El hombrecillo que mira la retina

El relato que suele hacerse en los libros del mecanismo de la visión es muy sencillo: nuestro ojo es una cámara fotográfica, en la que la retina hace el papel de la película sensible; la imagen formada sobre ella es enviada al cerebro… y ya está.

No es que esta explicación estándar sea incorrecta. Es verdad que el ojo funciona como una cámara oscura, que el cristalino y la córnea actúan como una lente, el iris como un diafragma, etc. Lo que pasa es que así sólo se explica una parte de lo que ocurre: precisamente la parte menos interesante.

Por ejemplo, aquí podemos leer una muy completa y, por lo que he leído, correcta descripción del todo el proceso de la visión, desde la naturaleza de la luz hasta los pigmentos sensibles en las células de la retina. Tras explicar la óptica geométrica de la formación de imágenes, nos encontramos este párrafo:

El conjunto de córnea y cristalino da lugar, en condiciones reales, a una imagen invertida. Pero nosotros no la vemos así. Lo que ocurre es que el cerebro al recibir la señal de la retina reinvierte la imagen y la percibimos erecta.

Cuando nos enteramos de que la imagen retiniana está invertida, es natural que nos sorprenda, y que nos preguntemos por qué vemos al derecho. El autor aparta al preocupación del lector con dos palabras: «el cerebro la reinvierte». Esto le permite seguir con su explicación de la miopía, de la anatomía de los bastoncillos y los conos…, pero es una pena, porque ha perdido la ocasión de enseñar algo mucho más importante.

La imagen sobre la retina es un patrón de intensidades luminosas. Las células sensibles que la tapizan la traducen de inmediato en otro patrón, ahora de excitaciones nerviosas, que se transmiten al cerebro. Pero en esa transmisión no se conservan las relaciones espaciales «tal cual»: no se transmite una imagen. Si pudiéramos ver iluminadas las neuronas que se excitan cuando vemos una silla, no dibujarían una silla… ni al derecho ni al revés. Y es lógico que sea así: ¿qué sentido podría tener tal dibujo?¿quién lo vería?

Nuestra sorpresa ante la imagen invertida es una sorpresa equivocada: se debe a que, irreflexivamente, asumimos que «el cerebro mira» la imagen retiniana, y nos sorprende que la vea al derecho cunado está al revés. Pero ¿con qué ojo va a mirar el cerebro la retina? Estamos explicando precisamente la visión: ¡no podemos introducir un metaojo mirando la retina!

Este metaojo es una variante de un error conceptual en el que es muy fácil caer al pensar sobre la conciencia. Tenemos percepciones, recuerdos, ocurrencias, pero ¿quién hace el trabajo? Parece que hubiera alguien dentro de la cabeza, mirando la retina y examinando las vibraciones en el caracol, alguien tomando nota de las presiones sobre la piel y de las moléculas que llegan a nuestra nariz…, y finalmente alguien, un comandante en jefe en el cerebro, recogiendo todas estas informaciones y tomando las decisiones.

Se trata, en definitiva, de la fisiología naif de los dibujos animados de «Érase una vez el Cuerpo Humano» (Il etait une fois la vie): en el riñón, los pulmones o el cerebro, todo lo hace un ejército de hombrecillos muy atareados.


(la versión española está aquí, pero se ve peor)

Pero la cuestión que no resuelve Érase una vez el cuerpo humano es ¿cómo funcionan el riñón, los pulmones, o el cerebro de esos hombrecillos?¿Tienen otros sub-hombrecillos dentro que lo hacen todo?

En filosofía se dice homúnculo en vez de hombrecillo. Es fácil reirse de la teoría de los homúnculos, pero no es tan fácil abandonarla. No nos cuesta prescindir de los homúnculos que examinan las moléculas en la nariz o miden las presiones en la piel: ya sabemos que esas tareas pueden hacerlas sensores automáticos. Pero ¿qué hacemos con el hombrecillo del cerebro, con el comandante en jefe? La tarea de tomar decisiones ¿puede tomarla un dispositivo automático? Ciertamente los ordenadores pueden procesar información pero ¿es eso todo lo que hay que hacer?¿Basta con eso para tener conciencia?

Casi todos pensamos que no: que los ordenadores no poseen un «yo», y que nosotros sí que lo poseemos. De modo en nuestra teoría implícita, de sentido común, de la conciencia, todavía subsiste el homúnculo-en-jefe: es el yo (el fantasma en la máquina, en la célebre expresión de Gilbert Ryle).

Los estudiosos de la conciencia, sin embargo, no pueden contentarse con esto: mantener un sólo homunculo (quizá el que mira la imagen de la retina 😉 ) es igual de naif que mantener toda la tropa de «Érase una vez el cuerpo humano».

Así que hay dos posibilidades: cortar por lo sano y decretar que todo son sensores y procesadores biológicos y no hay nada que explicar en el «yo», o reconocer que ahí hay un problema que se escabulle entre las redes de la ciencia: un genuino problema filosófico.

En el primer bando militan los partidarios de la Inteligencia Artificial «fuerte» y muchos científicos como Francis Crick. En el segundo, filósofos como David Chalmers y Colin McGuinn. Y, naturalmente, yo (myself). Por una cuestión de supervivencia: mi «yo» (my self), no lo olviden, no existe para los del primer bando…

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18 respuestas a El hombrecillo que mira la retina

  1. Daniel dijo:

    Me ha encantado tu artículo, de verdad. Del mecanismo del ojo al problema del yo. Muchas gracias.

    Muy gracioso el detalle de los homúnculos, y muy certera la crítica en su lógica: no tiene sentido la existencia real de un hombrecillo interior que juzga y dice «yo, mi, mío». Sin embargo, el problema sigue ahí, para todos. Y no creo que sea algo para solucionar con la cabeza, con una teoría explicativa, por mucho que se sepa del tema desde siempre y que los científicos del segundo bando puedan llegar a cifrarlo en un nuevo código, me parece. Pero creo que es muy bueno que se plantee el problema como un verdadero y profundo problema filosófico, existencial, porque quizá nos vaya en ello la propia supervivencia.

    De todas formas, una idea: puede que los del primer bando y los del segundo no estén tan lejos como parece, o no vayan a estarlo al final, nunca se sabe. Quizá ambos bandos puedan aportar algo desde sus perspectivas. El diálogo siempre abre caminos. Por otro lado, estoy pensando en Schrödinger y en sus dos premisas.

  2. pseudopodo dijo:

    Gracias, Daniel, a tí; estos comentarios son los que animan a seguir escribiendo. No quiero tampoco presentar la polémica de la IA fuerte como una guerra, pero sí me temo que la postura que se elige ante esta cuestión puede tener repercusiones morales. Igualarnos a máquinas puede llevarnos a algo como el proyecto moral de Dawkins

  3. Brújulo dijo:

    Delicioso artículo, pseudopodo. Le sigo desde hace algún tiempo y le digo que no hay blog comparable al suyo (al menos, que yo conozca).

    Por otro lado, el problema que plantea es complejo y muy trascendente, ya que nos atañe a todos y ataca directamente la propia esencia del ser humano y el sentido de todo.

    De todas formas, se posiciona en el bando de los que creen que es un problema que está más allá de la propia ciencia. Y yo le pregunto, ¿se posiciona de esta forma en su vida cotidiana o en una opinión «racional» sobre el tema? Porque creo que en el primer caso, todos adoptamos esa idea para tranquilizar nuestra conciencia (¿cómo vivir de otro modo?) pero, en el segundo, me parece que resulta peligroso adoptar una posición por temor a que la concepción del ser humano se derrumbe. No sé. Yo creo que, simplemente, es temprano para decantarse definitivamente por alguno de los bandos. Pero, si hubiese que escoger, me parece más razonable apostar por el bando de la «Inteligencia artificial fuerte», ya que es la opción más sencilla y, en consecuencia, más probable. Es lo que siempre se ha hecho en ciencia y de momento ha ido bien. ¿Por qué en este caso iba a ser diferente? ¿Porque ataca nuestros valores más fundamentales? Bueno, una parte de ese ego ya empezó a derrumbarse con el heliocentrismo. No eramos el centro. Después Darwin, encima, nos dijos que éramos meros animales. Ahora quizás nos queda la cura de humildad definitiva.

    Y, bueno, si después de que la ciencia ataque el problema por todos los flancos posibles, el enigma sigue sin resolver, quizás entonces, sólo entonces, haya que aceptar que el problema se nos escapa. Pero, de momento, a las neurociencias aun le quedan mucho camino por recorrer. ¿No cree?

    En fin, es un problema muy complicado. Y, encontremos lo que encontremo, en la vida cotidiana nos resultará imposible pensar de una forma determinista/reduccionista.

    Un cordial saludo.

  4. pseudopodo dijo:

    Muchísimas gracias, Brújulo. El problema es efectivamente complicado…, así que no voy a poder responder ahora (estaré de viaje hasta el domingo). Pero prometo volver 🙂

  5. pseudopodo dijo:

    Intento ahora con algo más de tiempo responder al comentario de Brújulo.

    Es verdad que uno no debería decidirse por una teoría científica u otra en virtud de criterios morales o sociales: tal cosa sería el fin de la ciencia. Ahora, releyendo lo que escribí, veo que puede dar esa impresión, pero no es esa mi objeción a Crick & co.

    Mi problema con ellos es que creo que tienen una visión demasiado estrecha: para ellos la ciencia es la única manera de enfrentarse a la realidad, la única sabiduría posible. Pero la ciencia es un método, tiene unas reglas del juego y puede que esas reglas no le permitan ver ciertas cosas (de ahí la metáfora de la red de Eddington a la que ponía un enlace en el post).

    Por ejemplo, el “yo”, la experiencia de primera persona, no puede ser accesible a la ciencia porque esta se construye por definición con observaciones públicas y reproducibles. Luego viene alguien como Crick y no lo encuentra y dice que por tanto no existe. ¿No es más sencillo suponer que si no está es simplemente porque lo hemos excluido metodológicamente desde el principio?

    Me recuerda un poco a la historia de Gagarin, que bajó del primer vuelo espacial tripulado diciendo que no había encontrado ni rastro de Dios por el cielo…Quizá fuera una broma, pero si lo decía en serio, demostraba que no era capaz de entender que hay varios planos de realidad, y que a nadie sensato se le ocurre ubicar a Dios en el mismo plano que las estrellas y los planetas. Igual que no es sensato situar el “yo” en el mismo plano de realidad que las neuronas y sus descargas eléctricas (ahora que lo pienso, quizá el error conceptual del homúnculo tiene bastante que ver con este otro de Gagarin…)

    Mi opinión es que los Crick & co. tienen cierta “sordera filosófica”, y no se dan cuenta de que por mucho que avancen las neurociencias siempre van a avanzar en su plano, y el “yo” está en otro. Pero soy consciente de que tendría que explicar esto más… y de que me puedo equivocar.

  6. Brújulo dijo:

    Veamos Pseudópodo…

    La metáfora de la red de Eddington cuando publiqué el primer comentario me pareció una falacia y releyéndola ahora me lo sigue pareciendo. La razón es sencilla: La ciencia no actúa de esa manera. La ciencia no afirma o niega aquello que no puede comprobar (si no completamente, en gran parte).

    Si se desconocen los seres del fondo marino, el científico no afirmará nunca con rotundidad un hecho sobre aquello a lo que no puede tener acceso. En todo caso, podría hacerse una hipótesis, la cual una gran parte de la comunidad no aceptaría como algo científico (por ej. teoría de cuerdas), pero nunca alcanzar el carácter de ley física. Ya que esta última requiere una gran base de comprobación (falsación) experimental, cosa que no podrán tener los jucios sobre el fondo marino insondable. Y es la ley física (o la ley a secas) la que conforma la ciencia. Las hipótesis son sólo mecanismos internos que no son propiamente ciencia.

    La ciencia no niega ni afirma la existencia de Dios (¿cual es la ley que lo sentencie?). Muchos científicos establecen como hipótesis su no existencia o, al menos, su no intervención para poder desarrollar una investigación y llegar a unas conclusiones falsables. Pero esas hipótesis de partida no conforman la ciencia sino las leyes que con ello obtienen. Cuando el científico afirma o niega sobre estos asuntos, no es científico, tan solo una persona más que expresa su opinión.

    De todas formas, si a 10 metros de profundidad no hemos visto un dinosaurio submarino, tampoco a 100, tampoco a 1 km. Es razonable que muchos científicos tomen como hipótesis que a 10 km tampoco lo encontrarán. Y toman esto como hipótesis para encontrar las ecuaciones que describen el movimiento de las aguas que sí que son falsables.

    Ahora usted me dice «Es que están mirando a un nivel muy superficial. A 1000 km estoy seguro de que hay un dinosaurio submarino y es injusto que los científicos «reduccionistas» desprecien esta opción» . Como probabilidad no se lo negará nadie, pero admita que al menos resulta poco probable e innecesario (a nivel científico) hasta el momento. Y de la misma forma que podría aceptarse esta idea podría aceptarse cualquier otra. Porque cuando la probabilidad tiende a cero, ¿qué importa una sobre otra?.

    Entonces, ¿puede basarse el conocimiento verdadero en ideas improbables, tales que podrían ser substituidas por otras cualquiera con una probabilidad igual de baja?

    Y, ¿resulta razonable que haya países enteros o un gran número de personas que fundamenten su vidas en ideas improbables? De acuerdo, cada personas puede hacer lo que quiera con su vida propia y engañarse tanto como quiera para conseguir unas migajas de felicidad. El problema es cuando multitudes fundamentalistas intentan imponer (mediante lobbys, poder legislativo, poder mediático…) estas ideas improbables al resto. Cuando no sólo quieren engañarse a sí mismas sino también a los demás. Porque necesitan ver como otros caen en la misma trampa para que sus mentiras resulten más verosímiles para sí mismos. Es entonces cuando personas como Dawkins empiezan a ser necesarias.

    Si limitamos nuestros conocimientos a una ciencia de lo falsable es posible que nuestra comprensión nunca llegue a ser completa y nos encontremos por siempre en un estado de ignorancia parcial. Pero si en nuestro camino hacia «el vacío mínimo» vamos llenando los huecos que encontremos con ideas injutificas/aleatorias, es posible que nunca alcancemos ese vacío mínimo alcanzable y por lo tanto nuestra ignorancia termine siendo mucho mayor de lo que podía haber sido.

    Por lo tanto, es posible que las neurociencias nunca expliquen el yo (o sí), pero símplemente hemos hecho lo que como seres humanos estaba en nuestras manos. No por tranquilizar nuestra conciencia vamos a llenar esos huecos con mitología y le llamaremos conocmiento o sabiduría. ¡Somos animales! Mucho hemos logrado conocer. Que le pregunten a las lombrices que forma tiene su planeta…

  7. pseudopodo dijo:

    Brújulo, creo que Eddington lo que hacía era caricaturizar a algunos científicos que creen que lo que pesca su red es todo lo que hay. Pero, para evitar confusiones, sería más apropiado llamarles cientifistas, porque, efectivamente, la ciencia bien entendida no se pronuncia sobre lo que no pescan sus redes. Ahí creo que estamos de acuerdo.

    Por otro lado, te doy también la razón en que, en el ejemplo del hipotético dinosaurio submarino. Cuanto mejores son las redes, más profundo pescamos y más tiempo pasa, la probabilidad de que exista va tendiendo a cero. Aunque no podamos demostrar que no existe llega un momento en que es muy poco sensato creer en él: viene a ser lo que pasa con el monstruo del lago Ness…

    Todo esto es muy razonable cuando se aplica al dinosaurio porque tal bicho, si existiera, debería ser pescado tarde o temprano. Pero ¿y si digo que hay, por ejemplo, un campo magnético en el lago? Si el pescador responde que: “no es sensato creer en tal campo porque mis redes no lo han pescado nunca” aparentemente está aplicando la misma lógica que con el dinosaurio, pero en realidad, está cometiendo un error conceptual. Está cayendo en una confusión de categorías, al mezclar dos planos de la realidad.

    El pescador podría decir que postular “planos distintos de la realidad” es un oscurantismo irracional, pero en mi opinión no hay tal cosa, sobre todo si observamos que las brújulas se desvían al navegar por el lago: el campo magnético es una explicación económica y racional.

    Cuando hablamos de la mente, los pescadores como Dawkins o Crick se empeñan en negar que tenemos voluntad o responsabilidad y que existen cosas como significados o valores, sólo porque no encuentran tales cosas en el plano de la realidad que manejan, que es el material (entendiendo materia como “ladrillitos”). Pero resulta que la brújula se desvía (es decir, nosotros percibimos tales significados, valores, etc). Y decir que, simplemente, existen, es la explicación más económica y racional. Y que sabemos bastante de cómo funcionan, aunque no los podamos reducir a una teoría física.

    Por otra parte, me parece tan mal como a ti que “multitudes fundamentalistas intenten imponer sus ideas improbables a los demás”. Ahora bien, hay tantos fanáticos entre los materialistas como Dawkins como entre los creyentes. La milonga de que el ateísmo tiene que ver con la tolerancia es tan insostenible que no vale la pena perder tiempo en ello. Y, particularmente, a mi Dawkins no me parece nada necesario. Al contrario, me parece que está jugando un papel muy negativo en el debate intelectual, fanatizando el panorama (más o menos, como algún radiopredicador que tenemos en España).

    Postdata 1: Algunas cosas que no se si quedan muy claras en este comentario quizá se “ven” 🙂 mejor en el post de “El espejismo de Dios”.
    Postdata 2: Perdón por tutearte sin permiso: parezco un presidente de Gobierno. Te autorizo a caer en el mismo error ;-).

  8. Brújulo dijo:

    La primera pregunta que debo hacerte es: Qué quieres primero, ¿Creer en una opción concreta de Dios o saber la verdad? Si es la primera de las opciones, no tiene sentido el debate, ya que quien quiere ver algo lo verá por todas partes (exista o no) y siempre encontrará una forma de convencerse, apelando a la razón o no según le convenga para convencerse.

    Presuponiendo que la opción que prefieres es la segunda (y aceptando que yo también lo estoy). La siguientes preguntas son:
    a) ¿Por qué necesitamos a un Dios? (es decir, ¿a qué viene esta idea?) b) ¿Qué es Dios? c) ¿Cómo demuestro su existencia? -si lo que nos interesa es «la verdad», este punto es imprescindible-

    a) Intentando ponerme en tu lugar y por textos tuyos que he leído, parece que el problema lo centras en la moral, la libertad, la esencia del yo, etc.

    La moral: Si incluímos a un Dios, ¿éste nos dictaría lo que está bien y lo que está mal? Supongamos que sí. ¿Pero es que nuestros genes no tienen ya unos valores? El de la supervivencia, la conservación de la especie… Entonces, ¿por qué cambiar unos que sabemos que existen con seguridad por otros que son virtuales? No tiene sentido.

    La libertad. Si lo que te preocupan es que esos valores sean universales, ¿donde queda la libertad en un universo en el que todos los seres vivos están sometidos a la misma ley divina? ¿Seríamos virtualmente más libres que si seguimos los preceptos de nuestra genética? ¿Qué es la libertad? Yo sólo conozco el determinismo y el comportamiento cuántico. ¿Donde está por medio la libertad? Si volvemos a un punto concreto del pasado con todas las partículas y la energía puestas exactamente de la misma manera ¿los acontecimientos ocurrirían de una forma distinta a como ya ocurrieron? Probablemente no. Entonces, ¿a qué llamas libertad?

    Si como vemos, esa «libertad» se ve arrinconada, ¿qué sentido tiene el «yo»?

    Desde mi perspectiva racional, las palabras moral (el bien y el mal), libertad o «yo» no son más que experiencias subjetivas, como que la lluvia es «triste» y el Sol «alegre». Pero a la luz de la razón, no tienen una definición concreta, parecen no ser nada. Entonces, en nuestro discurso que tiene como fin conocer la verdad, ¿podemos razonar con palabras que no tienen una definición concreta? No tiene sentido. Es como encontrar el resultado de x+1 siendo x un número que varía aleatoriamente con el tiempo.

    En tal caso. Digamos que no hay bien ni hay mal. Digamos que no hay libertad. Supongamos que somos meros robots que se reprograman parcialmente a cada instante, no hay un «yo». Símplemente, porque decir lo contrario es como no decir nada. ¿Nuestro conocimiento de la realidad es ahora más pobre? Al contrario, se ha enriquecido ya que sus fronteras están delimitadas. Las ecuaciones funcionarán igual de bien si no mejor, ya que hemos eliminado términos que no hacían más que ensuciar nuestra visión.

    Y tú entonces me dirás que los códigos penales no tendrán sentido, que el holocausto será justificable, etc. Pero es que hemos eliminado el término abstracto de «valor» en la ecuación. Pero lo que aun perdura es nuestra voluntad innata como animales de supervivencia, de «bien o mal» sí definibles en este caso. Las mayorías tienen, en este caso, unas definiciones concretas de bien y mal (que no tienen un orígen divino sino genético) que se impondrán a las fluctuaciones individuales. Yo sé que no existe la libertad ni la moral absoluta, pero yo como animal deseo sobrevivir (porque así estoy programado) y no permitiré que el asesinato quede impune.

    Por lo tanto, la moral reside en las mayorías. Aquí vendría el contrajemplo del nazismo. Pero es que la mayoría no era la población alemana sino la humanidad entera, que se mostraba contraria.

    Si te fijas, estoy hablando de dos morales. La genética del individuo y la de las mayorías. En realidad sólo es una. Cada individuo persigue la suya propia pero hay una resultante que es la de la mayoría. Es una consecuencia. Ésta última será la moral de cada época histórica y probablemente sea tomada como «absoluta». Independientemente, el individuo perseguirá la suya propia, y será definida a nivel subjetivo como correcta o no en relación a la primera. Aunque objetivamente estos juicios son en realidad su relación lógica con las ideas dominantes.

    La libertad ha desaparecido. No sabemos lo que es y el experimento mental expuesto antes «demuestra» que esa idea intuitiva probablemente sea falsa.

    Entonces, me dirás, ¿qué sentido tiene todo? Nadie ha dicho que «todo» tenga un sentido. Probablemente todo sea un absurdo. Porque todas las evidencias apuntan a eso (y si no fuera así, sería otro golpe a la «libertad»). Pero, ¿y qué? Porque comerse un helado resulte absurdo, no dejarás de comértelo. Porque toda la novela esté ya escrita, no dejarás de emocionarte. De la misma forma, si aceptamos cierto determinismo y absurdo existencial, no por eso nos vamos a tener que suicidar, o tirar el helado, o dejar la novela a medio leer. Porque es muy importante saber que somos animales, y aunque nuestra razón llegué a conclusiones racionales acertadas y contraintuitivas, no dejaremos de sentirnos libres, de sentir placer, de luchar por nuestros objetivos, etc. Porque así hemos sido programados y NO PODEMOS verlo, en la práctica, de otra forma.

    Así que después de todo esto, nos damos cuenta que al menos a nivel humano, la existencia de Dios es innecesaria.

    b) Ahora, supongamos que Dios sí fuera necesario por otras razones que encontraríamos con el tiempo.

    La situación sería la siguiente. Tenemos un problema que no sabemos resolver, la solución a esto es Dios.

    Entonces, debemos hacernos la pregunta ¿Qué es Dios? Si Dios es la solución racional a un problema concreto, ha de tener una definición concreta, porque entonces no sería una solución. No puedo decir que las gotas de lluvia son en realidad ángeles diminutos que caen del cielo, es una respuesta que por confusa carece de sentido y, por lo tanto, no es una verdadera solución al problema. Para que fuese una verdadera solución al problema, deberíamos definir qué es un ángel diminuto y para ello deberíamos enumerar con exactitud sus atributos, su origen, etc. Como vemos, lo que haríamos es aumentar exponencialmente la magnitud de un problema mucho más simple en origen. Es por esto que en ciencia se utiliza la navaja de Occam como método de selección entre soluciones posibles. Lo que se quiere en ciencia es que el problema o bien desaparezca (no haya tal) o se minimice tanto como sea posible.

    c) Supongamos que hayamos encontrado una definición más o menos delimitada de Dios y que ésta podría resolver un problema concreto. En vez de Dios lo podríamos llamar éter, por ejemplo, pero el nombre es lo que menos importa. Si no hay definición delimitada, no hay razonamiento, no hay conocimiento.

    ¿Podemos probar su existencia?

    Me has hablado de campos magnéticos. El campo magnético es una solución que ha minimizado un problema. Describe gran multitud de fenómenos mediante una idea simple que tiene como única pega que tenemos que hablar de perturbación del espacio. Sabemos como se comportan con exactitud (conocemos las ecuaciones que se describen), su causa (el movimiento de los electrones) y los puntos que aun resultan dudosos están siendo investigados ahora mismo en física de partículas y las teorías del todo. Pero, ante todo, han minimizado el problema y sabemos como se comportan a través de una solución sencilla. Qué hacen y qué no hacen. Y lo mejor de todo es que con estas definiciones precisas, podemos predecir su comportamiento y medirlo. Podemos falsar. Vamos contra la teoría y ésta aguanta. Podemos hablar entonces de verdadero conocimiento. Lo mismo pasaría con el estereograma.

    ¿Crees sinceramente que es posible encontrar una definición precisa de Dios? Si no podemos, no podemos razonar. Un conocimiento fuera de la razón, no es conocimiento, no tiene sentido. Y creo que esto está fuera de discusión (si obviamos la escolástica).

    ¿Crees sinceramente que si tenemos una definición precisa de Dios podemos probar su existencia?
    Si la respuesta es no. Entonces Dios no es conocimiento. Ya que forma parte de un espacio de soluciones equiprobables.
    Si la respuesta es sí, entonces has encontrado una ley física que puedes bautizar, si quieres, como «ley de Dios» o «leyes de Newton» :).

    d) Yo, como ser humano, creo en la libertad y en el sentido de la vida, en el bien y el mal. Pero sé que son una mentira. Me autoengaño porque no pierdo nada y gano mucho (en términos placer, satisfacción…). Pero lo hago de la misma manera que cuando leo una novela y creo que el personaje es real y se está dirigiendo a mí en ese momento. Pero si hablamos de «la verdad» o de desarrollar algo en base a ella, debo distanciarme de esos autengaños que me acompañan en la vida cotidiana 😉 .

    PD. Si no te importa, creo que voy a publicar en mi blog esta discusión cuando termine, me parece interesante.

  9. pseudopodo dijo:

    1517 palabras! Dejame que las digiera. Lo haré, pero me llevará tiempo, que uno también vive en el Mundo Real (TM) y se acercan las procesiones…

  10. pseudopodo dijo:

    Hola, Brújulo

    Por fin he podido leer tranquilamente tu comentario. Responder punto por punto necesitaría un libro. Algunas de las cosas que planteas quizá pueda tratarlas por extenso en futuras entradas de este blog, y a otras ya he aludido por aquí (por ejemplo: en este post, en este y en los comentarios de este otro) Así que aquí me voy a limitar a lo que me parece que es el núcleo de tu postura (lo que, por cierto, no requiere llegar a la idea de Dios…).

    Naturalmente que lo que quiero es saber la verdad y no autoconvencerme de una opción postulada a priori. Pero al irte leyendo compruebo que lo que entiendes como “buscar la verdad” exige:
    · Desechar las experiencias subjetivas
    · Razonar sólo con palabras que tienen una definición precisa.
    Esto viene a ser en dos palabras un resumen del método científico. Es decir, que estás equiparando “buscar la verdad” a “usar un enfoque científico”. Este punto de partida es cientifismo y es, en mi opinión, un error. El enfoque científico es sólo una de las maneras legítimas de buscar la verdad. Fundamentalmente por dos motivos:

    1) Las experiencias subjetivas son reales. Son lo más real, lo más inmediato: lo único que sobrevivió a la duda metódica de Descartes. Puestos a elegir, habría que prescindir del “mundo externo” antes que del “mundo interno”: el solipsismo es menos insensato que el conductismo (que sólo reconoce lo objetivo)
    2) Admitamos que “sólo debemos admitir como válidos los enunciados que nos proporciona la ciencia”. Tal enunciado, sin embargo, no es un enunciado científico, sino un postulado filosófico, y no sería por tanto válido: el cientifismo es autocontradictorio.

    Una vez que partes de postulados cientifistas, todas las conclusiones a las que llegas (“no hay libertad, no hay bien ni mal”, etc) son inevitables: están ya en germen en los postulados, igual que toda la geometría de Euclides está implícita en sus cinco postulados. Cambia los postulados y te encontrarás con unas conclusiones opuestas y totalmente lógicas (acuérdate de Riemann y Lobachevski).

    Si queremos razonar de un modo riguroso, entonces, tenemos que partir de unos postulados. Pero estos se postulan, no hay manera “rigurosa” de elegirlos.

    Esto no significa que la elección sea puramente arbitraria. Una elección razonable requiere que los postulados: (a) sean simples (b) permitan explicar un ámbito de la realidad lo más amplio posible y (c) no generen contradicciones, ni entre sí ni con la experiencia.

    Como te decía, me parece que empiezas haciendo una profesión de fe cientifista. La versión más extendida de este cientifismo es el reduccionismo fisicalista (es decir: “todo es física”, lo demás son subproductos de las interacciones entre partículas). Es un postulado simple, tiene poder explicativo, pero en mi opinión está falsado por la experiencia: no tiene manera de dar cuenta de la experiencia subjetiva que es, como dije más arriba, lo más básico.

    Así que tal postura me parece válida como un modelo parcial de la realidad, pero asumirlo como explicación completa requiere tirar por la borda todas nuestras experiencias más básicas como meras alucinaciones. Eso exige unas contorsiones lógicas considerables (por ejemplo, lo que dices de que “crees en la libertad y en el sentido de la vida”, pero “sabes que son una mentira”): demasiada fe, para mi gusto.

    Un par de apostillas: sobre lo que dices de que el mundo no tiene por qué tener sentido, creo que viene a cuento lo que decía Gödel.¨ Y una cita de uno de los genios del siglo XX, que resume muy bien mi postura (acabo de leerla en el blog de Monuz): “El único punto de vista aceptable parece ser el que reconoce a ambos lados de la realidad (el cuantitativo y el cualitativo, el físico y el psíquico) como compatibles entre sí, y es capaz de abrazarlos simultáneamente.” (Wolfgang Pauli) –

    Ah, estaré encantado si cuentas esta discusión en tu blog, lo único que te pido es que si pones alguna de mis chorradas, me cites con un enlace 🙂

  11. Brújulo dijo:

    Pseudópodo, tengo la sensación de que te has escudado bajo el término cientifismo cuando yo a penas he utilizado la palabra ciencia.

    Para la búsqueda de la verdad «real» los dos puntos fundamentales de mi postura son la razón y la probabilidad. Tan sencillo como eso. No utilizo la palabra «ciencia» porque es un término confuso.

    «Así que tal postura me parece válida como un modelo parcial de la realidad, pero [no para] asumirlo como explicación completa» Precisamente he dicho que NO es un modelo completo, pero es el modelo que más seguridad nos proporciona sobre su correspondencia con la realidad. Podríamos utilizar modelos más ambiciosos, que incluso intenten alcanzar el 90 o 100% de la realidad (a menudo, la postura religiosa) pero que en cambio nos proporcionan una seguridad mínima racionalmente. No nos sirven entonces si de verdad queremos entender algo. La razón camina despacio pero asegurando el terreno.

    Es posible que el subjetivismo resulte más ambicioso, pero también PUEDE ser más engañoso como frecuentemente podemos comprobar nosotros mismos en infinidad de situaciones. La objetividad es más humilde, pero más sólida.

    Que lleguemos a conclusiones a partir de estos axiomas sencillos (uso de la razón, objetividad, definición precisa), es lógico. Como también lo es que si los cambiamos, cambian las conclusiones. Por eso mismo, nos hemos asegurado primero de que los pocos axiomas aceptados sean válidos, por su sencillez, su probabilidad, su concordancia con la realidad… No hay definición común moral y con estos axiomas llegamos más o menos a una. ¿Cual es el problema? ¿Qué puede que no nos gusten estéticamente? ¿Es ese motivo suficiente para rechazar la razón? La verdad no tiene por qué ser agradable. La evolución no nos ha dotado para sentir placer por el conocimiento de la realidad sino simplemente para sobrevivir y hemos desarrollado mecanismos para ello. Si descubrimos, por ejemplo, el determinismo de la realidad, un mecanismo lo rechazará porque puede tener consecuencias peligrosas para nuestra vida. Así que no nos gusten las conclusiones a nivel estético no es prueba de nada.

    Si niegas la definición precisa de los términos, la importancia de la probabilidad y la objetividad estás abandonando el camino de la razón y abrazando el de la fe, la creencia. Y como decía aquel: «Fe es no querer saber la verdad».

    Mis conclusiones humanas, mis pequeños actos de fe no son más que unos pocos entre la infinidad que los animales humanos conjugamos cotidianamente para sobrevivir. Nadie se plantea cada cinco segundos si el suelo sigue bajo nuestros pies. Pero una cosa es sobrevivir y otra es querer saber la verdad. Si quieres saber la verdad, tendrás que mirar bajo tus pies.

  12. pseudopodo dijo:

    Hola, Brújulo,

    Es verdad que no te referías directamente a “ciencia”. Pero lo que yo decía es que los requisitos que tú ponías a la empresa de “buscar la verdad” venían a ser los del método científico. No exactamente, pero sí en lo esencial: rechazar lo subjetivo y trabajar con conceptos definidos con precisión.

    Pero si partes de rechazar lo subjetivo, todo el mundo de la experiencia privada queda fuera de tu búsqueda. Yo no digo que aceptar lo subjetivo como un dato válido sea “más ambicioso” porque intente explicar un % mayor de la realidad. Es simplemente un método distinto, ni más ambicioso ni menos, pero que intenta adecuarse a su objeto. Y eso es lo esencial: como un artesano, tenemos que usar en cada momento la herramienta adecuada.

    Aceptar lo subjetivo para unas cosas no es incompatible con rechazarlo para otras, igual que no pasa nada porque un operario use el torno para unas cosas y la fresadora para otras. Me parece fantástico que la objetividad sea humilde y sólida, yo también lo pienso y soy para algunas cosas un defensor apasionado de la objetividad de la ciencia. Pero creo que para otras hace falta la fresadora (digo, la subjetividad de la religión, pero también de la literatura o del arte).

    En cuanto a la presunta moral que puedas sacar de los axiomas…no puedo entender cuál es. La moral se basa en valoraciones, y tus axiomas excluyen tal cosa. Así que el problema no es que no me guste estéticamente la moral a la que puedas llegar o los principio de los que partas, sino que de tales principios es imposible llegar a una moral. Una vez más como dijo Hume: Ningún “debe” a partir de un “es”. Y la ciencia (o perdón, el tipo de búsqueda de la verdad al que decides limitarte) no tiene “debes”, sólo tiene presuntos “es”.

    Un saludo (y perdón por el retraso en contestar…)

  13. Brújulo dijo:

    Si hubiésemos nacidos en un lugar aislados de cualquier realidad (algo así como un Matrix vacío), creer o no creer en la objetividad, en la razón, podría llegar a considerarse como un pequeño acto de fe. Nada nos asegura que otro ser no pueda tener otro tipo de lógica en la que, por ejemplo, 2+2 no sea igual a 4. Aunque, por supuesto, tampoco nada nos asegura la certeza en las intuiciones subjetivas.

    Por esto creo que estamos llegando al final de la conversación. Ya que lo que estamos discutiendo es el orden lógico de la realidad. Y tomar una decisión sobre ello es el desencadenante de todo lo demás.

    La forma de tomar una decisión la podríamos basar en la historia. La ciencia ha llegado súmamente lejos al contrario que, por ejemplo, la teología. La ciencia aplica un método racional. La teología los actos de fe, basados en el subjetivismo. También podemos aplicar la experiencia propia. La lógica, la razón, funcionan en la vida cotidiana. La intuición subjetiva a veces «acierta» y muchas falla. En metafísica, ¿como distinguir lo que es un acierto de un error?

    De todas formas, no tiene sentido que continúe discutiendo sobre el tema. No puedo transmitirte mis percepciones subjetivas porque es imposible por definición. Tan solo puedo dar argumentos objetivos, porque es con ellos con los que dos personas podrían llegar a un acuerdo (ya que no necesitan de elementos que únicamente están presentes en una de los dos). Y como estoy entrando en el campo en el que utilizas la fresadora, por muchos argumentos lógicos que entregue, nunca los aceptarás, ya que en este campo no crees en la razón tan solo en tu propia percepción. No hay argumento posible. Tampoco tú nunca podrás convencerme, porque nunca podré aprehender tus propias percepciones. No hay diálogo posible.

    ¿La «verdad» se encuentra en la experiencia subjetiva de cada individuo, sin importar o no la lógica? Yo no lo creo. Pero la decisión, al fin y al cabo, es propia de cada uno.

    Por cierto, si para unas cosas utilizas la objetividad y para otras la subjetividad, es como utilizar siempre la subjetividad. Ya que decidir en qué lugar es aplicable una u otra es una decisión subjetiva.

    Un saludo,
    Brújulo.

  14. Pau dijo:

    Hola Pseudópodo:
    Quiero agradecerte, y también a los amigos que han escrito, la apertura del diálogo sobre temas tan hondos y comunes como la conciencia, la libertad, el sentido de la existencia y el yo, entre otros.
    Es un placer percibir a la inteligencia intentando el vuelo desde un paisaje ya de por si elevado.
    Quisiera aportar un material que a mi me ha resultado muy inspirador al respecto
    http://www.silo.net/ReferenceMaterials/Apuntes.rtf

    Transcribo unas frases de la introducción:
    «En «Psicología I» se estudia al psiquismo en general como función de la vida, en su rela-ción con el medio y en su expresión humana. Se pasa luego a exponer las características de los “aparatos” del psiquismo en los sentidos, la memoria y la conciencia. También se expone la teoría de los impulsos y del comportamiento.
    En «Psicología II» se estudian las tres vías de la experiencia hu¬mana: sensación, imagen y recuerdo. Inmediatamente se da cuenta de las respuestas que el psiquismo da a los estímu-los externos al cuerpo y a los estímulos del intracuerpo. Los niveles de trabajo de la concien-cia y los mecanismos del comportamiento son revisados a la luz de la teoría del espacio de representación. Finalmente, se va ilustrando la producción y transformación de impulsos si-guiendo el recorrido de las sensaciones, las imágenes y los recuerdos al tiempo que se los ordena en una presentación morfológica de signos, símbolos y alegorías.
    En «Psicología III» se estudia el sistema de operativa capaz de intervenir en la producción y transformación de los impulsos. Un esquema simplificado del trabajo integrado del psiquis-mo contribuye a la comprensión de los temas de operativa. Finalmente, se establecen distin-ciones entre la conciencia y el “yo” contrastando los estados de reversibilidad con los estados alterados de conciencia.
    En «Psicología IV» se estudia sumariamente el desdoblamiento de los impulsos; luego se estudian las diferencias entre la conciencia, la atención y el “yo”; se estudia también la espa-cialidad y temporalidad de los fenómenos de conciencia; para finalmente definir e incursionar en las estructuras de conciencia. Estructuras como la “conciencia inspirada” se pasean por los distintos quehaceres humanos: como la “conciencia inspirada” en la filosofía, la ciencia, el arte y la mística. Hay por ultimo una incursión en los niveles profundos de las estructuras de conciencia y es con estos parágrafos finales con los que se termina cerrando esta psicología, que empezó en la analítica de los impulsos más elementales, para terminar en la síntesis de las estructuras de conciencia más complejas.».

    No quiero ocupar más espacio, pero confío, Pseudópodo, en que más allá de la jerga técnica intuyas como yo la existencia de manuales y rutas que habilitan para moverse por la tierra de la razón y también por el aire del espíritu.
    De nuevo gracias, y un afectuoso saludo
    Pau
    Nota: el material es de Silo, pensador latinoamericano que ha generado escuela y un movimiento social que replantea profundamente las bases del Humanismo histórico

  15. Isenez dijo:

    Una bitácora, por si no te habías dado cuenta, lina. Y para entender de qué va sólo es necesario tomarse el tiempo de leerlo. 😉

  16. bloodykefka dijo:

    Precisamente mi proyecto de fin de carrera va de simular sentidos en una máquina y siempre me ha parecido dudoso que mi módulo de oído electrónico sea conceptualmente parecido a un oído humano, al igual que la visión computacional me parece demasiado simple compararla con la visión de un ser vivo XD.

  17. Carlos Sanchez Garcia dijo:

    Disculpad por mi cometario a un blog tan antiguo.
    Personalmente me molesta mucho el cientifismo que hemos alcanzado, por desgracia la gente que busca hacer ciencia- buscar la razon donde quiera que esta te lleve. Está completamente desprestigiada por el mundo cientifico.
    Pondre un ejemplo, Maximo Sandin, un ex zoologo de la universidad autonoma de Madrid, abierto critico del darwinismo( antes de que nadie piense mal, se declara agnostico, pero viendo varias de sus charlas es lo que yo declararia un ateo no comprometido) lleva durante unos 15 años, aportando datos que para alguien con dos dedos de frente, sin prejuicios y racional, le llevaria a pensar en la sintesis moderna como algo poco mas que anticuado, con un cierto toque sobrenatural- la seleccion natural, elije. Como si esta fuera un ser. Os animo a que leais varios de sus articulos, o veais sus charlas, hace una deconstruccion de la teoria darwinista y de la figura de Darwin adecuada a los factores sociales, geograficos y cientificos en los que se fundo.
    Bueno, pues a este tio, le llevan dando palos desde que empezo, ¿Por que? principalmente, porque la ciencia se ha convertido en un sistema de creencias, y si, aunque parezca mentira, la objetividad de la ciencia esta ahora mismo en pañales. Obviamente, no digo que todos los cientificos sean asi, es mas, me atreveria a decir que ni si quiera la inmensa mayoria es asi, pero se »aconjogan» ante los voceros oficialistas como Dawkins, Dennet o Jerry Coyne.
    Si te atreves a dudar de alguno de los dogmas de la ciencia, eres poco mas que un hereje, o un irracional.
    Pues con el tema de la mente, me pasa lo mismo, Susan Blackmore o Francis Crick dicen que no hay un yo, porque no esta en el cerebro, y como la materia es lo unico que hay, pues si existe, debe estar ahi. Pues disculpenme, pero estamos en el siglo XXI, en el que uno de los mejores fisico teoricos como Anton zeillinger dice que la materia del universo es la informacion…
    Esto dista mucho del paradigma decimononico, en el que los atomos eran mini bolas de billar.

    Lo que queria decir es que el materialismo, nos ha guiado a un callejon sin salida, a entender el universo de una manera mecanica y aburrida, cuando ya sabemos que no es asi. No estoy sugiriendo que veamos la mente de una manera dualista, (o tal vez si) sino que ampliemos el marco de mira, y reconozcamos que no lo entendemos todo, y que al igual que la mecanica de Newton fue tirada por tierra por los entrelazamientos cuanticos y por la era de la informacion, debemos aceptar que aun no estamos preparados para entender la mente, y que porque no la entendamos, no quiere decir que no exista, simplemente que todavia no hemos llegado hasta ella.
    Disculpa por comentar aqui, pero, tenia que escribirlo en algun sitio.

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