiencia aquí a la vuelta. Insisto en que no es para todos los gustos (por eso enlacé la entrada de Loiayirga, estoy de acuerdo por ejemplo en que los sueños sólo se aguantan en dosis pequeñas y aquí de vez en cuando hay un capítulo entero… pero aún así, es extraordinario, y creo que como muestra bien vale el botón que os he puesto).

    Ana, digamos que en el fondo es borgiano (y a veces kafkiano) y en la forma es más Gracia-Marqueciano si se puede decir así…

    Tom , no me había dado cuenta, pero que la palabra que se forma cuando la moneda da vueltas sea “Amour” no puede ser casual (nada lo es en esta novela).

    Y sobre “Errar es de ángeles” he encontrado esto 😉

    • TOM dijo:

      Vaya, no me había dado cuenta la web a la que redirigía el usuario Ana…
      ¡Ja, ja, ja! Y yo recomendándole a Sam Harris…

      Me voy a salir un poco del hilo, pero uno de las materias que más me mueven y me interesan personalmente son las casualidades/sincronicididades.
      Quería saber si alguien conoce el tema desde una perspectiva científica.

      De momento, los dos libros que no he leído, pero que me interesan son estos dos:

      ¡Saludos y buen verano!

  7. Jesús Zamora Bonilla dijo:

    🙂

  8. @pseudopodo No tengo mucho que aportar al debate en esta ocasión, pero este tipo de entradas son mis favoritas en el blog. Leí el articulo en julio y desde entonces la cita me ha dado vueltas en la cabeza. De pronto me animo a leer el libro completo.

    Es una buena metáfora para explicar la realidad de muchas cosas. Este es un buen GIF para ilustrarlo: https://s3files.core77.com/blog/images/2014/04/OpticalToys-Birds.gif

    Personalmente, con este tipo de metáforas yo no haría mucho énfasis en la “dualidad” (aunque es lo más fácil de expresar con esta metáfora si se usa una moneda) de la realidad, sino en la “multiplicidad” y “variedad” de planos/dimensiones. No necesariamente se trata de dualidades y/u opuestos (el mundo tangible por una cara de la moneda, y el mundo de ensueño de la mente por la otra), una vez se concede que existe más de una dimension, es posible imaginar — y fácil de postular — muchas más dimensiones.

  9. Carlos Ueno dijo:

    Buenas tardes. Solo quiero agradecerte la recomendación. «Solenoide» me parece fantástica, en todos los sentidos de la expresión. Si no hubiera leído tu entrada posiblemente esta «novela» me habría pasado desapercibida. Gracias.

  10. pseudópodo dijo:

    Pues gracias por decírmelo, Carlos Ueno, este post ya me ha dado una satisfacción 🙂

    • Carlos Ueno dijo:

      ¡Buenos días! En uno de tus comentarios afirmas que te gustaría recibir opiniones tras la lectura de «Solenoide». Lejos de ser yo una persona con muchas lecturas en mi haber (para mi desgracia), aquí van algunas impresiones:

      – Hacía tiempo que no leía una obra tan «citable». Está llena de frases y párrafos que merecen ser extraídos por su belleza y/o profundidad. Tú mismo tuviste que citar un texto suyo porque… es la mejor manera de comentarla.

      – Es el tipo de novela que se «experimenta» más que se «disfruta». Te revuelve por dentro, te extraña por momentos, te resulta difícil saber qué vendrá después… En ocasiones, notaba cierta conexión con experiencias vividas propias que tenía casi olvidadas y de repente surgían de nuevo, acompañadas por las mismas sensaciones de atrás.

      – Hay una referencia constante a lo largo de todo el libro a las estrellas. Yo no he leído la Divina Comedia, pero sí me interesé por ella durante un tiempo que pasé en Italia (quería comprender el porqué de la importancia que tiene esta obra) y tuve la oportunidad de leer un ensayo sobre la misma («Dante, poeta del deseo», de Franco Nembrini). Y las estrellas siempre están presentes en La Divina Comedia, sobretodo como señal de esperanza. Y en «Solenoide» las encuentro de nuevo, pero en una versión más oscura, más carnal, más temible. Pero aún así descubro a Dante en «Solenoide»: «Y de repente sentí amor, sexual y cerebral al mismo tiempo, el amor que mueve el sol y los demás astros, el amor que está por encima de la fe y de la esperanza» («L’amor che move il sole e l’altre stelle»…).

      – No solo viene Dante a mi cabeza mientras leo «Solenoide». Otras referencias se disparan en mi mente, que supongo en ocasiones tienen que ver más conmigo que con las intenciones del autor. Y recuerdo los mitos de Cthulhu, con sus dioses subterráneos y monstruosos, y los grabados de Escher con sus figuras imposibles, y la soledad enloquecedora de Léolo, y las ingeniosas comparaciones de Proust en «En busca del tiempo perdido»…

      -Y, como profesor de Matemáticas que soy, no puedo olvidar mencionar las numerosas reflexiones de naturaleza matemática que aparecen a lo largo del texto, sobretodo relacionadas con el infinito, la lógica, el tiempo y el espacio.

      Tengo un amigo escritor, y siempre le pregunto medio en serio medio en broma «¿Qué, cuándo te vas a decidir a escribir La Obra?», y aquí entiendo por «La Obra» esa novela en la que uno da todo de sí, la que se escribe con ganas de ir más allá y que, tal vez, acabe convirtiéndose en obra maestra. «Solenoide» me parece un buen ejemplo de ese tipo de novela. De nuevo, gracias, y disculpa si me alargué demasiado. 🙂

  11. loiayirga dijo:

    Cuelgo aquí otro texto que se podía haber puesto para animar a leer el libro.

    Está en la página 142. Al comienzo he hecho alguna modificación para hacerlo más fácil para mis alumnos. En el examen de mañana les voy a pedir que lo relacionen con la idea de fenómeno y noúmeno en Kant.

    🙂

    Eran seres vivos, pero ¿acaso vivían? Percibían –no cabía duda- el mundo exterior, pero ¿cómo percibían y qué significaba que lo percibían? ¿Qué tipo de vida era esa? Desde que encontré, a los dieciséis años, aquel libro sobre los ácaros de la sarna no había dejado de preguntarme cómo habría sido nacer bajo la forma de un ácaro de la sarna o de un piojo. Habría vivido sin saber que estoy vivo, mi vida habría sido un instante de agitación oscura, con dolores y placeres y roces y alarmas, y estímulos, lejos del pensamiento y de la conciencia, en una agujero abyecto, en una mancha ciega, en un olvido total. “Pero soy también eso, soy también eso”, me sorprendí diciendo un día en voz alta. Eso es lo que somos todos, ácaros ciegos pululando en nuestra mota de polvo en un infinito desconocido, irracional, en el callejón horrible de este mundo. Pensamos, tenemos acceso a la estructura lógico-matemática del mundo, pero seguimos viviendo sin conciencia de nosotros mismo y sin comprender nada, excavando túneles en la piel de Dios, provocándole tan solo irritación y furia. El ácaro que excava canales en mi piel no me conoce y no me puede abarcar. Sus ganglios nerviosos no están hechos para ello. Sus órganos sensoriales solo extienden las redes unos pocos milímetros en torno a su cuerpo, del cual no es consciente. Tampoco nosotros podemos conocer a los seres milagrosos que son respecto a nosotros lo que nosotros somos respecto a los parásitos de nuestra piel y los ácaros de la almohada en la que dormimos. Sus secreciones químicas no nos pueden detectar. Igualmente impotente resulta nuestro pensamiento. Nuestro conocimiento es también una búsqueda a tientas. Pero como la sustancia de su cuerpo es semejante a la del nuestro, la sustancia de nuestro pensamiento es similar a la de los seres que no son sino pensamiento. Para llegar a conocerlos, sin embargo necesitas un pensamiento de otra naturaleza, en otro nivel, el pensamiento de un cuerpo de pensamiento que no podemos concebir, así como el ácaro no puede concebir nuestro pensamiento y tampoco podrá pensar jamás.»

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