La falacia pedagógica

Hay algunos temas en los que, por algún motivo, la sociedad va perdiendo en el sentido común; mientras que en otros ese sentido  puede mantenerse o hasta acentuarse.

Por ejemplo, a cualquiera se le ocurre que para hacer una buena investigación hace falta tener buenos investigadores y dotarlos de medios adecuados. Aquí el sentido común social funciona: todo el mundo parece estar de acuerdo en esto, aunque no esté claro qué hacer para conseguir esos investigadores o cómo asignar esos medios.

Análogamente, para tener una buena docencia hará falta tener buenos profesores que trabajen con medios adecuados (lo que, en este caso, puede resumirse en una buena ratio de alumnos por profesor). ¿No es evidente? Pues no. En España estamos inmersos en una reforma que está poniendo patas arriba la Universidad, con el presunto objetivo de mejorar su docencia, sin plantearse para nada esta cuestiones. ¿Cómo conseguir los mejores profesores? Ni una palabra del tema. ¿Cuánto nos vamos a gastar para que los grupos sean más reducidos? Ni un euro. Con este planteamiento, está claro qué va a pasar con esta reforma: lo mismo pasó en su día con la enseñanza media.

¿No sería ridículo tratar de mejorar la producción científica diciendo a los investigadores que tienen que seguir el método A, hacer informes periódicos según el formato B, dividir sus horas de trabajo en X de laboratorio y Z de análisis de resultados, y consignar todo ello en un cronograma C? ¿No es obvio que el buen investigador sabe mejor que nadie cómo debe investigar en su tema? Para quien tiene talento, todos esos formalismos sólo serán un engorro que quita tiempo; quien no lo tenga, poco podrá conseguir por mucho que siga las instrucciones.

¿Y por qué lo que es obvio para la investigación no es obvio para la docencia? Porque la falacia pedagógica ha ganado la batalla al sentido común. Les dejo con este artículo de Andrés Ibáñez, que lo explica mejor que yo.

* * *

Pedagogía

por Andrés Ibáñez

[Publicado en ABCD, 14 de febrero de 2009]

Pedagogía. Enseñar a enseñar. La falacia dice que «no sólo es necesario saber de algo, sino que también es necesario saber enseñarlo». Este principio o axioma casi místico se basa, como el amable lector habrá visto enseguida, en una presuposición no menos axial y mística, y no menos falaz que la anterior: a saber, que todos aquellos que no son pedagogos, no son ni pueden ser nunca buenos profesores.

Pero entendamos la razón de esta falacia, o de ambas falacias. Sin ellas, los pedagogos no podrían existir. Para que exista un pedagogo, para que el pedagogo tenga una razón de ser, es necesario que exista un mal profesor. Si no hubiera malos profesores, no habría necesidad de pedagogos. Por lo tanto, para los pedagogos, todos los profesores son, por definición, malos. Para los pedagogos, los profesores son una pandilla de vagos y de anticuados reaccionarios que «se niegan a cambiar».

Usted se preguntará por qué tiene el pedagogo esa necesidad de denigrar una profesión antaño respetable (la docente) a fin de afirmar su propia existencia. En otras palabras, ¿por qué tiene el pedagogo tantas ganas de ser pedagogo? Hay una respuesta parcial para esta pregunta. Aunque parcial, resulta de lo más curiosa.

El hecho es que en todos los centros de enseñanza siempre hay personas muy interesadas en la pedagogía, en la metodología de la enseñanza, en los criterios de calificación, en la elaboración de exámenes, etc. Podríamos calificar a estos docentes de verdaderos enamorados de la enseñanza. Tan enamorados están, que en cuanto pueden dejan de dar clases e ingresan en la secta pedagógica: se meten en la Comunidad, en el Ministerio, en el Cervantes, quién sabe dónde. Y ya no vuelven a pisar jamás un aula. Los pedagogos son aquellas personas que, apasionadamente interesadas por la enseñanza, no dan clase jamás.

Los pedagogos acaban de ganar una gran batalla. El Curso de Aptitud Pedagógica (que duraba, no lo olvidemos, ¡nada menos que seis meses!) se verá sustituido por un interminable Máster con millones de asignaturas que robará todavía más tiempo de vida a los pobres desdichados que se metan, a partir de ahora, en esa trituradora de carne que es el sistema de oposiciones español.

¿Cómo han podido ganar esa batalla? Seguramente porque su discurso suena bien, y porque sus afirmaciones parecen inteligentes y sagaces. Por ejemplo, la idea de que es mejor que el alumno deduzca la regla que decírsela. Esto parece muy moderno y muy sensato, pero no lo es. Cuando aprendemos a conducir, el profesor nos explica qué pedal es el freno y cuál el acelerador. Nuestro aprendizaje no es menos «práctico» por eso.

La mayoría de los axiomas de los pedagogos son igual de vacíos y perogrullescos. En la enseñanza de idiomas, por ejemplo, se ve como una aberración el enseñar «gramática» (¡horror!) y se considera muy anticuado suspender a un alumno sólo porque diga y escriba cosas incorrectas. En confianza, amigo lector, si usted aprendiera una lengua extranjera, ¿no desearía aprender a hablarla correctamente? ¿No desearía escribir sin horribles faltas de ortografía, conjugar los verbos bien y utilizar las preposiciones de la forma adecuada? Los pedagogos no piensan así.

El gran enemigo de la pedagogía no es ese profesor vago, anticuado y que «se niega a cambiar» que es, en gran medida, una creación mitológica de esa nueva forma de fanatismo dictatorial que se llama «pedagogía». El verdadero enemigo de la pedagogía es el buen profesor, el profesor que tiene experiencia, amor por lo que enseña, un estilo propio y una personalidad carismática. Ya que el gran sueño de la pedagogía es la homogeneización radical y el control. Que todos hagan lo mismo, que todo sea «objetivo» y que todo esté controlado.

La pedagogía nada tiene que ver con la enseñanza, sino más bien con la burocracia y con la burocratización de la vida. Los pedagogos son burócratas enamorados del papeleo, de los procedimientos, de las ordenanzas, de las normas, de los memorandos, de las reuniones, de las encuestas, de las estadísticas, de la «estandarización», de la terminología pedante y rebuscada. Lo peor de la pedagogía es el horrible aburrimiento que causan todas sus memeces. Lo peor de los pedagogos es que han obtenido carta blanca para aburrir hasta la muerte a toda una generación.

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74 respuestas a La falacia pedagógica

  1. Jaime Cuesta dijo:

    Veo rencor y dolor en las palabras de Andrés. Estoy de acuerdo en que el sistema docente no facilita la labor a que lleguen buenos profesores, pero si algo ha demostrado todo el sistema educativo es la incapacidad en reinventarse.

    Dejemos que los pedagogos lo intenten ahora. Su opción es tan buena o mala como las anteriores.

  2. Javier dijo:

    ¿Cómo que dejemos a los pedagogos hacer? Llevan ya treinta o cuarenta años en el asunto y no han logrado nada. La LOGSE española es un invento pedagógico que se cargó la educación secundaria. Ahora, Bolonia es la excusa para cargarse la educación superior. Eso sí, en nombre de la buena voluntad.

    La opción de los pedagogos es decir a los demás cómo dar clases sin saber ellos hacer lo propio. No hay más que escucharles dar clases a ellos: aburridos e inconcretos hasta el absurdo.

    Y por cierto, ¿para qué necesita reinventarse el sistema educativo? ¿Por qué no arreglar las cosas que no funcionan en lugar de empezar otra vez de cero? El CAP no logró mejorar la calidad de los docentes ni un máster va a hacer lo propio. Bah, este tema es cabreante… Me vuelvo a mis alumnos reales.

  3. Joaquin dijo:

    Comparto que hay mucha vaciedad y tontería en la pedagogía, como en la economía (y si no véase a dónde nos han llevado los gurús del neoliberalismo) y en las «ciencias humanas y sociales» en general. Pero también hay muchos profesores muy malos, muy vagos y muy torpes; que reniegan de lo evidente (como que hoy internet es inevitable en la educación) y que esconden su mediocridad en la rutina. Para ellos lo que suene a cambio es un anatema.

    Esta no es una película con buenos y malos. La pedagogía como disciplina quizá no haya llegado muy lejos, pero hay pedagogos sensatos, igual que hay profesores absurdos (y en la universidad son legión).

    Amigo Javier, «Bolonia» lo están haciendo profesores universitarios no pedagogos. Hoy he leído algunas de las directrices sobre las ingenierías que se van a publicar de forma inminente y se me ponen los pelos como escarpias.

    Todos tenemos que aprender deberíamos intentarlo con auténtico sentido común (como reclama Pseudópodo), y no le veo el sentido a que con menos formación se hacen mejor las cosas…

  4. Gliptodonte dijo:

    Eterno tema el de la educación. Javier Orrico culpaba de la reforma para mal del sistema educativo a los pedagogos. El no haya leído el libro de Orrico puede encontrar uno des sus capítulos aquí. http://interesante-loia.blogspot.com/2007/12/lo-que-hizo-la-logse.html. Hace un resumen de todos los males que según él trajo la Logse.

    Ahora ha sido publicados dos libros sobre Educación que han llegado a mis oidos.
    ‘El profesor en la trinchera’, de José Sánchez Tortosa. Creo que está en la linea de Orrico.

    El otro se llama «mal de escuela» de Daniel Pennac.

    Además está en cartelera «La clase» una película francesa que refleja muy bien lo que hoy en día sucede en las aulas. La película muestra los problemas pero no apunta soluciones.

    Puede que no resolvamos nada pero no será porque no haya gente que se esté ocupando del tema.

    Creo que el rencor y el dolor que se ven la palabras de Andrés Ibañez no beneficia en nada al debate sereno. La lucha contra la logse se ha convertido en una especie de lucha entre buenos y malos. Para hablar de educación no podemos caer en el maniqueismo.

  5. Gliptodonte dijo:

    Por cierto, Javier Orrico tiene mucha razón en muchas cosas pero también terminaba deslizándose hacia el maniqueismo.

  6. eulez dijo:

    Se habla del CAP… La mayoría de la gente (y el que no lo hacía así era rarito, hasta de Canarias se apuntaban, cientos de miles por curso) hemos cursado el CAP a través de un curso de la Complutense en el que no había que ir a clase y en el que nos inventábamos las horas de docencia en instituto si un profesor nos la firmaba. Lo único que había que hacer era pasar un tipo test estúpido basado en unos libros que mucha gente ni leía. Por favor, que se cuente todo… El máster al menos filtrará a la gente que quiera ser docente. Luego será una mierda, pero por lo menos este sistema no llenará los institutos de amargados y de inútiles que lo que quieren es ser funcionarios para no dar un palo al agua en toda su vida.

    • Manolito dijo:

      Hace mucho que escribiste esto, así que no sé si leerás la respuesta. Actualmente estoy haciendo el máster (especialidad matemáticas) y te aseguro que te equivocabas totalmente. Cuando obligas a los futuros profesores a perder miles de horas de su vida (y un montón de dinero) estudiando textos que no dicen absolutamente nada (pero que ocupan miles de páginas) y a hacer trabajos sobre temas absurdos, no consigues filtrar a los mejores profesores…. sólo consigues filtrar a los que tienen más aguante hacia la basura escrita, y acostumbrarles a trabajar absurdamente, y quemarles. Eso es este máster, ideado sólo para sacar dinero, y sobre todo, para justificar la existencia de los vendedores de humo que lo llevan (te aseguro que los textos que forman nuestro material de estudio, redactado por los propios profesores, dan vergüenza ajena). Personalmente, yo me siento sucio por pasar por el haro de aceptar tener que hacer esto para ser profesor. El CAP era una chorrada, pero al menos era una chorrada barata y que no te hacía perder tantísimo tiempo.

  7. panta dijo:

    El máster es un camino hacia el vaciamiento de contenidos de la profesión docente y la privatización de las universidades : 1/5 de la formación teórica de los futuros profesores no versará sobre su materia.
    Las universidades como la autónoma publicaron en El país un manifiesto oponiéndose que generó reacciones .
    ¿Cuál es la solución? Lo ignoro,ingenuamente se me ocurre – lo hubiese necesitado cuando me inicié en esta labor – un primer curso de docencia en el que no se ejerciese como profesor : uno debería ser oyente y colaborar en distintas aulas con docentes experimentados.

  8. josele dijo:

    Muy interesantes los comentarios, los he leido todos (no sé si es habitual hacerlo pero por si acaso lo digo).

    Lo que dice Eulez sobre el CAP es así (si bien la mayoría dábamos esas clases, el test era una broma…). ¿»institutos llenos de amargados y de inútiles que lo que quieren es ser funcionarios»?

    Bueno sí, pero tanto como en absolutamente todo lo demás… ¿O estadísticamente el profesorado es distinto?

    El comentario de Javier, y subsiguientes, sobre si Bolonia y LOGSE… pues hombre, a veces deberíamos pensar que NO ES POSIBLE equivocarse repetidamente, reforma tras reforma, a no ser que el resultado obtenido sea precisamente el resultado buscado.

    ¿Pedagogos? A mí siempre me ha dado miedo la palabra «metodología». Y aprendo a ser profesor cada día; ¿cómo? Preguntando a los alumnos, que son los que lo sufren o disfrutan, motivan o aburren… Directamente, y con pruebas (es mi trabajo, ¿no?).

    Ningún curso hubiera evitado que el primer y segundo año fuera tan deslabazado como conseguí serlo; ni ninguno ha conseguido que desde entonces los alumnos me pidan tutorías en masa, o seminarios extraescolares; enseño lo que y como querría que me enseñaran a mí.

    Así dicho, parece un poco pedante y uno pagado de sí, pero la solución al problema que plantea Pseudópodo, creo que tiene que ver con mantener la dignidad y la responsabilidad; luchar, dejarse la piel; en clase y con los compañeros.

    Y si no ¿qué estamos enseñando?

    El viernes pasado me convocaron (avisando dos días antes) a una superreunión en la que iban a explicar en qué consistía Bolonia…

    …4 meses después de habernos hecho plantear el nuevo grado, contenidos, etc… ¡Qué poca vergüenza!

    Que no, que así no es, que no se puede tener un 60% de plantilla de profes asociados y pretender hacer tutorías individualizadas a lo largo de los años a los alumnos…

    Que la Cátedra de Física Cuántica no se puede llamar Cátedra BBVA igual que la Liga no se puede llamar Liga Adelante ni al Teatro Calderón ponerle el nombrecito Teatro Haagen Dazs Calderón.

    Que hay que jugársela ya, todos lo días, y disfrutarlo, o, como dice Eulez, ser un «funcionario amargado e inútil».

    Me parece que la cita era de Hellen Keller; «La vida, o es una aventura arriesgada, o no es nada».

    saludos

  9. koegnigsberg dijo:

    los pedagogos encerrados en sus despachos creen tener por ciencia infusa una idea clara de las simples reacciones de los alumnos en clase… por favor… cómo se puede aprender los niños de alguien a quien no le reconocen autoridad. Los padres exigen a los profesores el control de sus hijos, pero no les dan ningún instrumento para ejercerla. La amargura y la sensación de inutilidad no es una causa, es un efecto.

  10. pseudopodo dijo:

    Jaime, no creo que el sistema educativo haya demostrado su incapacidad de reinventarse. Al contrario, llevamos cuarenta años reinventándolo constantemente, con los resultados que a la vista están. Siempre se plantean cambios revolucionarios impuestos de arriba abajo en vez de hacer reformas evolutivas. No sé por qué la educación es un campo abonado para todos los utopistas que en ningún otro sitio prosperan ya…

    Yo también pasé por el CAP hace muchos años y aunque no era lo de la Complutense que cuenta eulez fue una completa pérdida de tiempo. En vez de prácticas nos grabaron un día en video dando una clase a los compañeros. Lo que más me llamó la atención fue lo malos profesores que eran los pedagogos. No hace falta más prueba, como apunta Javier, de la inutilidad práctica de la pedagogía.

    Y aquí entramos en el núcleo de la falacia pedagógica. No es que sea falso que «no sólo es necesario saber de algo (por ejemplo, de física), sino que también es necesario saber enseñarlo». Es cierto, pero el “aprender a enseñar física” es un aprendizaje de un tipo muy distinto al de “aprender física”. Saber enseñar es un conocimiento práctico, que en gran medida no es explícito, sino tácito, de modo que poco puede enseñar una disciplina teórica como la pedagogía (y la prueba viviente eran los profesores del CAP, vuelvo a decir). Si lo fuera, además, se incurriría en una regresión infinita, porque si hay que enseñar a enseñar, ¿Quién enseña a enseñar a enseñar?

    ¿Cómo se aprende a enseñar? Pues como a montar en bicicleta, con la práctica. Y también influye mucho el talento natural, exactamente igual que pasa con el teatro (que es más o menos lo mismo que dar clase).

    Estoy seguro además que los pedagogos saben de sobra que su conocimiento no tiene utilidad práctica para dar clase (eso no significa que no tenga ninguna utilidad) pero cultivan el mito porque sacan grandes beneficios.

    Esto tiene que ver con lo que dice Joaquín. Los planes de estudio boloñeses, que están haciendo profesores, son un bodrio. Porque lo que importa a los profesores (pero debiéramos decir a los directores de departamento) es pura y simplemente pillar más tajada: dar más asignaturas sea como sea. Y lo peor de los pedagogos es que son profesores: ¿cómo no van a agarrarse a la falacia pedagógica para pillar más tajada? Cada cual se agarra a lo que puede, y ellos tienen ahí un filón.

    Gliptodonte, tengo en la mesa el libro de Pennac y me parece que va a ser el próximo. De Orrico he leído alguna cosa y me ha gustado aunque sí es un poco maniqueo, me parece a mí. No has citado a Moreno Castillo, el del panfleto antipedagógico, que me pareció mejor.

    Panta, lo de un primer curso de prácticas estaría bien. De todos modos, insistiendo en que la clase es como un teatro, si yo pudiera elegir a los profesores, lo que haría sería un casting. Y desde luego, si ese máster va a servir para algo, debería tener una carga práctica importantísima. Como josele, yo creo que he mejorado con la experiencia, y, sobre todo, por intentar “enseñar como querrías que te enseñaran a ti”. Eso es la clave, y no las metodologías, las taxonomías de los objetivos y demás jergas.

  11. Pseudopodo, el domingo mi padre —profesor desde hace 30 años en un instituto y ahora en la universidad— me recortó este mismo artículo.

    Y me lo envió porque desde septiembre ando yo dando clases en la universidad y desde hace dos semanas recibiendo un curso de formación para profesorado universitario.

    En la primera sesión con una pedagoga mi sensación fue agridulce, pero tendente a negativa. Por ejemplo, entiendo que planificar el la asignatura y la clase esta bien, pero la mayor parte de lo que oí me pareció encorsetado, poco definido y algo naïf. Algunos puntos concretos como «valorar el proceso y no el resultado» o «los contenidos no lo son todo» me parecían casi ininteligibles.

    Una cosa me llamo la atención: la pedagoga insistía en que detrás de todo lo que decía «había ciencia», pero no dio una sola cita o referencia (lo cual no habría desentonado dada la audiencia). Por supuesto, no dudo que habrá gente haciendo ciencia en pedagogía, pero no sé si dirán exactamente lo mismo que me ella me contaba a mi…

  12. Antonio dijo:

    Estimados contertulios:
    si os apetece pasaros, estamos tratando de esto en: http://elblogdejuanjo.wordpress.com/2009/02/11/la-pedagogia-no-tiene-la-culpa/#comment-7035
    Un saludo

  13. serenus dijo:

    Parece que andamos revueltos con el tema de la pedagogía en estos dias «airados» de febrero. La última novedad es que los pedagogos consideran a los profesores interlocutores no válidos para hablar de educación dado su condición de «indígenas». Bueno, de eso trata mi último post, perdona el autobombo. Me ha gustado el artículo, creo que da en el clavo.
    También te sugiero un artículo relacionado en Antes de las cenizas:En defensa de la pedagogía.

    Un saludo.

  14. Athini Glaucopis dijo:

    Yo hice el CAP hace exactamente 20 años. Por aquel entonces, el objetivo de los pedagogos ya era conseguir que el CAP durara al menos dos años, y, por el momento, en aquella universidad, y en aquel año, efectivamente habían conseguido que durara un curso completo. Yo me pasé, por tanto, cinco meses asistiendo diariamente a unas clases absurdas y disparatadas, impartidas por los profesores manifiestamente más incompetentes que yo recordaba haber tenido en mi vida. Otros cuatro meses tuve que ir a «hacer prácticas» a un instituto, y tuve la desgracia de que mi profesor tutor –que no era un pedagogo– estaba bastante mal de la cabeza (no exagero, era un hombre que se jubilaba aquel año y que tenía una demencia senil evidente); pero, con independencia de la salud mental de mi profesor tutor, lo cierto es que hubiera sido imposible que yo impartiera las clases que, en teoría, me correspondía impartir: eran tantas, que sólo habría sido posible si el profesor tutor me dejara dar a mí todas sus clases del cuadrimestre. Otra prueba, en fin, de la finura con la que planificaban las cosas los pedagogos.
    .
    Todos mis compañeros decían que aquello era una pérdida de tiempo. Recuerdo que un amigo lo definió certeramente: «el CAP significa en la carrera lo mismo que el servicio militar en la vida: un tiempo absurdamente perdido y lleno de humillaciones». Sin embargo, no dejaba de tener razón un viejo que me aseguró que en el servicio militar se aprendía una cosa muy importante: lo falso que es todo lo que se defiende con palabras grandilocuentes, y lo importante que es aprender el arte del escaqueo; y esto seguramente se podía aplicar muy bien al CAP. Como mínimo, aprendí de una vez por todas el inmenso timo que los psicopedagogos le estaban haciendo a la sociedad.
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    En un viejo artículo de Julio Camba, se ironizaba ante la noticia de que cierto químico alemán había encontrado la manera de obtener oro a partir de otros metales: no hace falta que nos dé explicaciones, proceda a repartir oro y le creeremos a pies juntillas. A la pedagogía se le puede aplicar perfectamente tal razonamiento: Si ustedes son los que nos van a enseñar a dar clases, ¿por qué sus clases son tan terriblemente malas? Si ustedes son los que nos enseñan a programar y a distribuir el tiempo, ¿por qué sus cursos no tenían ningún ritmo lógico, por qué todo parecía improvisación? Si ustedes saben cómo motivar a los alumnos, ¿por qué nos aburren tan soberanamente? Si ustedes son los que nos van a enseñar nuevas y extraordinarias formas de dar clases, ¿por qué en sus clases lo único que hay es lo peor de la ‘clase magistral’ de toda la vida?
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    Si la pedagogía pudiera, en efecto, ofrecer resultados positivos constatables, hace mucho tiempo que los profesores la habrían abrazado con entusiasmo, aunque sólo fuera porque es infinitamente más agradable dar clases a alumnos motivados que a alumnos desmotivados, y hace mucho tiempo también que se habría entregado a ella la enseñanza privada más elitista, puesto que podría muy fácilmente traducir en dinero los mejores resultados de sus alumnos. Pero los propios pedagogos saben perfectamente que sólo venden humo, y por eso ellos, que tanto hablan de la «motivación», no conocen más vía que la imposición, recurriendo al ‘ordeno y mando’ de la maquinaria estatal. Y por eso ellos, que tanto hablan de «aprender a aprender», se autoproclaman autoridades poseedoras de un saber que sólo ellos están en condiciones de impartir.
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    La enseñanza, es verdad, tiene infinidad de males, y entre el profesorado, desde luego, hay gente de todos los tipos (de hecho, el sistema funcionaral, tal y como es hoy en España, premia a quien menos se esfuerza). Pero pensar que los pedagogos son los llamados a mejorarlo no es más que una superstición absurda: la ciencia pedagógica está hoy en día en un nivel comparable al que tenía la medicina en la edad media, y así como un médico medieval pretendía curar una tuberculosis (o cualquier otra cosa) con sangrías y lavativas, nuestros pedagogos pretenden remediar el sistema educativo con recetas mágicas que, en el mejor de los casos, sólo producen burocracia, y que, muy frecuentemente, destruyen por completo cualquier posibilidad de dar clases sensatas.

  15. Javier dijo:

    Athini, ¡amén y aleluya!

    Se insiste en lo malos que son muchos profesores (universitarios, en concreto) y en su reticencia a cambiar y renovarse. No quiero defender ninguna tesis, sino dar varias pinceladas de mi experiencia, como matemático, jugando casi siempre en campo rival (diez años en una escuela de ingenieros) y exiliado al mundo civilizado (desde hace dos y que dure).

    A muchos innovadores docentes se les llena la boca con las nuevas tecnologías, que valdrán lo que valdrán en la enseñanza. Ya se verá. Se llevan empleando mucho tiempo en la enseñanza de idiomas y decidme el nivel (nibelungo, más que nivel) que hay en España en hablar inglés. Así que pagamos millonadas por las chorradas de WebCT o lo sustituimos por Moodle, que es lo mismo pero en cutre (perdón: open source), etc.

    Muchos profesores universitarios saben de su materia lo que aprendieron en la carrera y en los años de tesis. Luego «ocurrió» una oposición (de contenidos hasta los 70 y desmadre colectivo desde entonces) y a partir de allí, a olvidar poco a poco lo que sabemos y sobre todo, por qué lo sabemos y para qué lo enseñamos.

    Si no saben de lo suyo, aún menos saben de lo de alrededor. Preguntad, hermanos, a un matemático medio en una escuela de ingenieros, por algo de física. O de informática. O de comunicaciones. Pero eso sí, luego en los apuntes, un ridículo ejemplito de física tras otro para motivar las asignaturas de matemáticas, que los chicos cursan a la vez que las de física.

    Nos creemos lo que no somos: un país civilizado con universidades decentes. Y así nos va. Todos los profesores escribiendo sus libros que son publicados por las prensas universitarias locales, porque claro, como no se publican libros ni nada, no hay ninguno que sea suficientemente bueno. ¡Qué van a saber esa gente de Harvard y Berkeley! Cada docena de años, nuevos planes de estudio, y a pelearse de nuevo por los trozos de pastel. Y esta pelea la crea la universidad (no los profesores en contra de lo que se dice más arriba), que liga cualquier nuevo contrato departamental a necesidades docentes. Veinte formas distintas de contratar para dejar todo en manos de un baremo absurdo mirando las bases de datos de Thomson (patrocinador oficial de las agencias ministeriales) y acabar haciendo filfas para colocar a dedo a otro más egresado exactamente de la misma universidad donde va a enseñar, habiendo hecho la tesis con un futuro «compañero» de departamento, con el que se peleará porque nunca será colega suyo de verdad,… Y los vicios siguen y siguen. Y los arreglamos con un nuevo plan de estudios, y sus consiguientes comisiones de trabajo, y con pedagogos guiando el camino,… Lo dicho. Es imposible no cabrearse con este tema. Se nota rencor y dolor en las palabras de Javier. Eso debe de ser.

  16. Sergio dijo:

    Hasta hace algunos años, el objetivo de la enseñanza media y superior era formar élites. Los centros podían fijar el nivel que quisieran mediante los exámenes y los profesores podían ser tan malos como quisieran, porque la responsabilidad de aprender era del alumno. El alumno estaba motivado porque quería pertenecer a la élite.

    Hoy en día la educación está masificada y da de comer a miles de funcionarios. No se crean élites y por tanto no hay motivación por parte de los alumnos. Los centros tienen que adecuar el nivel a los alumnos para que estos sigan llegando y alimentando al monstruo.

    Por otra parte, la preocupación por la calidad de la enseñanza es un invento del mismo monstruo para darse importancia y conseguir fondos.

  17. josele dijo:

    mubien Athini, mubien Javier mubien Sergio (palabras de aliento)

    ¿y a mí que me está pareciendo, a tenor de lo que decís unos y otros, que esto de la motivación tiene más que ver con la responsabilidad, con la delegación de la responsabilidad en masa en la que estamos incurriendo (como padres, hermanos, colegas, profesores, votantes, consumidores…. -personas- desde que la tele nos dice lo buenos que somos?

    jo

  18. Athini Glaucopis dijo:

    Creo que Sergio ha apuntado al problema central del sistema educativo español. ¿Qué motivación tienen los alumnos para aprender? ¿Qué motivación tienen los profesores para enseñar? Y creo también que Sergio describe muy bien la situación que había hace algunos años: «el alumno estaba motivado porque quería pertenecer a la élite» y este interés

    En un sistema funcionarial como el español, la única motivación que puede tener el profesor para enseñar es su desinteresado interés por la materia que explica, su sentido del deber y su ‘altruismo’ hacia los alumnos (sea cual sea el origen de este ‘altruismo’: proyección paternalista, deseo de ser admirado y querido…). Por fortuna, todo esto puede darse y, desde luego, se da en muchos casos, pero es muy poco realista fiarse de que pueda ser un motor demasiado fiable, especialmente si el sistema no selecciona a profesores interesados por su materia, no favorece unas relaciones alumno-profesor en las que se pueda desarrollar este altruismo, y, sobre todo, premia a los profesores menos comprometidos con la educación (el sueldo es el mismo para todos, y las escasas posibilidades de promoción se entregan a los que desatienden la enseñanza real y se centran en las modas de la burocracia de turno).

    Pero supongamos que tenemos a un montón de profesores muy competentes en su materia y entusiasmados con su misión docente. ¿Va a ser esto por sí solo determinante? Yo creo que lo más importante es la motivación real de los alumnos, y esta muy difícilmente se va a conseguir por «contagio» del entusiasmo y la competencia de los profesores, incluso en las mejores condiciones. ¿Va a entusiasmarse nunca un niño de siete años ante la perspectiva de memorizar la tabla de multiplicar? ¿Qué tipo de adolescente sano y normal puede entusiasmarse ante la perspectiva de estudiarse los verbos irregulares del inglés? En el mejor de los casos, lo que puede comprender el niño o el adolescente es que eso, que le cuesta trabajo, le va a ser útil en el futuro, y creo que hay buenas razones fisiológicas para saber que, por definición, un niño o un adolescente normal no están en condiciones, ‘per se’, de modificar sus conductas ante la perspectiva de premios o castigos muy remotos en el tiempo.

    Pero si ya son pocos los motivos para la «motivación» de los alumnos en las mejores circunstancias imaginables, en las circunstancias actuales lo que realmente tienen son motivos reales para no invertir ningún esfuerzo en el estudio y dedicar su tiempo a disfrutar de los placeres más inmediatos que están a su alcance. Hasta el adolescente peor informado sabe que hoy el estudio ha dejado de ser un motor de ascenso social.

  19. Alberto de Francisco dijo:

    Muchos docentes seguimos este blog…

    Nos falta pedagogía, mucha más pedagogía.

    Y a la pedagogía le falta muchísimo. No sabemos como aprendemos, no lo sabemos. Y tampoco sabemos como enseñamos. No sé si serán los psicólogos, los pedagogos, los neurofisiólogos… los que avancen, pero después de 20 años (más o menos) de dar clase descubro atónito que no he aprendido nada, salvo, quizáa dar clases de oído.

    Me gustaría tener algunas certezas más y no limitarme casi a la ciencia infusa y del sentido común de la mayoría de los enseñantes.

    Mis certezas son que nadie aprende si no quiere, que aprender requiere esfuerzo y que la memoria es útil. Ah, lo olvidaba: y que hay gente que sabe mucho y que enseña como el culo.

  20. Javier dijo:

    La física cuántica lleva muchos años para explicar cuatro átomos de nada (ya estoy viendo a pseudópodo montando en cólera). La pedagogía no tiene la menor esperanza a corto plazo de entrar a explicar los procesos cognitivos de un adolescente. Se puede hacer pedagogía práctica, pero para eso no hacen falta pedagogos.

    Somos la totalidad de nuestras experiencias, buenas y malas. Cuanto más avanzamos en los conocimientos, más difícil es prever el resultado de la enseñanza. Por eso es fundamental dejar los mares tranquilos y concentrarse en esfuerzos individuales. Un nuevo plan de estudios no va a arreglar un cuerpo docente desmotivado o completamente incapaz. Ni un sistema de clases magistrales con un ciento de alumnos que no tienen ningún tipo de información de cuánto saben hasta que se enfrentan al examen (esto se arregla con dinero para salarios de instructores, no de profesores, no con malgasto en innovación docente).

    Claro que se puede aprender a dar clases. Y aún así habrá gente que lo hará mejor y gente que lo hará sin ganas. (También ocurre con los cirujanos). En muchas universidades americanas, los doctorandos aprenden a enseñar haciendo primero labores que les permiten tomar contacto con la realidad (corregir exámenes, dar clases de problemas). En las buenas, cuando un novato empieza a dar clase o va a comenzar, se le pide que vaya a escuchar a otros profesores dando clase de algo que él ya conoce, de manera que se puede concentrar en cómo se dan las clases. Luego el proceso se realiza a la inversa y un profesor mayor va de vez en cuando a tus clases a ver cómo te desempeñas. El feedback de las encuestas (mucho menos revanchista que las nuestras e incluyendo frases escritas por los alumnos para que tú las leas) ayuda a mejorar. Si es que quieres mejorar, que no siempre es el caso.

    La mayoría de las técnicas que puedes emplear para dar una clase universitaria en condiciones se aprenden: (a) dando tú las clases con material ajeno; (b) prestando atención a un colega que lo haga bien; (c) con una serie de consejos que te pueden dar en la cafetería. Muchos de los problemas se solucionan con sentido común: si das clases en pizarra, haz caligrafía de pizarra; ensaya los dibujos antes de hacerlos en clase; no improvises las clases durante los primeros años; memoriza la clase (suelta los malditos apuntes); organiza las pizarras en función del contenido; piensa en si tus alumnos están tomando apuntes y da el material organizado,… Vamos, lo de los mandamientos: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

  21. pseudopodo dijo:

    Athini, el comentario sobre CAP, pedagogos y Julio Camba es una joya. Chapeau.

    Lo que dice Sergio es un punto importante, antes podía funcionar mejor el sistema porque los alumnos estaban seleccionados y tenían claro que los sacrificios que exige estudiar merecían la pena. Sería interesante pensar por qué se ha producido este cambio y si no se podría hacer algo… pero estos factores son los más difíciles de modificar; no queda más remedio que hacer lo que se pueda con esas condiciones de contorno.

    Con esas condiciones de contorno, y si se abordara el problema con sentido común, como decía en el post, se reconocerían algunas verdades elementales:

    (1) Que el elemento esencial en la docencia es la calidad del profesor, y no las metodologías o las programaciones, etc.
    (2) Que la calidad del profesor depende de su talento “escénico”, su interés por la enseñanza, su empatía y su experiencia. Y por supuesto de su conocimiento de la asignatura.
    (3) Que la pedagogía, como disciplina académica, no tiene apenas ninguna influencia sobre ninguno de estos factores (igual que la física del movimiento giroscópico no ayuda nada a montar en bicicleta)
    (4) Que por eso lo esencial es seleccionar a los mejores profesores, tenerlos contentos, y dejarlos en paz.

    A mí también me gustaría tener más certezas pedagógicas, como dice Alberto, pero con que se reconociera esto y no nos dieran la tabarra me conformaría. Al fin y al cabo, nadie se queja de que el teatro o la música no sean ciencias exactas: ser un buen pianista es un arte y ser un buen profesor también.

    Otra cosa: dije algo bastante simplista al echar la culpa a los jefes de departamento de que el único objetivo al cambiar los planes de estudio sea sacar tajada (o sea: que el departamento de más asignaturas). Es verdad, pero hay que señalar que esto forma parte de una dinámica ligada a la financiación, como ha explicado muy bien Javier.

    Y algunas referencias a esta misma discusión, por la parte de los filósofos (especialmente molestos porque la pedagogía va a saltar como asignatura al bachillerato, en detrimento, claro, de Platón, Descartes y toda esa pandilla de vejestrorios): de los blogs de Serenus, Antonio y de Antes de las cenizas (recomiendo también su serie “dogmas de la pedagogía oficial” que no tiene desperdicio).

  22. pseudopodo dijo:

    En las (universidades) buenas (de los USA), cuando un novato empieza a dar clase o va a comenzar, se le pide que vaya a escuchar a otros profesores dando clase de algo que él ya conoce, de manera que se puede concentrar en cómo se dan las clases. Luego el proceso se realiza a la inversa y un profesor mayor va de vez en cuando a tus clases a ver cómo te desempeñas.

    Creo que veré a mi jefe de departamento caminando sobre las aguas antes de ver algo así en una universidad española. Esto es lo que llamo sentido común.

    Ah, Kiko, me ha gustado tu descripción del curso de formación pedagógica: «encorsetado, poco definido y algo naïf». Eso es capacidad de síntesis.

  23. JuanPablo dijo:

    Pseudópodo, te recomiendo estos artículos de Raimi, sobre la evolución de la enseñanza científica con la intervención de los pedabobos (también conocidos como alpedogogos).

    Una idea interesante -y discutible- que sostiene (no sé en cual, los leí hace mucho) es que antes de la 2da guerra mundial muy poca gente estudiaba cálculo, y que es una falacia que todos puedan aprenderlo. Antes, los estudiantes ya estaban ‘preseleccionados’ por su vocación. La década del ’40 mostró que era necesario masificar la enseñanza del cálculo de una y varias variables y la física básica reescrita en estos términos. Al principio funcionó, porque la primera generación de alumnos fueron los ex soldados: disciplinados, dispuestos al sacrificio y a acatar órdenes, insensibles a las tonterías después de haber vuelto del infierno, y agradecidos de haber sobrevivido. La generación de alumnos que les siguió fueron los recién salidos de la escuela, sin ninguna preparación ‘extra’, y se vivió una crisis en las aulas, porque no tenían ni la resistencia ni el espíritu del grupo anterior (para sentarse a estudiar, o para aceptar que ‘eso no era para ellos’). Y ahí empezaron las reformas, de mal en peor.

    Ok, él habla de la experiencia yanqui, pero vos hablás de la experiencia española, y la argentina tampoco es tan diferente: acá, hay profesorados donde las horas (créditos, o cursos, o el equivalente) dedicadas a la pedagogái superan las horas dedicadas a la disciplina que corresponda (física, matemática, biología…)

  24. Creo que los profesores podemos beneficiarnos de la acumulación de conocimiento sobre el aprendizaje y la enseñanza que otros profesores hayan logrado. Si ese conocimiento logra ser sistemático cuánto mejor. Y creo que no existe profesión humana donde esa acumulación sea imposible. Por tanto, sí es posible obtener provecho de cursos acerca de «cómo enseñar» (retiro la palabra «pedagogía» para evitar pisar callos por el momento). Para quienes están interesados en mejorar (como pseudopodo) les recomiendo a Richard Felderer http://www4.ncsu.edu/unity/lockers/users/f/felder/public/ , puntos prácticos sustentados por investigación sistemática que yo he aplicado y funcionan bien.
    Dicho de otro modo, todos podemos aprender a montar bicicleta, pero para ser un verdadero profesional del tema hace falta más y de seguro los grandes ciclistas han trabajado mucho en perfeccionar su posición, su pedaleo, su nutrición, su físico y mil cosas más. Cualquiera puede dar una clase a punta de practicar, pero no será una gran clase.

    El problema es que los autodenominados pedagogos no están interesados en lo que ellos mismos llaman «didáctica»- el conocimiento acerca de cómo enfrentarse a 30 adolescentes en un salón con un tema específico-. Ellos están en las nebulosas, en la «pedagogía», discutiendo quién es el ser humano y para dónde debería ir.

    Por otro lado, veo mucho énfasis en el aprendizaje como algo que ocurre entre estudiante y profesor, cuándo el profesor no es más que uno de los múltiples medios para aprender. Si el profesor no sirve la persona puede aprender por su cuenta, se busca otro profesor, lee libros, consulta Internet… Pero veo acá muchos que no sabían esta verdad elemental del aprendizaje, y se quejan de no saber nada sobre como dar clase culpando a los pedagogos cuando probablemente no han hecho el mínimo esfuerzo en aprender. Creen que no hay nada que aprender ahí, quieren que los dejen tranquilos, que eso es fácil siempre que uno sepa del tema….
    Resumo mi punto: los pedagogos son una pesadilla y una burocracia… pero tampoco creo que el mejor camino para ser buen profesor se aprenda solo en la práctica, con charlas de café, a ensayo y error. Hay que estudiar… así sea por cuenta propia. Hay conocimiento acumulado. Lo que hacemos en nuestra disciplina (física, matemática, ingeniería) para aprender podemos hacerlo en el mucho o poco, precario o completo, conocimiento sistemático que sobre el aprendizaje se ha acumulado: podemos leer investigación e intentar «experimentos» sistemáticamente.

  25. Algo aparte…. yo no alabaría a los profesores de la universidad americana. Los estoy sufriendo en este mismo momento. Doctores a los que les importa un bledo su clase, o aprendices de doctores que no tienen la menor idea (ni interés) por la clase, sino por su tesis… dan clase para mantener el scholarship no más. Definitivamente… poco sentido común en todo el planeta. No harían falta ni las clases: son un obstáculo a mi aprendizaje.

  26. koegnigsberg dijo:

    Jorge Alvarado Dice:
    Ellos están en las nebulosas, en la “pedagogía”, discutiendo quién es el ser humano y para dónde debería ir.

    Se discute la pertinencia y legitimidad de la investigación pedagógica, pero no olvidemos que subyace a ésta nada menos que toda una concepción del hombre: qué debería aprender, por qué, para qué… y ya sabemos de las atrocidades que resultan cuando el filósofo se convierte, como en el sueño de Platón, en rey.

  27. Por cierto, nunca di mejores clases que en mi primer año con una nueva materia (lo dicen mis encuestas). Ojo, no en mis primeros años de enseñanza, sino ya rodado (10 años), pero enfrentándome a materias nuevas.
    Lo digo por compartir la experiencia. Hasta el momento he impartido 6 materias y al cabo de un par de años la cosa se hace fácil y al bajar mi esfuerzo, baja el del alumno…
    Por cierto, mi hermana fue primero pedagoga, luego enseñante, luego pedagoga y ahora enseñante de nuevo. Da gusto hablar con ella 🙂

  28. Yoriento dijo:

    «Lo que más me llamó la atención fue lo malos profesores que eran los pedagogos. No hace falta más prueba, como apunta Javier, de la inutilidad práctica de la pedagogía.»

    No puedo estar más de acuerdo. Pero también debemos tener en cuenta que la educación no es ni debe ser una exclusiva de la pedagogía, una ciencia muy particular con mucho teoría y retórica pero que tiene que recurrir a otras disciplinas más aplicadas cuando requiere de técnicas realmente efectiva. Ay, la escuela…

  29. Javier dijo:

    Jorge Alvarado, te doy la razón en todo. Insisto en lo de que se puede aprender y no dudo de que se pueden compartir experiencias y aprender metodología con libros o con colegas. El tema de fondo es que esas experiencias nada tienen que ver con la pedagogía como ciencia o lo que sea. Es un conocimiento paralelo.

    Cuando he comentado mi experiencia americana no he dejado de apuntar que para mejorar hay que querer mejorar. En muchas universidades americanas de primera fila los profesores están para investigar y los TAs para hacer su tesis. Sus clases llegan a ser terribles, como en España. Eso se compensa con que algunas de las mejores universidades (que tienen docentes mediocres pero grandes investigadores en plantilla) reciben los mejores estudiantes. El sistema se equilibra por otro lado: hay universidades menores, desde el punto de vista de investigación, que forman muy bien a sus estudiantes. Una vez terminada la etapa de college o el major, esos estudiantes pueden ir a una universidad mucho mejor (en la que no consiguieron entrar por culpa de sus SATs o lo que sea) y hacer el máster o lo que convenga. En estas universidades «menores» enseñan profesores que no lograron en su momento brillar en su carrera investigadora y que, tras la tesis y el posdoc, vieron que su futuro no estaba en las grandes universidades (que son las únicas que ofrecen programas doctorales, ¡no como en un país que me conozco, donde se puede ser doctor por la universidad de Loporzano!).

    El sistema americano no es óptimo, pero está muy, pero que muy bien pensado. Y otra cosa, los estudiantes se portan en clase como no se puede uno imaginar. Además, como en Estados Unidos el cinismo no se considera una virtud, es muy raro que un adolescente cansado de la vida se atreva a soltarte una impertinencia sobre lo poco que le importa tu curso de cálculo. Lo pensará, pero contigo (el profesor) es bien educado.

    Más sobre el tema mencionado: ¿deben todos los estudiantes estudiar cálculo? ¿Cómo entender el fracaso académico de las masas? Hace poco encontré este documento
    (portna.googlepages.com/studentevaluations –con http delante–) se hace una crítica muy severa a la nivelación de la universidad por abajo. Su autor es un colega al que conocía hace unos años y me pareció un tipo bien sensato.

  30. jusamawi dijo:

    De unas personas (pedagogos)(pedabobos) que reciben subvenciones para dedicarse a cambiar de nombre términos que todos conocíamos y que llegan a quedarse tan anchos después de llamar «segmento de ocio» al recreo se puede esperar cualquier cosa. Me temo que nada bueno.

    P.D.: Tengo ahora en mis manos el nuevo reglamento de derechos y deberes de alumnos. De él han desaparecido conceptos como faltas y sanciones. Ya no existen. Ahora en vez de falta leve hay que decir conducta inadecuada,en vez de falta grave conducta contraria a la convivencia y en vez de falta muy grave conductas que perjudican gravemente la convivencia.Las sanciones han sido sustituidas por correcciones.
    Imaginemos que un profesor ve a un alumno fumando en el water.Tendría que recriminarle y decirle: «Fulanito, me has decepcionado, tu conducta perjudica gravemente la convivencia en el centro docente. No me queda más remedio que aplicar una medida correctora que negociaremos tú, yo, tu familia, los servicios sociales e inspección de educación.La reunión será mañana durante el segmento de ocio»

  31. pseudopodo dijo:

    Yoriento, una cosa que decían en el post de Antes de las cenizas que enlacé más arriba era que la pedagogía no es una ciencia, sino una rama de la ética aplicada, y por eso tiene un carácter normativo: es una reflexión sobre lo que hay que aprender y por qué. Creo que tiene razón, y, como dice koeniesberg, lo que estamos viendo son “las atrocidades que resultan cuando el filósofo se convierte en rey”…

    Lo que necesitamos no es pedagogía sino didáctica, que sería una rama de la psicología cognitiva. Y estoy de acuerdo con Jorge Alvarado en que podemos beneficiarnos de un conocimiento acumulado (gracias por el enlace, tiene buena pinta). No soy de los que defienden que basta conocer la materia para enseñar bien y que preocuparse por la docencia es cosa de mariquitas o fracasados. Seguro que podemos aprender mucho de los Felderer que hay por el mundo, pero primero tenemos que tener ganas de aprender y unas cualidades mínimas, y hoy ni siquiera se garantiza que los profesores tengan esas cualidades. Así que no empecemos la casa por el tejado (con la sublime pedagogia) ni por el primer piso (con la didáctica competente) sino por los cimientos, intentando seleccionar buenos profesores como intentamos seleccionar buenos científicos, y permitiéndolos trabajar en buenas condiciones. Luego vendrá lo demás.

    También estoy de acuerdo en que hay muchos otras maneras de aprender que no pasan por el profesor. En la carrera hubo unas cuantas asignaturas que estudié por mi cuenta, y me fue bien. Pero eso no nos exculpa de buscar los mejores profesores, ¿no? También la mayoría de las enfermedades se curan solas, pero nos gusta tener buenos médicos.

    JuanPablo, no conocía a Raimi, pero lo que dice me recuerda a algo que leí creo que a Arons, que es uno de los mayores expertos en docencia de la física: que para aprender una ciencia “dura” al nivel universitario hace falta un nivel de abstracción que se corresponde con el estadio Piagetiano de las operaciones formales, y muchos alumnos no lo han alcanzado a la edad a la que llegan a la universidad, de manera que son incapaces de aprender el Cálculo o el Álgebra. Mi impresión es que es verdad, y seguramente tiene razón Raimi al decir que antes esto no ocurría porque los alumnos entraban preseleccionados por su vocación (en aquella universidad que, como decía Sergio, estaba para formar a las élites).

    La tesis es polémica, porque si esto es así, hay una proporción de alumnos que, si realmente se les exige lo que hay que exigir, nunca van a aprobar, por brillante que sea el profesor y por mucho que se esfuercen, mientras no haga “click” algo dentro de ellos y adquieran la capacidad de abstracción necesaria. Esto es algo que no se entiende en las disciplinas no científicas, y que nos va a dar problemas ahora que la noción de fracaso escolar se ha extendido a la universidad…

    jusamawi, ese reglamento, ¿es algo que ha sacado el ministerio (o consejería de educación…)?¿o es algo interno de un instituto?

    Alberto, puede que sea verdad lo que dices, pero sólo si ya tienes mucha experiencia. Precisamente este año estoy dando una asignatura nueva, y los alumnos parecen bastante contentos. Pero ya llevo… a ver que lo cuente… 17 años dando clase en la Universidad. Tengo tablas. Y además, me está costando horrores prepararla (aunque sobre la tarima no se me nota).

  32. josele dijo:

    Esta mañana he estado charlando con un compi con el que he compartido a medias una asignatura nueva para los dos este año. Qué vergüenza hemos pasado los dos. El lleva muchos años, yo solo 3 (así que salgo a asignatura nueva por cuatrimestre) (tate, que el pasado me querian dar 3 nuevas, 3… menos mal que…)

    Hombre si te gusta y tienes tiempo te la preparas y el entusiasmo de ir descubriendo cosas nuevas se trasluce en las clases…

    Total que ya he dado 5 asignaturas distintas en 3 años, en 2 de ellas voy repitiendo ya por tercera vez, y es lo mejor; con 3 meses y medio de clase, la expericnia es un grado.

    Por cierto, los cientificos ¿vais a cuatrimestre o teneis asignaturas anuales?

  33. pseudopodo dijo:

    Todo asignaturas cuatrimestrales (un error, porque en primero y segundo sería mucho mejor que todo fuera anual)…

  34. Antonio dijo:

    Pseudópodo, hay algo digno de agradecer en tu blog: el buen rollo que destila. Dan ganas de proponer un encuentro para charlar todos del tema y tomar unos vinos.
    Hay algo que habría que precisar. No entiendo muy bien que, según apunta Koenisberg, sepamos las atrocidades que resultan de la conversión del filósofo en rey. Nunca se ha dado el caso de un filósofo-rey, y mucho menos en la ensoñación platónica, que sólo es, si se refiere a la Politeia, un mero ejercicio de dialéctica. En la práctica, las atrocidades las cometieron los reyes no filósofos. Con Platón y con el resto de sus vecinos. Pero menos entiendo que esto pueda ser aplicable al caso de los pedagogos, que desprecian como nadie la tradición filosófica, de la que lo desconocen todo.
    Me interesa mucho lo apuntado sobre el magisterio en la profesión docente. Muchos hemos aprendido de nuestros profesores a dar clase, o de aquellos que contaban con la experiencia suficiente como para transmitir bien sus conocimientos didácticos y servir de ejemplo (sin ir más lejos, los catedráticos de Instituto, que fueron los primeros a los que la Reforma les cortó el cuello). Siguiendo el vaticinio de Alfonso Guerra («vamos a dejar este país que no lo va a conocer ni la madre que lo parió») eliminamos de un plumazo el mínimo recuerdo de nuestros grandes maestros de la docencia (Marañón, Ortega, Unamuno, Rey Pastor, García Morente, Torrente Ballester, Adrados, García Calvo…), convertidos todos en antiguallas de la enseñanza «tradicional», y reventamos la autoridad en la Enseñanza Media de aquellos que se la habían merecido. Nos quedamos sin modelos, porque un atajo de canallas decide que son infectos. Para ponerse ellos, sin más virtud que un par de teorías bobas y mal leídas. Y lo curioso del caso es que llevan ya unos cuarenta años emponzoñando por donde pisan (ahora le toca el turno a la Universidad, y no os quiero contar la situación en la UNED con tanto moderno de las nuevas tecnologías), sirviendo de esbirros al Legislador, en el papel de comisarios políticos, y reprochando a todo Cristo lo que ellos son incapaces de hacer o de pensar.
    Y a pesar de todo esto, el país está lleno de buenos profesores, hartos de la que lleva cayendo ya hace muchos años y atónitos ante la que la caerá. El no poder tratar del desastre de los planes de estudio, de la mierda de Reformas histéricas consecutivas que soportamos, de la parvulización de la enseñanza, de la impunidad irresponsable de los alumnos aplaudida y santificada, del interés de los políticos por perpetuar la tontería, de la falta de propuestas para los estudiantes que no pueden someterse a una enseñanza unificada, de la conversión de los Centros de enseñanza en Centros de asistencia social o en Centros de reclusión menor, de la reducción de la Universidad a mera fábrica de títulos, la imposibilidad de tratar todo esto, que es lo importante, nos la ha traído esa afortunada estrategia que supo reducir cualquier problema docente a problema pedagógico. Para gloria de Maravall y Marchesi.

  35. koegnigsberg dijo:

    Antonio, coincido contigo en que los pedagogos desprecian la tradición filosófica, pero creo que no he explicado bien (aunque Pseudópodo si lo entendió), lo que quería decir. En primer lugar, no interesa un debate de erudición, pero revisa el libro II de la República, donde se afirma que no habrá justicia en los estados hasta que no gobiernen filósofos o los reyes se conviertan en filósofos.
    Pero lo que nos interesa es que desde la filosofía (todo lo barata que quieras) que destila la pedagogía se deduce, y lo que es peor, se impone, una práctica a los docentes que puede rayar con el delirio, el delirio de la virtud. En este sentido, los peligros de convertir una filosofía en una guía de la acción, pueden ser extremos. Porque la filosofía nunca agota la riqueza de la realidad, de la práctica, y siempre tendremos que aprender de ella.
    La aberración consiste en colocar al docente como el brazo ejecutor de lo que sueña el pedagogo en su despacho. La filosofía educativa y la política educativa no pueden identificarse: para ejemplos desgraciados (que se creían cargados de razón) ahí está la historia.

  36. Antonio dijo:

    Koegnigsberg, sí, estoy de acuerdo, pero también habría que reparar en lo que entiende Platón por «filósofo», que no es precisamente «aquél que posee un conocimiento dogmático», sino «aquél que se aplica a la dialéctica», asunto que, teóricamente, diferenciaría al tirano del gobernante, o dicho de otro modo, a la pedagogía política de la didáctica. Pero no nos metamos por estos andurriales, que podrían ser motivo de una buena charla si a alguno de los contertulios le place abrir el hilo.
    Me parece claro y preciso tu enfoque: «la aberración consiste en colocar al docente como brazo ejecutor de lo que sueña el pedagogo en su despacho». Reparemos en que el actual presidente que nos gobierna ha repetido innumerables veces su vocación de «pedagogo político». Se ha erigido en Pedagogo-Rey. Al fin y al cabo, todos los gobiernos déspotas tienden a manifestar expresamente su intención de «educar al pueblo» y utilizar el sistema de enseñanza como instrumento de su dogmática, sin atender mínimamente a la objetividad de lo que se trataría de transmitir. La cutre-asignatura de «Educación para la ciudadanía» ha crecido en el seno de lo que Gustavo Bueno llama el «humanismo híbrido», la ideología que justifica la actual partitocracia y evita replantearse los defectos de una Constitución que entregó el poder a los partidos políticos, organizaciones financiadas por el mismo Estado que administran, y puso en manos del Poder Legislativo la totalidad de los poderes supremos del Estado. Que este sistema cercenara cualquier posibilidad de una mejora de la formación intelectual de la población y de sus libertades políticas era una consecuencia inmediata y esperable de la acción política de los partidos para perpetuarse en el Poder. Al fin y al cabo, lo que se intenta enseñar es la obediencia ciega a la Ley, siendo la Ley el azote con el que se gobierna.
    Un saludo, y gracias por tu conversación.

  37. koegnigsberg dijo:

    por cierto, Pseudópodo, gracias por facilitarnos este maravilloso rincón, desde donde es posible escapar de la inanidad.

  38. pseudopodo dijo:

    Gracias por lo del buen rollo, Antonio, pero en realidad, lo ponéis vosotros; y gracias por lo de escapar a la inanidad, koegnigsberg, pero este rincón no es sólo mío, escapamos todos juntos. No sé por qué tantos os soltáis a escribir aquí, pero estoy encantado de que así sea 😀

    Lo malo es que decís tantas cosas interesantes que no da tiempo a profundizar en muchas como se merecen: por ejemplo la de «el rey-filósofo, o el delirio de la virtud”, que habéis tratado vosotros; o la de si son necesarias las élites que antes formaba la escuela, que más arriba mencionaron Sergio y Athini… Me gustaría volver sobre esto en algún momento.

    Mientras, me he leído Mal de escuela, del que hablaba Gliptodonte, y tengo pendientes varios artículos de los enlaces que pusieron por ahí arriba JuanPablo, Javier y Jorge Alvarado

    Ah, lo que sí he leído, por encima, porque son 43 páginas (eso sí, bilingües en español /euskera) es el reglamento de los institutos que enlazaba jusamawi… en fin, lenguaje políticamente correcto (alumnos y alumnas, vascos y vascas, ya se sabe), 15 derechos y sólo 8 deberes. Y atentos al primer deber derecho (que se entiende que, por ser el primero, es el más importante):

    1.– Los alumnos y alumnas tienen derecho a recibir una educación integral que contribuya al pleno desarrollo de su personalidad.
    2.– Esta educación integral incluirá no sólo la adquisición de competencias básicas, contenidos científicos y culturales, hábitos intelectuales y técnicas de trabajo, sino también el desarrollo armónico de la afectividad, de la autonomía personal, de la autoestima, de la capacidad de relación con las demás personas y el medio, y la capacitación para el ejercicio de actividades profesionales, intelectuales y de ocio. Esta formación incluye el descubrimiento por parte de los alumnos y alumnas de su identidad cultural como miembros del pueblo vasco y la competencia comunicativa de ambas lenguas oficiales al acabar el período de enseñanza obligatoria.

    Y si uno no descubre su identidad como miembro del pueblo vasco (que mal rollo, eso del volk…) ¿se le suspende?¿es una falta grave? Ah, ya, que ya no hay faltas. Eso aclara las cosas: no descubrir tu identidad como miembro del euskovolk sin duda es una conducta contraria a la convivencia.

  39. Bueno…. coincido en que en este blog se da buena charla… y con altura. Tanto que se anima uno a participar. Me encanto lo de koegnigsberg: el rollo de que se intenta hacer de los profesores «.. el brazo ejecutor de lo que sueña el pedagogo en su despacho», y creo que con ello volvemos al punto del exceso de regulación por parte del «binintencionado» Estado que lleva a tantas monstruosidades, precisamente porque se mete con sus utopías a controlar el comportamiento y las decisiones que deberían ser del individuo. Inmediatamente me acuerdo de Michel Foucault y aquello de que la cárcel, el manicomio y la escuela son instituciones que surgen de un mismo proceso formativo en la historia… el momento en que fue necesario un mayor control de las personas. A esas instituciones, según entiendo por sus comentarios, ahora se quiere agregar la universidad española (no soy español)….. y por supuesto, me acuerdo del cliché de Pink Floyd.
    El tema del control está allí siempre presente: El estado tratando de controlar sus utopías y las personas buscando lo que creen mejor para sus vidas.

  40. jusamawi dijo:

    El derecho a descubrir la identidad cultural como miembros del pueblo vasco es en realidad un deber sibilínamente introducido como derecho.Si uno no la encuentra, no es que que no ejerza un derecho, es que no cumple con su deber.Suspende, como dices, y es además severamente castigado. Su conducta inadecuada es corregida mediante la marginación social y laboral.
    Es absurdo pensar que para disfrutar de un derecho me obliguen a ejercerlo utilizando además la coacción.Imaginemos, por ejemplo, que para ejercer la libertad de expresión me obligasen a dar mi opinión a la fuerza.Yo no tengo el derecho de ser bilíngüe, es un deber y además para conseguirlo es lícito que no me permitan escoger la lengua en la que quiero estudiar.Para acceder a una plaza de profesor es más importante el conocimiento del euskera que la calidad como profesor o el dominio de la materia.Veo frecuentemente a profesores que han pasado de ser buenos profesionales en su lengua materna a limitarse a dictar apuntes por las dificultades que entraña dar su materia en otro idioma.No es lo mismo utilizar otra lengua cuando vas de vacaciones a dar clases de Filosofía, por ejemplo, en una segunda o tercera lengua.
    En la escuela pública vasca es necesaria la máxima titulación en euskera para dar luego clase de Lengua y literatura española.A todo esto hay que añadirle la sarta de mentiras que se cuenta a los alumnos en todo lo referente a la historia, cultura e incluso geografía del País Vasco.
    Un alumno medio no sabe, al acabar sus estudios diferenciar entre Euskadi y Euskal Herria,piensa que los romanos jamás llegaron hasta estas tierras,que el País Vasco fue un país independiente en el pasado y que eso se nos quitó por la fuerza, que todos los navarros están equivocados por querer ser una comunidad aparte,la comunidad autónoma vasca está compuesta por siete territorios y no por tres como extrañamente se empeñan en mostrar los atlas de geografía y que por supuesto vivimos bajo la bota imperialista de los estados español y francés.
    Al lado de todo esto, los juegos de los pedagogos me parecen entretenimientos para pasar el rato y me voy encantado con ellos a tomar un café en el segmento de ocio.

  41. http://www.listao.com.ar/2009/01/frases-clebres-sobre-educacin.html

    Merecela pena. Algunas son aforismos, y toas encierran algo de las certezas que todos los que enseñamos nos gustaría tener…

    Aunque estoy convencido de que es mejor enseñar sin certezas.

    @jusamawi Como suele pasar, si tratas de imponer algo, la siguiente generación lo rechazará,

  42. pseudopodo dijo:

    Jusamawi, es verdad: nos daríamos con un canto en los dientes si estos se dedicaran a la pedagogía… Claro que a su modo es a lo que se dedican: a la formación del espíritu nacional (pedagogos-reyes…) Pero mejor dejamos estos temas siniestros.

    Alberto, mis frases favoritas:

    “Un tonto educado es más tonto que uno ignorante.» Molière [yo diría «instruido» en vez de educado]

    «Los hombres inteligentes quieren aprender;los demás, enseñar.» Antón Chéjov

    «Los hombres aprenden mientras enseñan.» Lucio Anneo Séneca

    «La educación no consiste en llenar un cántaro sino en encender un fuego.» William Butler Yeats

    «La meta final de la verdadera educación es no sólo hacer que la gente haga lo que es correcto, sino que disfrute haciéndolo; no sólo formar personas trabajadoras, sino personas que amen el trabajo; no sólo individuos con conocimientos, sino con amor al conocimiento; no sólo seres puros, sino con amor a la pureza; no sólo personas justas, sino con hambre y sed de justicia.» John Ruskin

    y para postre…

    «If you want to get laid, go to college. If you want an education, go to the library.» Frank Zappa

  43. Javier dijo:

    «He who cannot do, teaches. He who cannot teach, teaches gym». (Oído en una película de Woody Allen)

  44. Gliptodonte dijo:

    Alberto, no entiendo eso de que “es mejor educar enseñar sin certezas”. Para enseñar hace falta tener algunas ideas muy claras. Quizá no sean muchas pero desde luego como te andes con muchas dudas, no enseñas nada.

    La primera certeza que un profesor ha de tener es que aquello que enseña es importante. Que es necesario que el alumno lo sepa. Si no apaga y vámonos. A mí me parece que es una certeza muy grande. Dudas y relativismos sobran. Para poder enseñar algo hay que creer que se sabe algo y que es importante que el otro lo sepa.

    Y cuando hablamos de enseñar “algo concreto” (el uso del present perfect, las ecuaciones de segundo grado, la historia de la segunda Guerra Mundial…) ¿Hay que enseñar estas cosas sin certezas? ¿dónde colocamos las dudas? ¿Por qué no es bueno tener certezas? No lo entiendo.

  45. Pingback: El Bar de Yoriento, un 22 de febrero: enlaces y blogs de la semana (459) | Yoriento

  46. pseudopodo dijo:

    Gliptodonte, lo que dices es lo que dice Savater en la antología que ha enlazado Alberto:

    «No hay educación si no hay verdad que transmitir, si todo es más o menos verdad, si cada cual tiene su verdad igualmente respetable y no se puede decidir racionalmente entre tanta diversidad.»

    Supongo que la «ausencia de certezas» de la que habla Alberto se referirá a la ausencia de certezas sobre los métodos, no sobre los contenidos…

  47. sonia dijo:

    Qué radical el artículo, madre mia! yo la verdad es que como pedagoga que soy no he sabido si enfadarme o ponerme a defenderme.
    Creo que no haré ninguna de las dos. Tan solo un par de apuntes:

    No todos los pedagogos andan tan alejados de la realidad.. de veras que yo creo firmemente que para ser pedagogo hay que ponerse en algun momento a enseñar ( pobre del pedagogo que no piense igual), porque solo metiendose en ese papel tiene uno cara como para ponerse a dar consejos de metodología.

    En cuanto al CAP… ha estado y por lo que se hasta ahora está tan mal planteado que es muy dificil aprender algo de metodología didáctica.. a cualquiera que haya estudiado cualuier otra carrera y que haya hecho el cap le pregunto ¿tu licenciatura podria reducirse a 6 meses de trabajo de superficie para pasar un trámite?… la pedagogía tampoco.

  48. Gliptodonte dijo:

    Tocado y hundido. La cita de Alberto (la de Savater) contenía exactamente lo que yo quería decir. Creo que está sacada (casi con seguridad) de «El valor de educar». Savater tiene alguna ceguera fundamental, pero también muchas clarividencias. Yo he aprendido mucho con él.

    Disculpas a Alberto. Su deseo de enseñar sin certezas me sonó (seguro que injustamente) a «relativismo imperante» y no pude por menos que querer corregirlo. Sorry.

  49. Athini Glaucopis dijo:

    Querida Sonia: se puede admitir que en seis meses no se puede enseñar una licenciatura; incluso se puede admitir que en seis meses no se puede enseñar todo lo que la ciencia pedagógica (llamémosle así) puede contener en sus diversas formas. Ahora bien, en seis meses se pueden dar algunos contenidos y, sobre todo, hay tiempo más que de sobra para que se pueda ver si quien enseña sabe enseñar o no, si sabe programar o no, si sabe distinguir lo fundamental de lo secundario o no, si sabe motivar o no…

    En seis meses, desde luego, no se puede estudiar medicina, pero si alguien estuviera obligado a permanecer en compañía de médicos durante seis meses en un hospital, sin duda descubriría hasta qué punto es útil o no lo es la ciencia médica.

    En seis meses no se puede aprender un idioma, pero si alguien está seis meses en un departamento de traducción, descubrirá sin duda hasta qué punto son o no capaces los traductores de traducir.

    En seis meses no se puede aprender ingeniería aeronáutica, pero si nos obligasen a estar seis meses viendo cómo trabajan ingenieros aeronáuticos, saldríamos bien convencidos de hasta qué punto son o no capaces de diseñar máquinas voladoras.

    Y así sucesivamente.

    Esto mismo, en fin, aplicado al CAP nos revela que los pedagogos, los que se presentan como expertos en «enseñar a enseñar», no saben enseñar nada. El CAP, por sí mismo, era una perfecta demostración de que los contenidos que pueda tener la pedagogía (sean estos los que sean) resultan totatlmente ineficaces en la aplicación práctica a la que se dicen destinados.

    Los pedagogos, ante esta evidencia, han echado mano del mismo argumento que siempre utilizan los embaucadores: «es que sólo en seis meses no se puede, tiene que ser muchísimo tiempo más». Lo cual es algo así como decir que «el dios Apolo no te ha curado porque dedicarle un templo no es suficiente, tienes que dedicarle veinte templos y pagar los rezos anuales de doscientos sacerdotes» (y, en caso de que lo hagas y no te cures…, pues ya seguiremos aumentando la cuenta).

    Por lo demás, si hace falta cursar toda una licenciatura sólo para «aprender a enseñar», ¿qué tiempo queda para los contenidos que se van a enseñar? ¿O es que lo que se enseña, los contenidos, son tan secundarios que sí se pueden aprender en un cursillo acelerado (que es lo que, de hecho, van a ser los futuros «grados»).

  50. JCPG dijo:

    El los últimos años se viene extendiendo una difamación de la Pedagogía que lo único que pretende es elegir a los pedagogos como cabezas de turco a los que culpabilizar de los problemas mal resueltos de nuestro sistema educativo. Sin embargo, esta visión carece de conocimiento de causa: la Pedagogía no tiene la culpa (véase http://www.revistaeducacion.mec.es/re348/re348_21.pdf).

    En primer lugar, la Pedagogía es la Ciencia de la Educación, y su objeto es estudiar, regular y normativizar la acción de educar en su amplio sentido. Sin la existencia de la Pedagogía no dispondríamos de criterios fundamentados, rigurosos y confiables acerca de qué pasos tenemos que dar para enseñar, cómo tienen que ser las escuelas, o cómo tiene que estar organizado un buen sistema educativo. Sin Pedagogía la decisión se basaría sólo en la ideología dominante en el poder (que es un poco lo que viene pasando en España). Un Máster de Formación del Profesorado pretende dignificar la formación pedagógica del profesorado de Secundaria, a la vez que garantizar un mínimo de solidez en la misma (el CAP tradicional era de 6 meses, pero todo el mundo sabe que no servía de mucho).

    Dos aclaraciones más:
    a) la LOGSE es una muy buena ley, bien fundamentada psicológica y pedagógicamente, no conozco a ningún experto en ambas disciplinas (Psicología y Pedagogía) que discuta esto. Los fracasos derivados de su implantación se han debido, principalmente, a eso mismo, a «su implantación» (realizada sin apenas la mitad de los recursos económicos y humanos previstos inicialmente: aquí el propio Gobierno fue infiel a su propuesta de ley);
    b) Bolonia y la reforma de la universidad no es culpa de los pedagogos; más bien se ha recurrido a los pedagogos después de decidirse a nivel político su implantación. Los pedagogos se ocupan ahora de dar el máximo sentido a su implantación, pero la filosofía que inspira toda esta reforma no es pedagógica, ni mucho menos «universitaria» en el sentido de promover el desarrollo intelectual superior de los universitarios, sino que es una filosofía pragmática que busca formar «trabajadores» (no intelectuales, que era el objeto tradicional de la Universidad) con formación práctica pero actualizada y con el mayor nivel científico posible (que no será mucho, dadas las limitaciones de tiempo y de dedicación que se van a imponer a los nuevos títulos universitarios en este contexto).

  51. JCPG dijo:

    Otra aclaración más: a un amplio colectivo de pedagogos no les satisface nada cómo está nuestro sistema educativo en la acualidad. Claramente hemos mejorado en muchos sentidos, a pesar de que en los medios muchos cantamañanas se ocupen de destacar sólo lo «negativo», pero lo cierto es que aún existe una educación bastante tradicional (exclusivamente memorística) en nuestros centros educativos.
    Véase el Manifiesto Pedagógico: http://www.redires.net/?q=node/15

  52. pseudopodo dijo:

    JCPG, ya conocía el manifiesto “No es verdad” y había oído hablar del artículo de Ana Benito que enlazas. No tengo tiempo ahora de leerlo, aunque me interesa; sólo puedo responder alguna cosa rápida a tu comentario:

    1) La Pedagogía no suministra “criterios fundamentados, rigurosos y confiables” acerca de ninguna cuestión relativa a la educación porque la pedagogía no es una ciencia, sino más bien una rama de la filosofía y en concreto de la ética aplicada (copio la idea de Antes de las cenizas, el enlace está más arriba). No hay unanimidad en los pedagogos y sí que hay mucha ideología. Precisamente a mí me parece que cierta escuela pedagógica (digamos, constructivista) se ha erigido en una ideología dominante, a expensas del sentido común y con consecuencias muy negativas.

    Convertir el CAP en máster pretenderá oficialmente dignificar la formación pedagógica, pero en el fondo todos los que trabajamos en una universidad sabemos para qué se hacen los másters: para dar de comer a los que los imparten y conseguir más poder para el departamento. ¿Cómo es posible que todos los que hemos pasado por el CAP, en épocas bastante distintas, tengamos la misma opinión nefasta? Pero en fin, Athini Glaucopis lo ha explicado magníficamente arriba. Usando su metáfora, yo no le dedicaría ni un templo más al dios Apolo.

    2) Que la LOGSE les guste a los pedagogos es normal: es “su” ley. Otra cosa es que haya sido buena. He oído muchas veces el argumento de que lo malo es que “se implantó mal” y no me convence nada. Una ley no es buena porque tenga buenas intenciones, ni porque fuera excelente de haberse implantado en el país de Nunca Jamás. Una ley española debe implantarse en España, con los recursos y la mentalidad que tenemos aquí. Lo contrario es un utopismo infantil.

    Todo buen ingeniero sabe que una máquina no debe funcionar bien sólo en condiciones óptimas, sino con mal tiempo, con poco mantenimiento, etc. Es decir, en las condiciones reales de funcionamiento. Un buen diseño debe ser robusto. Y si no, es un mal diseño. La LOGSE era un pésimo diseño. Un fracaso tan completo que ni siquiera cabe echar la culpa a “la derecha” porque como bien dices fue el propio gobierno que la propuso el que la implantó.

    Bueno, perdón por la brusquedad, es culpa de las prisas…

  53. JCPG dijo:

    Negar que la Pedagogía sea una ciencia y afirmar que es una parte de la «filosofía y en concreto de la ética aplicada» es sencillamente incorrecto. Resumiendo, la Pedagogía sigue el método científico, y tiene un objeto propio de estudio (la acción educativa), luego es una ciencia social en toda regla, y no una rama de la Filosofía. Por supuesto viene de la Filosofía, ¿pero qué ciencia no procede de la Filosofía?

    En cuanto a la ingeniería, ésta sí que «no es una ciencia», sino una tecnología, luego no se puede comparar con la Pedagogía. Todo buen (y honesto) ingeniero sabe que sus objetos de estudio son «inertes», y por ello relativamente predecibles por su simplicidad (mecánica, magnética o eléctrica) principalmente, mientras que cualquier ciencia social (como la pedagogía, por ejemplo) tiene como objeto de estudio al más complejo de los subsistemas: «el animal social» que es el ser humano.

    Aclaración: no hay, como tal, una escuela «constructivista». El constructivismo es sencillamente una teoría epistemológica procedente de la Psicología del aprendizaje y del desarrollo cognitivo. Precisamente es una teoría desarrollada fundamentalmente a partir del trabajo de,
    entre otros, Piaget, doctor en biología que dedicó su carrera a investigar en psicología del aprendizaje y del desarrollo cognitivo. Sus hallazgos, como los de otros investigadores, soportan la teoría constructivista del aprendizaje y del conocimiento. Ésta aporta una explicación coherente acerca de los procesos mentales que tienen lugar cuando se aprende algo, cuando se aprende de forma memorística (por ejemplo, la lista de proposiciones en Lengua, o la tabla del 4 en Matemáticas), cuando se aprende de forma significativa, cuando se aprende sólo, cuando se aprende con ayuda, etc. Es ciencia, no ideología.

    La LOGSE no es de los pedagogos. Al ser una «ley» es de los legisladores en política educativa. Y su texto, en lo que se refiere a su fundamentación y planteamiento psicopedagógico es bastante sólido, y está basado en hallazgos empíricos sobre psicología del aprendizaje mayormente, no sobre una u otra ideología. El problema es que, efectivamente, no se implantó adecuadamente (ahí son los políticos de turno quienes tienen la responsabilidad). El proyecto era bueno (léase si no la LOGSE y justifíquese científicamente, no ideológicamente, lo contrario; de eso va la ciencia, de rebatir con argumentos coherentes basados en datos empíricos). Si a un ingeniero electrónico le dan un diseño y las piezas de un transbordador espacial probablemente no sepa montarlo y «haga lo que pueda». No le podríamos culpar luego si lo dejamos sólo ante tal tarea y la cosa no sale bien. Necesitaría, para tener éxito, no sólo formación complementaria, sino herramientas adecuadas a lo que se pretende, y otros especialistas profesionales que trabajen con él hacia el mismo fin, por ejemplo.

    Si una ley dice que se habilitará x sistema a nivel nacional y luego resulta que ninguna Administración pone los medios para habilitar dicho sistema. ¿Es eso fallo de la ley?

  54. pseudopodo dijo:

    La verdad es que no se me había ocurrido que la pedagogía es una rama de la ética aplicada hasta que no leí hace unos días este artículo, que te recomiendo. Resumo por si tienes prisa:

    La pedagogía no es una ciencia: En efecto, las ciencias tienen como objetivo explicar la realidad, no modificarla, pero la pedagogía tiene un claro contenido normativo. (…) La pedagogía tiene un contenido normativo, en primer lugar, porque no se ocupa del aprendizaje, sino de la educación, que es algo más amplio y que no puede desconectarse de cuestiones como la justicia, la antropología, la verdad, etc., que no admiten un tratamiento científico. En segundo lugar, la pedagogía no trata de explicar la realidad de la educación, sino de diseñarla según una idea de lo que el ser humano DEBE ser. (…) La pedagogía es una reflexión filosófica: La pedagogía no sólo tiene un contenido ético, sino que ES ÉTICA APLICADA. Si la ética reflexiona sobre la vida buena, la felicidad y la justicia, la pedagogía reflexionará sobre cómo preparar al niño para esa vida buena, para esa felicidad y para esa justicia. La pedagogía no nos dice cómo se aprende (eso lo hace la psicología), lo que hace es reflexionar sobre lo que se DEBE aprender.

    Quizá en parte se trate de un problema de terminología, y a lo que te llamas “pedagogía” es a lo que yo llamaría “psicología del aprendizaje”. Esto sí creo que es una ciencia, y por cierto, me parece admirable el trabajo de Piaget. Así que no estoy en contra del constructivismo como teoría científica sino como imposición pedagógica. Es decir: creo que ciertamente cuando hay aprendizaje significativo construimos los conceptos mediante la dinámica que describió Piaget (el juego de “asimilación” y “acomodación”) y creo que todo este planteamiento ha sido muy fértil para llamar la atención, por ejemplo, sobre la importancia de los “preconceptos” en la enseñanza de las ciencias.

    Todo esto me parece magnífico, pero se ha aplicado de manera dogmática y torpe. Con Piaget pasa como con Aristóteles: era un genio, pero sus enseñanzas se fosilizaron en manos de unos escolásticos que las convirtieron en un repertorio aburrido de soluciones prefabricadas.

    Y ya que estamos con Piaget, mira, es un ejemplo de cómo ser un maestro en la psicología del aprendizaje no implica saber enseñar: sus libros son soporíferos.

    La comparación con la ingeniería es para la tarea del legislador, no la del pedagogo. Una ley es en cierto modo un mecanismo, y debe funcionar en condiciones reales. La comparación viene a cuento, porque sería un poco ridículo que un ingeniero dijera que “el coche que diseñé era excelente, pero es que sólo puede circular por terreno llano, no tengo yo la culpa de que en este país haya tantas cuestas”. El gobierno que diseñó la LOGSE la hizo para otro país diferente al nuestro, un país utópico que el legislador debería saber que no existe, y por eso era una mala ley. Aún concediendo que fuera buena en la vertiente pedagógica (que lo dudo mucho, pero estoy dispuesto a concederlo porque no es lo esencial en la discusión)

  55. Javier dijo:

    Para JCPG… Uno lee lo que dicen (decís) los pedagogos, lee con prejuicios, intenta comprender, rebatir. Y de repente uno se encuentra con esta frase: En cuanto a la ingeniería, ésta sí que “no es una ciencia”, sino una tecnología, luego no se puede comparar con la Pedagogía.

    Y este es el problema de hablar sin tener ni la menor idea de lo que se habla. Anda, cógete cualquier libro de ingeniería (no sé si alguna vez has visto siquiera alguno). Te dejo elegir tema: ciencia de materiales, ingeniería de construcción, mecánica de medios continuos, máquinas y motores términos, aeronáutica, teoría de la señal digital, electrónica,… Dime que eso no es ciencia y continúa teorizando sobre el papel empleando unas estadísticas de tabla sin entender qué es un test de hipótesis o diferenciar una media de una mediana. Aquí con la mayor alegría uno pone ciencia delante de a lo que se dedica y ya está: la ciencia de los gremios, la ciencia de la literatura y la ciencia de la educación. Porque yo lo digo.

  56. JCPG dijo:

    Para Javier: efectivamente, la ingeniería es una tecnología, NO UNA CIENCIA. Es una técnica basada en diversas ciencias, por eso es una tecnología, pero NO ES UNA CIENCIA.

    Lo que es «alegre» (no sé si fruto de la ignorancia o simplemente fruto de la desconsideración; o fruto de ambas cosas) es negar que una ciencia que a uno le es ajena no sea una ciencia. Creo que padeces el síndrome de las orejeras y por ello necesitas estudiar algo más que el efecto Corioli o las superficies hipersustentadoras.

    Así que en cuanto a tu soberbia, guárdatela. Para discutir una idea no es preciso faltar al respeto presuponiendo la ignorancia del otro. Simplemente se han de ofrecer argumentos sólidos y, a ser posible, basados en datos empíricos. Te equivocas conmigo (me has etiquetado precipitadamente). Sé muy bien la diferencia entre «una media y una mediana» (sé algo más que eso, de hecho), y también he «visto» (y estudiado) más de un libro ingeniería. Gracias por «dejarme elegir tema», me resultan todos ellos muy interesantes, pero ninguno aporta luz a esta discusión.

  57. Javier dijo:

    La ingeniería comparte con las ciencias «de toda la vida» su característica principal: el método. Las «soft sciences» se han puesto por su cuenta el ciencias por delante y en su mayor parte no cumplen el requisito. Son ciencias en un sentido débil. Cuando alguien espeta que la ingeniería es una técnica basada en diversas ciencias es, insisto, que no sabe qué es la ingeniería. La ingeniería clásica de toda la vida (la civil, la mecánica, la eléctrica) es física aplicada. Esa es la ciencia que usa. Claro, también usa la química y las matemáticas, pero usar las matemáticas lo hace casi todo el mundo luego no cuenta y estar separando a estas alturas del cuento la física de la química …

    Mi punto. Para hablar de pedagogía, por lo visto hay que estudiar varios años. Pero los pedagogos dan clase sobre cómo dar clase de ciencias avanzadas manejando conceptos de ciencias de bachillerato. Sobre la soberbia, pues claro, es que yo soy científico y creo que un pedagogo no lo es. Y no veo mucha más discusión. La discusión está en cómo el pedagogo, amparado por los políticos, está fastidiando la eduación española.

    La LOGSE fue un invento pedagógico y andar ahora echando la culpa a los políticos es desviar la atención. Bolonia está siendo un invento pedagógico. Bolonia ya se aplica en otros países y la reforma pedagógica efectuada para el asunto ha sido nula. En España, país arrinconado en Europa y donde al común de los mortales se le puede vender cualquier moto con la excusa europea, el lobby pedagógico (muy presente en las universidades a través de los poderosos ICEs y de las muchas simpatías de parte del colectivo rectoral) se está poniendo las pilas para colar una nueva reforma con la excusa de que hay que adaptarse al EEES.

    (En todo caso, disculpas por el tono del mensaje anterior. Sí sonó muy tajante).

  58. JCPG dijo:

    Con respecto a la Ingeniería, simplemente tenemos ópticas diferentes, aunque coincidimos en que se basa en otras ciencias, cómo no admitir esto.

    En cuanto a la pedagogía como ciencia, tampoco estamos de acuerdo, es evidente. Yo también soy científico, aunque mi campo de investigación es la psicopedagogía y la psicología. Veo que sólo consideras ciencias a las ciencias exactas y a las ciencias naturales, y que, sin embargo, no consideras ciencias a las ciencias sociales, o, en este caso, a la pedagogía, que es una de ellas. Tampoco veo que podamos avanzar más en este punto, simplemente discrepamos. No la llamaría «soft science» o ciencia débil. De hecho, muchas de las investigaciones que se hacen en psicología o en pedagogía son incluso más rigurosas (por el método experimental o correlacional seguido, por la selección de la muestra, por los análisis de datos realizados, etc.) que muchas investigaciones en el campo, por ejemplo, médico. Sencillamente, la pedagogía es ciencia porque sigue el método científico, y cuando no lo hace entonces estamos de acuerdo en que es Filosofía de la educación, que, por cierto, también reconozco que es demasiado frecuente en el ámbito de la Pedagogía, desafortunadamente. Pero eso no significa que no exista la Pedagogía como ciencia. Es como si por la abundancia de médicos fanfarrones e «intuitivos» fuéramos a afirmar que la Medicina no tiene base científica. Quizás no la «Medicina» de tales curanderos, pero sí que existe, sin duda, una Medicina científica.

    En cuanto a la culpabilidad de la pedagogía, insisto, los problemas educativos de nuestro sistema educativo no podemos achacarlos a la pedagogía, pues sería, además de desacertado, injusto. En primer lugar, los autores materiales de la LOGSE fueron psicólogos de la educación, no pedagogos, aunque luego los pedagogos los secundaran. Con esto no quiero decir que los psicólogos sean los responsables de los problemas de nuestro sistema educativo, sino que simplemente aclaro malentendidos acerca del papel de cada colectivo en las leyes educativas de nuestro país. De hecho, tal y como ya comenté, la LOGSE (lo que dice, no lo que luego se hizo con su implantación) no dice nada incongruente o infundado científicamente, al contrario. Sin embargo, es cierto, como señala Pseudópodo, que las leyes han de planificarse con sentido de la realidad, y adaptarlas debidamente al contexto donde han de implantarse, no puedo estar más de acuerdo. No sé si lo que se planteó en la LOGSE era imposible de lograr en España o es que más bien los políticos se contentaron con plantear una utopía eductiva y luego se olvidaron de ofrecer el respaldo económico y organizativo pertinente para su logro. En los países educativamente más desarrollados se aplican los principios de la LOGSE, y les va fantásticamente. ¿Por qué no iba a irnos bien en España? En realidad, aún no sabemos si nos valen estos principios porque, como digo, no se ha intentado seriamente, con todos los recursos. Cuando no se ponen los medios (financiación, formación, recursos, incentivos, etc.), especialmente en una sociedad como la actual, con tanta «educación paralela» (mass media, Internet, Cine, Videojuegos…) que hace la competencia desleal al sistema educativo, los que acaban agobiados con nuevas obligaciones (impuestas por ley) son los propios docentes, y, lógicamente, las víctimas al final son los alumnos, y, por ende, la sociedad en general.

    En cuanto al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), tampoco es una idea de los pedagogos, no sé de dónde salió eso ni a quién se le ocurrió por primera vez tal idea alejada de la realidad. Esta idea de un espacio europeo universitario relativamente «común» es una idea política, como fruto, entre otras motivaciones, de la intención de Europa de hacerse fuerte a nivel académico construyendo un sistema universitario coherente que pueda aspirar a competir internacionalmente (principalmente con Estados Unidos; es como una nueva «guerra fría» por el poder científico e intelectual mundial). Luego la idea de imponernos una nueva universidad en España (distinta a la que conocíamos; que, dicho sea de paso, nunca ha sido brillante si nos comparamos con Reino Unido y EE.UU., referentes internacionales) es de los políticos, no de los pedagogos. De hecho, tanto entre los psicólogos, como entre los psicopedagogos y pedagogos encontraréis muchos que somos críticos con esta nueva situación de cambio. El intento de parecernos a Inglaterra es encomiable, lo que no lo es ya tanto es la forma en la que lo estamos haciendo. Ahí soy un crítico más de cómo estamos haciendo realidad la propuesta de Bolonia.

    En cuanto al artículo sobre la Pedagogía como Ética aplicada. Es interesante, sin embargo, la Pedagogía no es ética aplicada, pues no se ocupa de establecer cómo se aprende (eso es asunto de la Psicología del aprendizaje) o lo que se «debe» enseñar (cuando lo hace no es Pedagogía, sino Filosofía de la educación, o, ciertamente Ética práctica o aplicada), sino que se ocupa de cómo se debe enseñar, se ocupa de describir y explicar los procesos de enseñanza-aprendizaje, lo que, posteriormente, permitirá, ahora sí, normativizar, proponer, medidas a adoptar, pero siempre basándose en la investigación, como se hace en cualquier campo profesional, donde las nuevas prácticas sustituyen a las antiguas basándose en la evidencia empírica acumulada.

    Siento haberme extendido tanto.

    Un saludo,

    JC

  59. Javier dijo:

    JC, estamos mucho más de acuerdo de lo que parece. Simplemente llamamos por el mismo nombre a cosas distintas. Psicología de la educación, psicopedagogía, etc son ciencias o «soft sciences», según tú o yo. Hasta allí bien (el nombre es lo de menos; y lo de ciencia o tecnología también).

    Tú estás haciendo un distingo entre los que estudian la pedagogía como ciencia (o «ciencia») y los filósofos de la educación. Unos se dedican al estudio y a la comprensión de los fenómenos de aprendizaje, los otros al adoctrinamiento. Para los que estamos fuera, no hay distinción, no tanto porque no exista, sino porque el frente que nos encontramos es el de filósofos de la educación o bien el de pedagogos honestos (por qué no) a los que se les pone a adoctrinar sobre enseñanza media/superior, cuando, como ciencia, la pedagogía no tiene nada resuelta la comprensión de los mecanismos de aprendizaje a esos niveles.

    Digamos que estamos de acuerdo en el valor intrínseco de la investigación pedagógica (aceptemos pulpo como animal de compañía, 🙂 ). Lo que no y no, es la aplicabilidad de esos resultados al remodelaje de la enseñanza, especialmente a nivel universitario.

    La educación en países muy avanzados donde sí ha habido dinero para implementar modelos basados en doctrinas pedagógicas avanzadas (la New Math, por ejemplo, es puramente una doctrina) han producido sistemas desastrosos. La educación elemental y media en Gran Bretaña y los Estados Unidos es una debacle y estos países se salvan manteniendo escuelas de élite (y sistemas de rescate) para salvar a sus alumnos más dotados e importando en cada nivel a lo mejorcito del resto del mundo. Los países con sistemas educativos «admirados» pondrían los pelos de punta a la mayoría de los pedagogos en ejercicio: los niveles de competitividad y disciplina de Corea del Sur o Finlandia (dos de las estrellas Pisa), o el sistema soviético (que aún persiste en partes de Rusia) son inimaginables incluso en sitios como Alemania. Ya no digamos España.

  60. Pingback: Bolonia, Garmendia y la falacia pedagógica (gracias a Pseudópodo) « Francis (th)E mule Science’s News

  61. Carla dijo:

    De lo que leo sobre la labor del pedagogo en la enseñanza, estoy de acuerdo con lo que se dice acerca de que solo va a «su bola» que diría cualquier alumno, un pedagogo tiene trabajo en cuanto se decida que los profesores son malos…pues un pedagogo realmente en la práctica docente cuando ocupa un cargo de «orientador» solo nos hace perder el tiempo para ganarlo él al fin y al cabo cobran su sueldo gracias a que hayan malos prpfesores….en cuanto pueden meten el pie en cualquier organismo de la Educación y Ojos que te vieron dir.
    Expresión Canaria , para explicar que nunca ha entrado en un aula y nunca entrarán y ellos son los que nos dicen como debemos trabajar, con alumnos. no con miles de papeles que nos quitan tiempo y no sirven mas que para ellos poder justificar «su trabajo. Sé que lo que voy a decir suena mal. pero es muy cierto, hace años ya según la nota de Selectividad de cualquier alumno-a. y su trayectoria , un grupo de profesores hacíamos vaticinios,,,si menganito habia sido un mal estudiante y encima iba a ir a la Univrsidad, ese , seguro que cogía la Carrera de PEDAGOGÍA»»»»» nunca fallamos, el mas malo dentro de que antes eran mejores que ahora, acabaría diciendo como demos enseñar, en fin, que sobran una serie de párasitos que se nutren a costa nuestra.pero la Consejería de Educación esta llena de esos incluídos inspectores, la prueba es que ellos nunca se jubilan,,,,,solo te dicen ¿Que Hacer? y eso ya lo dijo Lenin,,,,pero el realmente hizo lo que pensaba hacer, estos no, ni idea tienen de que hacer, así que sea una falacia o no cargamos siempre con la culpa nostros…

  62. elquebusca dijo:

    Sinceramente, aunque muchas veces opine, yo sobre la LOGSE (sus consecuencias para la Educación) y la pedagogía no sé que pensar. Debía tener algunas ideas claras porque trabajo en ese negociado pero no las tengo. Me disgusta la visión catastrofista antilogse y al mismo tiempo veo cosas en la Educación que están mal o muy mal.

    Hago este comentario para enlazar el artículo a favor de la logse (por si a alguien le interesa) al que he llegado a través del blog de un profesor. El blog se llama Efervescente2h y el artículo tiene el sugerente título de «La pedagogía no tiene la culpa».

    Haz clic para acceder a re348_21.pdf

  63. elquebusca dijo:

    Leche, siempre llego tarde. 🙂
    Ya habíais leído el artículo y hasta lo habiais resumido. No me extraña que sobre esto de la Educación no sepa qué pensar. Lo raro es que sepa algo sobre alguna cosa. Jo.

  64. Hidentag dijo:

    Ante todo, me gustaría felicitar a las personas que han realizado sus intervenciones en este sitio. Gran parte de las mismas están ampliamente fundamentadas y, aunque desconfío profundamente del argumento de autoridad, demuestra que han barajado diversas posturas para organizar un debate organizado.

    He realizado estudios de magisterio y pedagogía, y sin embargo me considero neopositivista, por muy extraño que esto pueda resultar. Desde mi punto de vista, la división de las ciencias en naturales y sociales es caduca, no existe una especie de «esfera de realidad» en la que no tengan vigor las leyes de la física, la química o las matemáticas y esto incluye no solo al ser humano como animal, sino a los hechos que tienen lugar cuando este actúa en cualquier contexto. Esta postura me ha traido una larga sucesión de problemas al confrontarlas con los docentes de ambas carreras (salvo excepciones), y desde mi punto de vista esto denota dos cosas: 1º cuando alguien ofrece una respuesta emocional a un problema epistemológico es porque el significado de lo que el problema representa para esta personas conlleva algo más que un análisis racional de la realidad ( probablemente intereses económicos o una determinada cuota de poder, en el caso de los pedagogos). 2º La falta de rigor, de demostrabilidad, de replicabilidad, de consideración de hipótesis y la enorme variedad y cantidad de falacias lógicas que podemos encontrar en unas pocas líneas donde se describan los planteamientos supuestamente científicos de los pedagogos, son un claro testigo de que la pedagogía se ha alejado irremisiblemente de los planteamientos de la ciencia (lo que incluye las Ciencias Sociales, de la que forma parte) para pasar a ser un credo (ya que al no demostrar sus postulados estos deben ser creidos, por lo tanto en un acto de fe), donde el argumento de autoridad es algo totalmente cotidiano. La medicina trabaja sobre un sistema extremadamente complejo: el cuerpo humano y sus patologías, y no por ello ha dejado de ser precisa, científica y metódica en su investigación y trabajo, de modo que no es ninguna disculpa que lo que ocurre en un aula sea compejo ( entiendo complejidad como desviación típica, o como valores de variables relacionados mediante ecuaciones no lineales o con factores sometidos a probabilidad o indeterminación, por lo tanto, desde una perspectiva matemática). Sumatorio de argumento de autoridad, falta de interés por la demostración, demagogia política, intereses económicos y políticos, y un mínimo de buena voluntad sin medios para llevarla adelante es igual al panorama de la pedagogía actual.

  65. pseudopodo dijo:

    Hidentag, no me extraña que hayas tenido problemas en esas carreras si tienes esas ideas. Aunque no hace falta ser neopositivista para defender lo que defiendes. La comparación con la medicina es bastante oportuna y podría ser un ejemplo para la pedagogía si dejara sus antojeras ideológicas

  66. Ricardo Moreno Castillo dijo:

    El Manifiesto “No es verdad” me parece un cúmulo de despropósitos. He elaborado un escrito, titulado “No es verdad que no sea verdad”, en el cual procuro rebatir al susodicho manifiesto punto por punto. Es un poco largo (unas veinte páginas), pero si alguien desea conocerlo, que se ponga en contacto conmigo y se lo haré llegar. Mi correo electrónico es moreno.castillo@terra.es
    Atentamente

    Ricardo Moreno Castillo

  67. pseudopodo dijo:

    Don Ricardo, es un honor tenerle en este blog. Leí hace tiempo con entusiasmo el Panfleto antipedagógico, e incluso escribí una entrada sobre él en la prehistoria de este blog, cuando sólo lo leía yo…

    Ahora mismo voy a pedirle el pdf del antimanifiesto… y bienvenido al blog.

  68. Isenez dijo:

    En Diario de Sevilla también apareció un artículo de opinión criticando el manifiesto de marras («constructivistas» se hacían llamar, ¿no?).

    Aquí tienes el enlace:

    http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/517864/no/es/verdad.html

    Saludos a Pseudópodo y a Ricardo Moreno.

  69. JC dijo:

    RICARDO MORENO CASTILLO: Lo ideal sería que publicase en algún sitio (revista, web, blog, etc.) ese ensayo titulado «no es verdad que sea verdad». Así será accesible por todo el mundo y se favorecerá el librepensamiento y el debate público.

  70. Fernando dijo:

    La pedagogía es una porquería. Fui docente (sin pedagogía) y a muchos de mis ex alumnos les fascinaba mi forma de enseñar, con mi estilo propio, con mucho amor a mi trabajo y un profundo conocimiento de mis temas de enseñanza (física y matemáticas).

    Luego me obligaron a estudiar un «diplomado» de competencias pedagógicas y sólo sirvió para confundirme más. Dejé de enseñar igual que antes, mis alumnos ya no me entendían y para acabarla de chingar, luego nos dicen en la escuelilla que ese diplomado ya no servía para nada.

    Sólo me confundieron y me traumaron por culpa de la mierda de gobierno con su jalada de «Reforma Educativa».

    Muy bien dicho Andrés Ibañez. Saludos desde México.

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