Paseando por El Acantilado

Ahora tocaba el tradicional post sobre las lecturas del verano, pero la verdad es que este año (y bien a mi pesar) he leído bastante poco. Por culpa de unas obligaciones inoportunas casi no he podido hacer lo que más me gusta en agosto: vagabundear por la biblioteca picoteando de aquí y allá. Como un bulímico en un buffet libre, pero que no engorda: buscar autores de los que he oído hablar durante el curso, detectar novedades en los anaqueles de “ensayo” o “ciencias” o simplemente abrir lo que me llame la atención, y si sigue llamándome la atención, llevármelo a casa. Otros años he descubierto así algunas joyas, y también bodrios de una pieza.

Pero este año la falta de tiempo me ha limitado mucho. Saqué La pasión de la mente occidental de Richard Tarnas; Las Cosas, de Perec, y Un paseo con William James, de Jacques Barzun, pero ninguno me enganchó, y los dejé cuando me sumergí en La música de los números primos, de Marcus du Sautoy, editado por El Acantilado.

Me enamoré de este libro: no sólo de la historia, que está muy bien contada (y consigue esquivar, casi demasiado bien para mi gusto, todos los tecnicismos matemáticos) sino también del libro como objeto físico: su tacto, la tipografía, y hasta la sensación de peso en la mano eran perfectos (como a Andrés Ibáñez, me desagradan “esos volúmenes que parecen construidos de plumón o de polvo, y que al levantarlos en la mano parecen, literalmente, vacíos”). El formato también era perfecto: cuando tuve a mano una regla, confirmé que tenía la proporción áurea.

Devoré el libro (que recomiendo a los no matemáticos) y no me dio tiempo a mucho más. Pero este descubrimiento me proporcionó, al menos, un consuelo. Un libro no vale solo por su contenido. Parte del placer viene de tenerlo en la mano, tocarlo, olerlo: de sus átomos, no de sus bits. Ya que no tenía tiempo de leer, ya que sólo podía hojear y captar casi al azar unos pocos bits de cada libro, por lo menos me quedaba entero el placer sensorial de los átomos. Mis paseos por la biblioteca adquirieron entonces un sesgo distinto. Más que un curioso intelectual, ahora era un botánico, herborizando por las estanterías esos hermosos ejemplares de El Acantilado, con sus llamativos lomos negros con franja roja. Encontré bastantes especímenes; pongo aquí cuatro de muestra:

Esta entrada fue publicada en cultura, Libros y etiquetada , , . Guarda el enlace permanente.

21 respuestas a Paseando por El Acantilado

  1. Javier dijo:

    La verdad es que el libro de Sautoy es un «page turner» en su categoría (yo me lo leí en una edición mucho más cutre que encontré rebajadísimo en una librería de mpls), pero exagera un pelín la importancia de los problemas de los que trata y termina haciendo lo de siempre: describiendo a los matemáticos como especímenes locos dedicados a problemas inútiles y/o intentando otorgar un valor sobrenatural a problemas abstractos cuya aplicación práctica es casi nula (de momento, dirán algunos) y cuyo interés incluso dentro de la comunidad matemática es escaso.

    Yo ya era matemático cuando Wiles demostró el teorema de Fermat (la primera vez, la falsa) y la noticia corrió, mas no como la pólvora, dejando a casi todo el mundo indiferente. Si algún día se llegara a demostrar la hipótesis de Riemann, internet se inundaría del mito y la mayoría de los matemáticos nos quedaríamos igual que antes, salvo el puñado de matemáticos cuyos artículos comienzan «supongamos que la conjetura de Riemann es cierta» en caso de que se demostrara que no es; toda una carrera tirada a la basura en un segundo…

    Pero como de lo que hablas es de libros, te diré que me leí este verano «Pigs, cows,…» de Marvin Harris, por tus comentarios en un post de hace tiempo, y me pareció bien flojito. Eso sí, otro page turner. Mucho argumento sacado de la nada. Para compensar cogí «El suicidio» de Durkheim y me estoy tranquilizando viendo como a final del XIX ya había gente que trataba las estadísticas y los datos con un rigor asombroso.

  2. pseudopodo dijo:

    Gracias por dar tu visión de matemático sobre el libro, Javier. Me quedaba la duda de como de importante es la hipótesis de Riemann fuera de su glamour periodístico. Por lo que veo, viene a ser el equivalente de cosas como el bosón de Higgs en física (escribo esto en el Word y el autocorrector me lo convierte en bosón de higos 🙂 )

    A mi no me ha molestado tanto que pinte a los matemáticos como especimenes locos, me parece que no carga demasiado las tintas en esto, aunque a lo mejor es porque no soy matemático. Lo que menos me ha gustado ha sido que pase por alto los detalles cuando se acerca a la “chicha”. Lo hace con bastante elegancia, pero es frustrante que no ponga una ecuación de vez en cuando y que ni siquiera de referencias. Ya sé que las ecuaciones espantan a los lectores, pero también está el recurso de poner un apéndice, no le habría costado tanto. Menos mal que está Google Scholar y ahí puedes encontrar algo más consistente, como el artículo de Zagier (The first 50 million prime numbers) en el que da la impresión de que está basada la idea del libro…

    El libro de Marvin Harris lo leí hace un montón de años, así que no sé que me parecería ahora, a lo mejor también encuentro flojos sus argumentos. A mi lo que me impresionó fue que demostrara que costumbres aparentemente absurdas pudieran tener una explicación y resultar ser incluso las mejores opciones ante una situación dada. Eso me influyó mucho durante mucho tiempo, y curiosamente en direcciones casi opuestas: tanto para ser durante una época un relativista cultural como para hacerme luego un conservador (masomenos…). De Durkheim no pensé que se pudiera leer nada, pero ya nos contarás (un page turner no será, me temo).

  3. Pingback: Frase del día « Random Thoughts…

  4. panta dijo:

    A mí, desde la perspectiva del no matemático, pero sí lector de divulgación, me ha parecido magnífico.
    Sobre todo porque el noventa por cien de los libros de divulgación cuentan ,como mucho, matemáticas hasta el siglo XIX.
    En cuanto al tema de Wiles, yo lo recuerdo como un héroe de juventud y veo lógico otorgar ciertos tintes románticos a la actividad matemática porque es algo realmente alejado de lo cotidiano, envolvente, obsesivo – si no plantéale una pregunta a un matemático y verás.

    Además ¿Qué autor no adorna el objeto de su libro?

    Saludos.

  5. pseudopodo dijo:

    Que conste, Panta, que a mí me parece también magnífico como libro de divulgación (precisamente por eso le critico que habiendo hecho lo difícil, no haga lo fácil). De hecho, me lo he comprado después de haberlo leído (y más por los bits que por los átomos)

  6. Epaminondas dijo:

    A ti por lo que veo lo de los lectores de e-books mucho no te va, ¿no? 😉

    ¡Yo también leí estos días el de Marvin Harris por tu recomendación! Me pareció interesante y ahora estoy con «Bueno para comer».

  7. pseudopodo dijo:

    No te creas, de momento no me han interesado, pero sí creo que pueden ser bastante útiles para leer todo lo que llamo yo «literatura marrón» (o sea, cosas que lees por obligación, el arquetipo es el informe que tienes que leer para el trabajo) descargando el archivo directamente en vez de imprimirlo, y también para leer pdfs bajados del emule…

    Pero vamos, mientras no huelan no los encuentro muy sexy, no.

    «Bueno para comer» no lo he leído, ¿tú lo recomiendas?

  8. el náuGrafo dijo:

    Totalmente de acuerdo. Creo que España tiene unas editoriales magníficas, que cuidan cada libro que paren como si fuera último. Cambiar todo eso por un cachivache pixelado me parece, simplemente, una involución. (Quizá para leer ensayos o cosas de ciencia, pero como acto literario, pues mire usshté, a mí no me convence). Saludos

  9. el náuGrafo dijo:

    Eso es, para la ‘literatura marrón’ como mucho.

  10. Vicente dijo:

    Pues, la verdad, los lectores de tinta electrónica me parecen, sin haber utilizado ninguno, muy atractivos por bastantes motivos: menor coste de las publicaciones, portabilidad, ahorro de papel, facilidades para leer cómodamente «tochos» sin tener tendinitis…
    Claro que seguramente tendré nostalgia del formato, de pasear por las librerías, bibliotecas. Pero creo que es lo único que habrá en no mucho tiempo. A pesar de lo atractivo del formato, el vinilo sólo ha quedado para unos pocos.

  11. el náuGrafo dijo:

    Vicente, sin acritud ninguna te digo que comparar libro/e-book con cd-vinilo no me parece en absoluto acertado. No niego bondades al libro electrónico, pero no tiene ni de lejos la batalla ganada al libro tradicional.

  12. el náuGrafo dijo:

    Cuando digo cd, digo también mp3 y otros formatos de reproducción sonora.

  13. el náuGrafo dijo:

    En la música, sólo importa la música, con la mejor calidad posible, a poder ser. En la literatura, resulta que importa también la edición, el tipo de fuente, el papel y demás. También pasa que en los libros se pueden hacer anotaciones y se pueden trasladar sin miedo a que te los roben o se les acabe la batería.

    El cd no tardó nada en imponerse a otros formatos anteriores, lo mismo que la música en formato mp3, que supuso toda una revolución en el sector.

    El libro electrónico lleva como tres años amenazando con suplantar al libro y aún seguimos esperando.

  14. Javier dijo:

    Ya que estamos con libro/e-libro y vinilo/cd, me gustaría aportar mi grano de arena. El e-libro no está nada mal pero no es cómodo para mirar hacia adelante y hacia atrás (su gasto energético es en el paso de página y son relativamente lentos). La mayoría de los lectores estamos continuamente mirando cuánto falta hasta el final del capítulo, echando un vistazo a las dos páginas precedentes porque se nos ha ido el santo al cielo, etc. Esto se hace mucho mejor con un libro de papel, especialmente si está bien encuadernado.

    Lo que ha hecho Amazon hace poco con el kindle (borrando sin permiso libros de tu kindle) da además un cierto reparo: nadie me roba los libros de mi casa ni soy tan vigilable…

    Los formatos electrónicos irán sustituyendo poco a poco al papel donde más falta hacen (¿qué sentido tiene hoy en día comprarse una enciclopedia?), como las librerías electrónicas (que venden papel) han ido sustituyendo a las librerías tradicionales. De hecho, un servidor sigue siendo un visitante habitual de las librerías, pero me apunto lo que quiero y lo compro más barato en Amazon, así que las librerías son un para mi lugar de ocio pero no de compra.

    La dicotomía vinilo/cd es distinta. Los vinilos se rayaban muy rápido y se llenaban de polvo y eso mataba al formato. Sin embargo el paso vinilo->cd llevaba oculto el paso analógico->digital, lo mismo que el paso a mp3 lleva oculto el paso digital->digital comprimido. Para escuchar música en un ambiente ruidoso, todo da igual, pero cuando las condiciones son óptimas, la calidad del sonido analógico es muy superior (mp3 sin compresión es lo mismo que wav, así que si no se comprime no hay retoque, pero tampoco hay casi ganancia de espacio). Con la excusa de que todo se arregla con el ordenador, hoy en día se graba muy, pero que muy mal. Echad un vistazo a cómo se grababa música en los sesenta (¡lo que hacía la London Symphony! ¡lo que hacían los Beatles!) frente a la forma de grabar actual con mil pistas digitalizadas y retocadas, pero sin ningún sentido de espacialidad real, todo simulado. Esto no es nostalgia, es lo que hay…

  15. el náuGrafo dijo:

    Gracias, Javier, por tu sensata e interesante aportación. (Hablando de grabaciones y calidad, creo que hoy se celebra el día de los Beatles con una nueva remasterización de sus discos..) saludos

  16. pseudopodo dijo:

    náuGrafo, para mí lo de las anotaciones es muy importante. En todos los libros (míos, ojo) escribo a lápiz, y un lector de e-books que no me permita hacer lo mismo pierde muchos puntos (aparte de la pérdida de calidad sensorial que decía por arriba). De todos modos, tengo que confesar que sólo los he visto de lejos, nunca he manejado uno, así que no voy a opinar mucho.

    Javier, creo que no soy tan melómano como para apreciar la pérdida de calidad en los mp3 comprimidos razonablemente (128 kbps o menos compresión), y menos aún la diferencia entre analógico y digital. Digo “creo”, porque la verdad es que nunca he tenido un buen equipo de música: el mejor que he tenido es el walkman mp3 Sony que tengo ahora… Lo que me llama la atención es que antes del mp3 lo que movía el mercado era el aumento de la calidad de sonido, y hoy eso no parece importarle a nadie. El mismo concepto de alta fidelidad parece que ha desaparecido. Lo que parece querer decir que era un engañaesnobs como tantos otros, y sólo un 1% de los que se compraban el superequipo Bangandolufsen eran capaces de distinguirlo de la minicadena Sanyo…

    Ah, y qué buenos eran los Beatles… 🙂

  17. Javier dijo:

    Lo que mucho tontaina hacía era comprarse un superequipo para terminar malcolocándolo en el salón de una casa de vecinos, con mucho ruido interior y exterior, de manera que solo se podía apreciar la calidad de sonido con auriculares buenos, para los cuales no hace falta tanto equipo. Sí que es curioso que tengamos mucha mejor tecnología que hace veinte años y en cambio escuchemos música con mucha menos calidad. En todo caso, en España se vive en una cultura del ruido.

    Con los equipos de sonido pasa como con el vino. Pones uno bueno al lado de uno malo y no hay forma de confundirse. En abstracto, es muy otro tema. Lo de analógico versus digital sí que es bien distinto y un analógico en vinilo frente a un DDD, no hay color, por muchos ruiditos que tengan los discos. Y eso que yo tengo el pickup desterrado en casa de mis padres y escucho música plana con un mp3.

  18. Mari Pili dijo:

    «Bueno para comer» es fabuloso, como todo lo de Harris, aunque igual de discutible. Él tiene a gala ser materialista, no dialéctico, pero materialista, así que todo comportamiento humano lo interpreta bajo el prisma de pérdida/beneficio. En el caso de la alimentación, Harris explica los distintas costumbres culinarias como un simple imput proteínico, desde el tabú del canibalismo hasta el consumo de carne de caballo en Francia. Este enfoque a-cultural enerva a muchos antropólogos estructuralistas, de la cuerda de Levi-Strauss.

  19. pseudopodo dijo:

    Gracias, Mari Pili. A ver cuando tengo un rato y lo devoro 🙂

  20. andreas dijo:

    «Si algún día se llegara a demostrar la hipótesis de Riemann…» (Javier)…
    Este dia llegò! Resolvido el VIII PROBLEMA DE HILBERT y finalmente ha sido demonstrada la HIPOTESIS DE RIEMANN.
    De los 23 problemas de Hilbert ( París, 1900), la Hipótesis de Riemann (o HR) es el octav y “fué” uno de los más difíciles de resolver. No es coincidencia que escribí “fué” porqué ahora hay también dos pruebas de la demonstracion de la HR , todas dos obtenida por el matemático italiano Onofrio Gallo (n. 13 de mayo 1946 en Cervinara, Valle Caudina- Italia): La primera (“indirecta “o TEOREMA RH de GALLO ) y la segunda (”directa”o TEOREMA RH- MIRABILIS DE GALLO). Por lo tanto, desde el 14 de abril de 2010, todos los libros que tratan de la RH, dada la doble demostración de la RH por el matemático italiano, se deberán poner al dia . Las dos demonstraciones obtenidas por Onofrio Gallo se basan en sus originales descubrimientos matemáticos. La demostración “indirecta” de la RH se remonta a 2004 y se funda en la función “fi” de Gallo, en el Principio de Disidentidad de Gallo, en el Segundo Principio General del Conocimiento (que en este caso va a identificarse con el Principio de Identidad de los Polinomios), codificado por la primera vez por el mismo Gallo, y el Teorema Mirabilis de Gallo por el que el matemático cervinarese en 27 de diciembre 1993 (Roma) había obtenido la primera demostración “directa”y original por un solo autor en todo el mundo en tan sólo seis páginas, del igualmente famoso Ultimo Teorema de Fermat (UTF), una empresa imposible por los mismos A.J.Wiles y R. Taylor, autore de la demonstraciòn “directa” pero incompleta de la Hipotesis de Taniyama-Shimura, autores de una demostración “indirecta” del UTF publicada en mayo de 1995. La segunda demonstración de Gallo de la RH ( el TEOREMA RH-MIRABILIS de Gallo) se compone de siete líneas, por lo que su autor dijo que había tenido éxito en hacer frente al “misterio de misterios” (demostración de la Hipotesis de Riemann) serviendose de “ la más simple de las más simples “de los teoremas de la matemática.”, El elegante y sintetica demostración del TEOREMA RH-MIRABILIS de Gallo ofrece buenas razones a los que han predicho desde hace tiempo que la probable demostraciòn de la RH no habia hecho parte de un equipo de matemáticos, pero muy probablemente una tal demostraciòn la habria descubierta un único matemático que habria hecho uso de nuevas ideas, nuevas teorías y nuevos teoremas y que se habria sitúado como un outsider contra las líneas de investigación dirigidas a resolver el “misterio de misterios” . El TEOREMA RH-MIRABILIS de Gallo utiliza unas propiedades de simetría conocida de los ceros no triviales de Riemann de la función zeta de Riemann (llamada por algunos “el monstruo”). Por matar “el monstruo” de Riemann el matematico italiano Onofrio Gallo construyò la funciòn compleja de simetria de Gallo de una soluciòn general o cero no trivial de Riemann de la funciòn zeta de Riemann, demonstrando que cada cero no trivial y complejo z=x +iy (con x,y numeros reales y distintos de cero) de la función zeta de Riemann (”el monstruo”) debe ser del tipo z = 1 / 2 + iy, es decir, que, para cada una de esas z, la parte real de z deberá situarse en la llamada “línea crítica” de Riemann x = 1/ 2. La “imposible” la empresa se hizo pues por el matemático cervinarese mediante la aplicación de una simetría “doble ” .La primera ya descubierta porel mismo Riemann en 1859 (si ζ (s) = 0, ζ (1-s) = 0, con s y (1-s) ceros complejos no triviales de Riemann). La segunda hallada por el mismo Onofrio Gallo en 1993 (Mirabilis Teorema Mirabilis de Gallo. 1993, Roma) Personalmente nunca he visto una revolución matemática de esta magnitud y que contribuirá a otros importantes progresos en la ciencias matematicas.
    Andreas, matematico.

  21. Pingback: [50 libros] #23 Carta de una desconocida, de Stefan Zweig | Pseudópodo

Deja un comentario