Dos lapidaciones

1

Hoy casi nadie recuerda a Apolonio de Tiana, pero en su época (los siglos I y II) su fama fue inmensa y se le atribuyeron muchos prodigios. Flavio Filóstrato, escritor heleno algo posterior, escribió una Vida de Apolonio en la que nos narra uno de sus milagros (lo cuenta René Girard, el texto está aquí).

Parece ser que una grave epidemia asolaba Éfeso. Tras intentar inútilmente muchos remedios, los efesios se dirigieron a Apolonio, quien acudió a Éfeso y les anunció la inmediata desaparición de la peste:

«Hoy mismo pondré fin a esta epidemia que os abruma». Tras pronunciar estas palabras condujo al pueblo al teatro, donde se alzaba una imagen del dios protector de la ciudad. Vio allí a una especie de mendigo que parpadeaba como si estuviera ciego y llevaba una bolsa con un mendrugo de pan. Iba cubierto de harapos, y su aspecto tenía algo que repelía. Tras colocar a los efesios en círculo en torno al mendigo, Apolonio les dijo: «Coged tantas piedras como podáis y arrojadlas sobre este enemigo de los dioses». Los efesios se preguntaron adónde quería ir a parar Apolonio. Les escandalizaba la idea de matar a un desconocido manifiestamente miserable que les pedía suplicante que tuvieran piedad de él. Insistía Apolonio e instaba a los efesios a lanzarse contra él, a impedir que escapara.

A partir del momento en que algunos de ellos, obedeciendo sus indicaciones, empezaron a arrojarle piedras, el mendigo, que por el parpadeo de sus ojos parecía ciego, les lanzó súbitamente una mirada penetrante que mostró unos ojos llenos de fuego. Y los efesios, convencidos entonces de que tenían que habérselas con un demonio, lo lapidaron con tanto ahínco, que las piedras arrojadas formaron un gran túmulo alrededor de su cuerpo.

Pasado un momento, Apolonio los invitó a retirar las piedras y contemplar el cadáver del animal salvaje al que acababan de matar. Una vez liberada la criatura del túmulo de proyectiles, comprobaron que no era un mendigo. En su lugar vieron una bestia que se asemejaba a un enorme perro de presa, tan grande como el mayor de los leones. Allí estaba, ante ellos, reducido a una masa sanguinolenta por sus pedradas y vomitando espuma como un perro rabioso. En vista de lo cual se alzó una estatua a Heracles, el dios protector de Éfeso en el lugar en que se había expulsado al espíritu maligno.

Y así fue como desapareció la peste de Éfeso.

2

La segunda lapidación es en realidad un poco anterior en el tiempo, y en ella tuvo un papel decisivo un personaje mucho menos notorio para sus contemporáneos: Jesús de Nazaret. Encontramos el relato en el evangelio según San Juan:

Los escribas y fariseos le llevaron una mujer sorprendida en adulterio, la pusieron en medio y le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?». Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra. E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.

Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»

De este modo se frustró la segunda lapidación.

Un comentario

A un curioso que pasa por ahí no le apetece ponerse a tirar piedras sin más ni más contra un mendigo o una mujer. Pero si todo el mundo lo está haciendo ya, la cosa cambia. Como veíamos hace poco, para que un grupo de mirones se convierta en una turba de amotinados (o de lapidadores), el papel de los instigadores es crucial. Hace falta que alguien tire la primera piedra. Ni Apolonio ni Jesús habían leído a Granovetter, pero parecían tener muy claros sus resultados, y los emplearon brillantemente, el primero para provocar el crimen, el segundo para evitarlo.

La historia que cuenta Filóstrato es reveladora porque ilumina el caso, mucho más familiar para nostros, de la adúltera del Evangelio. Pensamos que algo tan brutal como una lapidación no podía darse entre los refinados griegos, pero no es así. Lejos de ser esporádicos brotes de violencia, este tipo de fenómenos estaba institucionalizado, y se consideraban el remedio a los males de la sociedad. Es muy poco conocida, pero escalofriante, la etimología de nuestra palabra fármaco. Esto dice la wikipedia:

El pharmakos (griego : φαρμακος) es un rito de purificación ampliamente utilizado en la Grecia Antigua. Para combatir una calamidad, una persona era escogida y arrastrada fuera de la ciudad, donde a veces se la mataba. Esta víctima sacrifical, inocente en sí misma, era considerada un chivo expiatorio, cargada con todos los males de la ciudad. Su expulsión debía permitir purgar la ciudad del mal que la aquejaba, de donde la ambigüedad del término que podía significar tanto «remedio» como «veneno».

Que las lapidaciones judías estuvieran reservadas a víctimas culpables y no inocentes era en realidad un gran progreso. En este contexto es cuando podemos apreciar de verdad la magistral jugada de Jesús, que da una vuelta de tuerca a esa exigencia de culpabilidad de la víctima exigiendo, simétricamente, la inocencia del verdugo.

Lo que hoy entendemos por civilización (al menos, lo que yo entiendo por civilización) empieza aquí: quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. La historia de Apolonio de Tiana demuestra que pese a Sócrates, pese Platón, pese a Aristóteles, el paganismo era, todavía, la barbarie.

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26 respuestas a Dos lapidaciones

  1. Javier dijo:

    Para cerciorarse de que los griegos podían combinar perfectamente su alto grado de racionalidad con ser unos «bestias de mucho cuidado», basta leerse las Guerras del Peloponeso de Tucídides (que, por cierto, son muy entretenidas – no es un tostón antiguo) y ver cómo se las gastaban en las batallas. Me diréis que la guerra es la guerra, pero, de verdad, eran brutos un rato bien largo.

  2. hector1564 dijo:

    Menudo final, muy osado. No sabría si suscribirtelo al cien por cien pero no niego que la moralidad de Jesucristo, a mi al menos, me resulta inauditamente moderna y el tema de la dilapidación de Cristo, en concreto, el cómo la maneja, me ha parecido siempre un inagotable manantial de de sabiduría.

    A este respecto existe un texto de Orson Scott Card (mormón) que reflexiona sobre el tema proponiendo primeramente dos ligeras variaciones sobre el asunto. Diré que es una parábola y diré que es la mejor que leído nunca. La recomiendo sinceramente:

    http://hector1564.blogspot.com/2008/09/crimen-sin-castigo.html

    Mi personal interpretación del tema de la lapidación, pues considero que como toda perla de sabiduría tiene varias, es que un gran hallazgo, tal vez el gran hallazgo, que ha civilizado y hecho progresar a las sociedades es la distinción entre norma moral y ley jurídica así como su mutua y pacífica convivencia.

    Las leyes simplemente buscarían vetar todos aquellos comportamientos que hiciesen materialmente imposible la convivencia (como sucede con el robo, asesinato, etc…) esto es, buscarían permitir las Estrategias Evolutivas más Estables conforme a la naturaleza humana, incluida sus instintos morales.

    Por contra, las costumbres o leyes morales no recibirían -una vez escindidas de la ley- sanciones penales (así la adúltera habrá pecado mas no será lapidada) pero seguirían siendo vigentes en la medida en que las sociedades creyesen en la teleología, en la finalidad inherente a la moral que practicasen.

    Las leyes serían regidas por una ética minimalista o de mínimos mientras que la práctica de una ética maximalista o de máximos quedaría al criterio de cada uno de los miembros de la sociedad.

    ¿Por qué ha sido tan efectivo ese divorcio entre ley y costumbre? Porque esa distinción posibilitó que las sociedades evolucionasen más allá del tribalismo, del colectivismo cerrado, del autoritarismo para fundar la Sociedad Abierta

  3. Esteban S dijo:

    «A pesar de se técnicamente mucho más eficaz, el sistema judicial, al homogeneizar la represalia como una aplanadora, falla en un aspecto esencia: no oculta la culpabilidad, y la sed de venganza aparece enajenada en el principio de justicio y detenida exteriormente (terror jurídico) pero no sustituida interiormente.
    (…)
    Los modernos no temen a la reciprocidad violenta, al menos hasta cuando la sociedad desquiciada no llegue a su colmo. Mientras tanto, se sienten a cubierto por el carácter aplastante de la intervención judicial que les impide dar el primer paso en el círculo vicioso de las represalias.»
    – Carlos L´Hereux, refiriendose al Viernes Santo.

  4. JuanPablo dijo:

    hay que reconocer que no es un mal método para frenar una epidemia…

  5. pseudopodo dijo:

    JuanPablo, sinceramente espero que no os animéis a probar el método de Apolonio por allá (pero si lo hacéis, elegid para lapidar a algún político y a lo mejor hasta aparece la bestia bajo el túmulo de piedras ;-)).

    Héctor, es cierto que lo que afirmo al final del post puede resultar demasiado radical y no justificado por lo que cuento antes: al fin y al cabo, podría decirse, sólo son dos anécdotas. Pero es que creo que no son anécdotas. Creo que al poner justas estas dos lapidaciones se resalta muy claramente lo que tiene de singular el cristianismo, y que corremos el riesgo de no ver porque lo tenemos demasiado cercano. Nuestra propia idea de justicia sale de aquí; antes, lo que había era, podríamos decirlo así, la “salud social”: el chivo expiatorio servía como una catarsis, una especie de purga con la que el cuerpo social salía purificado, y eso bastaba para justificar una lapidación. Los judíos son los primeros que se dan cuenta de que el chivo expiatorio es en realidad inocente y que entonces la ceremonia del pharmakos, por mucho que sirva para restaurar la salud social, es bárbara y cruel. Y con Cristo esa idea llega a su plenitud, al extenderla a toda la humanidad, también a los gentiles, y fundamentarla en la hermandad (y en el valor infinito de cada vida) que se deriva de ser hijos de Dios. ¡¡Claro que la moralidad de Jesucristo es “inauditamente moderna”!! Porque con él nace lo que es para nosotros la moralidad; todo lo anterior es, como mucho, prehistoria… Por eso mi frase al final del post.

    Por cierto, había leído el post que enlazas pero reconozco ahora que no le presté la atención que merecía. Creo que Scott Card acierta al señalar lo inusual del equilibrio evangélico, el “in medio virtus” entre la corrupción y la rigidez; yo diría que ese equilibrio es posible precisamente por abandonar la primacía de la “salud social”; eso permite ver en el otro un individuo como uno mismo (“un prójimo”). Y diría más: sospecho que “el gran hallazgo de la distinción entre norma moral y ley jurídica” que mencionas –y estoy de acuerdo en que es realmente un gran hallazgo, y me parece una reflexión interesante su vinculación con el tema de este post-, ese gran hallazgo, digo, sólo es posible también desde ese punto de partida.

    Esteban, pongo el enlace al post en el que citabas esas frases para que se entiendan mejor. Buena acuñación la de la “nemética”.

    Javier, yo sabía que los griegos no eran tan finos como los pintan, pero me ha sorprendido mucho lo del pharmakos. Aún así, creo que eran menos brutales que los persas, pero ya empieza uno a dudarlo…Me apunto el libro para el verano aunque me temo que este año voy a tener poco tiempo para leer.

  6. Iñigo dijo:

    Curioso lo del Farmaco

  7. josele dijo:

    Buenas…

    Me permito entreteneros un segundin, pero es que, bueno, he leido algunas cosillas… como todos por aqui, y he pensado que a lo mejor puedo aportar algo

    de momento, Heródoto abre su Historia contando lo brutos y torpes que son los griegos… (el episodio del inicio de la guerra de troya)

    Heródoto no era muy amigo de Jerjes, y lo pinta como un chalaillo, (fustigando al mar), por lo menos en parte; no así le sucede con Ciro y con Darío… el episodio de los hijos relatado en Darío y en Jerjes… bueno, tiene pinta de que esta gente aplicaban una especie de justicia de «o esomismo todos o la esa al rio»; es decir, yo llevo a mis hijos a la batalla, y tu quieres escaquearte… pues hala…

    respecto de los griegos… bueno, baste meditar en la estructura social de los susodichos; un 10% de ciudadanos, un 80-90% de esclavos (vean cómo justifica «naturalmente» Aristóteles la esclavitud en http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/13561630989134941976613/p0000001.htm#I_4_ (hacia el duodécimo párrafo explica que se es por naturaleza esclavo si te ponen un puñal en el pecho, y si te avienes a no palmarla, es que eres esclavo por naturaleza)

    lo de cómo los espartanos se hacían hombres de derecho (de rectum) cazando ilotas, es de sobras conocido…

    claro, cuando uno sabe que Aristóteles fue maestro de Alejandro, y que este, emulando a Aquiles (el mito griego por excelencia) arrastró el cadáver del rey de Tiro alrededor de las murallas de la ciudad después del sitio…

    pero el mismo mito griego de Aquiles habla por sí sólo de la catadura de lo que hoy llamamos heroes griegos; en la pagina 38-39 (esta en ingles) de http://www.hirhome.com/israel/crux02.pdf hay un resumencito de media pagina explicandolo

    respecto del «avance» del cristianismo…. habría bastante que decir al respecto, pero intentaré cenirme a tres cuestiones rapiditas.

    1.- Jesús decía venir a «no abolir» la ley mosaica (esto es, los 10 mandamientos…. que ya parecen modernos de por si ¿no?) y solo a traer un mandamiento nuevo; amaos los unos a los otros como yo os he amado o «ama a tu projimo como a ti mismo»…. pero resulta que esa misma frase ya esta en Levitico 19.18

    2.- Entonces lo nuevo que trae Jesús (mejor dicho, Pablo) es, a mi entender, la división de poderes, o de legislaciones; den al César lo que es del César, y a Dios lo de Dios; que es como bien lo explica Pablo, en Romanos 13; si te toca servir y ser esclavo, es que Dios lo ha querido. Lo que contradice evidentemente la ley de Moises, sobre la esclavitud…

    3.- Así que la bondad del tirapiedras libre de pecado lo que en realidad implica es una ausencia, in extremis, de la asunción de la responsabilidad, un escaqueo generalizado, pues, la ley, ¿quien la interpreta y aplica? Pues como dice Pablo, el que haya puesto Dios para eso, aunque se salte la ley.

    Así que, sin quitar el modernismo en sentido estricto del contenido de la ley, elimina la igualdad a la que obliga la lectura de la ley dada por Dios. Otra cosa sería que quizá habría que interpretar con justicia la ley, en cada caso, pero me parece que eso no consta en el Evangelio, y sí en otras obras como el Talmud, por ejemplo (el ojo por ojo se interpreta un ojo por algo del valor de un ojo; eso es moderno).

    Espero colaborar a seguir en este debate, que promete…

    saludos

  8. Folks dijo:

    A nivel teorico, los evangelios (despojandolos de toda la parafernalia de las vidas apostolicas) son mucho mas modernos en cuanto a ética de lo que jamas seran muchos «ateos moralistas»

    El problema es ese, a nivel teorico… (porque yo no he visto a ninguna institucion poner nada parecido en practica)

    -teclado azerty, disculpen las molestias visuales-

  9. Esmoecido dijo:

    «Sé compasivo como vuestro Padre es compasivo. No juzgues y no serás juzgado, no condenes y no serás condenado.» (Lc 6,36-38)

    A emitir ese juicio de valor, no estás haciendo lo mismo que Apolonio.

  10. pseudopodo dijo:

    Iñigo, josele, Folks, Esmoecido: gracias por los comentarios. No voy a poder contestar hoy porque aunque sea anacrónico en estas fechas tengo un apretón de trabajo… agravado por los enlaces de josele, que son muy interesantes pero dan para mucho más que “un segundín” 😉

  11. a mi parecer, creo que se ve claramente dos tipos de formas de pensar… (griegos y judaicos) y la misma crueldad…

    es cierto que el papel de los instigadores es importantisima, pues la culpa se disminuye entre las multitudes…

    pero a lo que a mi me sorprende es esta ironía: los griegos, llenos de dioses, aun racionalizaron a cerca de apedrear a una persona inocente, que al final resultó sobrenatural… y el mal.

    ya la etimología de farmaco lo dice… (tal vez el relato sea solo un disfraz de esta tradición)

    y los Judios, con un solo díos, no racionalizan frente a una persona que ha violado la ley divina… que al final no fue algo sobrenatural… de ahi que Jesús, con un argumento humano, convenza a los instigadores de que ellos tambien son humanos y cometen errores…

    es esta situacion la que a mi me pone a pensar mucho…

    un sabio apedrea y el otro no…

    saludos y buen post.

  12. ademas, la cultura hebrea es misógina… y por lo tanto injusta…

  13. Toe dijo:

    Valla, parece que te saltaras toda la filosofía oriental que ya traía desde antes de la cristiandad y del mismo cristo semejantes –por decirlo de alguna forma- enseñanzas. A mi parecer el mérito lo llevan los que aportaron en el esfuerzo de ponerlas en práctica, estas ideas ya circulaban pero no tenían éxito porque eran vistas desde una explicación teológica, fueron los laicos los que le dieron su éxito mediante la tan necesaria razón. Tuvimos bastantes lapidaciones en todas las épocas cristianas por el cristianismo más acérrimo, y tuvimos que llegar a la ilustración, pasar por Kant, Nietzsche…, para entenderlo finalmente.

  14. Alonso dijo:

    Hola, pseudopodo. ¡Excelente blog! Da gusto encontrar en estos tiempos marcados por Sagan, Asimov, Dawkins y el cientifismo en general, lugares donde aún quedan científicos que, al igual que la ciencia, muestran humildad y apertura a varios otras vias de conocimiento.

    Interesante la etimologia de la palabra «Fármaco»

    A Damián: pero ¿por qué es «misogina»? Pensé que sólo era «machista» que de partida son cosas muy distintas. Además me parece raro un postulado tuyo: ¿Una cultura puede ser injusta? ¿Y a ojos de, medida bajo qué, rasada según qué? Es eso lo que se denomina una visión etnocentrista. Bajo nuestra perspectiva los hebreos serian injustos y retrógradas, pero bajo la suya nosotros seriamos poco menos que unos locos de atar. Y ambas culturas tendrían razón. Y estarian equivocadas a la vez.

  15. pseudopodo dijo:

    Gracias, Alonso, y bienvenido.

  16. Al59 dijo:

    Interesante conclusión —y algo interesada, tal vez. Claro que la precede otra afirmación no menos aventurada: «Lejos de ser esporádicos brotes de violencia, este tipo de fenómenos estaba institucionalizado, y se consideraban el remedio a los males de la sociedad.» Realmente, es mucho decir. El caso que relata Filóstrato, como las demás acciones de Apolonio de Tiana, se presenta como un prodigio, algo que sólo un hombre excepcional es capaz de hacer; en modo alguno como la solución habitual a este tipo de problemas. Eso no niega que puedan hallarse muchos ejemplos en los que se pretende resolver un problema cargándolo en los hombros de un pharmakós —ejemplos tanto antiguos como modernos. El propio relato del NT culmina con la muerte de una víctima inocente que ‘quita el pecado del mundo’ —algo que no habría sorprendido a Heráclito, quien ya habla de la paradoja de limpiarse de sangre con más sangre. Porque ése es otro problema: ¿quién representa a los antiguos, los paganos o los griegos? ¿Filóstrato y Apolonio, que aprueban el mecanismo del farmakós, o Heráclito y Sócrates? (Recordemos que este último se deja sacrificar sabiendo que ésa es la denuncia más elocuente que puede hacerse al mecanismo en cuestión —y, a diferencia del taumaturgo evangélico, salta sin red… Literalmente, a tumba abierta.)

  17. edgar dijo:

    alonso. cuidado. carl sagan fue y sera el mejor esceptico y divulgador astronomico de la historia

    amigo psuedopodo. muy buen blog. que bueno que abarcas temas filosoficos. con las parabolas y valores que jesus transmitio. pero de una manera historica y fílosofica

    sigue asi.

    ¿y cual es tu postura? ¿ateo – o religioso?

  18. pseudopodo dijo:

    Al50, es verdad que una cuestión importante aquí es en qué medida eran representativos casos como el que cuenta Filostrato. Yo no soy ningún experto en historia antigua, así que me he fiado de lo que dice Girard (la historia está sacada de su libro “Veo a Satán caer como el relámpago”). Para él, este mecanismo de chivo expiatorio tiene una importancia fundamental y está en el origen mismo de la sociedad. Por supuesto que su teoría es polémica, pero el punto concreto de que el mecanismo del pharmakos era utilizado muy comúnmente en la Grecia antigua, y no era algo aislado o esporádico, parece aceptado comúnmente.

    Esto responde a la pregunta de quién representa a los antiguos. Heráclito (supongo, no sabía que pudiera ser antecedente de esta postura) y sobre todo Sócrates irían a contracorriente de la sociedad. Los griegos, el “mainstream”, no se diferenciaban en esto gran cosa del resto de los paganos, y sus auténticos representantes serían Filóstrato y Apolonio.

    Decía que esta es una cuestión importante, porque en toda sociedad hay posturas muy variadas que pueden sacarse a colación en un debate, y no es fácil hacerse una idea de a qué se parecía realmente vivir allí (más cuando no podemos conocerla de primera mano, porque está en el pasado). Creo que hay una discontinuidad radical entre el cristianismo y el mundo griego, por más que podamos encontrar precedentes de la visión cristiana en Sócrates o en Platón (si mal no recuerdo, en la edad media había quien consideraba a Platón inspirado por Dios, como un precedente de Cristo).

    edgar, me alegro de que te guste el blog, aunque discrepemos sobre Sagan. Sobre mi postura religiosa, supongo que lo mejor sería leer lo que he ido escribiendo aquí; pero si lo tengo que resumir en tres palabras, diría que intento ser cristiano.

  19. Al59 dijo:

    Amigo Pseudópodo: el mecanismo del chivo expiatorio goza de buena fortuna en todo tiempo y lugar conocido, incluida, claro está, la era cristiana y sus santos lugares. No hay más que recordar cuando éramos alumnos y una racha de alboroto general se cortaba cuando el profesor agotaba su paciencia y desahogaba su rabia contra uno de nosotros, no más culpable que los demás y acaso, alguna vez, inocente. Alternativamente, podemos abrir el periódico y ver cómo con ocasión de las crisis políticas (y hasta de las particulares de las empresas) corren incansables las viejas consignas: ‘rodarán cabezas’; ‘buscaremos sin descanso a los culpables’. Siempre que encontramos alguien a quien culpar y castigar como si fuera el único responsable de algo, y nos aplicamos con gusto a la tarea (a pesar de saber racionalmente que el castigo en cuestión no anula el mal previo y es dudoso que evite el venidero), tenemos el mecanismo actuando a pleno gas.

    Un buen amigo, Horrach, tiene un blog centrado, en gran medida, en las tesis de Girard y su aplicación a la actualidad. Se lo recomiendo: http://horrach.blogspot.com/

    Por mi parte, no estoy nada convencido de que, si pudiéramos realizar el experimento, un cristiano equis, cogido así al azar, resultara, en prueba teórica o práctica, mejor persona que un estoico o epicúreo cualquiera de la época helenística o imperial (por elegir en ambos casos gente con convicciones más o menos sólidas). Cambian los sistemas de creencias dominantes, pero no, me parece, el porcentaje relativo de personas que evita, hasta donde puede, hacer el mal a sus semejantes.

  20. pseudopodo dijo:

    Cierto que no andamos precisamente escasos de chivos expiatorios aquí y ahora, Al59 (yo incluso creo que en España cada vez más)… pero la cuestión es que (por simplificar voy a decirlo así) desde Cristo sabemos que esos chivos expiatorios son inocentes. Lo sabemos en el fondo, y una vez que hemos adquirido ese conocimiento, es algo irreversible, que poco a poco va corroyendo el mecanismo. Esa es una manera de resumir la historia de la humanidad en los últimos dos mil años.

    Que en el mundo cristiano siga funcionando el mecanismo no es nada extraño. Nadie es consecuente del todo; es parte de la naturaleza humana: nuestros cerebros son modulares y el módulo de la moral cristiana puede estar perfectamente en off por defecto o ante ciertas cuestiones. Un cristiano puede actuar como un pagano salvo que esté alerta para usar su módulo moral específico, igual que un matemático puede caer en una falacia estadística fuera de las horas de trabajo si no está alerta… Pero una vez más, lo decisivo es que el cristianismo ha destapado el mecanismo y a la larga eso lo va inutilizando. Y eso se traduce en un lento progreso moral.

    Lo del experimento de tomar a un cristiano y a un estoico al azar… bueno, daría mucho para comentar y ya es tarde hoy. A lo mejor otro día escribo sobre eso.

    Gracias por el enlace al blog de Horrach, creo que había caído por ahí alguna vez pero debí salir corriendo al ver la foto del perfil 🙂 Hay varios artículos interesantes sobre Girard; dejo un enlace a este sobre el pharmakos que amplía lo que digo aquí.

    Y para los interesados sobre Girard (empezando por mí), otros dos enlaces:

    Entrevista en Letras Libres (via Horrach)
    Entrevista en First Things (via Hernán)

  21. Al59 dijo:

    Realmente, amigo Pseudópodo, ‘como un pagano’ o ‘como un cristiano’ no son descripciones especialmente informativas. Uno puede dudar si al dejarse matar injustamente Sócrates actuaba como un pagano, o si destruir los cuadros de tema pagano de Botticelli (menos mal que se salvaron algunos) es una conducta quintaesencialmente cristiana. No sirve de mucho tener fe en que el Bien ha ganado la partida si no se observa cambio o mejora en el estado de las cosas tras suceso tan trascendental.

    Por otro lado, los griegos, un suponer, ya sabían que Edipo era inocente (en el sentido de que hizo lo que hizo sin saber lo que hacía, y acaso sin opción), y de hecho el mito no acaba con su expulsión como farmakós, sino que a ello le sigue su conversión en un hombre santo cuyas reliquias traerán el bien a sus vecinos (v. Edipo en Colono).

    Tanto en el caso de Sócrates como en el de Cristo, su aceptación de una condena injusta sirve para denunciar el mecanismo, pero no lo detiene. Filóstrato escribe cuando Sócrates llevaba varios siglos muerto, y con toda probabilidad condenaba su muerte; pero aprueba en cambio la del demon responsable de la plaga (cuya forma humana es sólo una apariencia). Girard le da una gran importancia a este episodio, queriéndole hacer decir lo que no dice; pero realmente no hay tanta distancia con los episodios evangélicos en que el mal de los hombres resulta, como aquí, ser obra de un ser sobrenatural maligno al que hay que expulsar o destruir.

    Por supuesto, tras el exorcismo, la lapidación y las demás formas de ataque contra supuestos demonios que han poseído a animales u hombres podemos leer, con otras gafas, una lista escalofriante de atentados contra enfermos mentales, marginales o disidentes. Girard escoge leer así el episodio de Filóstrato; pero sólo porque el héroe de la historia es un santón pagano (el enemigo, en suma) —y porque le viene de perlas. (Con perdón.)

  22. pseudopodo dijo:

    Nadie dice que la denuncia del mecanismo lo detenga de inmediato, Al59, sólo que al convertir algo que era inconsciente en algo consciente, lo socava de manera irreversible. Y la diferencia del cristianismo es que convierte en algo esencial, en parte de la columna vertebral de la nueva visión del mundo lo que en Grecia era algo anecdótico, la visión precursora de algunos filósofos para algunos casos. Girard no se basa ni mucho menos en el único episodio de Apolunio de Tiana, sino en un análisis que recurre a múltiples fuentes de la literatura y la antropología.

    Comparar dos sociedades siempre es difícil, como decía en un comentario anterior. Siempre pueden encontrarse contraejemplos, porque una sociedad es algo que tiene muchas dimensiones y en todas partes “hay gente pa tó”. Pero creo que lo que señala Girard del cristianismo es un cambio esencial, una revolución en el sustrato intelectual. Que luego, poco a poco, ha ido subiendo a la superficie de los comportamientos. La Europa cristiana ha podido caer muchas veces en una barbarie similar a la de los paganos, pero la diferencia esencial es que sabía que aquello estaba mal; esas acciones eran un olvido o un apartamiento de sus principios, y no una parte constitutiva de ellos.

    En cuanto a que «no hay tanta distancia con los episodios evangélicos en que el mal de los hombres resulta, como aquí, ser obra de un ser sobrenatural maligno al que hay que expulsar o destruir»… no puedo estar más en desacuerdo. Para empezar los judíos (los profetas) habían avanzado un enorme trecho al atribuir el mal de los hombres a su «iniquidad» y no a demonios sobrenaturales (el mal colectivo, social, que es de lo que aquí se trata). Y, además, lo que importa realmente en cualquier situación social no es la metafísica sino los resultados, y los resultados son diametralmente opuestos…

  23. Al59 dijo:

    Muy freudiana esa confianza en que subir a conciencia un contenido inconsciente lo desactiva. Sin embargo, contra la afirmación del maestro vienés, hoy sabemos que, en la mayor parte de los casos, los pacientes psicoanalizados distan mucho de quedar curados por el hecho de haber logrado racionalizar lo que les pasa.

    Por otro lado, creo que es ingenuo confundir el cristianismo visto con las gafas de Girard con el cristianismo en general. Para un número nada desdeñable de cristianos, del hecho de que Cristo fuera condenado injustamente no se ha seguido en modo alguno que haya que dejar de buscar culpables (por ejemplo, paganos, herejes y brujas) a quienes responsabilizar de las desgracias que nos aquejan (pongamos, una terrible hambruna provocada por la peste o una pésima cosecha). Hay que tener en cuenta que las otras dos opciones son dar una respuesta ajena a la religión (lo que pasa por aceptar que no hay un culpable accesible al que castigar: imposible desahogarse con la metereología o un agente infeccioso microscópico) o aceptar que la desgracia en cuestión proviene de la divinidad (y, pues ésta es justa, ha de ser justo castigo a nuestras faltas).

    Ya quisiera, en fin, la Europa cristiana haber alcanzado en arte o pensamiento con alguna frecuencia la altura de la civilización grecolatina. Más bien se constata que el esplendor cultural de la Cristiandad coincide con el rescate del legado pagano, salvado a través de la alegoría o en calidad de borrador de la Revelación —pero salvado al fin y al cabo.

    Respecto al paralelismo del episodio de Filóstrato con otros del NT te remito, por ejemplo, a Mateo 8:28-34. Desgracia humana + explicación sobrenatural (un agente maligno, demoníaco) + expulsión y/o destrucción del mismo. Léelo, piénsalo y me cuentas.

    Un saludo.

  24. pseudopodo dijo:

    Lo leeré y me lo pensaré, Al59

    Lo de la analogía freudiana no se me había ocurrido, pero sí viene al caso. No tengo mucho aprecio por el psicoanálisis, pero sí creo que sacar a la luz de la conciencia lo que estaba oculto tiene efectos importantes. Sólo que son muy lentos (digamos que en un plazo de años y miles de euros en el caso del psicoanálisis, y de dos mil años y miles de muertos en el caso del cristianismo…).

    Lo que cuentas de buscar una respuesta a las desgracias creo que no es un contraejemplo para la postura de Girard: precisamente, lo característico en el judaísmo y luego en el cristianismo es pensar que las desgracias son un castigo a los pecados propios. Y quizá esto tiene que ver con que el mecanismo del chivo expiatorio (por supuesto nunca extinguido) ya no formaba parte integrante de la religión.

    Y sobre la altura del arte o el pensamiento, creo que la Europa cristiana, a partir del renacimiento, no tiene nada que envidiar a la antigüedad, aunque ese es otro tema…

    Vamos, que no me bajas a Girard del pedestal 😉 … aunque te agradezco los esfuerzos, me vienen bien para templar mi entusiasmo.

  25. Al59 dijo:

    Ya me contarás, entonces. Pero insisto en un punto: Girard construye su comparación basándose en algo que en realidad es superficial (dos lapidaciones) y obviando las diferencias (en un caso, se trata de identificar y neutralizar al agente sobrenatural responsable de una epidemia, en el otro, de castigar a una adúltera —una figura que entra con calzador, si es que entra, en la horma del pharmakós). La analogía, en cambio, entre la lapidación del demon en la Vida de Apolonio y la expulsión de los demonios en el Evangelio revela un esquema narrativo idéntico: un hombre santo identifica al agente sobrenatural que ataca a los seres humanos (demonios, en ambos casos) y lo expulsa. Hasta coincide la vinculación de los démones con animales considerados viles (un perro, cerdos).

    Sobre el Renacimiento, estoy de acuerdo: justo en ese momento en que se rescata el patrimonio grecolatino (mitología incluida), la cultura europea vuelve a alzar cabeza.

  26. Alonso dijo:

    edgar: Sagan no fue el mejor ésceptico, y ya no lo puede ser. Fue, eso sí, el cientifico que mejor (o más bien fue el primero que) supo vender una imagen. Pero su «escepticismo» partia de algunas preconcepciones erradas (resulta que la gente del medioevo, para él, marcaban en promedio más de 60 en el test de Coopersmith de Autoestima, o que la historia de la ciencia era una historia de buenos cientificos luchando por la verdad versus las malvadas religiones). Y que el cuento del dragón en el garage no es nuevo; se nota que no le gustaba el té.
    Voy a crear una variación del cuento del dragón.

    De hecho un buen esceptico partiria cuestionando a Sagan, pero practicamente con su imagen han hecho casi un culto, que yo creo que al propio susodicho le molestaria.

    Eso si, no hay que renegar totalmente de el, porque de todos modos su intención era buena: queria compartir con todo el mundo algo que a él lo apasionaba. Sólo que quizás no lo supo hacer de la mejor manera. Incluso puedo mencionar que Sagan tiene cierto hueco más o menos profundo en mi familia. A mi hno Arturo (QEPD) le nació su vocación de astronomo y cientifico gracias a su programa. Y gozó bastante en su corta vida con los programas donde un astronomo hablaba de galaxias y estrellas por primera vez en la tele 😀

    Pero por favor, no transformeis a este hombre en un semidios, era tan hombre como tú, yo, mi vecino o mi hermano. Y lo mejor que podemos hacer por la ciencia es cerrar los libros de divulgación y comenzar a estudiarla en profundidad.

    PD: Tengo mi propia versión del cuento del dragón. La llamo «Tengo el autografo de la 11va sinfonia de Beethoven en el sotano de mi casa» el cuento es más o menos similar al de Russell y etc.

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