Por qué llevo 23 días sin escribir en el blog

No lo tenía pensado, pero a la vuelta de Semana Santa los días han ido pasando y ya van 23 sin escribir en el blog. En realidad, no me gusta hacer entradas demasiado frecuentes. Siempre tengo presente la frase de Ortega: “la obra de caridad más propia de nuestro tiempo es no publicar posts superfluos” (bueno, él pensaba más lo grande y decía libros en vez de posts ;-)). Pero obviamente, para que pasen 23 días tiene que haber algo más.

Setenta u ochenta años después de que Ortega lo dijera, la obra de caridad ya debería haber ascendido a mandamiento de la ley de Dios. Cada vez estoy más convencido de que muchos de nuestros problemas, que parecen multiformes e inabordables, tienen un hilo común: el diluvio informativo en el que vivimos.

Nuestro medioambiente ha cambiado enormemente en una generación, y el cambio más crucial es el del medioambiente informativo. Porque el aire, el agua o los alimentos, que necesitamos como animales que somos, se pueden contaminar, pero somos conscientes de ello y estamos en guardia. Pero la comunicación es la que nos constituye como personas:  necesitamos tanto de la infosfera como de la atmósfera. Y nadie parece estar en guardia contra la contaminación infosférica. La información es tan necesaria como el alimento, pero ¿quién se preocupa que haya una epidemia de bulimia informativa?¿alguien ha pensado en las consecuencias a largo plazo?

No es sólo internet, aunque ayuda mucho. Algunos de nosotros somos capaces de infoxicarnos con pilas de hojas de celulosa cosidas por los bordes. Esta Semana Santa pasé bastantes horas en uno de mis ecosistemas favoritos: una feria del libro de ocasión. Al acabar la semana, habían entrado en casa estos libros:

  1. El hundimiento, de Joachim Fest
  2. La Biblia: 50 claves, de Marc Sevin
  3. Vida, naturaleza, ciencia, de Detlev Ganten, Thomas Deichmann y  Thilo Spahl
  4. Historia íntima de humanidad, de Theodore Zeldin
  5. Diccionario de los sentimientos, de J. A. Marina
  6. Hacia una psicología del arte, de Rudolf Arnheim
  7. Parentescos insólitos del lenguaje, de F. A. Navarro
  8. H2O y las aguas del olvido, de Iván Illich

Y al buscarlos sitio me ha ocurrido un incidente, nimio de por sí, pero que me ha dejado inquieto.

Generalmente, los libros que compro acaban apilados en la balda de “pendientes”. Pero ya está en equilibro inestable, y últimamente pasan bastante tiempo en la mesa del salón. La mesa del salón está ya impracticable y ahora estoy recurriendo a las sillas. Como esto ya es un engorro considerable, esta vez intenté abrir sitio en las estanterías, por lo menos a algunas de las nuevas adquisiciones.

Y hete aquí que empecé por el Diccionario de los sentimientos, más que nada porque tenía claro dónde colocarlo con los otros libros de José Antonio Marina. Me encontré con una sorpresa: ahí estaba La inteligencia fracasada, comprado en 2005, según ponía en la primera página. Y vuelto a comprar (por eso la sorpresa) hace cosa de un año, en una edición de bolsillo, sin recordar que ya lo tenía.

Así que podría haber titulado este post “La memoria fracasada”, pero es que en realidad es algo peor. Porque cuando abrí el ejemplar viejo me encontré que estaba leído y anotado de cabo a rabo. Y no recordaba nada. Este año me había llevado la edición de bolsillo varias veces de viaje (era ligerito de peso y me parecía también una lectura ligera) pero coincidió que siempre acabé leyendo otro cosa. Me pregunto si, de haberle hincado el diente, me habría dado cuenta al fin de que lo había leído o habría sido capaz de llegar al final (haciendo probablemente las mismas anotaciones).

Eso es lo que me inquieta. Muchas intoxicaciones pueden llegar a provocar la inconsciencia. Parece que una infoxicación de hojas de celulosa puede conseguirlo también.

Estos días de barbecho me han servido, entre otras cosas, para intentar digerir mejor varias de esas pilas de hojas que se acumulan por la mesa y las sillas, y para dar vueltas a este asunto del diluvio informativo y la contaminación infosférica. Quizá siga desconectado otra temporada, porque la digestión es lenta. Pero volveré para contarlo.

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29 respuestas a Por qué llevo 23 días sin escribir en el blog

  1. josele dijo:

    Estos dias estoy hablando de lo mismo con mis alumnos.

    ¿Que hacen 23 paginas de referencias bibliograficas en un libro? ¿O bien 3 en cada capítulo de un manual, teniendo 20 paginas el propio capitulo?

    ¿Para qué tantos periodicos, teles, radios… en aras de una pluralidad inexistente?

    Y la contrainformaicon en internet, y la miriada de webs con teorías a cual mas eso-mismo-que-usted-piensa?

    ¿Que pinta Punset con sus amigos (vean la calidad y cantidad) en Salamanca estos dias? (http://www.rtve.es/noticias/20110509/tres-nobel-economia-participan-primer-festival-ciencias-sociales-s3f/431338.shtml)

    Como decían en The sneakers, Too many secrets. Yo creo que más bien es Too many voices.

    Gracias Pseudopodo por el silencio meditado.

  2. arati dijo:

    Ays, casi hubiese podido escribir este post o alguno muy parecido…

    Disfrute Vd, de la desconexión, darle tiempo al «aposentarse» las cosas es importante.

    Estamos y estaremos por aquí cerca, esperando a leer lo que tenga a bien escribir, cuando tenga a bien escribirlo… sin inquietarnos por la tardanza 😉

  3. Miguel de Esponera dijo:

    Otra cosa de la que deberían enseñar en «Educación para la ciudadanía»: a tener una mínima estrategia para estar informado, y a resistir frente a la publicidad y la propaganda.

  4. panta dijo:

    Tengo un gran apunte que hacer sobre este post.
    Sí, excelente, a fe mía.

    Pero necesito otros 23 días para destilarlo. XD

    Saludos

    En 23 días te doy una respuesta conveniente.
    saludos

  5. loiayirga dijo:

    Demasiadas voces, demasiadas cosas vacuas, de acuerdo.
    Pero dicen que si los padres le hablaran al niño recien nacido unicamente cuando tienen algo estrictamente necesario que decirle el niño no podría aprender a hablar.

    A veces las personas leemos para escuchar a otro, para oir su voz, escribimos para que nos escuchen, de eso también está hecha la vida.

    Aunque me apunto a las restricciones. Ojalá volara por los aires lo supérfluo y quedara el grano claro y separado del resto.

  6. loiayirga dijo:

    Pseudópodo plantea siempre su blog como una búsqueda intelectual: puramente racional. Los comentaristas son importantes porque pueden aportar luz en esa búsqueda de la verdad.
    Yo no lo vivo así ni creo que en realidad sea solo eso. Precisamente porque es una búsqueda puede asimilarse a un viaje. Y ese viaje que se hace con otros, y en ese caminar juntos se les coge cariño a los demás y se aprecia su compañía, también cuando se está parado o no se avanza. Y por eso el blog (al menos para mí, el de pseudópodo) tiene también un componente afectivo. Un blog en el que los comentaristas se repiten tiene también algo de red social. A veces no importa si no se avanza, a veces durante un rato uno se olvida que lo importante es llegar y se aprecia mucho el hecho de caminar juntos, aunque se ande en círculos lentamente durante un tiempo.

  7. loiayirga dijo:

    DONDE DICE «Y ese viaje que se hace con otros,» debería haber escrito «Y ese viaje se hace con otros,

  8. pseudópodo dijo:

    loiayirga, tengo que decirte que para caer en este barbecho improvisado me ha influido un comentario tuyo al post anterior, en el que decías: Si un silencio provisional puede beneficiar al blog, con cosas más pensadas o mas elaboradas, con más cosas leídas, hazlo. Si por el contrario puede volverte perezoso, puede quitarte estímulos para escribir, puede acostumbrarte a la inacción, por favor: no..

    En realidad, llevaba un tiempo más sensible que lo habitual a esto del diluvio informativo y supongo que por eso me afectó lo del libro de J.A. Marina: fue como una advertencia de que algo andaba haciendo mal yo también en mi gestión de la información, y que algo tenía que hacer al respecto. Dejar aparcado el blog unos días era una manera fácil de quitarme algo de sobrecarga informativa. Porque, sobre todo cuando hay entradas con muchos comentarios (y siempre intento contestar), puede llegar a quitarme bastante tiempo y a no dejarme casi nada libre para ese proceso digestivo del que hablo en el post. No quiero que el blog se convierta en una obligación (en vez de un placer) o en un fin en sí mismo (en vez de el instrumento de una búsqueda).

    Por cierto, tienes razón en que suelo plantear esa búsqueda como puramente racional, y tienes razón en que el blog no es sólo eso. Supongo que soy muy pudoroso para reconocer que también para mí tiene otra importancia, y que también necesito el calor (y no sólo las ideas) que me dan vuestros comentarios. Pero hala, ya está reconocido 🙂

    josele, lo que tú dices es una modalidad particular del diluvio universal informativo. Tenía por ahí escrito algo sobre eso: que cada vez hay más papers, más bibliografía, tesis más gordas, y cada vez menos sustancia. A ver si lo encuentro. Y lo de Punset, pues sí, un ejemplo más de cómo se inflan las cosas; este hombre parece que se está especializando en esto, también estuvo de florero mediático en un congreso sobre la felicidad organizado por Coca-cola, y ya veremos cuando va a uno sobre “La dimensión cognitiva de los videojuegos” o algo por el estilo, si no ha ido ya.

    arati: gracias. En realidad, creo que con posts como este quiero comprar un poco de vuestra paciencia para que me sigáis esperando por ahí cerca…

    Miguel: ciertísimo. Mucho más importante que otras cosas. Yo, que no soy nada partidario de poner nuevas asignaturas, al contrario, creo sin embargo que aprender a manejarse en el ecosistema informativo y comunicativo es imprescindible y habría que enseñarlo. Usar para eso la EPC no estaría nada mal y a lo mejor conseguía ponernos de acuerdo a muchos.

    panta, me huelo cierta ironía 😉 Espero que no sigas mi mal ejemplo y raciones tus comentarios. Yo prometo volver a escribir mucho antes de 23 días…

  9. Hairanakh dijo:

    Buenas,

    Yo soy de los que comentan poco, porque normalmente me resulta difícil entrar en la discusión puramente racional con algo significativo que decir (y no me agrada mucho aportar ruido a las conversaciones). Pero sí lo leo mucho (el blog y todos sus comentarios), así que me sumaré con afecto a ese viaje que comenta loiayirga.

    Un abrazo.

    H.

  10. josele dijo:

    Diluvio informativo. Bonita expresión. Y ahí tu refugio de madera en la montaña del silencio.

    El último compañero que se doctoró, con casi 60 años, estuvo re-re-re-re-redactando su tesis 30 años… el síndrome ese del no dar por terminado… 950 folios, que nadie se leyó ni leerá…

    …porque como me comentó el archifamoso catedrático (que nunca pasó de la 5ª página de mi DEA), «nadie lee nada», salvo, luego entendí, algunos párrafos para soltar algún comentario intelectual en alguna defensa de tesis, de forma ocasional.

    La dieferencia entre el patio de vecinos o corrala y el salón de grados de la universidad es la cantidad de información que cubre sus paraguas respectivos. Porque, la calidad…

    gracias

  11. Dr.J dijo:

    Pues yo creo que has juntao la S.S. con la Feria de Sevilla y ahora con San Isidro, como dijo el cásico «vacare humanum est» es decir «todo lo humano es vago»

  12. Borges decía que quien busca novedades las encontrará en los antiguos; los contemporáneos se parecen demasiado a nosotros. Me ha extrañado la lista de los libros comprados.
    Supongo que eres mucho más joven que yo; así pues, ¿no te ha llegado la edad de releer? yo lo hago hace mucho ya; es una buena solución para las estanterías pero además es sorprendente; nuestra imagen de los libros leídos creíamos que versaba acerca de los autores y las tramas; pero versaba también sobre nuestra juventud, sobre nosotros mismos; así que es un buen espejo, revelador de los bárbaros efectos del tiempo.
    Un cordial saludo.

  13. elquebusca dijo:

    Lo que aporta animál de fondo me parece genial: Borges decía que quien busca novedades las encontrará en los antiguos; los contemporáneos se parecen demasiado a nosotros.
    Es completamente cierto. Creo que mis alumnos no se dan cuenta del gran engaño que encierra eso de decir «MI opinión». Había que hacerles ver: «Tu opinión y la de miles como tú entre tus comtemporaneos (si no todos o casi todos) que tienen exactamente tu misma visión del mundo.»

  14. pseudópodo dijo:

    Hairanakh, gracias por estar ahí.

    josele, yo en esto soy un inadaptado: hasta escribí de la primera página a la última, sin copiar nada, mi proyecto docente para las oposiciones. Y hasta leí varios libros y me pasé semanas y semanas puliendo la redacción y la estrucura. Creo que sólo lo hemos hecho otro en Valencia y yo ;-).

    Dr.J y debería apostillar que “nada vago nos es ajeno” pero mentiría…

    Animal de Fondo, no sé de donde sacas que soy más joven que tú. Pero en realidad, por lo que he visto en tu penúltimo post sobre Borges (antológica la cita que nos traes) sí lo soy: cuando tu le saludaste yo estaba en 2º de BUP. Ah, y qué curioso que supieras de Borges por El Retorno de los Brujosun libro inquietante, ciertamente, sobre todo con trece o catorce años. Pero yo con quien me quedé fue con Clarke (“Los 9000 millones de nombres de Dios”), estaba verde para Borges.

    Por cierto, ¿por qué te extraña la lista de libros comprados?

    elquebusca, últimamente cada vez que un alumno dice lo de “es mi opinión” desenfundo la frase de Clint Eastwood: “Las opiniones son como los culos. Cada uno tiene la suya.”

  15. Guajiro dijo:

    La información es, por definición, neguentropía. Es curioso cómo perseveramos en buscar el orden atragantándonos con cada vez más información, que transmuta, a la postre, el orden en caos.

    Pero qué alivio Seudópodo. Mal de muchos consuelos de TODOS… Gracias, por librarnos de traumas al no recordar lo leído, o los rostros de nuestros ex alumnos, o aquellas glosas de nuestro puño y letra que nos resultan extrañas…

    Tómese su tiempo, descanse y medite… Ríjase por la norma gaussiana “Pauca sed matura”… pero no desista.

  16. edulcorado dijo:

    Pues yo tambien me siento ident-intoxicado.
    Y mucho mas ahora, que me han regalado un lector electronico, por mi cumple:
    3.000 libros en 200 cm2. El zaping de libros que llevo me esta dejando bulimico perdido.
    Me encanta el aforismo: «el corazón necesita sangre; el pulmón, aire; la boca, saliva, y el cerebro, cambio» de Jorge Wagensberg , pero tiene su lado oscuro…
    Un articulo de esta nueva patologia en el Pais del pasado Sabado.
    http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Atentos/todo/nada/elpepusoc/20110512elpepusoc_3/Tes

  17. edulcorado dijo:

    «Hay todoTodo tiene
    su momento oportuno,
    Eclesiastés 3, bajo el
    cielo,un tiempo para,
    nacer,morir,plantar,
    cosechar;matar,sanar,
    destruir, construir, llorar,
    reír, de luto, saltar de gusto,
    esparcir, piedras, de poder,
    recogerlas,abrazarse,
    despedirse, intentar,
    desistir,guardar, desechar,
    rasgar,coser,callar,
    hablar,amar,odiar,
    la guerra,la paz.»

    Y tiempo para leer… deberiamos decir.

  18. Aloe dijo:

    Internet es más bien como una conversación (más o menos) planetaria.
    (O millones de conversaciones a la vez, a veces irrumpiendo unas en otras. Como una reunión de españoles elevada a la n potencia)
    Tu punto de vista abrumado sobre el «diluvio» parecería desembocar en la conclusión de que los humanos somos ya demasiados.
    Y eso que solo 1000 millones (lo digo a ojo de buen cubero) estamos conectados. Que si todos estuviéramos alfabetizados y todos con acceso a la información y a interactuar en la red, no te digo.

    El mundo parecía más facilito cuando esa conversación planetaria la llevaban unos pocos miles de personas, interactuando más despacio (a través de medios en papel y de congresos o clubes restringidos).
    Pero ¿a quien dejarás fuera, para que el guirigay sea asumible?

    Yo lo enfoco de la siguiente manera (que es tan mala o tan aceptable como cualquier otra): me imagino el mundo hace veinte o cien años, y en el mundo había a la vez muchos millones de conversaciones y de intercambios que no me concernían y unos pocos de ellos a los que no tenía acceso, pero que me hubiera gustado tenerlo.
    Ahora es lo mismo, solo que a buena parte de ellos sí tengo potencialmente acceso. No he perdido, por lo tanto, pero lo que he ganado depende de cómo lo administre. Yo añado conversaciones a mi repertorio con parsimonia, y procuro no pensar en las que seguramente me estoy perdiendo por falta de tiempo (y de idiomas), dado que a pesar de toda esa pérdida, salgo ganando respecto a la situacion anterior.
    A lo que no accedo, me hago la idea de que es como si dos personas muy inteligentes estuvieran en 1970 hablando en hindi en el suelo de la plaza del pueblo, o como si dos miembros de la Royal Society de lo que sea intercambiaran interesantísima información acerca de lo que sea en Londres en 1995 : me lo hubiera perdido en cualquier caso, porque mi vida es finita, punto.
    Nuestra vida no es escalable, como dijo memorablemente alguien.
    Y a lo mejor, en efecto, hemos llegado a ser demasiados para nuestro propio bien.

  19. Albórbola dijo:

    Y a eso se añade un asunto no menor: hay temas de los que hablamos todos, y parece bastante probable que casi nadie digamos (escribamos) algo nuevo, ni siquiera un matiz o una variación.

  20. pseudópodo dijo:

    Neguentropía, sí señor, Guajiro. Pero tenemos una tendencia innata a buscar estímulos, de cuando vivíamos en un ecosistema muy distinto (igual que nuestra afición innata a las grasas en la dieta). Por eso hay que hacer un esfuerzo consciente. Una disciplina más a la que nos obliga el progreso (ese que venía a facilitarnos la vida).

    A mí no me atrae demasiado el e-book por eso, edulcorado, y tampoco viajo tanto para que sea una ventaja importante el peso. Ah, gracias por el enlace, está bien el artículo. Me llama la atención que estas ideas se empiezan a divulgar, hasta ahora estábamos bastante ciegos a todo este asunto. Y sobre el Eclesiastés, ¿conoces esta versión? Una de mis canciones favoritas:

    Aloe, si sólo fuera eso… cada avance tecnológico da algo y quita algo, como decía Postman. Y en el caso de internet (o más bien, toda la revolución de la información, que viene desde más atrás) lo que nos da y lo que nos quita es de importancia vital, porque como decía en el post, la comunicación es lo que nos hace personas. Pero ya hablaremos más en los próximos posts 😉

    Albórbola, cierto: está el trabajo, además, de distinguir las voces de los ecos. A no añadir más ecos a la cacofonía me refería yo al citar a Ortega… De todos modos, aquí creo que es un consejo sensato lo que dice Aloe: añadir conversaciones al repertorio con parsimonia (y participar en ellas por gusto, añadiría yo).

  21. Renaissance dijo:

    Animal de Fondo, yo soy, de seguro, mucho más jóven que vosotros, y he releído bastantes libros. Muchas veces capítulos sueltos y otras el libro entero. A Borges lo releo casi cada dos meses, sobretodo El Aleph. Qué premio nobel más bien dado.

    pesudópodo en mi caso, cuando el estante de libros empieza a arquearse peligrosamente, hago un viaje a la biblioteca y dono unos cuantos libros, sobretodo de los que menos me han gustado. Si algún día me arrepiento y quiero releerlos, sé que estarán en la biblioteca del pueblo, no tendré que volver a desembolsar ningún euro.

  22. pseudópodo dijo:

    ¿Sabes que alguna vez lo he intentado y no aceptan donativos? No lo entiendo…

    Por cierto, qué razón tienes sobre el Nobel de Borges 🙂

  23. Jajaja, pues sería interesante que citáramos los PN que vale la pena leer de verdad. Ya sé que os voy a horrorizar, pero así, de memoria, el único que me sale es JRJ. Por lo que no tener el PN ya es algo positivo para no descartar a un autor; en mi opinión, ese premio no merece colocar el nombre de Borges, en una biblioteca, junto a otros nombres premiados (yo ordeno los libros por sus afinidades, vale suponer las mías). Se podría decir, como en el arte de injuriar, «Su esposa, caballero, con el pretexto de que trabaja en un lupanar, vende géneros de contrabando…» 😉
    Saludos cordiales.

  24. Aloe dijo:

    No coincido con eso de que en este caso «algo se gana y algo se pierde». Mi enfoque es que puedo ganar todo lo que pueda digerir, pero debo limitar mi ganancia por eso mismo, a esa cantidad. Y pensar que todo lo demás me lo hubiera perdido igualmente en circunstancias informativas más estreñidas.
    Sí, algo de disciplina mental hace falta, y para no ponerse hasta arriba de calorías, lo mismo.
    Pero la disciplina necesaria para lidiar con la abundancia es, por mucho que se diga, bastante más liviana que la disciplina necesaria para lidiar con la escasez.
    La disciplina de andar 5 km. para ir a la escuela, con nieve, con lluvia o con sol, y acceder con esfuerzo a unos poquitos libros en toda la vida con alfabetización justita, es bastante mayor que la necesaria para lidiar mentalmente con el alud informativo y poder dejarlo a un lado. Creo yo.
    Igual que la disciplina necesaria para levantarse del campamento, debilitado por el hambre prolongada, con la incierta esperanza de traer hoy algo de comer, me parece mucho más dramática que la de esforzarse en no ganar mucho peso y mantener en buena forma la sensibilidad a la insulina.
    Aunque se tarda en comprender eso, la recompensa de la vida está en proporción a la disciplina que se pone en ella, da igual donde estemos.
    (No quería sonar tan almidonada, pero así ha salido)

  25. Asumes que lo que no deja aprendizaje declarativo no deja aprendizaje. Y no estoy de acuerdo. Con otras palabras: puedes no recordar haber leído un libro, pero que ese libro sí que te haya hecho aprender.

  26. Andrea dijo:

    Ahhh! qué buen post, sí señor. Estamos en una trampa de información, que en realidad, es la misma repetida por infinitas voces… (ya lo decían: crea la ilusión de que estamos informados, sólo para no darnos cuenta de que es la misma corriente de opinión.)

    Ya no tenemos tiempo para pensar, ni para reflexionar… sólo queremos retuitear la mayor cantidad de información posible… triste.

  27. Pingback: No tengo tiempo (o el desastre de la economía de la des-atención) | Marketing Descodificado

  28. Luis Simón Albalá Álvarez dijo:

    Olvidar lo leído me pasa montones de veces, y enfrentarme con sorpresa a lo subrayado, no digamos.

  29. loiayirga dijo:

    Estoy con la idea de topo universitario. Todo lo que hemos leído nos ha consituido y habrá cosas que aunque no podemos repetirlas y las hemos olvidado han contribuido a nuestro modo de pensar actual. Algo así como cimientos de una casa que no recordaríamos haber puesto si excaváramos y los encontráramos.

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