El cuarto invento del reverendo Farish

¿Puede haber algo más básico en la enseñanza que hacer exámenes y ponerles notas? Nos parece algo tan natural que seguramente nunca nos hemos preguntado quién fue su inventor. Y sin embargo, no es en absoluto natural. Como explica Neil Postman en Tecnópolis, las notas fueron inventadas hace poco más de docientos años:

La primera calificación de los exámenes de los estudiantes tuvo lugar en la Universidad de Cambridge en 1792, por indicación de un tutor llamado William Farish. Nadie tiene muchos datos sobre Farish, apenas algunos han oído hablar de él. Y, con todo, su idea de que se deba asignar un valor cuantitativo a los pensamientos humanos fue un paso adelante fundamental en la construcción de un concepto matemático de la realidad.

Farish es, efectivamente, un personaje más bien oscuro. Al parecer, fue el inventor de la perspectiva isométrica, de un antecedente del mecano, y de un tabique móvil desplazado por poleas (que, cuenta Postman, destruyó en una noche de frío (?)). No he podido encontrar más sobre él. Las notas serían el cuarto invento de este excéntrico reverendo inglés. Y este invento sí que fue realmente trascendente:

Si se puede otorgar un número a la calidad de un pensamiento, entonces se puede otorgar un número a la calidad de la misericordia, el amor, el odio, la belleza, la creatividad, la inteligencia, incluso hasta la misma cordura. Cuando Galileo afirmó que el lenguaje de la naturaleza se escribe en términos matemáticos, no pretendía incluir el sentimiento humano ni el talento ni la intuición. Pero la mayoría de nosotros estamos ahora inclinados a hacer esas inclusiones. A nuestros psicólogos, sociólogos y educadores les es muy difícil realizar su trabajo sin números. Están convencidos de que sin números no pueden adquirir ni expresar el auténtico conocimiento.

Naturalmente, este mundo numérico no tiene su origen sólo en el invento de Farish. Pero quizá en pocos campos como el de la enseñanza la idea de cuantificación ha tenido más arraigo y nos ha resultado más natural.

NOTA: Tras copiar las citas de Postman, me las he encontrado aquí, con un enlace además al texto original en inglés del primer capítulo de Tecnópolis, un libro extraordinario del que debería volver a hablar….

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24 respuestas a El cuarto invento del reverendo Farish

  1. Pingback: meneame.net

  2. Pues ya sé a quién tengo que expresar mi gratitud post mortem, por haber contribuido a iniciar el área de conocimiento que me da de comer.

    Por si tienes tiempo y curiosidad, mira quién fue Likert, qué inventó y qué polémica le rodeó.

  3. JuanPablo dijo:

    este Farish no era el tatarabuelo de Unger?

  4. joseenrique dijo:

    Ya tengo a alguien mas a quien odiar profundamente… un clasista mas que destruyó el verdadero valor de libertad del ser humano.

    Buajjj

    Saludos.

    ¡¡¡MUERTE A FARISH!!!

  5. duhu dijo:

    Bueno, si no hubiera sido el, hubiera sido otro… después de todo, no todos aprendemos igual

    http://www.juzamdjinn.blogspot.com

  6. loiayirga dijo:

    Buen post. Cuando hablo de la importancia de la matetización en el nacimiento de la ciencia y de la importancia de las matematicas en el mundo actual no se ocurre pensar en LAS NOTAS.

    Yo creo que junto a la nota de un hijo debían dar la nota de media de la clase. Incluso la nota media de los alumnos de la zona.
    Un número dice algo con respecto al aprobado y al suspenso. Cierto. Pero en una asignatura donde tu hijo saca un 5 y la media es un 8 tu hijo va mal.

    En selectividad yo conozco las notas de mis alumnos y la media del distrito universitario donde se examinan. Me parece fundamental.
    Es más, si me apuras convendría saber también la desviación típica (dato que no he manejado mucho y que no sé bien cómo leer, pero cuya significación conozco). Vale, vale, me he pasado…
    Pero conocer la media es fundamental.
    Supongo que pretender matematizar todo es un atraso pero está claro que las matemáticas han sido un instrumento muy util para el conocimiento del mundo.
    ¡Viva Pitágoras y que mueran los número irracionales!

  7. Suso dijo:

    Querida loiayirga,

    Hace ya muchos años, (diez al menos), que en los boletines de las notas de mis hijas, aparecen las medias de la clase y las del alumno en cuestión.

  8. loiayirga dijo:

    Querido Suso,

    Tengo un hijo de 18 y una hija 14 y hemos vivido en dos ciudades distintas. Mis hijos han ido a ido a cuatro centros diferentes. Nunca he recibido noticia de las medias.

    He dado clase en seis institutos diferentes y nunca que yo recuerde hemos mandado ningún tipo de información sobre medias a los padres. Yo me he movido por institutos de Castilla y León: concretamente de las provincias de Zamora, Ávila y Salamanca. Quizás en otras regiones o centros privados se lleve lo que usted cuenta. ¿Sabe si únicamente es el centro de sus hijas o es algo común en su ciudad?

    En todo caso, hasta hace bien poco, las notas de la ESO no eran cuantitativas sino cualitativas (suficiente, bien, notable…)

    FE DE ERRATAS:
    Donde dice «Viva Pitágoras y mueran los números irracionales» debe decir «Viva Pitágoras y mueran los números irracionales que tantos quebraderos de cabeza le dieron»

  9. Nogrod dijo:

    La muerte te persige.

    saludos malnacidos

  10. pseudopodo dijo:

    Topo, por lo que veo Likert fue quien inventó la escala de 1 a 5 que se usa para que los alumnos nos evalúen a los profesores… 😉 Así que en cierto modo es complementario a Farish. Por cierto, no sabía que tal cosa tuviera un inventor y hubiera tanta teoría detrás. Lo que no he encontrado son señales de polémica…

    JuanPablo, has cogido al vuelo el aroma ungeriano… pero esta vez parece que no eran parientes (habrá que ver si Odd Librarian descubre algo)

    Loiayirga, eso (que las notas hayan sido un paso importante en la matematización del mundo) fue lo que me llamó la atención cuando leí este párrafo del libro de Postman. Su idea es que cosas como las notas, aunque no las percibamos como tales porque no son un «chisme», son tecnologías y que la tecnología condiciona nuestra manera de ver el mundo y cambia la sociedad de maneras que son siempre impredecibles.

    Sobre la media de las notas: sería buena idea, y no creo que sea una práctica habitual darla. Aunque probablemente más interés que la media sería el percentil que ocupa el alumno en cuestión…

  11. inza dijo:

    Lo que no se puede medir no se puede mejorar

  12. A. N. Ónimo dijo:

    Antes de que todo el mundo empiece a descorchar el champán y darse palmaditas en las espaldas, ¿puedo hacer un poco de voz disidente y sugerir que volvamos un momento a la Ley de Goodhart, please? Porque lo de las notas se ha convertido en un problema desde que son un objetivo. Hace tiempo que sostengo -y mis problemas me ha dado- que aprobar una asignatura es un campo de conocimiento en sí mismo, con su propio conjunto de destrezas, requisitos, etc, y que este campo de conocimiento no coincide con el campo de conocimiento de «ser competente en» un área/disciplina concreta, aunque tenga el mismo nombre que la asignatura. Acepto que ambos campos pueden tener una zona de intersección, pero creo igualmente que tanto el tamaño de esa zona como su relevancia pueden ser objeto de -apasionada- discusión. Esto nos lleva a una situación endiablada – todos los casos de Goodhart lo son: el objetivo ya no es aprender, sino superar los exámenes, y mucha gente ya acepta que este es el juego, y que a la universidad no se va a aprender. Esto nos lleva otra vez al tema de la universidad como generadora de profesionales o simplemente de titulados… Ya hablamos de esto aquí mismo en otra ocasión.

    Volviendo al tema de las distribuciones, me pregunto si realmente nos dice algo saber cuál es la nota media de otras personas en una asignatura con el mismo nombre. Suponiendo que mi aseveración anterior es cierta (aprobar una asignatura es su propio campo de conocimiento), ¿qué nos dice observas las distribuciones de las notas de otros centros? ¿Que la asignatura es objetivamente fácil/difícil/media? ¿Que quienes diseñan los exámenes lo hacen igual en todas partes / diferente en todas partes? Y quizá antes podía ser así, pero útlimamente me da mucho la sensación de que un número alto de suspensos puede deberse a que un número alto de estudiantes tienen unos métodos de estudio insuficientes/ineficaces/inexistentes. Y eso nos lleva a otra situación endemoniada: La universidad toma conciencia de que ciertos profesores tiene propensión al sadismo. La universidad da por supuesta una distribución estándar en la capacidad de los alumnos, y llama al orden a los profesores que suspenden a demasiados (¿más de una desviación estándar? ¿más de dos?). Solución cristiana: estos profesores aprueban al número exacto necesario para que no les llamen al orden. Goodhart de
    nuevo.

    Me diréis que hasta ahora no he hecho más que quejarme y que no he propuesto un sistema alternativo al de los exámenes y las notas. Y que, aunque pudiera proponerlo, no hay modo de que pueda escapar a la Ley de Goodhart.

    Tenéis razón. Y además, ya he acaparado demasiado espacio en los comentarios, y hoy es fiesta 🙂

    gamos una distribución gaussiana uniforme en la distribución de las notas. ¿De que nos informa eso? ¿De la distribución en la capacidad de comprensión las destrezas necesarias para aprobar ese examen?. ¿De la distribución de los hábitos de estudio? ¿De la dificultad objetiva de esa asignatura? ¿O del sadismo de quien diseña el examen como una carrera de obstáculos?

    A donde quiero llegar es ¿a dónde nos lleva comparar eso con las distribuciones en otras lugares (univesidades, institutos)? En mi opinión, a crear la impresión de que, yo qué sé, «Lógica y Autómatas Finitos» es una asignatura objetivamente difícil, porque todo el mundo pincha. Pero

  13. A. N. Ónimo dijo:

    Huy, problemas del copypaste, se me han colado trozos indebidos. Mi comentario termina en «y hoy es fiesta». Que el jurado no tome en consideración lo siguiente.

  14. pseudopodo dijo:

    Buen comentario, A.N. Ónimo.

    Que conste que con este post no me manifestaba ni a favor ni en contra de las notas. Postman en este libro no sigue analizando el sistema educativo, pero me da la impresión de que cree hacen más mal que bien (en la línea de Iván Illich, probablemente). Por mi parte, creo que las notas son un mal menor cuando se tiene una enseñanza masificada como invariablemente se tiene hoy en día. En estas condiciones, son la mejor manera de proporcionar realimentación al alumno y de motivarle (como apunta iniza, para mejorar hay que tener una medida).

    Pero vamos con la ley de Goodhart, que es lo que más me interesa de tu comentario. Creo que Goodhart aparece en dos niveles. Uno, en el de los alumnos: el indicador sería la nota, pero para los alumnos eso se convierte en objetivo. Por tanto lo que quieren es aprobar el examen, no aprender la materia. Depende mucho del profesor que la intersección entre ambos campos de conocimiento sea lo mayor posible.

    En algunos casos, como el examen de Selectividad, la intersección es bastante pequeña. Con los años, la Selectividad se ha ido convirtiendo en una ceremonia cuya finalidad acaba en sí misma y está estrictamente prohibido poner un problema que se salga un milímetro de lo que siempre se pregunta. Esto es un secreto a voces en el mundo de la enseñanza (y si te lo discuten será porque es una de esas cosas “que no se deben decir”).

    De todos modos, el efecto de la ley de Goodhart al nivel de los alumnos no es especialmente nocivo. Un buen profesor puede poner exámenes que realmente examinen de los conocimientos. Casos como el de la Selectividad se dan porque Goodhart está actuando a otro nivel: el de los profesores. ¿Por qué es tabú poner un problema no estándar en Selectividad? Porque automáticamente caería el número de aprobados. Y aquí ese número de aprobados se ha convertido en objetivo (un objetivo del sistema educativo). Esto es lo que creo que es completamente perverso y se ha introducido en el nuevo Real Decreto de enseñanzas universitarias.

    Así que mi resumen es:
    a) En el sistema actual de enseñanza las notas son necesarias
    b) Por tanto, no podemos escapar a Goodhart al nivel de los alumnos: siempre van a estudiar para aprobar y no para saber
    c) Un buen profesor puede neutralizar esto en gran medida
    d) Lo que es perverso es Goodhart a nivel de los profesores: si el número de aprobados se convierte en objetivo. Esto acaba con cualquier sistema educativo. Y esto sí que es completamente innecesario.

  15. A. N. Ónimo dijo:

    >Un buen profesor puede poner exámenes que realmente examinen de los conocimientos.

    Sí. Cierto. Puede. O, quizás, podría. Si fuera buen. Pero resulta que ser buen profesor no sale muy a cuenta: lleva muchísimo más trabajo, se paga exactamente igual que ser mal, genera rechazo en los compañeros porque les deja en evidencia, genera rechazo en los alumnos, porque no quieren pensar y aprender, sino vomitar lo memorizado y aprobar, genera entonces rechazo en la dirección/decanato porque el rechazo de compañeros y alumnos incide negativamente en las valoraciones/estadísticas/lo que sea.

    Vamos, que hace falta mucha vocación, sólidos principios y un chorro de profesionalidad (además de más moral que el Alcoyano) para ser un buen profesor. Y teniendo en cuenta que sobre los profesores se dice que
    * es trabajo para toda la vida y con buenas vacaciones
    * si sabes de algo, te dedicas a ello, y si no das clases
    la vocación y la profesionalidad quedan un pelín en entredicho. Igual esto explica por qué hay tan pocos buenos profesores.

    De todos modos, no me consuela. Quiero decir que cargar la responsabilidad total de que el sistema funcione en que los profesores sean buenos me parece sisífico (me acabo de inventar un palabro) para los buenos, y totalmente carente de efecto para los malos. Así que, o hay que cambiar el sistema de generación y utilización de profesores, para aumentar la tendencia de estos a ser buenos, o hay que hacer cambios de otro tipo en el sistema.

    Y sí, hoy he vuelto a quejarme y no dar soluciones concretas. Ya van dos, espero que a la tercera haya premio 🙂

  16. Dubita dijo:

    ¡Hola a todos!
    A ver, por lo que leo la mayoría de los que estais hablando sois profesores… bien, siguiendo las normas de la dialéctica, ahora toca escuchar a la otra parte implicada:

    Como estudiante, me doy cuenta cada día que voy a la facultad que en multitud de asignaturas voy a perder el tiempo; algunos profesores ponen 4 power points mientras se van por los cerros de Ubeda en lugar de explicarte el contenido de las diapositivas y creen que con eso ya está hecha la clase. Entonces es cuando pensamos «para eso me lo estudio por el libro y no vengo «.( No quiero ofender a nadie, también he tenido profesores muy buenos). Creo que solución al problema de la educación no es cambiar los examenes, sino en parte quizá el método de enseñanza. Me explico:

    En varias asignaturas he oido ya que el aprendizaje tiene una función adaptativa , que sirve para poder modificar el entorno.para poder operar con la realidad. ¿Por qué entonces se enseña tan en abstracto y con palabrería compleja que solo nos crea confusión y aburrimiento? Lo suyo sería que dsede niveles más bajos se nos enseñara a implicarnos activamente con el estudio, con la adquisición de conocimientos.( Es una responsabilidad social y sin embargo a la sociedad parece importarle muy poco todo esto)
    Hablar de implicación con la meta conlleva sentirse vinculado a ella , emocional y cognitivamente, y ese vinculo como todos los demás, tiene una función .Por lo mismo la implicación con el aprendizaje, solo nos llegará cuando a ese vinculo le veamos una funcion, y lo cierto es que no se nos ayuda a extrapolar esos nuevos conocimientos a la realidad, que a fin de cuentas es a lo que vamos a la facultad, a que se nos den las herramientas necesarias para desenvolvernos el dia de mañana en el mundo laboral.

    Cuando dice, Pseudópodo, que los alumnos solo estudiamos para aprobar y no por conocer, tanto pesimismo proviniendo de un profesor me da hasta miedo.
    Mire yo creo que a todo el mundo le gusta conecer porque la curiosidad es una característica inherente a la naturaleza humana.Y todo lo innato cumple una función adaptativa en mayor o menor grado.En este caso sería el valor utilitario del aprendizaje.
    Habra cosas que sin una utilidad práctica inmediata despierten nuestro interés. Pero esto es porque intuimos una posible utilidad posterior para esa información. El interes se supone que se despierta si aquello que resulta interesante esta de algún modo relacionado con nosotros, con metas que deseamos conseguir,con inquietudes que nos hacemos…el conocimiento a su manera es un medio de poder , de control, resuelve dudas , da seguridad (de nuestras competencias, de nuestra eficacia,) nos gusta conocer porque el pensamiento(cuyo principal elemento constituyente es la información almacenada= lo conocido) es nuestra unica forma de representar la realidad y esperamos que dicha información (que en parte es aprendida) sirva para eso mismo para aplicarla en nuestras relaciones con el entorno ( funcion adaptativa) Esa es creo, la función principal de los educadores : relacionarle al alumno los nuevos conocimientos a aprender con otros que ya tenga, y para ello creo que se nos deberia permitir un papel más activo como parte implicada,digo papel activo porque ( y siento rabia al reconocer que no es así)deberiamos sentirnos dueños de nuestro propio aprendizaje, de que es algo util que hacemos por y para nosotros no por» las notas » ni para «el expediente»

    Respecto a esto último creo que las notas , más que una necesidad son un impedimento: El valor intrínseco que el aprendizaje ( connaturalmente) tiene de por sí, se pierde: ahora es un medio, y los examenes no son indicadores que nos ayuden a ver que tal andamos respecto a una determ. materia, son (tristemente) vistos como un obstáculo más que hemos de pasar todos para llegar a ser algo.

  17. loiayirga dijo:

    Tengo pereza de entrar en el tema de si los exámenes miden bien o qué miden.

    Me dejó perplejo el descubrimiento de la ley de Goodhart que nombró Juan Pablo hace ya semanas y como veo que A.N. Onimo vuelve sobre ella, yo quería traer a colación otro caso de la ley que decía «Cuando un indicador se vuelve un objetivo, deja de indicar».

    Hay páginas especializadas en «medir» y ponerle notas a los blogs. Uno de los criterios, no sé si el único, tú, pseudopodo, has hablado alguna vez de ello aquí es el número de enlaces que reciben de otros blog.
    El otro día encontré una página en la había una lista de links. Decía «Copia esta lista en tu blog, escribe al final de la lista la dirección de tu blog y consigue que tus amigos la publiquen en sus blogs haciendo lo mismo.Todos nos beneficiamos».

    ¡Que cosa más absurda! Mi nota en technorati subiría porque cada uno que publicara la lista puesto que cada publicación sería un nuevo enlace a mi página. No hacía falta que me leyera nadie. basta que el link se publique se publique y se publique en páginas de amigos de amigos de amigos…
    No tengo la dirección porque no la conservé. Me gustaría volver a verla.

    Sin embargo esa relación entre la apariencia y la realidad es enigmática y nada sencilla. ¿Conviene cultivar la apariencia porque a la larga se convierte en realidad? Por ejemplo, si consigo mucha autoridad «aparente» puede que más gente me lea después debido a esa «propaganda». En realidad es el tema de publicidad. Un producto no es bueno porque se publicite mucho pero si se publicita mucho «es bueno».
    En la práctica sólo pueden hacer buena publicidad (cara, quiero decir) los productos que tienen un cierto nivel de calidad. Quiero decir que el número y la calidad de los amigos que yo tengo en la red también dice algo de mi blog.

    En fin, quería consolarme de mi escasa puntuación en Technorati mostrando que no todos la consiguen limpiamente.

    Me da rabia que en general nos importe más el mérito que los demás ven en nosotros que el que realmente tenemos.

    Para otro post daría la siguente idea: ¿Se puede convertir el número de lectores en signo de calidad? ¿Avanzamos hacia un concepto «democrático» de la calidad? Como veis es otro tema que me consolaría de mi baja puntuación.

  18. pseudopodo dijo:

    A.N. Ónimo, es verdad que no sale a cuenta ser buen profesor. Pero eso pasa en muchas otras profesiones; para casi todos los funcionarios la situación es similar a la que describes: hacer las cosas bien no te trae más que problemas, y es probable que te consideren incluso un mal compañero. Recuerdo el caso que me contaba mi mujer de una administrativa en su trabajo que era muy eficaz: cogía siempre el teléfono a la primera, atendía al público con educación, no se iba a tomar café,… naturalmente no era nada popular entre sus compañeras. Otra, en su lugar, habría ido suavizando esa eficacia tan chirriante para caer simpática al grupo de iguales, pero lo que le pasaba a esta chica es que era un poco “borderline” en lo social y no se daba cuenta de que su impopularidad estaba ligada a su eficacia.

    La ventaja que tenemos los profesores frente a los administrativos es que nosotros para escapar a ese imperio de la mediocridad no necesitamos ser “borderlines sociales” ya que tenemos otros alicientes que nos compensan (básicamente, eso tan antiguo de la vocación; la interacción con los alumnos, verles las caras cuando entienden algo -la cara de ¡ajá!-; y que la presión para ser mediocre no es tan fuerte porque hay compañeros que también son profesores vocacionales).

    ¿Qué hacer para que esto no pase? Ahora se está empezando a evaluar a los profesores por su docencia. Todavía en los casos que conozco son proyectos piloto, pero no me parece que pinte muy bien la cosa. En resumen, lo que se está haciendo es tomar los resultados de las encuestas de los alumnos (el único indicativo real de calidad que se tiene) y camuflarlos entre un montón de otros indicadores irrelevantes como la asistencia a cursillos de innovación docente, para que todos salgan bien. De nuevo, a reproducir los vicios que ya se han asentado en la enseñanza media.

    Así que de momento tampoco doy yo soluciones (no voy a ser yo más que tú 😉 ) Pero tengo alguna idea (utópica, claro) que a lo mejor cuento otro día.

    Dubita, es muy de agradecer la visión desde el otro lado. Ante todo, lamento haber dicho eso de que los alumnos “siempre van a estudiar para aprobar y no para saber”. Lo que quería decir es que, partiendo de que las notas son inevitables en un sistema educativo como el actual y que las notas se van a convertir en un objetivo en sí mismas, debemos contar con que los alumnos van a estudiar para aprobar y no para saber. Es decir, los profesores debemos hacer nuestro trabajo teniendo eso presente para que entre “aprobar” y “saber” haya la mayor intersección posible. Ahora bien, si me preguntas si los alumnos de hecho estudian para saber, creo que hay un porcentaje apreciable que sí. Yo estudiaba para aprender cuando estaba en la facultad (cuando se aproximaba el examen tenía que cambiar al modo empollada, pero tenía muy claro lo que estaba haciendo). Muchos alumnos con los que he tratado en las tutorías querían realmente aprender.

    Es más, tengo mejor opinión de los alumnos, en general, que de las autoridades educativas. Creo que si dejáramos a los alumnos de 1º de carrera hacer los planes de estudios harían algo bastante mejor, más riguroso y coherente de lo que está saliendo en la reforma de Bolonia. Siempre me ha molestado la condescendencia con la que se trata a los alumnos desde las altas esferas. Por ejemplo, una razón que se suele esgrimir en contra de dar valor a las encuestas docentes es que “los alumnos puntúan mejor a los profesores que son más blandos”. Da la casualidad que he podido estudiar este esto y es completamente falso. Pero el mito se propaga porque los (malos) profesores prefieren pintar a unos alumnos irresponsables que sólo quieren aprobar. Naturalmente que el alumno prefiere aprobar a suspender: no es tan imbécil. Pero cuando le preguntan si está satisfecho con el trabajo del profesor, responde que está satisfecho con los buenos profesores: con los que explican con claridad, con los que hacen las cosas interesantes y conectadas con el mundo real, con los que hacen pensar, con los que transmiten que la materia les entusiasma, con los que están disponibles y contestan las dudas con amabilidad… en fin, lo que todo el mundo entiende por un buen profesor.

    Lo que me parece deprimente es ver cómo una panda de mediocres, desde el ministerio y desde los rectorados, nos presione a los profesores para que aprobemos más, cuando nunca nos han presionado para que demos una clase mejor. Esa panda de mediocres que piensa que los alumnos son unos mediocres como ellos.

    Pero bueno, lo dejo que me exalto (debe ser que ando con fiebre…)

    Loiayirga, yo también he recibido algún correo para hacer eso con pseudópodo y obviamente he dicho que no. De todos modos lo que planteas cada vez va a ser más importante. Ahora se está extendiendo como una plaga la “cultura de la calidad” y todo hay que evaluarlo, pero claro, con indicadores formales, objetivos, de modo que realmente todo se presta a un efecto Goodhart de dimensiones cósmicas. De todos modos hay quien dice que de la cantidad puede salir la calidad (léete esto sobre “la sabiduría de las multitudes«)

  19. Javier dijo:

    Dubita, cuando dices tu muy apreciable y apreciado comentario desde «el otro lado», tienes que recordar que esta no es una situación estándar de dos puntos de vista. Todos los profesores hemos sido alumnos antes que profesores, luego algún conocimiento del otro punto de vista tenemos. Ahora bien, nuestro conocimiento de qué piensan los alumnos es imperfecto como, mucho me temo, es el tuyo. En lugar de una teoría, ahí va un ejemplo.
    Cuando era estudiante universitario, tenía la cabeza en otra cosa y la carrera me interesó solo levemente en los últimos años. Lo que sí hizo es decepcionarme a muy poco de comenzar. Aún así me las arreglé para sacar muy buenas notas a base de horas de estudio y porque, no me da vergüenza confesarlo, se me da muy bien lo que hago, entiendo perfectamente el proceso de aprendizaje (al menos aplicado a mi mismo) y lo aplico con efectividad. Cuando terminé mis estudios cambié de lado de la barrera y comencé a dar clases en la universidad.
    Mi sorpresa fue ver que no tenía ni idea de cuál era la actitud de los alumnos y de las toneladas de desgana que muchas veces transmitíamos (entonces ya era «transmiten») al docente. Y aún más notable es descubrir el abismo de conocimientos que hay entre los alumnos «buenos» y los «malos» y lo difícil que es encontrar el nivel adecuado de exposición para no perder a demasiados por debajo, ni por encima. (Incidentalmente, el mundo LOGSE propone no perder a nadie por abajo y pierde a toda la capa de los que tienen interés real en aprender, pero este es otro tema…). Leyéndote te diría que (independientemente de cómo te esté yendo en los estudios) posiblemente filtres mucho más la información sobre lo que piensan/saben/entienden tus compañeros de lo que crees. Es un tiro al aire. Puedo no acertar.
    No quiero decir que los alumnos sean unos gandules ni nada de eso. Eso sí, en España se tolera e incluso se fomenta socialmente una actitud de pasividad ante el aprendizaje que da verdadera pena. Es normal ser «pasota» (esta es una palabra muy de mi generación, es decir, se nos decía a nosotros) en los late teens, pero no es serio ir con esa actitud a un profesor. Con la familia y los amigos, uno se comporta como le da la gana, pero ante el profesor se finge interés aunque no se tenga.
    Uf, cuánto he escrito. Solo una cosa más. Hay profesores universitarios que dan las clases de cualquier manera. Sí. Es que hay profesores bastante flojitos también. No te creas que todo el mundo es brillante ni está motivado. Pero además hay gente que está superada: los que cumplen con sus obligaciones de investigación (tan obligaciones por ley como las clases, aunque no estén vigiladas) deben luchar contra cargas docentes excesivas y con una burocracia que echa para atrás. Hay quienes optan por encender el power point y apagar el cerebro en el aula. ¿Hacen bien? No. ¿Lo entiendo? Lamento decir que sí. ¿Lo hago? Ask my students.
    Aforismo: «una clase es una manera de transmitir información de los apuntes del profesor a los del alumno sin que pase por el cerebro de ninguno de los dos». Anónimo británico, siglo XX.

  20. dubita dijo:

    Me gusta Pseudopodo y Javier que tengais ese punto de vista tan asertivo. No es algo que abunde mucho o quiza es el prejuicio que tenía yo acerca de como se respaldan las partes implicadas en un conflicto echandole la culpa de todo «al otro».
    Respecto a esto he de reconocer que tienes razón Javier, y quizá haya generalizado demasiado (pero bueno como mero comentario subjetivo que es, no se le puede pedir ser fiel reflejo de la realidad).

    La verdad todo esto resulta ser un hecho paradojico ¿como nos va a ir bien en los estudios y como puede evaluar un profesor correctamente, si la propia educación se define como una asignatura pendiente en sí misma?
    ¡Asi es normal que no conectemos! pese a que recordar vuestra condición de ex-alumnos os permita a algunos empatizar con los alumnos, ademas de esa dificultad añadida que habeis dicho y la verdad no tuve en cuenta, que es llegar hasta el desmotivado (mejor que decir “malo”, pobrecillo)
    Igual soy demasiado idealista y cabezota pero sigo pensando que indiferentemente del grado de implicación del alumno: Siendo el ser humano curioso por naturaleza, todos debemos tener una predisposición natural hacia la novedad,
    Y el admitir que esta predisposición innata hacia el conocimiento(adquirida tras varios miles de años de evolución filogenetica) se pierda paulatinamente en las nuevas generaciones de estudiantes desmotivados, conllevaría asumir de igual modo la irremediable perdida de algo característico que nos hace humanos. ¿no creéis?
    mientras esta despersonalización progresiva del aprendizaje (gracias a la maldita cosificación que hacen los numeros de las personas,capacidades) vaya difuminando cada vez más nuestra humanidad…¿Qué se supone que tenemos que hacer? Yo necesito creer que ese” pasotismo generalizado”de que habla Javier, se trate realmente de un rol (desafortunadamente) asumido por algunos jóvenes y no de una realidad patente.Esto es importante porque un rol es una postura asumida en función de las circunstancias sociales de cada época y de cada persona y generalmente de carácter temporal,no algo estatico e irremediable.Tu mismo has dicho que tu propio grado de implicación con tus estudios ha ido variando según las circunstancias.
    Pienso que mediante la propia educación (me salio la vena socratica) esta asunción de roles puede o podria cambiarse… Tenemos que confiar en eso sino ¿ que nos cabe esperar?.

    ¿Amargarnos y asumir la mediocridad, como realidad social con la que hay que contar que desmotive/ queme/decepcione a cualquier profesor/alumno motivado?
    Ya se que es una pregunta sin respuesta , que cada cual se posicione como le parezca. Debo ser irrealistamente optimista, no sé

    Ah por cierto Pseudopodo! (Que mal educada) siento que la última vez no te felicite por tu blog. Llegué por casualidad y la verdad por lo que he estado curioseando es muy interesante y toca muchos temas… No se si tienes mucho tiempo libre y te tirarás tres horas pensando sobre qué hablar, o que eres muy culto o…ambas cosas.Pero me ha gustado.

  21. loiayirga dijo:

    Sólo un breve comentario para apoyar una apreciación de Javier:

    las toneladas de desgana que muchas veces los alumnos transmiten al docente

    Es verdad que el profesor tiene que ser independiente de la actitud del alumno, pero la relación docente es un proceso que se retroalimenta. Sus ganas de aprender te estimulan para preparar y enseñar. A veces se le contagia a uno la desgana que te parece ver en ellos. Por lo menos a mí.

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  23. pseudopodo dijo:

    Dubita, la curiosidad es innata, pero hace falta disciplinarla, si no se marchita. Una teoría educativa estúpida que proscribe la disciplina está haciendo un daño del que tardaremos generaciones en recuperarnos (para entonces, además, China y la India ya nos habrán barrido del mapa económico).

    Por supuesto que el pasotismo es un rol aprendido. Esos alumnos pasotas, cuando se les exige, responden y salen del letargo y se transforman. Yo lo he visto muchos años y por eso estaba contento en mi parcelita universitaria. Pero ahora los hombres grises que han robado el alma de la enseñanza media están trapando por los muros de la universidad. Cuando tomen la plaza (dentro de dos o tres años, no más) y no me dejen suspender como hasta ahora, ya no podré hacer reaccionar a los alumnos. No podré darles lo que necesitan. Así que supongo que como el Cándido de Voltaire tiraré la toalla y me dedicaré a cultivar mi jardín (mi blog, supongo).

    Y si algún alumno anormal parece que quiere saber, me acercaré a hablar con él.

    Otra cosa: de mucho tiempo nada. Es que no veo la TV. 😉

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