Sagan y la bella Hipatia

(NOTA: a cuento de los muy interesantes comentarios al post anterior, he rescatado esto que escribí sobre Sagan hace algún tiempo.)

La inolvidable serie Cosmos, de Carl Sagan, y el libro que salió de ella marcaron a una generación de futuros científicos (yo entre ellos). Cosmos es mucho más que una presentación divulgativa de la astronomía. Es un canto a la ciencia tal como la entendía Sagan: una empresa heroica de la humanidad para salir de las tinieblas de la superstición. Sagan salpicaba su relato de episodios históricos que añadían una dimensión épica a la fascinación de su voz cuando salmodiaba eso de billions-and-billions. Era una combinación irresistible, pero Sagan hacía trampa: vestido de científico, nos vendía una mercancía ideológica; envuelta, eso sí, en una eficaz literatura.

Pondré un ejemplo: el dramático relato del fin de la Biblioteca de Alejandría. Sagan nos presenta la Biblioteca como una ciudadela del saber, dónde…

…hace 2000 años las mejores mentes de la antigüedad establecieron las bases del estudio sistemático de la matemática, la física, la biología, la astronomía, la literatura, la geografía y la medicina.

En este marco incomparable hace aparición nuestra heroína:

El último científico que trabajó en la biblioteca fue una matemática, astrónoma, física y jefe de la escuela neoplatónica de filosofía. Su nombre era Hipatia. Nació en el año 370 en Alejandría. Hipatia, en una época en la que las mujeres disponían de pocas opciones y eran tratadas como objetos en propiedad, se movió libremente y sin afectación por los dominios tradicionalmente masculinos. Todas las historias dicen que eran de gran belleza. Tuvo muchos pretendientes, pero rechazó todas las proposiciones matrimoniales.

A continuación, entra en el escenario el villano: el obispo Cirilo, que despreciaba a Hipatia “porque era un símbolo de la cultura y la ciencia”. Sólo puede haber un desenlace:

En el año 415, cuando iba a trabajar, cayó en manos de una turba fanática de feligreses de Cirilo. La arrancaron del carruaje, rompieron sus vestidos y, armados con conchas marinas, la desollaron arrancándole la carne de los huesos. Sus restos fueron quemados, sus obras destruidas, su nombre olvidado.

Todo un drama en tres actos. Pero tal vez sea todo demasiado redondo, demasiado ejemplar. ¿Qué hay de cierto en este relato?

En realidad, no sabemos a ciencia cierta cómo acabó la Biblioteca de Alejandría. Plutarco, que era griego, culpó de su destrucción a Julio César (¡350 años antes de Hipatia!). Edward Gibbon, que era ateo, culpó al obispo cristiano Cirilo. Y el obispo cristiano Gregorio culpó al Califa Omar, que habría quemado la biblioteca en el año 640 tras pronunciar su inmortal frase: “si todos estos escritos contradicen el Corán, son herejías, y si no lo hacen, son superfluos”.

Sagan oculta esta incertidumbre al lector, identificando sin más la muerte de Hipatia con el fin de la Biblioteca, porque eso es lo que conviene a sus tesis. Pero, al menos, la historia de la muerte es real, dirá el lector. Sólo parcialmente. Lo cierto es que en la época de Hipatia los conflictos entre judíos, paganos y cristianos eran constantes en la ciudad de Alejandría. Cuando el precepto romano Orestes ordenó la ejecución pública de un monje, hubo revueltas entre los cristianos. Poco después, una turba de judíos mató a una multitud de cristianos, a los que habían atraído con engaños. Otra turba de cristianos, clamando venganza contra judíos y paganos, provocó nuevos disturbios, en medio de los cuales un grupo entró en la biblioteca y mató a Hipatia.

Esto no tiene mucho que ver con el cuento de buenos y malos que presenta Sagan. Es más bien un episodio de los eternos conflictos étnico-político-religiosos de Oriente Medio. Pero Sagan no quiere que la verdad le estropee una buena alegoría: la bella Hipatia representa la ciencia de la antiguedad, asesinada por el vil Cirilo, personificación del cristianismo. Un caso claro de propaganda cientifista: ideología vendida como ciencia.

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20 respuestas a Sagan y la bella Hipatia

  1. .Marfil. dijo:

    ¡Santas mentiras piadosas, Batman!

  2. JuanPablo dijo:

    unos kilómetros al oeste [en Argelia], y quince años después, también en el norte de Africa moría otro neoplatónico, el responsable de la fusión de estas ideas con el catolicismo: San Agustín. Todo eso, no nos olvidemos, en medio de las revueltas por las invasiones bárbaras (con los hunos presionando pueblos del noreste europeo y del sur de la urss), que vía España habían entrado a Africa y se movían hacia el oeste. El mapa de la Wikipedia no es completo, jamás podría serlo, pero muestra las conquistas principales y los años en que ocurrieron, como para ubicarnos en el clima de la época.

    Sagan no menciona nada de eso, tampoco la historia de Santa Catalina de Alejandría (aprox 290-307), sobre la cual no se sabe mucho. También hay dudas sobre su historia.

  3. JuanPablo dijo:

    Y sobre este tema podría seguir escribiendo… Otros detalles:

    -En Alejandría convivían (al menos) 4 cristianismos: el romano, el bizantino, el copto, y el copto bizantino (tres no aceptaban al Papa de Roma), y el cisma se produce en el 451.

    -En el 395 Teodosio I (bizancio) ordena la quema de templos paganos, y es otra de las fechas asociadas a la destrucción de la Biblioteca de Alejandría y el Serapeum.

    Te dejo para otro día los supuestos aportes científicos de Hipatía, para no abusar de tus comments 🙂

  4. pseudopodo dijo:

    ¡No es abusar! Espero impaciente, aquí o en tu blog 🙂

  5. JuanPablo dijo:

    Continúo, pseudópodo 🙂 Antes de Sagan, Hypatía era sólo una ayudante de su padre, a quien sólo se le atribuyen ediciones comentadas de Euclides y del Almagesto, sin que hubiese pruebas ni indicaciones de que hubiese aportado algo a las matemáticas. De hecho, cualquier libro de historia de las matemáticas pre-Sagan habla de la decadencia en el período Helenístico (con Pappus como última figura seria, y aportes prácticamente nulos desde el siglo III), igual que los post-Sagan serios.

    A posteriori, y sin citar fuentes, aparece una cantidad de gente que le atribuyen a Hypatía cosas increíbles:

    -el primer planisferio (!) (claro, Ptolomeo no merece ser reconocido ni por eso)

    -el astrolabio (Hiparco, 150 a. C.)

    -los logaritmos (sin palabras…)

    Una muestra de cómo se esparce el mito: buscá en Internet «Sobre el Conon Astronomico de Diafanto», un sinsentido total (Paul Tannery le atribuye a Hypatía un comentario -de una carta de Psellus del siglo XI- sobre los primeros seis libros de la Aritmética de Diofanto, según el cual Diofanto fue el primero en usar distintos nombres para las potencias de una incógnita).

  6. pseudopodo dijo:

    Esa web es alucinógena… Aquí, un párrafo sacado de http://www.fmujeresprogresistas.org/visibili8.htm

    «De forma que las culturas matriarcales pacíficas, anteriores al año 2500 adne, antes de la revolución patriarcal: «… produjo todos los elementos básicos de las civilizaciones arcaicas desarrolladas -la escritura, la rueda, las matemáticas, el calendario, la monarquía, el sacerdocio, el simbolismo del templo, los impuestos, etc.- y los temas mitológicos específicos…» (Campbell, 1991: 167).»

    «Más tarde se produjo las invasiones patriarcales. Los varones eligieron la tendencia a «civilizar» de manera militar y violenta. Ellos empezaban por invadir y conquistar por las armas territorios codiciados habitados y gobernados por mujeres, se posesionaban del trono y de sus reinos, arrojaban o esclavizaban y sometían a su dominio a los antiguos habitantes, se beneficiaban de las experiencias y logros femeninos, devastaban sus construcciones. Y después sobre sus ruinas reedificaron otras, impusieron una organización patriarcal y sus creencias patriarcales e inauguraron nuevos cultos patriarcales.»

    [A mi me encantan frases como «las culturas matriarcales …produjo» y «mas tarde se produjo las invasiones». En otra página dejan claro que están en contra del uso gramatical del masculino genérico, etc, pero ¿por qué están en contra también de la concordancia? Pero bueno, el texto se comenta solo. Y el tal (o la tal)l Campbell no sabemos quién es porque la referencia no la ponen]

  7. Caesitar dijo:

    Estais encantados todos engañandoos entre todos. Lo de Hipatia fue claramente culpa del fanatismo religioso, fuera judío o cristiano, y su intransigencia con el neo-platonismo de Hipatia y otros pensadores de la época. Hablar de conflicto étnico, en vez de religioso, es una perfidia absurda.

  8. pseudopodo dijo:

    Los conflictos son casi siempre entre identidades. Que muy a menudo se definen, entre otras cosas, por su componente religiosa. Pero eso no es en absoluto esencial. El conflicto del País Vasco ¿es religioso? Aquí la identidad se define por otros mecanismos. El enfrentamiento entre anarquistas y comunistas, que fue una pequeña guerra civil dentro de la Guerra Civil española, ¿era entre dos religiones? etcétera.

    Lo que a mí me parece equivocado (no voy a decir «de una perfidia absurda» porque no creo que se haga generalmente con mala intención) es presentar la religión como la causa permanente de los conflictos. Simplemente, es que no es cierto.

  9. Caesitar dijo:

    Bueno pseudópodo, en eso estoy de acuerdo contigo. Nadie dice que lo sea, y si alguien lo afirma se equivoca. Pero tampoco puede constantemente quitarle peso a la religión. Por ejemplo, hay gente que llega a negar que hayan existido guerras religiosas, afirmando que siempre había otros intereses políticos, territoriales; sea el caso de las Cruzadas. Para empezar, la religión y las cuestiones territoriales no son distintas: las religiones buscan territorio para evangelizar. Y el conflicto de Irlanda del Norte, o de Pakistán-India tiene un fuerte componente religioso.

  10. Asturchale dijo:

    ¿Puedo simplificar? Creo que la cuestión aquí, la base que subyace a todas nuestras racionalizaciones, es nuestra instintiva simpatía o antipatía hacia el sentimiento religioso o mejor dicho, hacia el teísmo (hay religiones ateas, evidentemente).
    Dios es una idea poderosísima, que ha justificado y sigue justificando muchos crímenes. También es evidente que, faltando Dios, muchos otros santos ideales lo han reemplazado como herramienta ideologica de los grandes tiranos, de los fanaticos y de los asesinos, desde Robespierre y Napoleon a Milosevic. Si la religion queda desprestigiada despues de las Cruzadas, evidentemente la idea de democracia y la defensa de los derechos humanos quedaran manchadas despues del embargo y la invasion de Irak, puesto que son sus justificaciones ideologicas.
    Tambien es igualmente cierto que, incluso si renunciamos a cualquier ideologia totalizadora, teista o no, seguiremos encontrando innumerables ejemplos de opresion y atrocidades. La mayoria de los crimenes se han cometido por dinero y por poder, desde el comercio negrero hasta la guerra de Irak.
    Lo que quiero decir es que la historia, la aplicacion concreta de las ideas, no nos sirve de orientacion para desechar o ensalzar unas u otras: todas las que alcanzaron cierta influencia sirvieron, tarde o temprano, como herramienta del poder.
    En el caso de Hipatia, que no conocia hasta leer este blog, lo de menos es si ella fue victima o no de la intolerancia religiosa: lo importante es determinar si fue, o no, una martir de la ciencia. Porque al final todo este asunto, Hipatia y Galileo y…(no se me ocurren muchos mas) son solo martires, santos laicos de la ideologia cientifista. No se trata unicamente de subrayar el fanatismo y la violencia de los creyentes, sino de convencernos de que la verdad cientifica es insoportable para la religion, de que los cientificos han sufrido durante siglos a manos de la intolerancia religiosa. Ya se sabe que en America abundan los grupos empeñados en ganar prestigio a base de victimismo y pasados genocidios: los seguidores del neopaganismo se han sacado de la manga, por ejemplo, el supuesto «holocausto» de nueve millones de brujas europeas durante la Edad Media.
    La idea, si la despojamos de hojarasca, no puede ser mas sencilla: «la religion es un monton de chorradas, un cuento mas tonto que el del Ratoncito Perez, y los creyentes odian fanaticamente a los cientificos porque saben que tienen razon». Me parece una idea falsa, me parece que la relacion entre religion y ciencia ha sido mucho mas compleja y mucho mas interesante que este cuento de buenos y malos, y me parece que, si se trata de oir a un divulgador cientifico, quiero que me explique conceptos cientificos, no que me embuta su propio catecismo laico.

  11. artjhns dijo:

    no escribir mucho solo numeros

  12. sara dijo:

    esta muy bien que esa mujer pudiera hacer esas cosas pero tambien tenian que permitirselo a todas las mujeres como hoy en dia. bueno un saludo y un veso. esta muy bien lo que google e internet haceis ahora

  13. Pues ayer mismo estaba yo dando una clase de Historia del Libro y de las Bibliotecas, sector «Antigüedad», y claro, salió la Biblioteca de Alejandría, su destrucción, y mencioné a Hipatia (Hypathia, he leído por ahí).

    Yo lo que cuento es que la Biblioteca de Alejandría, fundada por Ptolomeo II, el hijo del general de Alejandro, sufrió tres destrucciones.

    La primera, cuando en el 47 a.C. Julio César ordenó quemar la flota egipcia amarrada a puerto; el fuego se propagó por el puerto, por la ciudad, y alcanzó el Museion, Templo de las Musas que albergaba la célebre Biblioteca. Esto era en tiempos de Cleopatra, faraona de la dinastía griega de los Ptolomeos y que, según nos cuenta Plutarco, resume San Isidoro, e ilustra Hollywood, anduvo encamada con Julio César, al que echó del tálamo por lo del citado incendio y acogió en el mismo (en el tálamo, no en el incendio) a Marco Antonio (el bello Richard Burton en el filme). Cuenta la leyenda (Plutarco y San Isidoro, Hollywood no) que en joven galán, para contentar a su dama y compensar sus pérdidas saqueó la Biblioteca de Pérgamo y regalo a su faraona 200.000 rollos de papiro. Los bibliotecarios de Pérgamo, desolados, inventaron el pergamino para no tener que volver a usar el papiro, infausto recuerdo egipcio. La Biblioteca se refundó en el Serapeion (Templo de Serapis) que no había ardido de chiripa.

    La segunda destrucción habría sido la del 391 d.C., a manos de los «monjes salvajes del arzobispo Teófilo de Antioquía» (sic en mis clases) que tratando de acabar con los templos paganos llegaron al del sincrético Serapis (medio griego medio egipcio) y arrasaron el local. Al encontrar sólo allí a Hipatia, hija del sacerdote y sacerdotisa ella misma, la violaron, asesinaron y descuartizaron. Hipatia se convierte, con el paso de los siglos, pero digo yo que muchos siglos, en poetisa, matemática, bibliotecaria y política, y hoy en mártir de las matemáticas, del feminismo, de la biblioteconomía y de la poesía femenil.

    Muchos historiadores concluyen aquí, y otros recogen fuentes de la historiografía árabe según la cual la Biblioteca habría sido refundada, habría vivido nuevos siglos de esplendor, y habría sido destruida por orden del Califa Omar en el 640. Sobre sus célebres palabras, hay que recordar que la moderna historiografía «todo a 100» las atribuye a muy distintos gobernantes y momentos de la Historia, como se hizo en su día con las del General Moscardó, por otra parte. O como aquéllo de «matadlos a todos que Dios reconocerá a los suyos». O como aquéllo de los ríos teñidos de la sangre de las víctimas, o de la tinta de los libros saqueados. Son comodines de la Historia.

    Pero la cosa, volviendo a lo mío, es que Ptolomeo II fundó en su ciudad griega una copia de esas escuelas de enseñanza tan de moda en el mundo griego (en Atenas, la Academia de Platón, el Liceo de Aristóteles, o el Jardín de Epicuro) que a su vez eran imitación de los cenáculos pitagóricos, instituciones más religiosas que docentes según nuestros esquemas actuales. En Atenas, Alejandría o Pérgamo comunidades de hombres libres se reunían en torno a uno o varios maestros de vida, que en los pórticos del jardín les adoctrinaban (en el mejor sentido de la palabra) y con los que dando vueltas por el claustro meditaban (como los monjes cristianos). Allí se leían en voz alta los textos que albergaban las bibliotecas: decenas, cientos, quizá miles de rollos de papiro, escritos en griego, cuyo orden mantenían esclavos ¡digna lección! no hijos de sacerdotes.

    Por cierto, y abusando (bastante) de su confianza les relato la anécdota del bibliotecario del Liceo: colocando en orden los libros de Aristóteles encontró que además de aquéllos a los que el maestro había dado título y forma, había una obra dispersa, de contenido medio espiritual y un tanto inconexo, que decidió colocar al final del todo, junto a los libros de la «Física». Esa obra pasó a ser conocida por el bibliotecario como «Meta ta fisica» (el libro que está al lado del de Física) y hoy como «Metafísica», que interpretamos erróneamente como «algo que está más allá de la Física» y se nos ponen los ojos en blanco como queriendo decir que trascendemos el mundo de los sentidos, que nos elevamos… y total nos caemos al suelo de la Biblioteca del Liceo.

    ¡Hala, a disfrutar!

  14. pseudopodo dijo:

    Lo tuyo es instruir deleitando, Impar Bibliotecario ;-). Aunque el tal Teófilo de Antioquía en mis fuentes no es el instigador, sino su sobrino y sucesor Cirilo… pero a estas alturas, ¿quién sabe?

  15. Cigarra dijo:

    Muy buena tu aportación, Odd Librarian, a este interesante blog. Lo que queda claro es que la humanidad busca siempre (y encuentra con suma facilidad) pretextos para destruir las cosas que merecen ser conservadas, y para sacudir al vecino, sea cual sea el motivo que le diferencie de nosotros. En Tudela, en fiestas, tiraban al Ebro a cualquier mozo de localidades vecinas que se atreviese a requerir de amores a las mozas locales. Eran los tiempos recios de la posguerra, y no hacían falta motivos religiosos o de otro tipo.
    Y qué decir de la inefable interpretación feminista de la historia. No hay nada que haga más daño a la igualdad de los sexos que el feminismo pasado de rosca.
    Felicidades por tu blog, Pseudopodo

  16. pseudopodo dijo:

    La eterna Navarra… muy buena la anécdota. Gracias, Cigarra.

  17. Asturchale dijo:

    Ahora le toca a Amenabar, que (hito casi inedito en el cine español) se nos pone a rodar una peli de romanos… para cantar una vez mas las loas de Santa Hipatia, martir laico-feminista.

    http://abordodelottoneurath.blogspot.com/2008/03/agora-e-hypatia-en-dnde-te-metes.html

    Lo de este hombre con el catolicismo es obsesion.

  18. Athini dijo:

    Aprovechando que Asturchale ha sacado de nuevo el tema de Hipatia a colación, me permito anotar algunos datos al respecto.

    La Biblioteca y el Museo de Alejandría continúan formalmente la tradición de determinadas asociaciones religiosas previas, y están muy influidas en su origen por instituciones como la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles, pero puede decirse, sin la más mínima duda, que inauguran una nueva etapa, y son lo más parecido que ha habido en la Antigüedad a los modernos institutos de investigación, incluso en cuestiones de detalle (si alguien está interesado en más detalles, podríamos volver sobre este asunto). Además de por cuestiones de prestigio (importantísimas) El Museo y la Biblioteca proporcionaban a la monarquía de los Ptolomeos utilísimas innovaciones técnicas que daban muy substanciales rendimientos prácticos (las matemáticas, entre otras cosas, servían para dirigir los disparos de las catapultas o los cálculos de resistencia necesarios para hacer fortificaciones; los mapas detallados eran imprescindibles para el comercio y el ejército, etcétera).

    Todas las pretendidas «destrucciones» espectaculares de la Biblioteca de Alejandría son básicamente legendarias. Es falsa, para empezar, la atribuida a Julio César. Cuando Julio César, para evitar que bloquease a su propia flota, incendió la flota egipcia, ello provocó también que se incendiase accidentalmente un almacén de papiros que estaba en el puerto, pero se trataba de papiros en blanco, listos para la exportación. Un equívoco posterior llevó a la falsa identificación de estos papiros con los de la Biblioteca. La biblioteca seguramente sufrió varios incendios, más o menos parciales, como consecuencia, entre otras cosas, de las revueltas que a lo largo de tantos siglos (como es inevitable) se fueron produciendo en una urbe tan tumultuosa como Alejandría, pero ninguno de ellos fue el causante directo de la desaparición de la Biblioteca. Ignoro cómo estará ahora este tema entre los especialistas, pero hace unos diez años (que es cuando yo consulté un poco de bibliografía especializada al respecto) parecía darse por descontado que la Biblioteca había ido desapareciendo poco a poco, en una lenta y prolongada decadencia. Téngase en cuenta, por cierto, que la mera «preservación» de la biblioteca, sin un ingente trabajo de copia y mantenimiento, no era posible: el papiro es un material de duración limitada en el tiempo (dura, por decirlo en números redondos, aproximadamente un siglo sin deteriorarse, pero luego se va desintegrando), y sólo los ingentísimos recursos de una monarquía como la de los Ptolomeos primero, y el muy especial interés de los emperadores romanos después, podía financiar el mero mantenimiento físico de aquella institución. La decadencia y desaparición del Imperio Romano suponía, per se, la paralela decadencia y desaparición de la Biblioteca. Resulta más romántico pensar en incendios provocados por el fanatismo, pero lo cierto es que la desaparición de la Biblioteca lo que demuestra es (¡qué triste!) lo mucho que los científicos y eruditos precisan de una organización estatal competente.

    Hipatia (la transcripción literal del griego sería «Hypathía») murió, es cierto, lapidada a manos de una multitud cristiana. La multitud, sin embargo, no la mató por ser pagana, sino porque sospechaba (con razón o sin ella) que Hipatia estaba conspirando, aprovechando su influencia ante el prefecto del pretorio, en contra del obispo Cirilo. Téngase en cuenta que en aquella época (como bien recuerda Pseudópodo) entre los cristianos había una fortísima división en sectas que se perseguían a muerte (lo de «a muerte» no es metafórico) entre sí. Los obispos eran elegidos entonces por votación entre sus fieles, y el obispado de Alejandría (la segunda ciudad del Imperio Romano) era siempre motivo de auténticas guerras civiles, porque los miembros de cada uno de los bandos no ganadores consideraban que las votaciones habían sido (por un motivo u otro) fraudulentas. Hipatia, por tanto, pereció por quedar fatalmente en medio de estas disputas entre cristianos, y no como consecuencia del ataque de los cristianos a la «ciencia».

    Hipatia, es cierto, no era cristiana, sino «neoplatónica», pero lo cierto es que pocas cosas podía haber en aquel momento más próximas al cristianismo que este «neoplatonismo» tardío (aunque quizás sea mejor expresarlo al revés, exagerando un poco casi se podría decir que el cristianismo era, en esencia, un neoplatonismo con cierto barniz judaico). Seguramente Hipatia cultivaba las matemáticas, pero sus matemáticas, en la medida de lo que podemos hipotetizar, debían estar más cerca de lo que ahora llamamos «astrología» que de la moderna «astronomía»: la tradición neoplatónica alejandrina en aquel momento estaba por completo entregada a la teurgia.

    En cualquier caso hay una prueba de que entre Hipatia y el cristianismo no había ninguna incompatibilidad radical. Hipatia murió en 415, pero ya seis años antes (409) su más destacado discípulo, Sinesio, había sido elegido Obispo de Ptolemais, y ello sin que en ningún momento el discípulo «apostatara» (por usar una palabra hoy de moda) de las enseñanzas de su maestra: del obispo Sinesio, precisamente, procede el más cálido testimonio de gratitud hacia ella.

    El de Hipatia, en fin, es un caso ejemplar en muchos sentidos. Demuestra, por un lado, hasta dónde puede llegar el fanatismo (el de determinados cristianos aquí), pero también demuestra la fluidez entre el Cristianismo y el pensamiento pagano. Demuestra, por otra parte, la fortaleza de carácter de una mujer y su valía intelectual…, pero también demuestra que la situación de la mujer entonces no era tan absolutamente humillante como ahora se gusta de pintar (cualquiera que conozca un poco de historia del Derecho Romano, por cierto, debería saber que a partir del siglo I d.C. a la mujer se le reconocía una capacidad jurídica que no volvió a ser igualada en Occidente hasta fines del siglo XIX. En el peor de los casos, es cierto, se les exigía formalmente estar bajo la «tutela» jurídica de un tutor…, pero resulta que ellas mismas podían nombrar y destituir a su antojo a este tutor).

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