Colesterol, genes, información y tradición

Lo que sigue está transcrito casi tal cual del cuaderno del cercanías. Pensaba corregirlo y añadir alguna cosa, pero se me traspapeló (si es que se puede decir eso de un borrador en un blog)… y ahora, unos meses después, me da pereza hacer esos retoques. Seguro que ustedes se los hacen, así que ahí va.

* * *

En los últimos años, la medicina evolucionista ha empezado a arrojar una luz interesante sobre la cuestión de por qué enfermamos. Por ejemplo, por qué tenemos tendencia a comer alimentos grasos y poco saludables. La explicación está en que en nuestro ambiente originario (las sabanas africanas, más o menos) esos alimentos eran muy escasos y la mejor estrategia evolutiva era lanzarse ávidamente sobre ellos para hacer acopio cuando era posible. Hoy, en nuestro ambiente urbano, esa estrategia es muy poco apropiada, pero está “congelada” en nuestros genes: no podemos evitarlo, nos atrae el colesterol.

Otro tanto se ha dicho de las respuestas agresivas del tipo ataque/huida, útiles ante un predador pero inconvenientes ante el jefe.

Pues bien, creo que lo mismo que ocurre con nuestra avidez por las grasas ocurre con nuestra avidez por las informaciones. En un ambiente en las que éstas eran escasas y eran relevantes para nuestra supervivencia, era muy conveniente que se disparara nuestra atención ante una noticia. Pero hoy la situación ha cambiado más radicalmente aún que con la comida. Nuestra atención se ve solicitada por un sinfín de estímulos irrelevantes. Con los agravantes que se derivan de que aquí estamos en la esfera inmaterial de los bits, no en la tangible de las moléculas que engordan y, por su propio peso, nos empujan a la sensatez.

Los efectos del exceso de información son menos evidentes que los del exceso de grasas. Sin embargo, igual que una dieta inadecuada compromete nuestra salud física, un consumo inadecuado de información es una amenaza para nuestra salud mental (no es que nos vayamos a volver esquizofrénicos, obviamente, pero igualmente no vamos a contraer una meningitis por comer mal). Hay, además, una peculiaridad que hace insidioso el problema de que hablamos: el consumo excesivo de información no sumerge en un estado de falta de lucidez que dificulta tomar conciencia de lo que nos está pasando. Los efectos narcóticos de la TV son evidentes, y en cuanto a la web, hay quien habla de hypertext sickness.

Tanto en el caso de la alimentación como en el de la información, nuestros problemas no vienen de nuestros fracasos sino precisamente de lo contrario: nos hemos propuesto comer carne todos los días y tener un número ilimitado de cadenas de televisión. Y lo hemos conseguido: estamos muriendo de éxito.

¿Tenemos algún antídoto?

Uno al que se apela a menudo es el de la tradición. ¡Contra la comida rápida, defendamos la dieta mediterránea! ¡Frente a la telebasura, la cultura clásica! Lo malo es que detrás de esto no suele haber más que una apelación sentimental a nuestras esencias o una mueca de desprecio del “culto” hacia la plebe. Defensas poco sólidas contra tendencias que llevamos en los genes.

Pero se me ocurre que apelar a la tradición, en el contexto evolutivo en que estamos, adquiere una nueva fuerza. Porque la tradición es la costumbre madurada durante un tiempo suficientemente largo para ser estable evolutivamente. Así, la comida tradicional es aconsejable no simplemente por ser “la nuestra”, sino porque la tradición es el depósito de las estrategias que funcionan a largo plazo. La dieta tradicional tiene que estar en cierto modo optimizada para la supervivencia: en caso contrario, sus seguidores no habrían prosperado lo suficiente como para que tal dieta alcanzara el estatus de “tradicional”…

Algo semejante puede decirse con la “cultura clásica”, en el campo inmaterial de la información. Sin embargo, soy consciente de que la analogía no es del todo ajustada. La dieta tradicional es demostrablemente más sana, y todo el mundo piensa volver a ella, aunque no lo haga. No pasa lo mismo con la dieta informativa tradicional: ¿alguien está pensando tirar la TV y desconectarse de internet? Así que aunque el argumento evolucionista aumente nuestra valoración de las tradiciones, no proporciona muchas armas para defendernos del exceso de información…

Tendré que seguir pensando sobre esto (de momento, algunas ideas prácticas, en inglés, aquí).

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20 respuestas a Colesterol, genes, información y tradición

  1. Esteban S dijo:

    Me parece que esfuerzos como la psicología evolutiva o esta medicina evolucionista sufren de varios problemas irresueltos. En primer lugar, los de carácter metodológico, porque prodigan hipótesis altamente especulativas para las que presentan muestras estadísticamente insignificanets. En segundo lugar, proque se saltean dos ordenes de organización enteros: el psicológico y el sociocultural. Un intento de reducción de cada uno de ellos al inmediatamente inferior sería un proyecto bastante ambicioso si se plantea seriamente – y, quien sabe, quizás tendría resultados muy interesantes. Pero referir cualquier observación histórica y culturalmente contingente al pleistoceno no me parece muy científico, la verdad.
    Un saludo grande.

  2. imrahil dijo:

    Muy buenas:

    No estoy de acuerdo con la frase «Pero se me ocurre que apelar a la tradición, en el contexto evolutivo en que estamos, adquiere una nueva fuerza.». Precisamente, si las condiciones ambientales cambian, las soluciones evolutivas adquiridas para resolver otras situaciones es cuando pierden valor.

    En ese sentido, aquellas personas que tienen mejor asimilación de las grasas y el colesterol o de exceso de información, al tener ventajas sobre los que no, estarán en mejores condiciones para reproducirse. Pero todo esto sólo será válido si la situación que planteas se mantiene durante un largo periodo de tiempo.

    Saludos cordiales.

  3. pseudopodo dijo:

    Esteban, quizá les pides demasiado a esos esfuerzos…No creo que haya que esperar a esa reducción para aprovechar las intuiciones que nos aporta la psicología evolutiva. Eso no quita para reconocer su autonomía a lo psicológico y a lo social. Lo que veo es que este es un campo en el que la gente suele colocarse en los extremos, y la postura dominante durante muchos años ha sido la de ignorar que somos (también, aunque no solo) mamíferos: el mito de la tabla rasa que critica Steven Pinker.

    Imrahil, lo que quiero decir es que el punto de vista evolucionista en general revaloriza la tradición, que en lugar de ser un depósito de supersticiones del pasado, se convierte en el resultado de la sabiduría colectiva, no consciente, pero efectiva porque ha resultado una buena estrategia evolutiva…. Pero la idea de post es precisamente que no siempre está claro en qué medida puede ser útil la tradición, porque igual que el cambio de ambiente puede hacer que los instintos resulten perjudiciales, pudiera ocurrir lo mismo con la tradición.

    Sin embargo, yo creo que hay una diferencia entre instintos y tradiciones, y que las tradiciones son “más de fiar” que los instintos (la dieta mediterránea es preferible al instinto de lanzarse sobre el colesterol). Pero es una intuición que no sé justificar bien, más allá de que se pueden aducir muchos ejemplos a su favor.

    Mi sospecha es que los instintos son algo remoto, que está al servicio de nuestra supervivencia como especie pero no de nuestra buena salud social, mientras que las tradiciones se han desarrollado en tiempos más recientes, y están al servicio del animal social, cultural y simbólico tan especial que somos. Sin embargo, aún así queda la cuestión de que eso no garantiza que ante el cambio la tradición siga siendo útil.

    Por eso decía que tengo que seguir pensando sobre esto…

  4. Javier dijo:

    Pseudópodo, me hace gracia que utilices ese concepto tan vago de la «dieta mediterránea» para apoyar el argumento tradicional. Primero porque es uno de esos conceptos identitarios que a mi me causan repelús y que, si lo piensas bien, estoy seguro de que a ti también.

    Se ha querido llamar dieta mediterránea a una paráfrasis de la idea de «nosotros sí que sabemos vivir y no esos creídos de más al norte». Inmovilismo de pobres, vamos.

    Dieta mediterránea es que se comen naranjas solo en temporada, y judías verdes también, y fresas, y manzanas casi nunca (eso es muy del norte y es bueno para los dientes que nunca ha sido un fuerte en las gentes del mediterráneo), no haber visto el apio ni en pintura, comer cereales a través del pan y la pasta, pero nunca directamente (centeno es algo que comen los animales), es vender como comer sano el comer arroz (algo que hace todo el mundo) y rociar todo con aceite de oliva a precio de oro. Ante eso, nuestro mundo evolucionado nos ofrece frutas y verduras todo el año, aguacates, mangos y tantas mandangas exóticas de las que hace treinta años en España solo habían visto la forma los ricos.

    Luego me comeré una piña. Los indios que poblaban estos lugares comían solo bisonte, que debe de ser muy bueno para el frío.

  5. pseudopodo dijo:

    🙂 Que conste que no era mi intención defender la dieta mediterránea sino poner un ejemplo de las soluciones que se proponen ante estos problemas de desajuste entre nuestros instintos y nuestro ambiente…

    Pero te veo un tanto hipercrítico. A mi no me parece mal comer cada fruta en su temporada: eso no hace ningún mal a la dieta y nos ahorraríamos costes de almacenamiento y transporte, aditivos, etc (¿tiene lógica que para comer naranjas en agosto en España se transporten desde Chile?) Y sí, alrededor de esto de la “dieta mediterránea” hay bastantes esnobismo paleto, pero es que eso es el signo de los tiempos. Todo, incluso lo bueno, nos lo venden envuelto en tanta estupidez que le dan ganas a uno de hacer lo contrario. A mi con lo la monserga del cambio climático me dan ganas de dejar las bombillas encendidas toda la noche, y eso que no soy de los escépticos… pero lo dejo que me pongo también yo hipercrítico. Que aproveche la piña (mis hijos han tomado kiwi de Nueva Zelanda en la cena).

  6. Frenzo dijo:

    A mi me pareció interesante la analogía entre información y la dieta. Creo que es válida hasta cierto punto.

    Pero el argumento de la tradición es débil. La dieta mediterrane es saludable, y ahí tradición y salud se dan la mano. Pero otros tipos de dieta son tradicionales y no son muy sanas.

    Por ej., la dieta argentina tradicional es carne, carne y carne. Poco saludable. La española en algunas regiones se excede con las frituras, tampoco es saludable.

    La tradición garantiza que te no extermina inmediatamente, pero no garantiza (ni mucho menos) que sea lo óptimo, y depende demasiado de la disponibilidad de recursos de épocas pasadas.

    Y podría poner como caso un poco exagerado la tradición de fumar o consumir alcohol y otras drogas. Puede tener mucha tradición, pero es perjudicial.

  7. Mari Pili dijo:

    Pues una vez más estoy en sintonía con Mr. Pseudópodo. Hará cosa de un mes que decidí dejar de comprar el periódico, al menos a diario, pues me quitaba mucho tiempo que prefiero dedicar a otras lecturas menos efímeras y, por tanto, más enjundiosas.
    Uno de los libros que ha caído en el hueco que dejó el diario es «Un detective en el supermercado», libro que, a priori, prejuzgué como banal pero que me está sorprendiendo por la contundencia de sus argumentos. El autor, Michael Pollan, carga contra la industria alimentaria y la ideología que la sustenta, lo que él llama «nutricionismo».
    ¿Y por qué aboga? Por la dieta tradicional, de alimentos frescos, no procesados ni refinados, sea ésta mediterránea o somalí. Allí donde aparece la dieta occidental surgen casi instantáneamente toda la plétora de enfermedades occidentales por todos conocidos: diabetes, hipertensión, obesidad, etc. Y es precisamente, como dice Pseudópodo, el limitado plazo de adaptación del organismo a la misma, lo que provoca aquellas.

  8. pseudopodo dijo:

    Frenzo, pero habría que ver si la dieta argentina se merece el nombre de tradicional… y no es por menospreciarla, sino porque no tiene la antigüedad suficiente: es el resultado de la ganadería extensiva, un accidente histórico reciente. Igual que el consumo de drogas: hay muchas que son tradicionales en algunas sociedades, pero siempre se consumen dentro de un rito y de una manera codificada socialmente; cuando se convierten en destructivas es porque la sociedad se está desestructurando (como ha pasado con muchas tribus indígenas americanas, que se han alcoholizado… ).

    Mari Pili, en mi bulimia (intelectual 😉 ) ya había detectado ese libro, ahora que dices que está bien tomo nota, a ver cuando cae (de momento no, tengo una pila de 9 libros pendientes aquí al lado que precisamente amenaza con caer y aplastar al portátil). Yo creo que es un buen ejemplo de cómo la tradición es más sabia que nosotros mismos, y el inmovilista que no acepta las novedades, presuntamente atractivas (el pan blanco, el azúcar refinado…) puede al cabo estar el lo cierto.

    La cuestión de fondo es que incluso cuando las cosas cambian, nosotros no cambiamos. Aferrarse a una cultura (en el sentido antropológico) tradicional nos permite, al menos, que ante el cambio las cosas sigan siendo iguales para nosotros, que no es poco, porque no es nada fácil diseñar un modo de vida (aunque, ciertamente, el inmovilismo puede privarnos de cosas buenas como la piña y los kiwis…)

    Ah, Mari Pili, muy sensata tu decisión. Yo hace tiempo que la tomé también; sólo de tarde en tarde leo el periódico en el tren al volver a casa, y casi siempre me arrepiento. La enjundia es lo que cuenta, aunque no sé si es muy sana para la dieta:

    enjundia.

    (Del lat. axungĭa, grasa para el eje).

    1. f. Gordura que las aves tienen en la overa; p. ej., la de la gallina, la pava, etc.

  9. Frenzo dijo:

    No deja de sorprenderme la habilidad que tienes para defender tu punto de vista, Pseudópodo. Esgrima pura: espero oir touche y recibo un toque.

    Sin embargo, insisto en que las tradiciones no son ninguna panacea. A lo sumo, frente a otras opciones, presentan el beneficio de la experiencia probada en ciertas condiciones.

    Pero una tradición puede convertirse en un estorbo o anacronismo, como moverse con carreta tirada por mulas en una ciudad de autopistas. Las tradiciones necesariamente deben pasar la prueba del contraste con el mundo tal cual es ahora y no como era hace siglos.

    Dicho eso, desde ya que no me desagradan las tradiciones que han sobrevivido al paso del tiempo y al cambio del mundo, porque eso demuestra que son ampliamente versátiles y muy sólidas.

  10. Javier dijo:

    Touché!

    Pues yo vuelvo a lo mío, esto es, a la piña. Estáis llamando dieta meditarránea a simplemente comer sano, frutas y verduras. Eso, gracias a los barcos y los aviones, se puede hacer en el mediterráneo y en Kansas City. Obviamente, antes, en Uppsala casi nadie podía comer naranjas ni tomates y por eso no se llama dieta nórdica, eso ya lo sé antes de que me lo digáis.

    No critico la dieta, critico el nombre, porque es lo que es: identitario. Y esí que es verdad que me pongo hipercrítico (hipercítrico también diría yo) en cuanto salen las identidades a colación, sea explícita o implícitamente. Para mi identidad es una palabra-cerilla.

    El nombrecito de dieta mediterránea es una versión progre del «Spain is different» de antaño: una forma de convencernos de que como en España no se vive en ningún sitio, excusa para muchas tonterías de nuestra sociedad.

  11. jusamawi dijo:

    Muchas de las injusticias que perviven en el mundo buscan su justificación en la tradición.Tal vez la dieta mediterránea ha demostrado ser efectiva y en este caso no nos quejamos pues el objetivo que se persigue es la salud.Cuando el objetivo es otro, por ejemplo el sometimiento de las mujeres, también podemos decir que la tradición de no permitirles el acceso a la educación ha demostrado su efectividad.El problema está en que en este caso lo que no aceptamos es el objetivo y la tradición entonces no puede ser tenida en cuenta. Sólo lo hacen los que persiguen mantener el mismo estado de cosas.

    La tradición es por tanto un arma de doble filo.La persistencia de una cultura, de una ideología o de unas costumbres a través del tiempo lo mismo pueden dar prueba de su validez en la actualidad como ser la evidencia de una injusticia mantenida a lo largo del tiempo.

    Poder comer naranjas de Chile en Agosto es bueno.Lo malo son los aditivos y el precio del transporte.

    Comer frutas y verduras en temporada es tradición porque no existían aditivos ni medios de transporte adecuados.

  12. pseudopodo dijo:

    Frenzo, me gusta la comparación con la esgrima. Para defender los puntos de vista, es mucho más elegante que el boxeo. Y tiene la ventaja de que al final a veces acabamos poniéndonos de acuerdo.

    Javier: comparto tu aversión por lo identitario, pero no había notado tal aroma en el nombrecito “dieta mediterránea”. Nunca se sabe lo que va a provocar acidez a alguien 🙂

    Jusamawi, claro que la tradición es un alma de doble filo, porque lo único que garantiza el que algo haya llegado a ser “tradicional” es que ha funcionado a largo plazo para la sociedad, no que sea justo para los individuos, ni que vaya a seguir funcionando igual de bien si las circunstancias han cambiado. Aún así, creo que esto basta para considerar que la tradición, aunque no sea una panacea (y precisamente en el post subrayaba que no parecía la solución para el problema del exceso de información) sí merece un respeto, es algo más que un depósito de supersticiones. Y este no es el punto de vista habitual hoy.

    No sé si has leído a Marvin Harris; en “Vacas, cerdos, guerras y brujas” hay varios ejemplos de aparentes supersticiones (como la prohibición de comer carne de cerdo de judíos y musulmanes, o las vacas sagradas en la India) que resultan ser soluciones óptimas a problemas sociales muy complicados, algo que no es nada evidente a simple vista.

  13. jusamawi dijo:

    Sí, conozco el libro y es cierto lo que cuenta pero…

    Me da miedo el respeto a las tradiciones.Muchas de ellas no son en absoluto respetables.Me da miedo el propio concepto de respeto.A menudo se olvida que lo que , en todo caso, es respetable son las personas, no las ideas, opiniones, costumbres o tradiciones.

    Se invoca tantas veces la tradición como justificación del mantenimiento de costumbres o formas de comportamiento que mucha gente acaba por no atreverse a criticar aquello que se pierde en la noche de los tiempos. Simplemente por eso.

    El repelús que yo también siento por lo identitario me hace estar alerta en lo referente a las tradiciones.Se utilizan para fomentar el sentimiento de identidad y acaban excluyendo cualquier cosa que suene a diferente.

  14. Ignacio dijo:

    Es la primera vez que intervengo y quiero dar las gracias por este espléndido blog.
    Coincido con Mari Pili,en lo referente a la propuesta de Pseudopodo y también en el aprecio por el libro de Michael Pollan.
    Yo también he abandonado parcialmente la lectura de prensa,lo que me ha permitido leer algún libro más,especialmente los que yo llamo de lectura fragmentada(p.ej.,libros de artículos).Esto es lo que D.Bonhoeffer llama la «vivencia de la cualidad»,en un luminoso texto que puedo enviar si me dices el e-mail.
    De nuevo,gracias.

  15. Melduana dijo:

    Ante todo, felicidades por el blog, me encanta.

    Yo no he notado de momento problemas por el exceso de información, pero precisamente comentaba esta mañana con un amigo que internet nos está acostumbrando a leer cosas breves. A mí antes no me asustaba un tocho de mil páginas, pero ahora estoy notando cierta pereza incluso ante un párrafo largo. No digo que sea bueno ni malo, sólo que está ahí.

    Ah, y me pasa como a jusamawi, cada vez que oigo la palabra «tradición» se me disparan todas las alarmas. Por eso me interesa tu teoría, me gusta que me hagan replantearme mis prejuicios de vez en cuando. Por higiene, supongo.

  16. pseudopodo dijo:

    Gracias, Ignacio & Melduana, y perdón por no responder antes.

    Esta Semana Santa he dejado medio abandonado el blog, en parte por luchar contra el exceso de información (empeño inútil, porque acabé conectándome «sólo por un ratito» y perdiendo el tiempo). Por cierto, Melduana, lo que dices no deja de ser un efecto del exceso de información. ¿No acabaremos por ser todos como unos niños hiperactivos?

    Ignacio, mi correo lo tienes aquí. No he leído nada de Bonhoeffer, y sí me interesa.

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  19. Mari Pili dijo:

    Caray, Pseudópod, te he copiado sin querer.
    Lo explico en la coda del artículo. Si es que eres un gurú…

    http://www.cookingideas.es/avalancha-de-noticias-20100209.html

  20. pseudópodo dijo:

    Gracias, Mari Pili… no te habría reconocido nunca con ese otro nick 🙂 Parece intesesante el blog.

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