Dalrymple sobre Baby P.

El caso de Baby P., que ha conmocionado a Gran Bretaña, no parece haber tenido apenas repercusión en España. Sólo he encontrado una referencia en Público, y de ahí extracto lo principal:

Un bebe, con tan solo 17 meses de vida, fue golpeado y abandonado a su suerte en Londrés. Hasta en 60 ocasiones, trabajadores sociales de la ciudad visitaron a la criatura y en ningún momento fue tomado en consideración.

De hecho, el niño, conocido en Londres como Baby P, fue inspeccionado 18 veces por personal del ayuntamiento, 37 veces por inspectores de sanidad y cinco por oficiales de bienestar, según informa hoy el diario británico The Independent.

En el Reino Unido se ha iniciado una movilización que pide una revisión urgente de las leyes de protección infantiles después de que hayan sido declarados culpables del maltrato la madre del bebé, su novio y un amigo de la pareja.

El Tribunal de asuntos criminales de Londres alcanzó el veredicto después de un rastreo del caso que duró aproximadamente dos meses, durante los cuales las pruebas evidentes de maltrato no fueron suficientes para que los inspectores hicieran algo por el niño.

El bebé fue encontrado en su cuna, con manchas de sangre por todos lados y con ocho costillas fracturadas, un hecho que fue omitido por un médico que lo examinó 48 horas antes.

Un detective implicado en el caso dijo, además, que el niño tenía más de 50 heridas, 15 de ellas alrededor de la boca, como así heridas importantes en el cráneo y oídos. «Parece como si lo hubieran usado como un saco de boxeo», agregó.

El Times añade algunos detalles más gráficos (lo dejo sin traducir, caritativamente):

Baby P was sullen and shaven-headed and covered in bruises and scabs when he died in the dirty, flea-ridden house in August last year. His fingernails and the tips of his fingers had been torn off and he had been hit so hard in the face that one of his teeth was found in his stomach.

Como de costumbre, mi admirado Dalrymple va más allá de los detalles y nos muestra las conexiones ocultas. Lo que sigue es mi apresurada traducción de su columna de opinión de hoy.

* * *

No es difícil predecir el resultado del informe oficial sobre la muerte de Baby P., el niño de 17 meses que, como Victoria Climbié, padeció una horrible muerte en Haringey a pesar de ser bien conocido allí por los servicios de protección a la infancia.

El informe señalará con aspereza el número de oportunidades perdidas para salvar a Baby P., muchas obvias incluso para los no especialistas. Descubrirá qué procedimientos no se siguieron y qué formularios no se rellenaron correctamente. Llamará la atención sobre la falta de comunicación entre las agencias involucradas en el llamado “cuidado” [care], y señalará la imperativa necesidad de una mejor comunicación entre esas agencias. Hará esto en parte porque es verdad y en parte porque todos los informes oficiales encuentran, a priori como si dijéramos, que el problema del que tratan fue causado en parte por una pobre comunicación. Como dijo E.M. Forster hace mucho tiempo, “simplemente conecta”.

El informe hará montones, quizá incluso cientos de recomendaciones (el informe de Lord Laming sobre el caso Climbié hizo 108). Dentro de dos, tres o cuatro años habrá otro caso en otro lugar del país, y se oirá el clamor: las lecciones no fueron aprendidas.

¿Por qué no se aprenden las lecciones, y por qué no se aprenderán? La respuesta es compleja.

Lo primero es que el trabajo de protección a la infancia es muy difícil, desgasta emocionalmente y es incluso peligroso. La rotación del personal en las organizaciones que lo realizan es a menudo rápido. La mayoría de los pediatras británicos en formación ha sufrido amenazas de padres o cuidadores, y un 5% han sufrido ataques que han requerido tratamiento médico. Si esto es pasa con los médicos, que suelen retener todavía un módico respeto público, es probable que la situación de los trabajadores sociales sea aún peor. No hay nada como el continuo miedo a la violencia para socavar tanto el juicio como la voluntad de hacer algo.

En segundo lugar, el propósito fundamental de la función pública británica es proporcionar un sueldo que pague casa y comida a los que trabajan en ella, especialmente en el nivel de gerencia [management level]. El propósito ostensible de una organización raramente es su propósito real. Conozco esto por mi experiencia en el Servicio de Salud.

De modo que cuando aparece un problema, la respuesta es curiosa: simultáneamente se crea trabajo y se evita el trabajo.

La creación de trabajo consiste en instituir aún más procedimientos “a prueba de fallos” y de “buenas prácticas”, generalmente con su papeleo asociado, a los que entonces se presta adoración como al Becerro de Oro. Por supuesto, esto crea la impresión de una terrible presión de trabajo, que sólo puede aliviarse empleando a más y más personal con títulos extraños como “Compliance Manager” y “Best Practice Co-ordinator”.

Esta creación de trabajo está relacionada dialécticamente con la evitación de trabajo. Tanto esfuerzo se va en los procedimientos que no queda tiempo, energía ni inclinación para garantizar lo que se supone que persigue el procedimiento.

La documentación es su propia justificación; y existe ahora la superstición entre policías, enfermeras, médicos, trabajadores sociales, funcionarios de prisiones y muchos más de que nada puede ir mal si los impresos se rellenan correctamente. Cualquiera que haya estado últimamente en un juzgado de instrucción sabrá que muchos jueces comparten esta superstición.

Cuando los procedimientos se hacen tan arduos y laboriosos, el ejercicio del propio juicio resulta no ser ni necesario ni posible. En realidad, te meterá en problemas, porque no es parte del procedimiento.

Simplemente, no hay competencia entre la más obvia realidad, mirándote a la cara, y lo que dice el formulario. El formulario lo dice todo, y gana siempre.

Esto es particularmente cierto cuando los empleados tienen poca confianza en sí mismos y no van a ser respaldados por sus superiores si algo va mal. Como sabe cualquiera que haya trabajado en una organización como los servicios de protección a la infancia, cuando algo va mal, el propósito de las comisiones de investigación internas, y a veces de las externas, no es aprender de la experiencia, sino encontrar la persona más baja en el escalafón al que poder echarle la culpa. Esto no es una atmósfera que conduzca al uso del sentido común.

No debemos olvidar tampoco que durante muchos años, los sucesivos gobiernos británicos han venido promoviendo con sus políticas unas condiciones sociales que hacen más probable el abuso de los niños, tanto físico como sexual.

En una tierra de padrastros en serie como la nuestra, debemos esperar que casos dramáticos de la más repugnante crueldad salgan a la luz con más frecuencia que el mínimo absoluto de casos que sería dictado por la maldad humana y que, ay, es inevitable. Ninguna cantidad de recomendaciones, trabajadores sociales o incluso procedimientos de buenas prácticas pueden compensar esto.

¿Se beneficiará alguien al final de este caso terrible, que le hace a uno estremecerse al leerlo?¿Habrá muerto Baby P. en vano, como aparentemente murió Victoria Climbié? Sí, habrá beneficiarios. No dudo de que empresas de consultoría informática, a las que se pedirá un sistema que coordine todos los datos sobre los niños en situación de riesgo en todo el país, para que nada de esto vuelva a ocurrir, se presentarán con un plan que constará miles de millones instalar y que no funcionará. Pero la consultoría se habrá beneficiado enormemente.

Lo que parece ser la increíble incompetencia de los servicios sociales de Haringey en realidad no es nada inusual en la Gran Bretaña contemporánea; es la dramática e inmediata consecuencia de esa incompetencia lo que es inusual. Vemos la misma incompetencia en muchas otras esferas de actividad cada día.

¿Por qué iba uno a esperar que la protección a los niños, que es inherentemente compleja y difícil, funcione como es debido en un país en el que ni la recogida de basuras funciona razonablemente?

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22 respuestas a Dalrymple sobre Baby P.

  1. Folken dijo:

    Con empleados de servicios sociales contratados de la Levantina de Seguridad no pasarían estas cosas.
    Les sobornarían y ya está.

  2. panta dijo:

    Me has dejado sin palabras.

  3. Javier dijo:

    Un servidor hizo su PSS en un departamento de servicios sociales de un hospital, y por decencia se va a callar lo que piensa de los trabajadores sociales funcionarios (eran todos ellas).

  4. Athini Glaucopis dijo:

    Todo lo que cuenta nuestro admirado Pseudopodo es un perfecto reflejo de las Leyes de Parkinson sobre burocracia, y esto me sirve de excusa para recordar a los visitantes de esta página que en Internet se puede encontrar traducido al españolo uno de los articulos que el propio C. Northcote Parkinson escribió con fines divulgativos:

    Haz clic para acceder a parkLawCol.pdf

    En Internet también encuentro (y en español) un artículo del economista Milton Friedman, que empieza así: «El Dr. Max Gammon, un médico británico, completó recientemente un estudio de cinco años del sistema de salud británico; al rendir su informe, Gammon se vio precisado a formular una extensión brillante de una de las leyes famosas de C. Northcote Parkinson…»

    http://www.cees.org.gt/topicos/print/topic-410.doc

    No hará falta recordar que en el campo de la educación, que es el que yo conozco un poco, también se descubre (¡y con qué claridad!) la actuación de estas mismas tendencias.

  5. pseudopodo dijo:

    Javier, yo no conozco directamente los servicios sociales y no puedo juzgar el grado de incompetencia de su personal, pero creo que en general es más prudente echar la culpa a las estructuras que a las personas, y cuando hay una concentración de vagos e incompetentes en un sector con más razón…

    Precisamente lo que me ha llamado la atención de este artículo es lo que dice al final: aquí tenemos un caso de una incompetencia increíble, pero lo que tiene de excepcional es que ha tenido consecuencias dramáticas, en realidad, es la misma incompetencia estructural que encontramos por doquier, sólo que en asuntos menos críticos…

    Athini, conocía la ley de Parkinson (“el trabajo tiende a expandirse hasta llenar todo el tiempo disponible para su ejecución”), pero no el artículo, que tiene muy buena pinta, en cuanto tenga un ratillo me lo leo. Pero lo que creo que se aplica más en este caso es la ley más reciente de Gammon, de la que habla Friedman:“en un sistema burocrático, el trabajo inútil desplaza al trabajo útil”.

    Efectivamente, la decadencia de la enseñanza se puede analizar en estos términos de dinámica de la incompetencia burocrática, y tiene mucho en común con el deterioro que relata Dalrymple, aunque los resultados no son tan trágicos (los niños no mueren, sólo se vuelven estúpidos). Precisamente es lo que estoy viviendo con la boloñización de la universidad que, entre otras cosas, supone perder el tiempo en actividades de pedagogía-ficción, como elaborar cronogramas detallados que son irrealizables, en detrimento de actividades anticuadas como prepararte la clase…
    Por supuesto que hay más factores de decadencia, pero este es uno importante.

    También en el caso de Baby P hay otros factores importantes. Algo que menciona aquí Dalrymple de pasada, pero de lo que ha hablado extensamente en otros artículos, es lo de los “padrastros en serie” (en “El criminal famélico”, que traduje también, contaba como la mayoría de los reclusos no habían conocido a su padre pero sí habían pasado por un buen número de padrastros). Es un hecho bien conocido (pero negado por la prensa socialdemócrata) que los malos tratos son muchísimo más frecuentes por parte de los padres no biológicos. En este caso, el “novio” de la madre obviamente no era el padre del niño. Muy a menudo se nos oculta este hecho en las noticias, que no dicen que casi siempre quien vivía con la madre no era el padre del niño. Es el famoso efecto cenicienta.

  6. Alfredo dijo:

    La evidencia empírica acerca del efecto cenicienta que plantearon Daly y Wilson es más bien escasa. Adler-Baeder y Higginbotham (2004) revisaron los estudios que analizan los malos tratos físicos en familias reconstituidas, encontrando tan sólo un apoyo muy escaso a dicha idea y denunciando la existencia de muchos problemas metodológicos que impiden sacar unas conclusiones claras con respecto a los malos tratos causados por padrastros. Aunque es una idea muy llamativa y que vende mucho.

    Adler-Baeder, F., y Higginbotham, B. (2004). Implications of remarriage and stepfamily formation for marriage education. Family Relations, 53, 448-458.

    Un saludo

  7. pseudopodo dijo:

    Gracias por la referencia, Alfredo. Ya la he conseguido y me gustaría leermela, porque el tema me interesa.

    De todos modos, hay dos evidencias no científicas pero en mi opinión nada despreciables a favor de la realidad del efecto cenicienta:

    1) La propia historia de la cenicienta. Más en serio: en todo el folklore popular, los padrastros y las madrastras son malos. Esos cuentos no los ha inventado nadie, son una destilación de la sabiduría colectiva. Igual que la zorra es astuta, el padrastro es malo. Y eso no puede ser casualidad.

    2) Una destilación aún más pura de miles de años de experiencia colectiva es el lenguaje. Y ¿qué significa padrastro? Pues eso (por cierto, hay otro sinónimo de padrastro que es enemigo -enemiguillo, lo llamaba mi padre-… sin comentarios)

    Pero, por supuesto, cuando me lea el paper lo comento aquí, que la ciencia es la ciencia 😉

  8. pseudopodo dijo:

    Alfredo, lo he leído y no he encontrado nada sobre los malos tratos a los niños, sólo recomendaciones sobre cómo educar a las «step-families» (familias en las que hay padrastros o madrastras) para que la relación sea buena (o menos mala, en realidad).

    La única alusión al comportamiento de los padrastros con los hijastros es esta: «in general, stepfathers are more authoritarian, coercitive and disengaged compared with bioological fathers»… que no es precisamente un elogio del padrastro.

    Ni siquiera mencionan a Daly y Wilson (los que bautizaron al efecto Cenicienta) en la biblografía… ¿no te habrás equivocado de referencia?

    Por otra parte, me he leído este artículo [pdf] de Daly y Wilson y me parece sumamente convincente, además de muy bien escrito.

    Athini: buenísimo el artículo de Parkinson

  9. Alfredo dijo:

    Pues, seguramente he debido confundirme con la referencia. La saqué de un capítulo que acabo de escribir sobre familias reconstituidas. La verdad es que cuando copié la referencia en el comentario anterior me extrañó el título, pues no parecía corresponder a una revisión.
    Tendré que encontrar la referencia correcta. Cuando la encuentre te la hago llegar. Y lamento haberte hecho leer el artículo que no era.
    Yo tengo el librito de Daly y Wilson que publicó Crítica en su colección «Darwinismo Hoy» (La verdad sobre Cenicienta: Una aproximación darwiniana al amor parental). Estoy de acuerdo en que sus argumentos son convincentes, pero otra cosa diferente es que haya evidencia empírica al respecto. Por otra parte, más allá de la evidencia, es una hipótesis demasiado sensacionalista, que transmite mucho pesimismo con respecto a las posibilidades que tienen los padres no biológicos de establcer una buena relación con sus nuevos hijos, algo que no es fácil, pero no tanto por la actitud de los padastros, sino por el rechazo que suelen encontrar en sus hijos no biológicos.
    A veces, las profecías terminan cumpliéndose, y los padres que esperan lo perior terminan encontrándolo.

    un saludo

  10. pseudopodo dijo:

    Ok, si lo encuentras pásamelo.

    Yo no tengo el libro; creo que me encontré por primera vez con esto en La tabla rasa de Pinker, que seguro que conoces (si no lo has leído te lo recomiendo). Ahora, al leer el artículo que enlazo, lo que más me ha sorprendido es precisamente la fortaleza de la evidencia empírica: hay datos de Canadá, USA, Gran Bretaña (y son datos oficiales de malos tratos, no encuestas), y evidencia indirecta de muchas otras fuentes. La gráfica en la 2ª página comparando las tasas de homicidio por padres y padrastros según los archivos de la policía canadiense entre 1974 y 1990 es impresionante: ¡del orden de 100 veces mayor en padrastros! Salvo que estos datos resulten ser falsos, dudo que pueda haber una evidencia más fuerte sobre ninguna generalización de las ciencias sociales…

    La idea de que esta la noción del “efecto cenicienta” transmite pesimismo a unos padres que ya lo tienen difícil para construir una relación con los hijos de su pareja no se me había ocurrido, y la verdad es que es digna de ser tenida en consideración. Pero si esas buenas intenciones nos llevan a censurar una hipótesis que (a la espera de la referencia crítica que encuentres) tiene todos los visos de ser cierta, quizá estamos yendo demasiado lejos, ¿no?: trataríamos a los adultos como menores de edad que no deben conocer una verdad incómoda.

    Y en cualquier caso, ¿no produce más daño tener una idea equivocada de la realidad? La idea de que la paternidad es un rol social y que no tiene que ver con la biología transmite una idea demasiado optimista. Se subestima el drama que supone un divorcio, se subestima la dificultad de reconstruir una familia… y cuando las cosas son difíciles, se corre el riesgo de no saber afrontarlas. El artículo que referenciabas precisamente señalaba que esperar que vaya a surgir un amor instantáneo en la nueva familia es uno de los factores de riesgo para que la nueva familia fracase. Sólo asumiendo que las cosas son difíciles hay posibilidades de que al final salgan bien.

    El efecto cenicienta sólo es una manifestación extrema de las dificultades que se dan en las familias reconstituidas: no se está estigmatizando a los padrastros, nadie dice que vayan automáticamente a maltratar a los niños…

  11. Alfredo dijo:

    Leí el pasado verano el libro de Pinker. Me gustó bastante, pero también me pareció sesgado el capítulo dedicado a la influencia parental sobre los hijos (creo que el 10). Es la temática que conozco mejor, por mis intereses como investigador, y por ello puedo ser más crítico. En mi blog le dediqué una entrada:
    http://alfredo-reflexiones.blogspot.com/2008/08/herencia-y-ambiente-la-tabla-rasa.html

    Es curioso el impacto que el libro de Pinker ha tenido fuera de la profesión y el desconocimiento casi generalizado del texto entre mis colegas.

    Conozco los datos referidos al maltrato, ya que hice algunos estudios sobre el tema hace años, y ciertamente son impactantes. No obstante, me suscita algunas dudas la hipótesis de Daly & Wilson, ya que entre padres adoptivos, incluso cuando también tienen hijos biológicos, no suelen aparecer tantos problemas. Estoy de acuerdo con las dificultades que atraviesan las familias reconstituidas (acabamos de terminar un estudio sobre diversidad familiar que nos ha indicado que estas familias son las menos ajustadas). Pero no creo que las razones de que la reconstitución familiar sea tan complicada se deba exclusivamente al efecto cinderella, hay más factores de peso: la actitud de rechazo de los hijastros, la falta de una historia familiar previa, la complejidad de las relaciones con la nueva familia extensa, las expectativas demasiado optimistas con respecto a la reconstitución (pensar que los hijos van a querer de inmediato al nuevo padre o a los nuevos hermanos: el efecto Los Serrano lo he llamado en mi blog), los conflcitos de lealtades en el menor, la influencia del padre no custodio, etc. Creo que centrarlo todo en la falta de vinculación genética transmite una imagen demasiado fatalista que no ayuda nada, ya que puede interpretarse por parte de los profanos como algo más que un mero factor de riesgo.

    Un saludo

  12. Alfredo dijo:

    Me equivoqué de cita, aunque es la misma autora.
    La referencia es:

    Adler-Baeder, F. (2006). What Do We Know About
    the Physical Abuse of Stepchildren? A Review of the Literature. Journal of Divorce & Remarriage, Vol. 44(3/4)

    En el artículo se indican cosas como esta:
    «Selection theory asserts that the relationship between “stepfamilies
    and cases of child abuse is spurious; there are common antecedent conditions to both” (Giles-Sims & Finkelhor, 1984, p. 411). It may be that the individual characteristics of low self-esteem, aggression, and tendency
    toward violence may be overrepresented among stepparents. These individuals may be more likely to be in conflictual relationships and may be
    more likely to be divorced. These characteristics may be disproportionately
    carried into remarriages, putting stepchildren at greater risk.

    Un saludo

  13. Athini Glaucopis dijo:

    Querido Pseudopodo, en la lista de los libros que has leído encuentro dos de Hugo Bettelheim, pero entre ellos no está el único que yo he leído de este autor: Psicoanálisis y cuentos de hadas. Seguramente, en cualquier caso, conoces los contenidos de este libro. Una de las cosas que en él se reiteran es que la figura de la “madrastra”, en estos cuentos, no es más que la propia madre disfrazada ligeramente (para burlar la censura del “superyó”, que jamás toleraría la presentación directa de la “madre” como un ser enemigo). En ocasiones incluso es posible ver, en directo, el proceso de escamoteo: los hermanos Grimm, en la primera edición de sus famosos cuentos, presentaban a Blancanieves como víctima de las asechanzas de su madre, y sólo en la segunda edición, los hermanos Grimm sustituyeron a la “madre” por la “madrastra”, para adecuarse a la sensibilidad de los lectores de su época.

    [ http://www.elmundo.es/elmundo/2003/10/02/cultura/1065062995.html ].

    La referencia a los cuentos populares, por lo tanto, sólo nos prueba que la figura de la madrastra no es objeto de la mezcla de amor y odio que necesariamente se da en la figura materna: a la madre está moralmente prohibido odiarla, en tanto que respecto a la madrastra no existe tal prohibición. Pero, como estos mismos cuentos populares demuestran, pese a la moral inculcada, las hijas no pueden evitar experimentar esos prohibidos sentimientos de odio con respecto a la madre. Podría argumentarse, por lo demás, que esa “moral” no es el fruto de la experiencia destilada generación tras generación, sino que ha sido inculcada, precisamente, por las propias madres (que, como es obvio, tienen buenas razones para fomentar aquellas normas morales que impiden el que ellas sean sustituidas por otras).

    Sería ahora, en fin, demasiado largo introducirse en una cuestión tan compleja, y yo, además, no soy especialista en tales cuestiones, pero creo que la valoración de la figura del padrastro o de la madrastra depende, en gran medida, de que las sociedades sean patrilocales o matrilocales. En una sociedad patrilocal, donde el patrimonio y la posición social se hereda por vía paterna, lo esperable es que abunden las madrastras: las mujeres, antes de la aparición de los antibióticos, morían con trágica facilidad tras el parto, y los varones, si tenían un patrimonio suficiente, podían –y debían—tomar una nueva esposa; pero esta nueva esposa se convertía en una potencial amenaza para los hijos de la esposa anterior, porque, como es obvio era muy probable que la nueva esposa usase su influencia para ampliar los derechos de sus propios hijos a costa de recortar los derechos de los hijos del matrimonio anterior. Precisamente, en previsión de estas situaciones, es típico de tales sociedades que la esposa y sus hijos, aunque forman parte de la familia del marido, no pierden por completo el vínculo con su familia de origen: el jefe de la familia de origen (normalmente, en un primer momento, el padre de ella y, a la muerte de éste, su hermano mayor: el avus y el avunculus de los niños, en latín) queda como garante de que se respetarán los derechos de los hijos en el caso de que muera la madre.

    Por el contrario, la figura del “padrastro” es, en principio, algo infrecuente (en unas sociedades al borde de la subsistencia, es muy poco esperable que un varón acepte correr con los gastos de criar un hijo que no es suyo…, y en tal caso, como padre adoptivo, es considerado una figura positiva. Ya sabes, por cierto, que en el mundo animal hay ejemplos de lo improbable que es la figura del padrastro: las hembras de roedor abortan espontáneamente cuando cambian de macho).

    Pero, en fin, lo cierto es que estoy hablando de cosas que sólo conozco muy superficialmente: lo único que me consta es que este es el tipo de argumentos que se suelen ofrecer para explicar por qué es posible reconstruir la palabra indoeuropea para “viuda”, pero no la de “viudo”, y por qué en la nomenclatura familiar de los latinos y otros grupos indoeuropeos se utilizan unos términos muy distintos para los abuelos y tíos paternos, y otros para los abuelos y tíos maternos.

  14. Pingback: La pirámide creciente « Reflexiones de un teclista

  15. pseudopodo dijo:

    Alfredo, la cita que pones da una idea interesante, aunque no niega que los malos tratos sean mucho más frecuentes en padrastros, sólo sugiere que el efecto genético puede no ser la única causa. Para mí, el argumento más contundente a favor de la explicación genética (y a la vez de la realidad del efecto) es que según Daly y Wilson, cuando en un hogar conviven hijos genéticos e hijastros y hay malos tratos, casi siempre son los hijastros los maltratados y los otros se libran. De todos modos, intentaré buscar esa referencia el lunes…

    De acuerdo en que hay muchos más problemas para formar una familia reconstituida que el efecto Cenicienta. Mi intención no es echarle la culpa de todo a factores biológicos, sino señalar que existen y son importantes, y como nos empeñemos en negarlos tendremos problemas.

    La cuestión en el fondo es que los padres biológicos tienen la biología a su favor, los no biológicos la tienen en contra. Si lo saben, puende hacer algo para contrarrestrarlo, porque en definitiva son libres. Pero hay que conocer las cosas, y no dejar que la educación familiar nos la den Los Serrano…

    Athini, tengo ese libro de Bettelheim, pero sólo he leído trozos. Lo que menos me gusta de él son las explicaciones psicoanalíticas, así que dudo un poco de que el superyó reprima el odio a la madre…porque por otra parte, como tú mismo señalas (y, por cierto, no se me había ocurrido), las madrastras debían ser muy frecuentes, y hay buenas razones para que odiaran a sus hijastros. Yo elegiría la explicación más sencilla a tanta madrastra mala: realmente abundaban y realmente eran malas. Que, por otra parte, fuera una estrategia subconsciente poner en el cuento a una madrastra en lugar de una madre (igual que objetos inocentes pueden tener simbolismo sexual, etc) podría ser, pero sería accesorio para nuestra discusión.

    No sabía eso de los roedores, pero sí había leído algo sobre no recuerdo qué animales en los que, al aparearse un macho nuevo con la hembra, mata a las crías del macho anterior. De hecho, creo que para los biólogos evolucionistas es un misterio que en la especie humana existan los padrastros, porque en los animales tal cosa es una estrategia genéticamente muy poco rentable y no se da.

    Por cierto, da gusto tener un filólogo clásico de guardia en el blog. Me encanta eso del avus, el avunculus, y el indoeuropeo…

  16. Nadia dijo:

    El dia de hoy encontre la noticia en una pag web local (mexico) y me llamo muchisimo la atencion, sobre todo al observar esos preciosos ojos azules de baby p que tedrían mucho que decir. He leido tu articulo y la verdad (desgaciadamente) no es desubrir el hilo negro. Como en toda burocracia, de cualquier delito, se ha perdido en papeleo. Pero lo que mas me sorprende es como podemos vivir ciertamente sin hacer nada, como podemos lamentarnos solamente en el momento que leemos la noticia y olvidarnos al apagar la computadora o cerrar el periodico. Es un nino, un bebé, que lo unico que vivio fue maldad, olvido (por que tampoco el padre hizo nada) y aun asi dia a dia abria sus ojos azules quiza creyendo que eso era el amor. Y mientras tanto si habia quien estaba consiente que eso estaba mal y no hizo nada. Nada. Pero si hay miles de personas luchando y gastando por los derechos de los animales, por los perros y gatos callejeros, por aquellos animales que ven en la calle olvidados y maltradados y si se hace algo y por los de nuestra propia especie no, como es posible ver a un nino en estas circunstacias y callar, y decir que uno no es autoridad responsable, pero de que estamos hechos? Que quiza es eso lo que merecemos por la condicion de ser seres humanos? Tan facil ha sido olvidarnos de aquel «señor» que alguna vez dijo: Les dejo como mandamiento amense los unos a los otros. Que será tan dificil eso? O es tan dificil hacernos responsables de nosotros mismos que ni siquiera podemos mirar al otro, mucho menos conmovernos con su desgracia por mas inofensivo e inocente que el otro resulte. Ha pero si podemos vivir observando al que le va mejor y desear que esa suerte se le acabe. Solo me queda decir que tristemente estamos lejos muy lejos de la idea de concepcion que Dios tenia para con nosotros. Hasta luego.

  17. Mujerárbol dijo:

    Buen post para el día de mañana. Lo cito en mi sitio.
    Siento haberlo leído tan tarde: estoy un poco out desde principios de mes.

  18. pseudopodo dijo:

    Gracias, Mujerárbol. Si tu estás out yo esta semana estoy off…. Ni siquiera he podido localizar el artículo que recomendaba Alfredo. 😦 Por desgracia la vida real tiene sus exigencias; espero volver la semana que viene.

  19. Gustavo dijo:

    Que linchen a estos cobardes, son unos concha de su madre, quemenlos vivos………….

  20. Miliu dijo:

    Tengo un hijo con los mismos ojos azules y el mismo pelo rubio, incluso es parecido a Baby P, incluso más guapo. No puedo quitarme de la cabeza cómo puede haber alguien tan ruin de hacerle eso a una criatura indefensa como ese precioso crío.

    ¿Qué castigo se merecen? No se me ocurre ninguno que pueda pagar lo que han hecho con esa criatura. ¿Y el niño? Vaya mierda de vida le han dado. Sólo 17 meses, pero 17 meses de torturas.

  21. Laura Garcia-Salonen dijo:

    Yo estoy simplemente horrorizada. Esto si que es espantoso. El caso de Baby P y de Virginia Climbie han rebazado la crueldad del ser humano.

  22. Athini Glaucopis dijo:

    Parece ser, querido Pseudópodo, que ese aborto espontáneo ante un nuevo macho dominante (que, por lo visto, se llama «efecto Bruce») no sólo se produce en las hembras de roedores, sino también en algunas especies de primates:

    http://www.abc.es/20120227/ciencia/abci-efecto-bruce-monas-abortan-201202271143.html

    Espero que el vuelco electoral que ha sufrido este país no se refleje en una explosión de abortos espontáneos.

    (Athini Glaucopis)

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