Perros de paja (y II) ¿Y entonces qué?

¿Qué hacemos con todo esto?, decía al final del post anterior. Es decir, ¿qué hace uno después de que John Gray haya demolido todos nuestros valores en Perros de paja? No parece que uno pueda simplemente cerrar el libro y pasar a otra cosa.

Hay aspectos en los que Gray me parece particularmente lúcido. Especialmente, al señalar que, bajo su máscara, el progresismo secular no es más que otra religión, y una que requiere más fe que las tradicionales. Y que puede ser más nociva, al hacerse una imagen del hombre singularmente alejada de su verdadera naturaleza, que tiene poco de racional (es el tema del fracaso de la ilustración, del que hablaba aquí hace no mucho).

También son memorables muchas observaciones sobre el mundo actual, como ésta:

Los días en que la agricultura dominaba la economía hace tiempo que pasaron. Los de la industria casi han acabado. La vida económica no está ya dirigida primordialmente a la producción. ¿A qué está dirigida entonces? A la distracción.

El capitalismo contemporáneo es prodigiosamente productivo, pero el imperativo que lo mueve no es la productividad. Es mantener a raya el aburrimiento. Donde la prosperidad es la regla, la principal amenaza es la falta de deseo. Con las apetencias tan rápidamente saciadas, la economía pronto viene a depender de la manufactura de necesidades cada vez más exóticas.

Lo nuevo no es que la prosperidad dependa de estimular la demanda. Es que no pueda continuar sin inventar nuevos vicios. El motor de la economía es un imperativo de perpetua novedad, y su salud ha llegado a depender de la manufactura de la transgresión. El espectro que nos persigue es la superabundancia –no sólo de bienes físicos, sino de experiencias que han palidecido. Las nuevas experiencias se quedan obsoletas antes incluso que los nuevos productos.

Sin embargo, el libro me ha parecido, a la postre, fallido. Porque es a la vez demasiado radical y poco radical. Demasiado radical parece obvio: ya hemos visto que no deja títere con cabeza. ¿Por qué poco radical? Porque tras demoler todas nuestras certezas y proclamar que los valores religiosos, humanistas, tradicionalistas o progresistas son igualmente inanes, Gray parece renunciar a sacar las consecuencias. Y el libro, que debería terminar con una traca final en la que estallara toda la dinamita que ha esparcido por sus páginas, acaba en tono menor, not with a bang but a whimper:

Otros animales no necesitan un propósito en su vida. El animal humano, una contradicción en sí mismo, no puede prescindir de él. ¿No podemos pensar que el objeto de la vida es simplemente mirar?

A mi esto me parece escurrir el bulto. Gray ha descubierto que no sólo Dios es un espejismo, como dice Dawkins, sino que todos nuestros valores lo son igualmente. Pero tal descubrimiento, si llega al gran público, supondría el fin de toda moralidad, y seguramente la vuelta a la ley de la selva (algo muy apropiado, si realmente somos sólo animales). Una cuestión que debería abordar, entonces, es: ¿este peligroso conocimiento puede hacerse público, o debe mantenerse en secreto, confinado a un círculo de iniciados, los herederos del Gran Inquisidor de Dostoievski?

Gray parece que va a aludir a ello al final del segundo capítulo:

Los antiguos filósofos buscaban la tranquilidad de espíritu a la vez que decían buscar la verdad. Quizá nosotros deberíamos ponernos un objetivo diferente: descubrir qué espejismos podemos dejar atrás y cuales no podremos nunca eliminar. Seguiremos siendo buscadores de la verdad, más aún que en el pasado, pero renunciaremos a la esperanza de una vida sin espejismos. Por tanto, nuestro objetivo será identificar nuestros espejismos invencibles. ¿De qué no-verdades podemos desprendernos, y cuales nos resultan imprescindibles? Esa es la cuestión, ese es el experimento.

(he traducido “illusion” por “espejismo”, aunque sea un poco forzado, porque “ilusión” en español es algo muy distinto de «illusion»).

Esta es una idea sugerente y a la vez paradójica, que parece que va a acercarnos a Pascal y Vaihinger. Desgraciadamente, Gray no la desarrolla. O quizá lo hace oblicuamente: el tercer capítulo es un desfile de horrores, desde el genocidio de los tasmanos a los campos de Kolyma. Tener esa elevada moralidad, cristiana o progresista, no sirvió de nada para evitarlos. Es más, “el progreso y el asesinato en masa van de la mano”. Y, en realidad, las únicas virtudes dignas de tal nombre, las virtudes socráticas de justicia, prudencia, moderación, valor… derivan en el fondo de nuestras necesidades animales, y no de ningún código moral. La moraleja parece ser que quizá el fin de toda moralidad no fuera tan grave, porque al fin y al cabo la ley de la selva no es mucho mejor que lo que hemos tenido.

Digo “parece ser”, porque la idea no se formula así en el libro. A partir de aquí, más o menos en el ecuador, se va desarticulando y es cada vez más una colección de textos breves, brillantes casi siempre, pero que no desarrollan una tesis coherente.

¿Y qué hace uno con esto?, decía yo al principio del post. Para mí, lo más interesante de Gray es que ilustra espléndidamente lo que sucede si se toma en serio la visión cientifista del mundo. Gray aduce argumentos científicos para sustentar su rechazo del libre albedrío y su minimización del yo. En realidad, toda su destrucción de valores es la que practica la ciencia, en cuya visión del mundo no existen las nociones de “derechos”, “responsabilidad”, “moralidad”, “dignidad”, etc. Pero la ciencia no nos lleva a necesariamente a adoptar la postura de Gray, si caemos en la cuenta de que el hecho de que tales cosas no aparezcan en la ciencia no significa que no existan. Simplemente, la ciencia no trata de ellas porque así son sus reglas del juego, pero no dice nada sobre su existencia o inexistencia. Las excluye metodológicamente, no metafísicamente. Hay otros muchos modos de conocimiento válido que no son científicos, y que nos pueden convencer de la realidad de tales cosas.

Quienes no aceptan más camino al conocimiento que la ciencia, es decir, los cientifistas, sí deberían sostener que tales cosas, que presuntamente nos distinguen de los animales, no existen. Lo que ocurre (y por eso me ha parecido tan interesante este libro) es que normalmente no lo hacen. Con una incongruencia pasmosa, cientifistas como Sagan o Dawkins suelen, por el contrario, pontificar sobre cuestiones morales (se limitan, por supuesto, a regurgitar la moralidad convencional de nuestra época: véanse los diez mandamientos ateos de Dawkins, que son casi enternecedores en su naïveté). Gray es mucho más honrado (o mucho menos ingenuo) y ha ido en sus lecturas mucho más allá de Douglas Adams y Terry Pratchett. Conoce la historia y la filosofía de occidente, y sabe los valores “laicos” que estos autores cortejan no son más que cristianismo enmascarado. Y que si la ciencia desmiente al cristianismo, desmiente igualmente a esos valores (Gray publicó un demoledor artículo contra los “nuevos ateos”).

Admitida la premisa cientifista, creo que Gray es impecable, y sólo puedo echarle en cara, como dije antes, que a última hora eluda enfrentarse con el “bang” con el que inevitablemente su planteamiento haría saltar por los aires toda nuestra sociedad.

Afortunadamente, yo no soy cientifista. Y creo que la lección más importante que nos enseña Gray es que más nos vale no serlo.

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21 respuestas a Perros de paja (y II) ¿Y entonces qué?

  1. Mi comentario del post I se perdió enre los bits… Decía, más o menos, que no me importa en absoluto que mi libre albedrio sea un espejismo, una ilusión (qué bonito que «ilusión» tenga dos sentidos en castellano).
    No me importa porque yo vivo DENTRO de esa ilusión y por tanto nada me hace pensar que no sea yo quien decida, nada me hace sentir que no soy yo quien decide. Me apasiona saber que mi consciente es una mísera parte de mi mente, cierto, pero no veo por qué me ha de preocupar más que el hecho de que mi mente es una mísera parte, del universo (y que sin embargo lo contiene porque lo percibo).

    La realidad se autosostiene, evidente, porque la realidad es todo lo que es.

    Y del mismo modo mi libre albedrio se autosostiene a sí mismo porque es toda la experiencia que a ese respecto tengo. Me prepcuparía sentir que no soy yo quien decide; mientras tanto, todo va bien.

    Y lo mismo vale para la moral. Cualquier código moral se sostiene a sí msmo (Kant, etc.).

    Soy un amador de la ciencia proque es la mejor herramienta para intentar ver las cosas «desde fuera» de ellas, pero mis convicciones morales al respecto de la adopción no van a cambiar por el efecto «Cenicienta», ni mis ideas sobre la igualdad por mucho estudios genéticos que descubran perfiles en determinados gupos de personas con determinadas características raciales. Lo que nuestro inefable premio nobel dijo sobre la inteligencia de los negros (grupo poco homogeneo genéticamente donde las haya) no me enojó más que el supuesto periodístico de que como estaba afirmando que tenían limitaciones en su inteligencia estaba diciendo que eran «peores» (este sí, un valor moral; no así la inteligencia).

    No veo ningún problema en que nuestra moral sea autoconsistente, pero me agrada saber que somos genéticamente altruistas. Afirmo rotundamente la superioridad de la moral imperante en Occidente sobre la de muchos otros pueblos, y no pienso en razones científicas. Sencillamente esta es mi moral, y la sé «superior», como me sé «libre» en mis decisiones.

    ¿Lo que dice Gray es conocimiento arcano que deba ser reservado a las élites? Ni falta que hace, porque la mayoría vive de acuerdo a sus convicciones sin buscar más argumentos.

    Algo se me queda en el tintero, no sé muy bien a cuento de qué, pero en el anterior comentario decía que la ciencia puede cambiar nuestra esencia genética y por tanto hacernos como queremos ser. ¿No hemos conseguido cánidos empáticos con menos conocimiento?

  2. Moro dijo:

    Estimado psudópodo.

    ¿Ha leído usted «Ortodoxia» de Chesterton?, no sé bien por qué, pero me parece una linda oposición, o contraste al menos, al libro por usted mentado. (por lo que Vd. cuenta, ya que no lo he leido)

  3. josele dijo:

    Vaya, me alegro de entender por qué obviaste (entre comillas) mi primer comentario en el post anterior (y en el de bouba y wiki hasta tuviste que censurar el contenido).

    La ciencia me parece recordar que servía para pooder predecir lo que iba a pasar y ayudar a que el ser humano decidiera qué tenía que pasar.

    Si enterramos al operador que nos iguala, una parte se va a quedar mirando mientras los más fuertes de la selva se aprovechan de los más débiles.

    Eso es exactamente lo que pasa cada vez que obviamos que podemos ser algo más que animales; que podemos serlo porque, como todos los que sabeis de ciencias, cuando hay información perfecta (y esto tiende a ser una constante potencial), lo mejor es cooperar.

    Y no tiene más; llamémosle Dios o moral, o ética, o anekantavada.

    Por eso Gray tiene miedito de hacer explotar su traca al final; porque le va a reventar en las manos.

    Por cierto, muy bueno De Francisco.

    saludos

  4. Pues sí que estaba mi anterior comentario 😛 Disculpame, Pesudódo y el retso, por la repetición.

  5. pseudopodo dijo:

    Alberto, josele: «obvié» los comentarios al post anterior porque tenía casi acabado este, pero al final no pude colgarlo hasta hoy… quería además contestar otro comentario de eulez pero ando con mucho lío estos días. En cuanto pueda vuelvo sobre el tema (pero vosotros comentad todo lo que queráis, please)

    Moro, sí he leído Ortodoxia, aunque hace mucho. Chesterton es uno de mis héroes, aunque no sé si ese libro se puede leer como una respuesta (90 años antes o así) a este…

  6. Instan dijo:

    La verdad, por lo que comentas en la entrada me parece que Gray es un claro ejemplo de provocador incapaz de articular un discurso coherente, que tanto abundan en el panorama del ensayo literario últimamente.

    Respecto al argumento de reducción al absurdo para la refutación sobre el cientifismo, no puedo estar de acuerdo en la medida en que creo que los otros medios de conocimiento que no son la ciencia son más imperfectos y menos fiables.

    Sí que es cierto que la ciencia no hace más que hacernos conscientes de tantos espejismos de los que somos víctimas, y que a veces esto fomenta el pesimismo. Pero del mismo modo que nos descubre cómo funcionamos cómo animales, también nos aporta herramientas para transformarnos y vencer las limitaciones que nuestra parte animal e irracional nos impone.

    Estoy de acuerdo con la crítica a los cientifista que «no se mojan» en lo que sus tesis implican en asuntos de ética, moral o metafísica. Pero creo que, como decía Bertrand Russell, en la ciencia también están la soluciones a los problemas que crea ella misma. Por otro lado en sociedades tan complejas como las nuestras sólo la ciencia puede aportar herramientas necesarias para nuestra supervivencia como sociedad e individuos. Y creo que también hay que admitir parte de la metafísica subyacente a las teorías científicas, porque de no ser así la ciencia perdería todo su potencial transformador del mundo y la consciencia humana.

  7. Aloe dijo:

    Iba a escribir algo, pero Alberto de Francisco lo ha hecho. Le doy toda la razón.

    Sólo añadiría que cuando alguien empieza a hablar de la «ley de la selva» y de si somos animales o más que animales, me parece que estoy leyendo algo de otro siglo, otro siglo más teológico y más platonista que éste.
    Y no es un elogio.

  8. eulez dijo:

    «…el progresismo secular no es más que otra religión, y una que requiere más fe que las tradicionales. Y que puede ser más nociva, al hacerse una imagen del hombre singularmente alejada de su verdadera naturaleza, que tiene poco de racional»

    Mmm… esto me recuerda vagamente a las «filosofías» nazis. Aquello de que el progreso había separado al hombre de la tierra, de sus orígenes, debido a la «abstracción», invento surgido de las locas mentes de los judíos, un pueblo que no estaba atado a ningún lugar y que por eso necesitaba inventar ese tipo de cosas.

    El autor no termina de rematar su ensayo hasta las últimas consecuencias porque seguramente se haya dado cuenta de la barbaridad que esto supondría. Llegar al nazismo desde ahí sería muy sencillo.

    En cualquier caso, muy interesante todo. Da para pensar.

  9. Ozanúnest dijo:

    Gray ha descubierto que no sólo Dios es un espejismo, como dice Dawkins, sino que todos nuestros valores lo son igualmente. Pero tal descubrimiento, si llega al gran público, supondría el fin de toda moralidad
    Me suena a San Manuel Bueno, mártir.
    Y sí, el sector terciario, servicios, es el más desarrollado en occidente.

    ¡Ondia, Alberto ha dicho algo en lo que no caí antes!
    Me apasiona saber que mi consciente es una mísera parte de mi mente
    Que sea una pequeña parte no significa necesariamente que sea poco importante. Por ejemplo, entre un chimpancé y un ser humano no hay más de un 1% de diferencia en el material genético, pero esa pequeña diferencia es muy importante.

  10. La verdad es que me lo paso muy bien con tu blog; como no comparto vuestra formación las reminiscencias que me provoca (sin libre albedrío :)) el artículo son literarias. En cuanto a la irracionalidad, recuerdo el cuarto viaje de Gulliver; me parece que ya entonces quedó patente que no somos racionales. En cuanto a la destrucción y reconstrucción de los valores, he pensado en Spengler, que no sé si vendrá demasiado a cuento, lo que arroja un tinte de normalidad a la tragedia.
    Tampoco me ha parecido tan bluff la conclusión de que falta el sentido de la vida, porque tal sentido, cuando lo hay, es también una construcción cultural, y siempre pertenece al discurso de esa cultura determinada que lo creó. Una frase que me causó problemas graves allá por mis dieciocho años fue una cita de un estudiante, creo que comunista, o al menos ruso, que venía al principio de la Revolución Sexual, de Reich. El alumno decía algo como: «no comprendo la pregunta acerca del sentido de la vida. ¿Se puede vivir por otra razón que por vivir?» Cito de memoria.
    Lo que sí me hace gracia es que alguien piense o haya podido pensar que la ciencia es otra cosa que el diario de nuestra ignorancia. Fiesta en casa de las hormigas, que han descubierto que si se aumenta, para una masa constante, la superficie de la suela del zapato que las aplasta existen probabilidades de sobrevivir.
    Espero que no os moleste que intervenga un ignorante en vuestra materia (y en todas las otras) como yo.
    Saludos cordiales.

  11. licor dijo:

    Yo no creo seamos movidos por fuerzas racionales, ni tampoco que esto sea posible, peri si creo que la razón puede intervenir para que esas fuerzas irracionales tiendan a conductas más racionales aunque no estemos conscientes de ello. Y esto creo que lo logra mejor el humanismo secular que cualquier otra tendencia, por ahora.

    Además, a mi no me gusta esa obsesión de decretar el fracaso de los distintos sistemas de pensamientos “progresistas”, sobre todo cuando se trata de corrientes que se opusieron, o se oponen, a las basadas en tendencias religiosas, casi siempre la conclusión es regresar estas últimas.

    La ilustración, el siglo de las luces, mayo del 68 y hasta la revolución francesa, si te viene bien, fracasaron, pero algo nos quedó de todo eso. Así que al final no fue un fracaso total, y le debemos casi todo lo mejor de hoy día.

  12. Mario G dijo:

    Hola, gracias por esto, es muy interesante. Debería primero leer a J. Gray en «Perros de Paja» para emitir una opinion sensata (creo que ni así lo haría), pero si puedo decir algo en función de tus palabras, creo encontrar fascinante tu preocupación por las posibles diferencias entre las visiones cientifistas como Dawkins, Sagan, etc. vs las visiones de Gray y otros. Mencionas que existen muchas otras formas de «conocimiento» válido para convencernos de su realidad, por lo que creo que los opuestos a los cientifistas pertenecen a estas otras formas de conocimientos. Supongo que uno de estos otros conocimientos es por obviedad, el «religioso» o/y Teísta (no sabría precisar su denominación) y que otro sería el que abandera John Gray… ¿Cúal es este?… no sé, no lo he leído, pero suena bien a lo que dijiste antes, NIHILISTA y antiprogresista (y pesimista también), lo cual, nos lleva a las preocupaciones morales y eticas que mencionas.

    Y… ¿Cuáles son los muchos otros conocimientos -no científicos-? Que yo pudiera pensar en otra forma de conocimiento -no científico- solo encuentraría al ARTE, y con muchas dudas de realmente considerarlo una forma de «conocimiento» y de que se encuentre totalmente fuera de forma «científica». La alquimia, la astrología, la quiromancia, las mitologías, las disciplinas orientales, la ufología, los esoterísmos, las profecías mayas, etc. Encuentro difícil de creer que esas muchas otras formas de conocimiento sean más reales que nuestro «espejismo científico», mas pueden ser, como la misma ciencia y la religión, algunos de los «espejismos de los que no podemos desprendernos».

    Seguramente lo has dicho, pero no me he enterado bien. Dices que no eres Cientifista porque eres, más bien, Científico? O por que exactamente?

    Saludos, gracias

  13. Sigo pensando que el pesimismo de Gray lo lleva a un callejón sin salida. Como considera que la moral es poco menos que una necesidad biológica de la especie y que en realidad el caos que se avecina no puede ser cambiado por un mundo más habitable, al final escamotea una respuesta. Porque la respuesta, Pseudopodo, puede ser esa que tu aventuras, el fin de todo imperio ético y la vuelta al reino de la selva, o sea, una restitución del estado originario del ser humano, lo que no dejaría de ser espantoso si consideramos el grado de desarrollo tecnológico que ha alcanzado la capacidad destructiva de los humanos. Pero hay otra salida posible para evitar que se destruya la sociedad e impedir que el ser humano vuelva al reino animal: la institucionalización de una violencia feroz que impida por la fuerza bruta que el hombre sea un lobo para el hombre.
    Una cosa es ser pesimista (creo que dije que hoy por hoy no hay más lucidez que la del pesimismo) y otra un fatalista convencido de que la libertad no ha tenido nunca cabida en la historia. O sea, una cosa es pensar que el futuro de nuestros hijos será peor que el nuestro, y otra pensar que hagamos lo que hagamos ese futuro será peor necesariamente, porque está escrito en nuestra historia genética. Los que pensamos lo primero estamos convencidos de que es posible modificar el devenir histórico con la decencia, la honestidad, el compromiso o la responsabilidad, y de que aunque las premisas condicionantes del tiempo son terribles la consecuencia no depende de una pura fórmula lógica porque el hombre tiene capacidad de interferir en el proceso. Los que piensan lo segundo sólo puede propugnar o la vuelta a la selva, que es el caos, o el mantenimiento de cierto orden (que sólo sería un caminar ordenados hacia el caos, por cierto) por medio de una dictadura sin piedad. Por eso Gray no extrae conclusiones: creo que él mismo descubre que su análisis de la realidad y de los condicionantes de nuestro futuro es especialmente lúcido, pero al final se asoma al pozo que ha excavado y le da miedo, o tal vez intuye que no todo en el ser humano es una agregación de células, adns y genéticas fatales. A Gray le falta arrojo para construir una política del pesimismo, pero para creer en la política hay que creer en la libertad. Sólo así podría romper el muro que le impide salir del callejón, o al menos eso pienso yo.

  14. Frenzo dijo:

    Me resulta dificil aceptar que no exista el libre albedrío. Prinicipalmente porque si no podemos elegir, entonces nada tiene mucha gracia ni mucho sentido. En cambio, si uno puede elegir, la vida se enriquece con muchos caminos que es posible tomar. Creo que Sartre dijo algo así como que «uno es lo que hace con lo que los demás hicieron de él». Con todas las limitaciones que puedan existir, si se piensa que uno puede elegir siempre, la vida se vuelve por lo menos interesante. Y en última instancia, uno puede recurrir a un silogismo para convencerse de que la única opción sensata es optar por vivir como si realmente existiera el libre albedrío (si existe, uno está en lo corrrecto; si no existe, pero uno cree en el libre albedrío de todas formas, entonces quiere decir que nunca tuvo otra opción que creer en el libre albedrío). Por otra parte, me temo que a una persona aparentemente tan lúcida como Gray estos conceptos tan elementales no se le habrán escapado, y en el libro debe tratar aspectos más sutiles de esta cuestión del libre albedrío.

  15. Asturchale dijo:

    ¿Qué tal si decimos un par de obviedades?
    Por supuesto que los seres humanos somos racionales. Gray lo sabe perfectamente, ha utilizado su inteligencia para escribir un libro denso y complejo y lo dirige a seres igualmente inteligentes y complejos capaces de descifrar sus pensamientos a partir de un código de signos escritos.
    Me recuerda a los solipsistas, que por un lado te dicen que el mundo externo no existe y que todo es un espejismo pero que, en cuanto termina el debate, corren a vivir la vida con tanta pasión y tantos temores como los demás.

    Somos seres racionales y somos seres morales, y este señor será (me apuesto lo que quieran) un pequeño burgués apacible y respetuoso de la ley que se dedica en su tiempo libre a pergeñar terribles naderías…igual que Nietzsche, si vamos a eso.
    Más obviedades:
    El humanismo ha rescatado lo mejor del Cristianismo cuando flaqueó su parte más vulnerable, la fe en lo sobrenatural.
    La diferencia entre un animal y un ser humano es la que separa el Funeral Por la Reina Ana del canto del grillo, es decir, un abismo insuperable.
    Me parece imposible mirar al ser humano, sus logros y sus virtudes, y no terminar convertido en un humanista radical. Desde la belleza del Partenón hasta una cena familiar, estamos tan llenos de maravillas que el debate que propone este señor me provoca una mezcla entre la vergüenza ajena y el hastío.
    Uno ya tiene sus añitos y está de vuelta de las piruetas intelectuales en plan «voy a revolucionar la cultura Occidental».

  16. pseudopodo dijo:

    Gracias a todos por los comentarios: son demasiado buenos para responderlos rápido, y he tenido poco tiempo. Creo que mañana podré, aunque a todos va a ser imposible…

  17. quark schiz dijo:

    Concuerdo mucho con lo que dice Asturchale. En desacuerdo con la categorización exagerada que hacen sobre progresismo secular al decir que «no es más que otra religión, y una que requiere más fe que las tradicionales». Habría que discutir sobre de qué progresismo hablamos. Estoy de acuerdo, eso sí, en que muchas ideologías seculares en efecto no se libran del pensamiento religioso o esotérico y que además se basan en premisas ingenuas (como la de la tabla rasa); me acuerdo que ese Richard Dawkins, al cuestionársele al respecto, reconoció que esos desvaríos se dan en ciertos grupos seculares adictos a cruzadas utópicas (como los socialistas). La religiosidad puede adoptar muchas caras. Por ende es interesante ese dato de que los humanistas laicos sean como «cristianos enmascarados»; pienso que la influencia cultural del cristianismo es tan fuerte y marcada que empañaría hasta el ateísmo (vale más decir que muchísimos ateos occidentales son como «ateos cristianos», en el sentido de que descreen de una deidad estereotipada por esa religión, como si fuese la única opción posible), pero tampoco es como si esos valores fuesen exclusivos del cristianismo, de hecho hay valores y planteamientos filosóficos que son genéricos, que se las encuentra virtualmente en cada religión o doctrina que proponga un frame.

  18. pseudopodo dijo:

    Como no puedo responder a todos, dejo aquí sólo unas puntualizaciones rápidas, de detalle:

    eulez, es cierto lo que dices del nazismo, pero precisamente Gray lo coloca entre las ideologías del progresismos secular, que quieren crear un “hombre nuevo” mejor que el que ya tenemos, causando en ese intento millones de muertos. En eso creo que tiene razón; lo curioso es que los nazis apelaban a la vez a la ciencia (la eugenesia) y a la irracionalidad.

    Animal de fondo, la diversión es recíproca: se agradece la literatura.

    Mario G., soy científico de profesión , me encanta la ciencia, me gano la vida con ella, pero no soy tan pretencioso para pensar que lo que yo hago es lo único importante o válido. Por eso no soy cientifista. Pero me explicaré mejor en el próximo post.

    Frenzo: en resumen: “creo en el libre albedrío porque no tengo más remedio” 😉 Algo de eso hay, pero me temo que la ciencia tiene tanto prestigio que si insiste en que no tenemos libre albedrío podría tener repercusiones sociales y personales. William James estuvo al borde del suicidio, deprimido porque la ciencia de entonces (S. XIX) ya decía que no somos libres (¡qué manía!). Decidió que podía vivir “como si” tuviera libre albedrío, y esa decisión le salvó. Eso del “como si” me interesa mucho, y querría hablar de ello más despacio algún día.

    Asturchale, entiendo el hastío, y a mí sobre el papel no me resultaría nada interesante lo que dice Gray, entre otras cosas porque, como dices, no hay coherencia entre la teoría y la vida. Pero Gray sabe bien de lo que habla, no es un provocador al uso (ya dije que no es un Fernando Vallejo), y lo que me ha interesado es que lleva a sus últimas consecuencias el cientifismo que otros predican sin ver a dónde nos lleva; seguramente porque lo suyo (lo de Gray) es la filosofía política y no la genética y los “autoestopistas galácticos”.

    quark schiz, hay muchas religiosidades y bastantes (no tantos) progresismos. Creo que el progresismo convencional que asume sin reflexión que el mundo tiene que ser mejor y por eso lo va a ser (wishful thinking, o buenismo) es el principal blanco de Gray, y se merece sus descalificaciones. Probablemente puede haber otro progresismo, pero los que piensan de esa manera menos ingenua no suelen autodenominarse progresistas hoy en día.

    A los que no menciono aquí: en el próximo post intento responder en general a las principales cuestiones que habéis planteado ¡Gracias a todos!

  19. ohete dijo:

    Cito:

    «si la ciencia desmiente al cristianismo, desmiente igualmente a esos valores (Gray publicó un demoledor artículo contra los “nuevos ateos”).»

    Efectivamente, puestos a ser coherentes en cuanto a cientificismo y ateísmo filosófico, es de cajón criticar a los nuevos ateos, no por ateos sino por su estúpido optimismo progre. Optimismo que precisamente su idolatrada ciencia refuta…Dawkins es un capullo.
    El ateo verdaderamente consecuente sólo puede ser nihilista enfurruñado o simplemente «estoico» (por así decirlo).

  20. Caaarlos dijo:

    Buenas me ha encantado leer esta crítica de perros de paja, me pareció, al igual que como tu dices, un libro muy lúcido, de hecho pocos libros tan coherentes se han escrito desde esa posición.
    El final que esperas yo no lo esperaba, quiero decir, ¿qué iba a decir?, ¿el mundo, nuestra vida y nuestara sociedad esta confundida y no sirve para nada, asique suicidemonos todos la noche del 23 de diciembre?
    Simplemetne Gray arroja al mundo cual es su postura, pero no pretende convencerte de que tú pienses igual, ni siquiera él se comporta como si lo pensase (esto lo digo por que tras su razonamiento poco importaría ir a la mesita de noche, coger la pistola y pegarse un tiro).
    Una cita del libro muy buena «La sensación de culpa puede añadir cierto morbo a vicios que, de otro modo, pasarían inadvertidos. Es indudable que hay quiens e convierte al cristianismop en busca de las emociones que el mero placer ya no le puede ofrecer» -el ejemplo que pone es Graham greene- «la moral apenas ha hecho de nosotros mejores personas; sin embargo, indudablemente ha enriquecido nuestros vicios».
    Es genial!!

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